El Deseo y la Existencia Humana


En la existencia humana hay, de forma natural e intuitiva, una constante búsqueda de la satisfacción de necesidades. Una necesidad es algo que es indispensable para que suceda un evento y a su vez, se cumpla un proceso. Evidentemente, la existencia humana no escapa de ser un proceso donde hay necesidades que son necesarias. Entre todas, las más fáciles de identificar son las necesidades fisiológicas, que son todas aquellas cosas que se requieren para que el cuerpo en el cual estamos funcione.

Pero sabemos que no solo somos cuerpo, también existe la mente, que es la residencia del pensamiento humano, la cual tiene por característica el tener necesidades de muy diversa índole, debido a que dentro de ella se realizan infinidad de procesos totalmente dinámicos que dependen tanto de circunstancias que pertenecen al medio que nos rodea, como de otros procesos de pensamiento. Este sin fin de relaciones e influencias, en la medida en que aumentan, hace que las necesidades sean más difíciles de satisfacer, causando la aparición de una fuerza potencial que promueve la satisfacción, definiendo lo que se conoce como deseo.

La necesidad, que es causa y razón de ser del deseo, debido a lo intrincadas que pueden llegar a ser las relaciones entre los procesos de la mente, a veces puede ser muy difícil de identificar, trayendo como consecuencia, que solo se tome en cuenta al deseo mismo y no a su origen. Este fenómeno en particular mecaniza la satisfacción de estos deseos, olvidando la necesidad que los causó.

También existen otros elementos dentro del hombre que van más allá de la mente y el cuerpo, que son los valores. Estos son elementos que ponderan a los deseos, es decir, les dan una cierta importancia, estableciendo una jerarquía. De esto se deriva que logre llevarse a cabo la satisfacción de las necesidades inherentes a los procesos que conforman la existencia humana de manera armónica y equilibrada con el resto de los elementos.

Los elementos empleados para satisfacer los deseos, son de muy diversa índole y pueden tener como origen el interior o el exterior de un individuo.

La armonía y el equilibrio son las características que definen la influencia de los valores en las satisfacción de las necesidades de los procesos de existencia logrando que no se generen otras necesidades no controladas, evitando, entre otras cosas, la mecanización del pensamiento. A mayor armonía y equilibrio generado, más importancia tiene el valor.

El valor, como elemento dentro del proceso de la existencia de un individuo, hace veces de catalizador regulando la satisfacción de las necesidades de manera tal que se cumplan los deseos en armonía con su medio interior y exterior, evitando que aparezcan otras necesidades, que a su vez generan otros deseos que por lo general son no previstos, propios o ajenos, incontrolados, a causa de que se haya tomado algún otro elemento necesario en otro proceso, causando un desequilibrio.

Por otra parte, al ser el universo que rodea al individuo un sistema que lo componen un diversidad de procesos, también hay un conjunto de necesidades que satisfacer, hecho que implica la existencia de valores universales. El universo, al contener todos los procesos de las partes que lo componen, y esto incluye a los seres humanos, hace que sus valores encierren la clave del equilibrio entre los procesos internos y externos de satisfacción de necesidades del hombre y su medio.

Evidentemente, al acercarse los valores humanos individuales a los valores universales, el individuo se elevará en su grado de armonía y equilibrio, facilitando un proceso de ampliación de la conciencia y logrando además la satisfacción de todas sus necesidades


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