-Se
trata de una Introducción a la crítica que
el Che hizo a un texto soviético sobre
economía política-
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Desde la
aparición de "El Capital”, los
revolucionarios del mundo tuvieron un
monumento teórico que esclarecía los
mecanismos del sistema capitalista, la
lógica interna de su irremediable
desaparición. Durante muchos decenios
fue la enciclopedia donde se bebía el
material teórico indispensable a las nuevas
generaciones de luchadores. Aun hoy el
material no se ha agotado y maravilla la
claridad y profundidad de juicio de los
fundadores del materialismo
dialéctico. Sin conocer El Capital no
se es economista en el pleno y honroso
sentido de la palabra. |
No obstante, la
vida siguió su curso y algunas de las
afirmaciones de Marx y Engels no fueron
sancionadas por la práctica, sobre todo, el
lapso previsto para la transformación de la
sociedad resultaba corto. La visión de los
grandes científicos se nublaba ante la
perentoria ilusión de los revolucionarios
exaltados. Con todo, las conmociones
sociales aumentaron en profundidad y
extensión, y los conflictos provocados por
el reparto del mundo entre las naciones
imperialistas dieron origen a la primera
guerra mundial y a la Revolución de
Octubre.
Lenin, Jefe de esta Revolución, le
corresponde también el mérito teórico de
haber dilucidado el carácter que tomaba el
capitalismo bajo su nueva forma imperialista
y enunciado el ritmo desigual que asume el
desarrollo en la sociedad (como en toda la
naturaleza por otra parte) previendo
la posibilidad de romper la cadena
imperialista en su eslabón más débil y
convirtiéndola en hechos.
La enorme
cantidad de escritos que dejara a su muerte
constituyeron el complemento indispensable a
la obra de los
fundadores. Luego el manantial se
debilitó y sólo quedaron en pie algunas
obras aisladas de Stalin y ciertos escritos
de Mao Tse Tung como testigos de
inmenso poder creador de marxismo.
En sus últimos
años, Stalin temió los resultados de esta
carencia teórica y ordenó la redacción de
un manual que fuera asequible a las masas y
tratara todos los temas de la economía
política hasta nuestros días. Ese
manual ha sido traducido a las principales
lenguas del mundo y se han hecho de él
varias ediciones, sufriendo cambios
pronunciados en su estructura y
orientación, a medida que se producían
cambios en la URSS.
Al comenzar un
estudio crítico del mismo, encontramos tal
cantidad de conceptos reñidos con nuestra
manera de pensar que decidimos iniciar esta
empresa - el libro que expresara,
nuestros puntos de vista - con el mayor
rigor científico posible y con la máxima
honestidad. Cualidad imprescindible
esta última, porque el estudio sereno de la
teoría marxista y de los hechos recientes
nos colocan en la posición de críticos de
la URSS, posición que se ha
convertido en el oficio de muchos
oportunistas que lanzan dardos desde la
extrema izquierda para beneficio de la
reacción.
Nos hemos hecho
el firme propósito de no ocultar una sola
opinión por motivos tácticos, pero al
mismo tiempo, sacar conclusiones que por su
rigor lógico y altura de miras ayuden a
resolver problemas y no contribuyan, sólo a
plantear interrogantes sin solución.
Creemos
importante la tarea porque la investigación
marxista en el campo de la economía está
marchando por peligrosos derroteros.
Al dogmatismo intransigente de la
época de Stalin ha sucedido un pragmatismo
inconsistente. Y, lo que es trágico,
esto no sé refiere sólo a un campo
determinado de la ciencia; sucede, en
todos los aspectos de la vida de los pueblos
socialistas, creando perturbaciones
ya enormemente dañinas pero cuyos
resultados finales son incalculables.
En el curso de
nuestra práctica y de nuestra
investigación teórica llegamos a descubrir
un gran culpable con nombre y apellido:
Viadimir llich Lenin.
Tal es la magnitud de nuestra osadía.
Pero quien tenga la paciencia de
llegar hasta los últimos capítulos de esta
obra, podrá apreciar el respeto y la
admiración que sentimos hacia ese
"culpable" y hacia los móviles
revolucionarios de los actos cuyos
resultados últimos asombrarían hoy a su
realizador.
Se sabe desde viejo que es el ser social el
que determina la conciencia
y se conoce el papel de la
superestructura, ahora asistimos a un
fenómeno interesante, que no pretendemos
haber descubierto pero cuya importancia
debemos profundizar: la interrelación de la
estructura y de la superestructura.
Nuestra tesis es que los cambios producidos
a raíz de la Nueva Política
Económica (NEP,) han calado tan
hondo en la vida de la URSS que han marcado
con su signo toda esta etapa. Y sus
resultados son desalentadores: La
superestructura capitalista fue
influenciando cada vez en forma más marcada
las relaciones de producción y los
conflictos provocados por la hibridación
que significó la Nueva
Política Económica (NEP) se
están resolviendo hoy a favor de la
superestructura; SE ESTA REGRESANDO AL
CAPITALISMO.
Pero no queremos
anticipar en estas notas prologales sino la
medida de nuestra herejía; tomémonos
él tiempo y el espacio necesario para
tratar de argumentarla en extenso.
Otra característica que tiene esta obra: es
un grito dado desde el subdesarrollo.
Hasta el momento actual, las revoluciones de
tendencia socialista se habían producido en
países sumamente atrasados (asolados por la
guerra, además) o en países de relativo
desarrollo industrial (Checoslovaquia, parte
oriental de Alemania) o en países
continentes. Y todos formando una
unidad geográfica.
Hasta ahora, no
había iniciado la aventura socialista
ningún pequeño país aislado, sin
posibilidad de grandes mercados ni de un
rápido aprovechamiento de la división
internacional del trabajo, pero, al mismo
tiempo, con un standard de vida
relativamente elevado, Los errores, las
embestidas ciegas, también tendrán lugar,
como historia útil, en estás páginas;
pero lo más importante son nuestras
razones, razones que identificamos con las
de los países de escaso desarrollo, en su
conjunto, motivo por el cual pretendemos
darle valor de cierta universalidad a
nuestros planteamientos.
Muchos sentirán
sincera extrañeza ante este cúmulo de
razones nuevas y diferente!, otras se
sentirán heridas y habrá quienes vean en
todo el libro sólo una rabiosa oposición
anticomunista disfrazada de argumentación
teórica. Pero muchos (lo esperamos
sinceramente) sentirán el hálito de nuevas
ideas y verán expresadas sus razones, hasta
ahora inconexas, inorgánicas, en un todo
más o menos vertebrado.
A ese grupo de
hombres va dirigido fundamentalmente el
libro y también a la multitud de
estudiantes cubanos que tienen que pasar por
el doloroso proceso de aprender
"verdades eternas" en las
publicaciones que vienen, sobre todo de la
URSS observan como nuestra actitud y
los repetidos planteamientos de nuestros
dirigentes se dan patadas con lo que
leen en los textos.
A los que nos
miren con desconfianza basados en la
estimación y lealtad que experimenta tan
respecto a países socialistas, les hacemos
una sola advertencia: la afirmación de
Márx, apuntada en las primeras páginas de
El Capital, sobre la incapacidad de la
ciencia burguesa para criticarse a sí
misma, utilizando en su lugar la
apologética, puede aplicarse hoy,
desgraciadamente, a la ciencia económica
marxista. Este libro constituye un
intento de retornar la buena senda e,
independientemente de su valor científico
nos cabe el orgullo de haberlo intentado
desde este pequeño país en desarrollo.
Muchos
sobresaltos esperan a la humanidad antes de
su liberación definitiva pero -nos guía el
absoluto convencimiento de ello- ésta no
podrá llegar sino a través de un radical
cambio de estrategia de las principales
potencias socialistas. Si este cambio
será producto de la insoslayable presión
imperialista o, de una evolución de las
masas de esos países, o de una
concatenación de factores es algo que dirá
la historia; nosotros aportamos nuestro
modesto granito de arena con el temor de que
la empresa sea muy superior a nuestras
fuerzas. En todo caso, queda el
testimonio de nuestra intentona:
"Nuestra fuerza de corazón ha de
probarse aceptando el reto de la Esfinge y
no esquivando su interrogación
formidable".
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