Existen
muchos libros y tratados que cuentan sobre la vida de nuestra Santísima
Madre. En los evangelios encontramos algunos hechos puntuales importantes,
pero sin demasiados detalles. Sin embargo, y gracias a la tradición oral
que nos viene desde los primeros cristianos, podemos esbozar la sencilla
vida de María. En Internet también podemos encontrar algunos textos,
pero hemos escogido uno que nos pareció sencillo y hermoso a la vez.
Aquí va.
Breve Vida de
La Virgen María
Vivían
en Jerusalén unos santos esposos, Joaquín y Ana, pero estaban tristes
porque se hacían viejos y no tenían hijos. Después de rezar a Dios
muchos años, tuvieron a una niña, la criatura más excelsa, hermosa e
inmaculada, concebida sin pecado original.
En Nazareth (que quiere decir "ciudad de las flores") brotó la
flor más bella y lozana de la tierra. Los ángeles la contemplaban
arrobados y mecían su cuna. A los quince años, su padre le puso el
nombre de María, que significa "Reina" y "estrella del
mar"
A
los sesenta y cinco días del nacimiento de la niña (tal como mandaba la
Ley), Ana, su madre, fue a purificarse al templo de Jerusalén; y allí,
la niña María fue presentada al Señor por Zacarías, que era pariente
de sus padres.
A los tres años la volvieron a llevar al Templo sus padres, pero ahora
era para entregarla del todo al Señor hasta cumplir los catorce años.
Sus padres se volvieron a Nazareth pero murieron poco después.
Allí la niña María servía a Dios rezando y cantando Salmos, hilando y
cosiendo, y cuidando del aseo del Templo. Cuando murieron sus padres,
María al quedar bajo la tutela de los Doctores del Templo, fue
obligada a casarse a pesar de su voto de virginidad.
Más,
como todos los mozos de Nazareth la pretendían, sólo fue escogido JOSÉ,
que fue el único a quien le florecieron por milagro unas azucenas en su
vara seca.
Antes de ser llevada al hogar de San José, el ángel San Gabriel le
anunció a María que sería por milagro MADRE DE DIOS,
teniendo un hijo, al que llamaría JESÚS, el Salvador del mundo. Al
saludarla la llamó "llena de gracias" y "bendita entre
todas las mujeres"
También le dijo
el ángel que su prima Santa Isabel, ya anciana iba a tener pronto un
hijo. Este sería luego Juan, el Bautista. Entonces dejo Nazareth y corrió
a visitar a su prima (que vivía cerca de Jerusalén con Zacarías) Ésta
al verla, le dijo: "Bendita Tú entre todas las mujeres", y María
contestó: "Engrandece mi alma al Señor"
La mayor alegría
que tiene una madre es cuando le ha nacido un hijo. Pues ¿cuál no sería
la inmensa alegría de la Virgen María cuando, al cumplir el tiempo señalado,
le nació en la pobre cueva de Belén un hijo que era DIOS y Hombre a la
vez, el SALVADOR DEL MUNDO? No se cansarían San José y ella de besarlo y
abrazarlo.
Solo sentían que
naciera en un lugar pobre. Un asno y un buey lo calentaban con su aliento
al Niño Jesús. Unos pastores, enterados por un ángel, acudieron a
llevarle regalos y a adorarle como a Dios. También del Oriente llegaron
los Magos con oro, incienso y Mirra.
Pero
los Magos (a quienes guiaba una estrella), pasaron antes por la Corte del
Rey Herodes. Este Rey, cruel y envidioso, mandó matar a todos los niños
de Belén que tuvieran menos de dos años para así matar al niño Jesús.
Mas, un ángel hizo huir a José y María con el niño a Egipto.
Cuando murió
Herodes, el ángel les dijo que volvieran a Nazareth. Al tener doce años
el niño Jesús fue al Templo de Jerusalén, con sus padres; pero, en el
camino entre tanta gente lo perdieron. En vano lo buscaban muy apenados,
hasta que al cabo de tres días lo hallaron entre los Doctores del Templo.
En los primeros
treinta años de vida, oculta en Nazareth ¡con qué gozo su madre seguiría
todos los pasos de Jesús y su trabajo en el taller de Nazareth, conforme
crecía y se hacía un hombre! Entretanto, San José fue envejeciendo,
hasta que un día murió santamente, asistido de Jesús y María.
Pero Jesús no había
venido a la tierra para estar con su madre, sino para enseñar a todos el
camino del cielo y predicar la doctrina divina. Y así, cumplió los
treinta años, se despidió de su Madre. Jesús, tan bondadoso, halló
amigos a quienes formó y llamó Apóstoles.
Les
convidaron a unas bodas en Caná; pero faltó el vino. También estaba allí
María; y, a ruego de ella Jesús hizo el primer milagro, convirtiendo el
agua de seis tinajas en exquisito vino.
Luego el evangelio
ya no cuenta nada de María, hasta la dolorosa Pasión de su Hijo. Pero,
en estos tres años en que él predicaba ¡cuánto pensaría noche y día
en Jesús, en lo que él hacía sufría y trabajaba para las almas! Ella
oraba mientras él predicaba, y ¡cuánto se alegraría de sus triunfos y
milagros.
Antes
de ser entregado Jesús a la muerte por sus enemigos quiso celebrar la
Cena Pascual como despedida con sus apóstoles, y mandó a dos de ellos
que lo prepararan todo. María que había visto la entrada triunfal, entre
palmas y ramos, de su Hijo, les ayudaría también a preparar la última
Cena.
El corazón de una
madre siempre se angustia y sufre ante al dolor y adversidad del hijo ¿Cómo
o iba a sufrir la noche de la Pasión de Jesús, desde la traición de
Judas en el huerto de los olivos, la negación de Pedro, su proceso ante
Anás, Caifás, los azotes y la sentencia de muerte en cruz dada por
Pilatos?
Cuando
al fin Jesús salió camino del Calvario con la cruz a cuestas, vigilado
por soldados romanos, María fue a su encuentro junto con la Verónica y
otras piadosas mujeres.
Madre e hijo se miraron apenados, sin decirse nada. A las otras mujeres
dijo: "No lloréis por mí, sino por vosotras y por vuestros
hijos"
¡Qué horrible
pena el ver crucificar! ¡Qué horrible pena al ver crucificar tan bárbaramente
al inocente Jesús! Una vez ya en la cruz clavado. María no se separó de
él. Le acompañaba el apóstol San Juan y Magdalena. Pero si el tormento
de la cruz era terrible, no menos afligiría su corazón maternal las
burlas e insultos de la gente cuando decían: " Si eres el hijo de
Dios baja de la cruz y sálvate"
En
los últimos momentos Jesús no dio su TESTAMENTO de amor, proclamando a
María, Madre Nuestra y Madre Universal: "He aquí a tu Madre",
dijo señalando a María; Y LUEGO: "He aquí a tu hijo", dijo a
María señalando a San Juan que nos representaba a todos los hombres ¡Qué
buena madre nos dio, la mejor y más santa de todas!
Después de
presentar su agonía y dolorosa muerte, José de Arimatea logró permiso
de Pilatos para desclavarle de la cruz y enterrarle en un sepulcro nuevo.
María tuvo toda la serenidad de ayudarle en todo; besó el cadáver de su
Hijo entre sus brazos y le ungió con aromas, según costumbre de
entonces.
¡Qué alegría al
ver a su divino Hijo resucitado y triunfante de sus enemigos, cuando se le
apareció antes que a nadie! Pasados cuarenta días, antes de la Ascensión
a los cielos, se le volvió a aparecer. Luego, estuvo en el Cenáculo en
medio de los Apóstoles cuando recibieron el Espíritu Santo.
Vivió aun muchos
años en Efeso con el apóstol San Juan, animando a los primeros
cristianos, hasta que un día pareció que se moría de amor, entre músicas
de Ángeles. Días después, al abrir su sepulcro, solo hallaron rosas.
Era que su Divino Hijo la había llamado al cielo, subiéndola los ángeles
a la gloria en Cuerpo y Alma.
El texto pertenece a
José María Martínez y está publicado aquí.
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