Poesía
No, no puedo definir qué es la poesía, ni en términos
metafísicos ni en términos utilitarios; aunque a lo largo de
la historia se le asignaron funciones de celebración de los dioses,
expresión de la belleza y otras, me inclinaría a creer que,
si para algo sirve la poesía, es para mantener las cosas enteras.
Podría decir, quizá con mayores probabilidades de éxito,
qué me produce la poesía. Lo que por un lado es vacío
-lo que escribo se aleja en ese momento de mí-, por el otro es plenitud:
nombrando al mundo me completo. Lo que es oscuro y me pierde, laberinto de
mí, se vuelve luminoso y claro, espacio abierto. Generación
de la mudanza, lucidez del instante, secreción visceral de la conciencia,
grito ensimismado, apocalíptica visión del paraíso, cactus,
desierto, inundación, potencia, fracaso de la inercia, tormenta en
reposo, sexo de los dioses, pájaro del deseo.
La poesía es concentración, y en ella las cosas se manifiestan
como extractos, se expresan como agujeros negros de sentido. La melodía
verbal se ajusta en ritmos que combinan frases y silencios y que, en algunos
casos, producen la armonía de versos simultáneos. De todos modos,
los armónicos de ciertas palabras resuenan en la cámara natural
del silencio poético, pueblan de coros el vacío.
La belleza que ofrece la poesía -aunque no pueda ser definida- es una
belleza personal, porque la poesía nos hace bellos y, en ese trance,
nos vuelve dioses de nosotros mismos. Pero en esa operación en la que
participamos todos, como poetas o como lectores, la poesía nos hace
universales, nos convierte en universo.
Es por eso que, entre todas las cosas, la poesía une mis fragmentos,
me establece en la categoría de lo humano, de lo que es capaz de amar.
Ante la poesía quedo perplejo: me obliga a mirarla de frente, me impide
mentir; soy los que soy sin ambages. Me une y, por tanto, me libera: me pone
dentro de mí. Al volverme humano, me desaliena, me corta la retirada,
me ubica en la tierra, me da realidad. Por eso también me eleva en
un único cuerpo con los que luchan, me solidariza con los trabajadores,
porque soy uno de ellos, me da el coraje de sentir que soy muchos, y de combatir
con todos ellos por otro mundo que -no tengo dudas- está en éste.
Íntima religión, la poesía es cosmos revelado; anatomía
del instinto, es una ética que se hace al andar. Con la poesía
desaliento el olvido, diluyo el silencio, habito el universo, invento el amor.