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DE QUE
PUEDE EXTRAVIARNOS LA LUJURIA
Parecía que el cura
Cayetano hubiera
terminado su sermón, porque
el buen cura se quedó callado... caviloso...
quizás en oración. Mas
después de callar por un momento volvió
a decir, con renovado aliento: "¡No!
¡No puedo acabar este sermón guardándome
callada, aquí en el buche, una
- ¡cruda quizás! - comparación: para
la salvación de quien la escuche!
Bien
puede ser que a alguno no le agrade. Que
le parezca que me extralimito. Yo sé que piensa, más de
algún cofrade, que
el sermón más sublime es el cortito.
Sé
que otros me van a criticar. No
por lo largo, sino por el tema. Piensan
que el templo no es un buen lugar para
tratar en él ciertos problemas.
Pero
¡Yó soy el Cura! El responsable de
la buena salud de mis ovejas. Y
considero que es abominable callar por miedo a las
posibles quejas.
Jesús
me juzgaría por mi incuria -
y, según pienso, con toda razón - si
no les advirtiese: "¡la
lujuria es enemiga de la religión!"
¿Qué
es la lujuria? Es la pasión carnal (¿quién
no la sufre aunque le suene mal?) Dice
San Pablo: peca contra un templo el
lujurioso, pues profana el cuerpo.
Nuestro
cuerpo queridos feligreses es
instrumento de la unión con Dios. Con
él servimos a sus intereses desde
él elevamos nuestras preces, con
él oímos su divina Voz con
él Lo vemos donde se aparece.
La
lujuria destruye ese aparato, y
por eso este mal es tan dañino: nos
deja sordos, ciegos, sin olfato, sin
gusto ni placer por lo divino.
¡Por
eso se lo llama mal impuro! Porque
aparta de Dios ¡les aseguro!
Hemos
sido creados para amar y
fuimos hechos para dar amor ¡la
lujuria corrompe el corazón y
ya no le permite ni pensar!
¡A
cuántos la lujuria los aparta! ¡Ayer
fieles a Dios: hoy, Dios los harta! ¡Y
cuántos que de niños lo adoraron al
llegar la pasión: apostataron!
¿Quieren
saber qué tienen, qué les pasa a
muchos que se fueron de esta casa? ¿por
qué dejaron de venir a Misa? ¡Por
la lujuria que los esclaviza!
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¿No
vieron qué le pasa a la perrada cuando
llega la época del celo? Sin
importarle nada raza o pelo, desde
la perra fiel y más mimada hasta
al perro más manso y más casero los
arrastra el instinto tras su imperio.
Sin
reparar en casa, dueño... ¡o nada! revientan
la cadena si es preciso. saltan
el muro... pasan bajo el cerco... -
instinto irresistible, ciego, terco,- y
escapan sin dejar ni dar aviso.
A
veces los arrastra la jauría tan
lejos de su hogar y de su dueño que
cuando se despiertan y lo notan, vueltos
en sí como de un largo sueño no
saben regresar al domicilio y
se quedan vagando en el exilio. ¡Y
qué destino triste es el destino del
perro que se pierde en el camino! Por
un momento de pasión y antojo por
ese momentáneo desvarío muchos
se pierden. Otros
- como el mío - regresan
flacos, sucios, con abrojos, rengos,
llenos de barro, a veces cojos, mordidos,
revolcados y sin bríos...
-48- ¿Cómo
podría callar un buen pastor que
ha visto ya extraviarse a muchos buenos y
alejarse del culto del Señor por
los mismos instintos, más o menos? ¡No!
¡no podría guardarme esta advertencia cuando
es tiempo de celo todo el año para
Adán y su pobre descendencia!
¿Podrá
volver a Dios quien se aventura por
los desvíos de esta senda impura? ¿Podrá
pensar, quien ceda a esta locura que engrilla la razón y la
avasalla? ¡A
cuántos vi probarla y hoy se hallan encadenados
por su fuerza oscura!
¡Mis
niños de primera comunión! ¡Qué
futuro distinto les soñaba! ¡Cuánto
dolor, cuánta desilusión me
ha dado ver, más de uno, en lo que acaba!
Y
cuánta parejita que he casado y
que ante mí juraron serse fieles... Con
dolor los he visto separados y
al que fidelidad le habían jurado. ponerle
cuernos - como los infieles -
Miren
que no exagero en lo que hablo. Sólo
repito lo que dice Pablo: "Nadie
se engañe: ¡Dios es tan glorioso que
no entrará en su Reino el lujurioso!"
A
Dios, que es fiel, lo asquea el adulterio y
porque es rey de sinigual pureza toda
impureza lo disgusta en serio por
no decir: ¡lo llena de tristeza!
Domine
el alma casta su lujuria reprima
en sí a esta pasión espuria, no
sea que apostate del amor y
no sepa volverse hacia el Señor. Si
varón y mujer fueron creados para
multiplicarse y ser fecundos es
porque Dios los quiso ver salvados llenando
el Cielo tras llenar el mundo.
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En este estilo hablaba
Cayetano para arrimar a Dios su lenta
grey de fieles remolones, de
cristianos ignorantes, a medias o sin
ley. ¡Pobre Don Cayetano! Su
rebaño - ¡rebaño,
en su sentido más cabal! - no había ni despegado - ¡en
tantos años! – a pesar de su celo pastoral. Mirando humanamente... logró
poco: no tenía un solo fiel
comprometido y la única laica – ya es
sabido – se casó por civil y con un
loco.
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Pero era como perro en su
misión y en sus sermones – largos
como tantos – nos hablaba del perro y la
oración por si alguno, a lo menos,
se hacía santo. Si pudo conseguirlo, es otra
historia. Pero estoy persuadido – en
cuanto a él – que está con su Señor, al
que fue fiel, y trota bajo el carro de la
Gloria que viera en sus visiones
Ezequiel.
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Era el cura Cayetano - ministro de Dios, sincero
– como un fiel perro ovejero velando a sus parroquianos. Como a ovejas y corderos, nos llevaba por lo llano. Era un cuzco garronero, secundando a un Dios paisano que quiere arrear los
cristianos a pastar en sus potreros. Y con aquellos sermones, a las almas alejadas como a hacienda rezagada nos picaba los garrones, trayéndonos mil razones para que el alma extraviada se volviera hacia el Señor. Reanimaba con amor a las más desalentadas y afeaba a las desalmadas la vida del pecador. Yo daré gracias al Cielo si a mi distinguida
audiencia se le concedió paciencia para llegar hasta aquí y si – como yo pedí – me oyó con benevolencia.
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