Del Catecismo de la Iglesia Católica
María, la
"siempre Virgen"
499 La
profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a
confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del
Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, el nacimiento de Cristo "lejos de
disminuir consagró la integridad virginal" de su madre. La liturgia de
la Iglesia celebra a María como la "Aeiparthenos", la
"siempre-virgen".
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A esto se objeta a veces que la Escritura menciona unos hermanos y hermanas
de Jesús. La Iglesia siempre ha entendido estos pasajes como no referidos a
otros hijos de la Virgen María; en efecto, Santiago y José "hermanos
de Jesús" (Mt 13, 55) son los hijos de una María discípula de Cristo
que se designa de manera significativa como "la otra María" (Mt
28, 1). Se trata de parientes próximos de Jesús, según una expresión
conocida del Antiguo Testamento.
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Jesús es el Hijo único de María. Pero la maternidad espiritual de María
se extiende a todos los hombres, a los cuales El vino a salvar: "Dio a
luz al Hijo, al que Dios constituyó el mayor de muchos hermanos (Rm 8, 29),
es decir, de los creyentes, a cuyo nacimiento y educación colabora con amor
de madre".
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