¿Encontramos en
las Escrituras sustentación para el dogma propuesto de "María Co-redentora,
Mediadora de todas las Gracias y Abogada"?
La Redención
La salvación de
la humanidad fue lograda por el único Hijo de Dios, Jesucristo. La Pasión y
Muerte de Cristo, nuestro único Redentor, no sólo fue un pago suficiente sino
"superabundante" para la culpa humana y su consecuente deuda de
castigo. Pero Dios quiso que este trabajo de salvación fuese logrado a través
de la colaboración de una mujer, si bien respetando siempre su libre voluntad.
"Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de
Mujer"(Gal 4).
Co-redentora
en las Escrituras
Penetrando en las
Escrituras está la revelación de Dios que involucraría, en su plan de redención,
primero y antes que nada, la colaboración de dos personas: la "mujer"
y su "linaje". Esto está revelado en el libro del Génesis:
"Pondrá enemistad entre tú y la mujer, y entre tu linaje y su linaje:
ella te aplastará la cabeza..."
(Gén 3:15), Este
pasaje de la Escritura prefigura a María con su divino Hijo, en la promesa de
la victoria sobre la serpiente. Revela la voluntad de Dios de que la
"mujer" comparta el mismo "enemigo" (oposición absoluta),
entre ella misma y la serpiente, al igual que lo hace su linaje",
Jesucristo. Esta gran lucha y victoria sobre la serpiente prefigura el trabajo
divino de la redención llevada a cabo por Jesucristo, con la íntima colaboración
de la Madre del Redentor en este trabajo Salvífico.
Esta
"colaboración" o "cooperación" o "participación"
de la Madre de Jesús con su Hijo en el trabajo redentor de salvación, está
mencionado en la Iglesia como "corredención Mariana", o más específicamente,
María está mencionada como "la Co-redentora con el Redentor".
Siempre permanece como una participación secundaria y subordinada, y nunca la
pone en un nivel de igualdad con el único Redentor, Jesucristo, ni tampoco
quita absolutamente nada de la gloria de su Hijo. Dios escogió dar al hombre
sus atributos y sus tareas. Dios es infinito, el compartir de si mismo no reduce
su gloria, más bien le permite brillar más esplendorosamente.
La Anunciación
(Lc 1:26-28) proclama la gran tarea de la salvación, y también descubre la
participación de dos personas: El Redentor y la Madre de] Redentor. A la Virgen
se le pide dar su libre y total consentimiento para concebir este hijo, Ella no
es un mero recipiente pasivo del mensaje, sino que le da un rol activo, el cielo
espera su libre elección. Es precisamente por su libre consentimiento de
colaborar en el plan salvífico de Dios, por lo que se convierte en la Co-redentora.
La profecía de
Simeón dada María, "y a tí misma una espada te atravesará el alma"
(Lc 2:35), afirma la singular participación de María en el trabajo de la
redención, puesto que le advierte que tendrá que sufrir un dolor indecible que
atravesará su alma, para la salvación de la humanidad.
Juan 19:25 nos
relata sobre la Madre de Jesús al pie de la cruz, perseverando con su Hijo en
la terrible hora de la agonía, y con esto sufriendo, la muerte de su Hijo. Por
tanto, también en su propio sufrimiento la Madre del Redentor participa en la
misión redentora de Jesucristo, Esta es la "corredención Mariana", más
perfectamente formulada en el término: "Co- redentora".
En la providencia
misteriosa y misericordiosa de Dios, quiso que no solamente el hombre fuera
redimido por la Sangre de Cristo, sino también darle una participación en la
misión redentora de Jesús. María como nuestra "bondad" no hace a
Dios menos bondadoso, tampoco su participación en el plan salvífico le quita a
Jesús su rol excepcional como Redentor.
El Papa Juan
Pablo II dijo en su discurso dado en el santuario Mariano de Guayaquil en 1985:
"María nos
precede y nos acompaña, El silencioso itinerario que inicia con su Inmaculada
Concepción y pasa por el 'sí' de Nazaret que la hace la Madre de Dios,
encuentra en el Calvario un momento particularmente señalado. También allí, aceptando
y asintiendo al sacrificio de su Hijo, es María la aurora de la Redención,
Crucificada espiritualmente con su Hijo crucificado (cf. Gal 2:20), contemplaba
con caridad heroica la muerte de su Dios, "consintiendo amorosamente en la
inmolación de la Víctima que Ella misma había engendrado" (Lumen
Gentium, 58) ... Efectivamente, en el Calvario, Ella se unió a si misma
con el sacrificio de su Hijo que tendía a la formación de la Iglesia,_ su
corazón materno compartía hasta el fondo la voluntad de Cristo 'de reunir en
uno todos los hijos de Dios que estaban dispersos" (Jn 11:52).
Habiendo sufrido por la Iglesia, María merecía convertirse en la Madre de
todos los discípulos de su Hijo, la Madre de su unidad ... Efectivamente, el rol
de María como Corredentora no cesó con la glorificación de su Hijo" (Inseg.
VIII/I (1985) 318/319 [ORE 876:71).
Llamamos a María
la Co-redentora, porque toda su vida fue un compartir en la misión redentora de
su Hijo, la que llegó a su clímax al pie de la Cruz en el Calvario.
Verdaderamente en el Calvario, la Madre de Jesús se convirtió, a través
de sus sufrimientos con el Redentor, en la Madre de todos los pueblos,
Mediadora en
la Escritura
Jesús es
el único mediador entre Dios y los hombres (cf. 1 Tm 2:5), pero todos los
Cristianos estamos llamados a participar en la mediación de Jesucristo. Todos
los bautizados participamos en la mediación de Cristo por medio de orar los
unos por los otros. En nuestros obras de caridad y evangelización,
"mediarnos" a Cristo a los demás. Dios le pidió a la Santísima
Virgen María que tomara parte en la mediación de su divino Hijo de una manera
única y privilegiada, como ninguna otra criatura.
El título de
"Mediadora de todas las Gracias" es apropiado para María, simplemente
porque de hecho le dio a Jesús su naturaleza humana. Al aceptar la invitación
de ser su Madre, se convirtió en la "portadora de Dios" y por tanto
nos medía a Jesucristo, autor de todas las gracias. Por tanto, la Anunciación
(Lc 1:26-38) es un evento de mediación por parte de Nuestra Señora, al
encontrarse a si misma "en medio", esto es, entre Dios y nosotros.
Ella, sola, aceptó libremente si daba o no carne a la segunda persona de la
Trinidad.
"Mediadora
de todas las Gracias" es también un título que encaja a la Santísima
Virgen, a la luz de Lucas 1:41, en la que la presencia física de María medía
la gracia a Juan el Bautista aún no nacido, al llevarle la presencia del
Redentor en su seno, resultando en la santificación del Bautista.
También vemos la
mediación de María en las Bodas de Caná (cf. Jn 2:1-11), y más
significativamente vemos los efectos de su mediación: "Así, en Caná de
Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron
en él sus discípulos".
Mientras nuestro
Señor estaba muriendo en la Cruz, le dio a su Madre Virgen el nuevo rol como
Madre de todos los Cristianos: "Mujer, ahí tienes a tu hijo!... Ahí
tienes a tu madre!" (Jn 19:26-27). Al mandato del Señor, la Santísima
Virgen se convierte la Madre de todos los Cristianos (y universalmente la Madre
de todos los pueblos), y desde este momento es llamada a ejercitar sus deberes
sobrenaturales como nuestra Madre espiritual. Esto con toda seguridad significa
que tiene la tarea de alimentar a sus hijos, lo que hace mediando las gracias de
la Redención de Cristo para la humanidad. Por tanto, es la "Mediadora de
todas las Gracias".
Abogada en la
Escrituras
El uso escriturístico
del término "abogada", significa literalmente 1lamada a ayudar".
Jesús y el Espíritu Santo son "Abogados" ante el Padre en el plan de
la salvación humana; Jesús nos redime, el Espíritu Santo nos santifica.
Decimos que María es Abogada, porque siempre intercede por nosotros orando ante
su Hijo Jesucristo en nuestro favor.
Las escrituras
manifiestan el rol de la Madre de Jesús en el plan de salvación, como la
Abogada de las necesidades de la familia humana.
En el Antiguo
Testamento, la gran tradición de la "Reina Madre", manifiesta el rol
de la madre del Rey David como la principal Abogada del pueblo de Israel ante su
hijo, el rey (Cf. 1 R 2:19). Esto prefigura hermosamente el rol de María como
Abogada, para cuando Jesucristo, el Rey de reyes entre en la historia humana, así
también María, la "Reina Madre" de] Nuevo Testamento, se convierte
en la Abogada del Pueblo de Dios, María fue nuestra Abogada en la Anunciación,
cuando aceptó participar, por nosotros, en el plan de Dios para la salvación
del género humano (Cf. Lc 1:26-38).
Nuestra Señora
también manifestó su abogacía en las bodas de Caná (Cf. Jn 2: 1-11), en
donde intercedió por una necesidad específica de la gente durante las bodas, y
como Abogada consiguió obtener de su Hijo lo que era necesario (cf. Jn 2:8-10).
El Papa Juan Pablo II refiriéndose a este pasaje de la Escritura, dice que María
es la "vocera de la voluntad de su Hijo", y que "Ella sabe que
puede decirle a su Hijo las necesidades de la humanidad, y de hecho, tiene el
'derecho' de hacerlo así" (cf. Redemptoris Mater, n. 2 1 ).
En Pentecostés,
María intercede "en oración" como nuestra Abogada para la venida del
Espíritu Santo, nuestro Abogado divino. (cf. Hech 1:14).
En Juan 19:26,
María nos es dada como Madre. Como Madre de todos los Cristianos ejercita su
rol de Abogada del pueblo de Dios, un rol que no cesa después de su Asunción a
los cielos. El Vaticano Segundo declara: "Por su maternal, cuida de la
hermandad de su Hijo, misma que aún viaja en la tierra rodeada dé peligros y
dificultades, hasta que sea conducida a la casa santa" (Lumen Gentium,
n. 62).
¿Encontramos
sustentación en la fe de la Iglesia primitiva para este Dogma propuesto?
Co-redentora
en la Iglesia primitiva
El rol
corredentivo de María con nuestro Señor en la obra de la redención,
surge como un tema importante en la Iglesia primitiva, empezando con San Justino
y San Ireneo en el Siglo II. Usaron la imagen del "Nuevo Adán" (Jesús)
y de la "Nueva Eva" (María): La vida de la gracia, que el primer Adán
y la primera Eva juntamente perdieron para la humanidad, fue juntamente
restablecida por el Nuevo Adán y la Nueva Eva, La virgen Eva, cooperó
internamente con Adán, a través de su desobediencia, en el pecado que perdió
la vida de la gracia para la familia humana (cf. Gén 3:6); la Virgen María,
con su obediencia al Padre (Cf. Lc 1:38), cooperó interiormente con Jesucristo,
el Nuevo Adán, en la salvación de la familia humana a través de su redención.
La participación
sin igual de María en la redención de la raza humana como la Nueva Eva, fue la
enseñanza universal Cristiana en la Iglesia primitiva. De hecho, el gran
erudito Patrístico, John Henry Newman, dijo que "en el tiempo de Sn, Jerónimo
(331-420), el contraste entre Eva y María habla casi pasado a ser un
proverbio". Sn, Jerónimo anotó: "Per Evam mors, per Mariam vita"
("A través de Eva la muerte, a través de María la Vida").
Mediadora en
la Iglesia primitiva
Para el siglo
cuarto, los Padres de la Iglesia manifestaron un profundo entendimiento de la
función de María como Mediadora. Sn. Efraín dijo refiriéndose a la Santísima
Virgen: "Con el Mediador, tu eres la Mediadora del mundo entero" (S.
Ephaem, Syri opera graeca et latine, ed, Assemani, v. 3, Romae, pp. 525, 528-9,
532), En uno de sus más grandes sermones Marianos de la antigüedad, Sn.
Cirilo de Alejandría dijo: "Dios te salve María Theotokos, venerable
tesoro del mundo ... es a través de ti que la Santísima Trinidad es
glorificada y adorada...a través de quien el tentador, el demonio es arrojado
del cielo, a través de quien la criatura caída es elevada al cielo, a través
de quien toda la creación una vez aprisionada por la idolatría, ha llegado al
conocimiento de la verdad, a través de quien el santo bautismo ha llegado a los
bautizados a través de quien las naciones son llevadas al
arrepentimiento..." (Hom. In Deiparam, PG 65, p, 68l), Antipadre de
Bostra, otro Padre del Concilio de Efeso (43l), escribió: "Dios te salve a
ti que gustosamente intercedes como una Mediadora para la humanidad".
Sn. Andrés de
Creta, Sn. Juan Damasceno, Sn, Germano de Constantinopla, Sn, Pedro Damián, Sn.
Bernardo de Clairvaux y Sn. Bernardino de Siena, hablaron, ya sea explícitamente
de María como Mediadora de todas las Gracias, o explícitamente de la mediación
Mariana, Tales menciones se han vuelto cada vez más frecuentes por Doctores de
la Iglesia, místicos, santos y escritores a través de la Edad Media hasta la
era moderna. Por ejemplo, Sn. Bernardo de Claivaux aseveró: "Dios ha
querido que no recibamos nada que no haya pasado por las manos de María" (Hom,
III in vig. Nativit., n. 10, PL 183, 100).
Abogada en la
Iglesia primitiva
La Iglesia
primitiva fue rápida en confirmar el rol de María como Abogada en el plan de
salvación de Dios. Ya para el Siglo II Sn, Irineo había dicho: "Y
mientras Eva habla desobedecido a Dios, María fue persuadida de obedecer a
Dios, tal que la Virgen María se convierta en abogada (advocata) de la
virgen Eva" (Adversus Haereses V, C. 19, l), Sn. Efraín llamó a
María la "Abogada amigable de los pecadores" (S, Ephaem Syri
tesfim, de B.V.M. mediatione, Ephemerides Theologicae Lovanienses,
IV, Fasc. 2, 1927). Otros Padres de la Iglesia que se
refieren a la abogacía de María fueron: Sn. Germano de Constantinopla, Sn.
Romanos el cantante y Bernardo de Clairvaux.
También debe
anotarse que las antiguas oraciones Marianas manifestaban confianza en el poder
de intercesión maternal de María, en tiempos difíciles para su hijos
espirituales en la fe. Una de tales oraciones fue la de Sub Tuum (Siglo I):
"Bajo tu amparo nos acogemos ¡Oh Santa Madre de Dios!, no desprecies las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todos los
peligros ¡Oh Virgen gloriosa y bendita!".
La abogacía de
María no implica de ninguna manera que no podamos rezar directamente a Dios por
nosotros mismos; más aún, Jesús mismo nos enseñó a rezar a "Nuestro
Padre" que está en los cielos. No obstante, los Cristianos han conocido
desde hace mucho tiempo la poderosa intercesión de Nuestra Señora ante Dios, y
por tanto, han invocado desde los primeros días de la Iglesia a la Madre de Jesús
para que una sus oraciones a las de sus hijos, como se puede ver en la oración
de Sub Tuum.
¿Cuál es la
exposición razonada para este Dogma?
Los Padres del
Concilio Vaticano II aseveraron manifiestamente, que su tratamiento a la Madre
de Jesús no constituía una "doctrina completa sobre María", puesto
que esa no era su intención. Por tanto, Vaticano II reconoció la necesidad de
una mayor clarificación y desarrollo teológico, para completar la doctrina
sobre María. (cf. Lumen Gentium, n.54).
El cuerpo de la
doctrina Mariana permanecerá incompleta, hasta que la Iglesia presente un dogma
que defina directamente la naturaleza del rol de María con el Redentor en la
obra de nuestra salvación, y su relación con nosotros como la Madre de todos
los Cristianos. Los primeros cuatro Dogmas Marianos definen las verdades que
identifican los dones y prerrogativas personales de Nuestra Señora (Madre de
Dios, Virginidad Perpetua, Inmaculada Concepción y Asunción Gloriosa). Aún
tenemos que definir la verdad total sobre la Madre del Redentor en su relación
con nosotros, con la Iglesia y de su participación en la redención al servicio
de la Iglesia.
Adicionalmente,
este nuevo Dogma Mariano traerá grandes beneficios a la Iglesia,
particularmente con respecto a la relación de cada persona con la Madre del
Redentor. La definición proveerá una fundamentación urgentemente requerida
para el afluencia de la devoción Mariana contemporánea, la que sin bases dogmáticas
corre el peligro de extremos devocionales, ya sea 'Talsa exageración" o
"una actitud demasiado sumaria" (cf. Lumen Gentium, n. 67). El
auténtico amor a María como una devoción, debe estar firmemente fundado en la
verdad sobre María como un dogma.
Tenemos hoy en día
las muy ricas enseñanzas del Pontífice actual sobre María, el Papa Juan Pablo
II, con especial atención dada a la corredención y mediación de María.
Contamos también con las enseñanzas del Concilio Vaticano II sobre la
corredención y mediación Mariana, claramente manifiestas en Lumen Gentium, no.
56-62. Adicionalmente, estas mismas verdades doctrinales están presentes en la
rica tradición del magisterio papal de los Siglos XIX y XX. Agregados a esto,
están las muy distinguidas voces de dentro de la Iglesia que están pidiendo la
definición solemne, incluyendo a más de 500 obispos, 44 cardenales y
aproximadamente 4.8 millones de peticiones de fieles Católicos de 157 países
de los 5 continentes.
Como hay
una gran efusión de gracias posterior a cualquier dogma de la Iglesia, la
proclamación solemne de la Santísima Virgen María como Co-redentora,
Mediadora de todas las Gracias y Abogada,
también será una ocasión de grandes gracias para la Iglesia y para el mundo,
derramadas por Ella, que es verdaderamente la Madre de todos los pueblos. Estos
títulos, que están doctrinalmente establecidos, deberían ser proclamados como
un dogma para la mayor gloria y honor de Dios, para el incremento de reverencia
y honor debido a su Madre, y para el incremento de nuestra propia disposición
para recibir la gracia de Dios.
Finalmente,
debemos hacemos esta pregunta muy apropiada mientras llegamos al umbral del
Tercer Milenio: ¿Cómo podemos celebrar adecuadamente la Encarnación de
nuestro Señor en el Año 2000, sin honrar adecuadamente a la mujer y madre que
lo hizo posible?
¿La designación
de María como Co-redentora o Mediadora de todas las Gracias distrae de la
singularidad y de la suficiencia de Jesucristo, el único Redentor y el único
Mediador?
Jesucristo como
verdadero Dios y verdadero hombre redime a la familia humana, mientras que María
como Co-redentora, participa con el Redentor en su único perfecto Sacrificio de
una manera completamente subordinada y dependiente. La palabra clave aquí es
"participación" en aquello que es exclusivamente verdad de
Jesucristo. El título de "Co-redentora" nunca pone a María a nivel
de igualdad con nuestro Señor; al contrario, se refiere a la participación única
e íntima de María con su Hijo divino en la obra de la redención. "Co-redentora"
es una palabra latina; el prefijo "co" en este título, se deriva de
la palabra del Latín "cum", que significa "con", no
"igual a". Los sufrimientos de María son eficaces para la redención
del hombre, porque están totalmente enraizados en las gracias redentivas de
Cristo y unidas a Su voluntad redentora.
Igualmente, como
Mediadora, la Madre de Jesús no "rivaliza" con la mediación de
Cristo, sino más bien participa en la única mediación de Jesucristo.
Imaginemos el agua de un estanque que llega a la gente a través de un sistema
de acueductos o canales. Por analogía, Jesús es el "estanque"
infinito de toda gracia, la cual nos es distribuida a través de María. Jesús,
el único mediador, no excluye mediadores secundarios y subordinados. En la
audiencia del Miércoles 1 de Octubre de 1997, el Papa Juan Pablo II habla sobre
este tema específico:
"La mediación
maternal de María no obscurece la única y perfecta mediación de Cristo. En
verdad, después de llamar a María 'Mediadora', el Concilio es cuidadoso de
explicar que esto "Ni toma nada ni agrega nada a la dignidad y eficacia de
Cristo el único Mediador' (Lumen Gentium, n. 62) ... Adicionalmente, el
Concilio establece que 'la funci6n de María como Madre del hombre de ninguna
manera obscurece o disminuye esta única mediación, sino más bien, muestra su
poder' (Lumen Gentium, n. 60).
"Por tanto,
lejos de ser un obstáculo al ejercicio de la única mediación de Cristo, María
más bien pone de relieve su fecundidad y eficacia ... Al proclamar a Cristo el
único mediador (cf. 1 Tm 2:5-6), el texto de la Carta de San Pablo a Timoteo
excluye cualquier otra mediación paralela, pero no la mediación subordinada.
De hecho, enfatizando la única exclusiva mediación de Cristo, el autor urge
'que súplicas, oraciones, intercesiones y agradecimientos sean hechos por todos
los hombres (2:1). ¿No son acaso las oraciones una forma de mediación? En
verdad, de acuerdo a Sn. Pablo, la mediación única de Cristo estimula otras
formas de mediación dependientes y ministeriales. Al proclamar la singularidad
de la mediación de Cristo, el Apóstol intenta únicamente excluir cualquier
mediación autónoma o rival, y no otras formas compatibles con el valor
infinito de la obra del Salvador.
"De hecho,
'así como el sacerdocio de Cristo es compartido de varias maneras tanto con los
ministros como con los fieles, y como la bondad de Dios es radiada de diferentes
manera entre sus criaturas, así también la única mediación del Redentor no
excluye, sino más bien hace surgir una co-operación múltiple que no es otra
cosa que la participación de la misma fuente' (Lumen Gentium, n.62) ...
En verdad, ¿qué es la mediación maternal de María sino un regalo del Padre
para la humanidad' (Papa Juan Pablo II, 1 de Octubre de 1997).
¿Qué efectos
tendrá este Dogma en el Ecumenísmo?
La meta de un auténtico
Ecumenismo, como nos lo recuerda el Papa Juan Pablo II en Ut Unum Sint, n. 77,
es el restablecer la unidad total visible entre todos los Cristianos en la
totalidad de la Fe Católica y Apostólica: "El mayor entendimiento mutuo y
las convergencias doctrinales que se han logrado entre nosotros, que han
resultado en un crecimiento afectivo y efectivo en la comunión, no puede ser
suficiente para la conciencia de los Cristianos que profesan que la Iglesia es
una, santa, católica y apostólica. La meta última del movimiento ecuménico
es restablecer la unidad total visible entre todos los bautizados".
En el terreno del
ecumenismo, esta última meta ecuménica sirve como el criterio propio por el
cual debemos juzgar la legitimidad, o la falta de ésta, de un propuesto nuevo
Dogma. La plenitud de la verdad doctrinal Católica, la que necesariamente
incluye la verdad total sobre María, lejos de ser un obstáculo para el
ecumenismo, es de hecho el fundamento mismo de la verdadera unidad Cristiana.
Cualquier entendimiento del ecumenismo como requiriendo, o aún estimulando, la
reducción o minimización de la verdad doctrinal como está definida y enseñada
por la Iglesia, la que necesariamente incluye el dominio de la doctrina Mariana,
puede ser considerada solamente una especie lamentable de "pseudo-ecumenismo",
Como tal, irónicamente se convierte en el verdadero obstáculo de la auténtica
y perdurable unión Cristiana, porque diezma los fundamentos mismos del éxito
esencial ecuménico.
El Papa Juan
Pablo II escribe: "La comunión total tendrá que darse, desde luego, a
través de la aceptación de la verdad total dentro de la cual el Espíritu
Santo guía a los discípulos de Cristo. Por tanto, todas las formas de
reduccionismo o de fácil 'acuerdo o pacto' debe ser absolutamente evitado"
(Ut Ununi Sint, n. 36); y más aún: "La unidad querida por Dios
puede ser alcanzada sólo por la adhesión a todo el contenido de la fe revelada
en su totalidad. En materia de fe, transigir está en contradicción con Dios
que es Verdad. En el Cuerpo de Cristo, 'el Camino, la Verdad y la Vida' (Jn
14:6), ¿quién puede considerar legítima una reconciliación lograda a
expensas de la verdad?" (Ut Unum Sint, n, 18); y nuevamente:
"El sostener una visión de unidad que tome en cuenta todas las demandas de
la verdad revelada, no significa poner un freno al movimiento ecuménico. Al
contrario, significa prevenirlo del establecimiento de soluciones aparentes que
conduzcan a resultados no firmes ni sólidos. La obligación de respetar la
verdad es absoluta. ¿No es acaso ésta la ley del Evangelio?" (cf. Ut
Unum Sint, n.79; cf. Alocución dada a los Cardenales y la Curía Romana (28
de Junio de 1985), 6:AAS 77 (1985), 1153).
Una formulación
dogmática precisa de este Dogma Mariano distinguirá, ciertamente, el rol
corredentívo secundario y subordinado de la Santísima Virgen María en la obra
de la redención, del único triunfo redentor del Salvador, una distinción que
algunas veces se percibe por otros Cristianos como faltante en la teología y
piedad Católica. Este beneficio ecuménico inmediato resultante de una solemne
definición, está nítidamente resumido en la carta del Cardenal O'Connor de
New York, apoyando el Dogma: "Evidentemente, una definición formal sería
enunciada en una tan precisa terminología, que otros Cristianos perderían su
inquietud de que no sabemos distinguir adecuadamente entre la excepcional
asociación de María con la redención y el poder redentor ejercido por Cristo
solo".
El verdadero
ecumenismo, que está cimentado en oración y caridad fraternal, implica
necesariamente el entendimiento de la posición de cada quien. Puesto que el
Dogma no introduce ninguna doctrina nueva, debemos esperar que conducirá a un
aumento en el entendimiento mutuo de las verdades que ya existen.
La búsqueda Católica
de este nuevo Dogma Mariano es eminentemente ecuménica, Busca el reconocer y
utilizar el poder total de mediación de Nuestra Señora, como Madre de la
familia Cristiana, precisamente para unirnos, a nosotros sus hijos, en el único
Cuerpo de Cristo.
¿Qué piensa el
Magisterio de la Iglesia de la propuesta de este Dogma?
No ha existido
ninguna declaración oficial del magisterio del presente Pontífice, refiriéndose
específicamente de si y cuando declarará este Dogma, ni tampoco esperamos tal
declaración, hasta que el Vicario de Cristo esté listo para hacerlo. Aún así,
las muy extensivas catequesis del Santo Padre sobre la corredención, mediación
y abogacía Mariana les da a aquellos que proponen el Dogma, el estímulo e ímpetu
necesario para continuar sus esfuerzos en tener estas prerrogativas Marianas
definidas como dogma.
De hecho, los
fieles Cristianos son animados por el Santo Padre a continuar su rol en el
progreso de la doctrina Mariana:
"La Mariología
es un campo particular de la investigación teológica: en él, el amor de los
Cristianos por María intuye, frecuentemente con anticipación, ciertos aspectos
del misterio de la Santísima Virgen, llamando hacia estos la atención de los
teólogos y pastores ... El rol particular de la grey Cristiana emerge al irse
desarrollando la Mariología. Coopera, por la afirmación y testimonio de su fe,
en el progreso de la doctrina Mariana, la que no es sólo el trabajo de teólogos,
aún si su tarea es indispensable para profundizar y explicar claramente los
datos de fe y la experiencia Cristiana en si misma" (Papa Juan Pablo II, L'Osservatore
Romano, edición semanal en Inglés, 15 de Noviembre de 1995, p.1).
En Junio de 1997,
una comisión teológica emitió una opinión negativa sobre la posibilidad de
la definición del dogma sobre la mediación maternal de María, La comisión
estaba compuesta de quince teólogos Católicos, además de otros no Católicos
incluyendo un Anglicano, un Luterano y tres Ortodoxos, Varias de las
conclusiones de la comisión fueron corregidas por Juan Pablo II, en sus
audiencias de los Miércoles 24 de Septiembre y 1 de Octubre de 1997. Aunque el
Papa no se refirió directamente a la comisión, sus enseñanzas estuvieron en
completo contraste con las conclusiones de aquella.
Sabemos también
por la historia reciente de la Iglesia, que varias comisiones teológicas
asesoras solicitadas por la Santa Sede, han llegado a conclusiones que
finalmente no fueron aceptadas por la misma. El ejemplo más radical, fue la
comisión teológica pedida por la Santa Sede para examinar el asunto del
control artificial de la natalidad, de la que las conclusiones fueron anuladas
por el Papa Paulo VI cuando reafirmó en 1968, en su Encíclica Humanae Vitae,
las constantes enseñanzas de la Iglesia contra el control artificial de la
natalidad.
Una investigación
mucho más completa y concienzuda en las posibilidades teológicas de este Dogma
Mariano, fue conducida por otra asociación de teólogos y mariólogo,
procedentes de varios continentes, muchos países y tres comunidades Cristianas.
Sus hallazgos quedaron en favor de una definición y han sido publicados en dos
volúmenes dedicados al tema de la Mediación Maternal de María: María Co-redentora,
Mediadora y Abogada: Bases Teológicas, ¿Hacia una Definición Papal?, y, María
Co_ redentora, Mediadora y Abogada: Bases Teológicas 11, Papales, Pneumatológicas
y Ecuménicas (1995 y 1997 respectivamente), Queenship Publishing, Santa Bárbara,
CA).
En 1997 apareció
una racha de reportes conflictivos en los medios, en respuesta a una declaración
hecha el 18 de Agosto por el vocero del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls,
relativo a este posible Dogma Mariano, Kenneth L. Woodward, Editor sobre Religión
de la revista Newsweek, corrigió los reportes erróneos del llamado
"anuncio oficial" de la Santa Sede, de que el Papa no proclamaría el
dogma: 'Primero, nadie en el Vaticano ha dicho públicamente que él no lo hará.
Esta sola frase faxeada al Newsweek, es la declaración más firme de
aquel cuartel en respuesta a mi indagación, hecha por Navarro-Valls, director
de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, y que fue recibida después de la
publicación del artículo en el Newsweek: 'No hay estudio en proceso en
este momento en el tiempo, por el Santo Padre Juan Pablo II o por la Congregación
de la Doctrina de la Fe en la materia, sobre la posibilidad de una definición
papal en este tema , ".
Algunos
editoriales tomaron esta declaración significando que el Papa "no definirá
el dogma". De alguna manera la prensa interpretó las palabras "no hay
estudio en proceso en este momento en el tiempo", como implicando "no
definirá el dogma". Esa distinción es clave, porque la última, (la
interpretación de los medios), conota que la decisión del Santo Padre ha sido
tomada, mientras que la primera (la declaración del Vaticano), simplemente
declara que el asunto no está bajo estudio "en este momento en el
tiempo".
Sigue siendo la
misión de Vox Populi Mariae Mediatrici el hacer exactamente lo que el
Magisterio Papal de nuestro Santo Padre nos invita a hacer: "Cooperar, por
medio de la afirmación y testimonio de su fe, en el progreso de la doctrina
Mariana", en "llamar la atención de teólogos y pastores" al
"misterio de la Santísima Virgen". En obediencia, esperamos la decisión
final y autorizada del Pontífice sobre el Dogma potencial, De ninguna manera la
campaña de peticiones es una iniciativa "democrática". Aquellos que
firman la petición desean que el Dogma sea proclamado, pero solamente de
acuerdo a la voluntad del Pontífice Romano.
¿Cuál es la
urgencia por este Dogma?
El Dogma
clarificará y definirá el contenido de la Fe Católica, especialmente cuando
las enseñanzas del magisterio ordinario sobre María Co-redentora, Mediadora y
Abogada han sido actualmente socavadas en ciertas partes dentro de la Iglesia.
El frenesí contemporáneo de la desinformación en los medíos en la prensa Católica
en relación a estos roles, manifiesta la necesidad extrema de la definición
papal.
La definición de
cualquier dogma es acompañada por una efusión de gracias de Dios, de la que la
Iglesia y el mundo de hoy están en urgentísima necesidad. La recientemente
fallecida Madre Teresa de Calcuta escribió: "La definición papal de María
como Co-redentora, Mediadora y Abogada, traerá grandes gracias a la
Iglesia". De hecho, este Dogma también incrementaría nuestra disposición
para recibir las gracias que Dios quiere darle a la humanidad, puesto que
nuestra capacidad de recibir la gracia depende de nuestra humildad. Somos
humildes cuando honramos "los medios" que Dios escoge para prodigar
sus gracias sobre nosotros, y cuando somos agradecidos no sólo con Dios, sino
también con todas la criaturas que libremente nos ayudan.
Muchos creen que
este Dogma Mariano iniciará el Triunfo de nuestra Santísima Madre sobre Satanás,
como está profetizado en el Génesis y en Fátima, Es la llave que abre las
gracias del Triunfo, Sus títulos son sus obras, sus títulos son sus funciones,
y la solemne proclamación de los títulos de nuestra Madre conducirán a la
liberación total de sus más poderosas funciones santificantes de gracia y paz,
sobre las muchas crisis experimentadas en la Iglesia y en el mundo contemporáneo.
Le permitirá interceder con la máxima mediación posible dada a Ella por Dios
para este Triunfo, en favor de la Iglesia y de la humanidad.
La consagración
del mundo al Corazón Inmaculado, inclusive de Rusia, fue consumada, cumpliendo
la petición de Nuestra Señora del Rosario en Fátima. ¿Porqué fue tan
importante? Porque le permitió a nuestra Santísima Madre el interceder de una
manera poderosa. Ella respeta nuestra libertad al igual que Dios Padre nos la
respeta, Nuestra Madre Celestial está limitada por nuestra libertad a ejercer
en su plenitud el poder de mediación e intercesión dado por Dios. Debemos
reconocerla libremente como la Madre de todos los Pueblos, Corredentora,
Mediadora de todas las Gracias y Abogada, para que pueda ejercer con plenitud
estos roles en favor de nosotros en este parte aguas de la historia de la
humanidad, por las muchas crisis experimentadas en la Iglesia y en el mundo
contemporáneo. Entre estas gracias, estará la gracia necesaria para una auténtica
unidad Cristiana y la reafirmación de la autoridad del Magisterio papal para el
fruto de una mayor unidad eclesial.