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- 39-
DIOS NO PRECISA QUE LE DEN LA
LATA.
¡Qué equivocado está el
que se imagina
que Dios precisa que le den
la lata!
Nuestra oración es tanto más
divina
y le resulta a Dios tanto más
grata,
cuanto el orante, ahorrando
peroratas,
confía en que Dios ya sabe
y adivina
hasta sus pensamientos más
secretos.
Y en que – Padre amoroso
– en sus decretos,
todo lo que sucede lo
encamina
hacia el bien de sus hijos
predilectos.
— 40 —
Nadie
piense que el Padre oiga mejor
o atienda más, al que es más
hablador;
al que tenga más labia, más
recursos,
más elocuencia y dotes de
orador.
Orar, no es competir en un concurso
donde se gana a fuerza de
discursos.
—
41 —
Todos sabemos que los perros no hablan
y sin embargo se hacen
entender.
Viene el perro, rengueando de una pata,
y el dueño - ¡desde lejos!
– dictamina
si es renguera de perro y son
pamplinas;
o se hirió, con un vidrio o
una lata
o si se hincó en la pata
alguna espina
que de veras le duele y lo
lastima.
¿No adivinamos lo que el perro quiere
cuando lo vemos acudir,
callado,
y arrimarse a la rueda del
asado?
Y Dios... ¿no va a entender, cuando nos viere
arrimarnos a él,
necesitados?
—
42 —
Por esto es que Jesús nos pone en guardia
contra el funesto error y el
espejismo
de los que aburren al Señor
con cháchara
o rezan por un puro
automatismo.
Hay quienes rezan como por
deber
y hasta – quizás – por
miedo a una sanción.
Yo dudo de que Dios pueda
querer
que se rece por mera compulsión.
Me parece más bien una desgracia
porque transforma en ley lo
que era gracia.
—
43 —
Atiendan bien a lo que aquí les digo
quienes sientan que están en
ese estado:
deben saber que están siendo
tentados
con una seducción del
enemigo.
En esa seducción hay como un virus
que cambia el apetito de
beber
y el gusto del sediento por
el agua,
primero en obsesión, luego
en deber,
y puede transformarse – al
fin – en rabia.
— 44 —
Al principio ese mal, parece nada.
Pero he visto los daños que
produce.
Conozco bien el fin al que
conduce
a algunas almas bien
intencionadas.
He visto almas, amantes como novias,
- de Dios completamente
enamoradas –
que contagiadas por esa
hidrofobia
se agarraron con Él a
dentelladas.
Su amor primero era una cosa
obvia
¿y cómo viven hoy? ¡amancebadas!.
Tienen horror del Agua que
da vida.
La Presencia del Agua las
asquea.
Esa Gloria, que ayer les fue
querida,
hoy te la cambian por
cualquier idea.
Como el perro rabioso, que
enloquece,
y a su amo desconoce y no
obedece,
acaban esas almas que
apostatan,
y ni entienden, ni ven, ni
se percatan
de cuán grave es el mal del
cual padecen.
Porque – lo que es a ellas
– les parece
que están sirviendo a Dios,
mientras lo matan.
Sólo un suero de fe, y en
altas dosis,
puede curar la rabia de la
gnosis.
— 45 —
Si no es por rabia – o sea
por excepción –
los perros no hacen de la
gracia: ley.
Ni de su amor al amo: obligación.
Trotan bajo su carro por
placer
y lo siguen por pura diversión.
Ellos son, en su acción,
contemplativos.
Y toda su oración es
seguimiento.
Amar a su Señor es su
motivo
y la oración de todos sus
momentos.
Y aún si deben seguirlo –
lengua afuera –
con esfuerzo, fatiga y
sufrimiento
ellos siguen al amo
dondequiera.
Y esa es la pauta sana y
verdadera
de que su caridad no es puro
cuento.
Que Dios nos haga fieles de
ese modo
es la gracia que pido para
todos.”