La fuerza del Estado Libre Asociadolunes, 31 de julio de 2000 Sila M. Calderón EL ESTADO Libre Asociado cambió el curso de nuestra historia. Permitió el espacio que necesitábamos para ser nosotros los protagonistas de nuestro propio destino. Nos permitió lanzarnos con energía al trabajo de reconstruir nuestra vida colectiva. Liberó las fuerzas escondidas de nuestro pueblo. Porque esas fuerzas no vinieron de afuera. La fuerza del pueblo puertorriqueño estaba siempre aquí, en los hombres y mujeres valientes de esta tierra. Reconocimos en nosotros la capacidad creativa, la capacidad noble de romper el tranque fatal de nuestra historia. Nos dimos a la gesta enorme de construir un camino nuevo por el que pudieran transitar fuertes, libres, juntos, todos los puertorriqueños. Hace 48 años abrimos un camino ancho, un sendero de paz, de fraternidad y de hermanamiento. Y ese camino es el Estado Libre Asociado. En la Constitución del Estado Libre Asociado pusimos el corazón y la voz de nuestra patria. Abrimos una vía que nos brindaba las fuerzas para luchar contra nuestros verdaderos enemigos: el atraso, el hambre y la enfermedad. Hoy, muchos años después, nuevos enemigos aparecen frente a nosotros: la drogadicción que corroe el alma de nuestros jóvenes; la corrupción que mina la confianza en la función pública; la criminalidad que deteriora nuestra calidad de vida; la pobreza de 60% de nuestros hermanos, aquellos que no han recibido aún la buena nueva del desarrollo; la penuria de la madre soltera que enfrenta sola la lucha de la vida... Para derrotar esos males es que el país necesita nuevas energías. No hay razón para derrocharlas. Tenemos que ponerlas al servicio de un futuro de paz, de reconciliación, de provecho y de nuevas esperanzas para todos nuestros compatriotas. Los que quieren lanzarnos a la polarización ideológica estrechan nuestro ámbito, reducen nuestras miras y limitan nuestros horizontes. Nos quieren devolver al camino estéril que dejamos atrás. Quieren que volvamos a ponernos frente a dos alternativas irreconciliables; quieren volver a los tiempos del tranque. Pero Puerto Rico sabe más. El status político de Puerto Rico tiene que ser base de hermanamiento solidario entre nosotros y no razón de ruptura en la casa puertorriqueña. Tiene que ser fuente de energía para luchar contra nuestros verdaderos problemas; no causa de agotamiento y parálisis en la agenda del país. Si el status se usa para dividirnos, terminaremos con un Puerto Rico sumido nuevamente en la discordia. Por eso queremos llevar el Estado Libre Asociado a su desarrollo pleno. Para elevarlo a los nuevos tiempos; para hacerlo mejor para Puerto Rico, más justo para todos los puertorriqueños. Para que siga siendo la casa grande que cobija a todos nuestros hermanos. Aspiramos a seguir fortaleciendo nuestra economía, ayudando a alcanzar una civilización más equitativa para todos, haciendo cada vez más firmes las bases de nuestra democracia. Y el Estado Libre Asociado nos permite hacerlo. Nos asegura la unión permanente con los Estados Unidos, en la que creo firmemente; nuestra ciudadanía norteamericana, que atesoro; y nos asegura, más que nada, nuestra cultura e identidad puertorriqueña. Por otra parte, nuestro pueblo es profundamente democrático. Rechaza las iniciativas impuestas. Quiere, y tiene derecho, a ser parte integral de las soluciones a sus problemas. Por eso hoy, queremos decirle al Presidente de los Estados Unidos que el Estado Libre Asociado representa la voluntad mayoritaria de nuestro pueblo y esa voluntad hay que respetarla. Queremos decirle que cualquier proceso para atender la situación del status tiene que ser uno justo a todas las partes. No se trata de sacar ventaja para el Estado Libre Asociado. Pero tampoco permitir que el Estado Libre Asociado resulte desfavorecido frente a otras opciones. El desarrollo del Estado Libre Asociado no puede ponerse en manos de los enemigos del Estado Libre Asociado. Tiene que haber consulta, tiene que haber igualdad y tiene que haber respeto. Nuestro pueblo no aceptará menos que eso. Queremos decirle al Congreso que el proceso tampoco puede prestarse a soluciones de encargo. Porque esto es negar la esencia misma de la autodeterminación. Tienen que presentarse todas las opciones de manera justa para permitirle a nuestro pueblo escoger su futuro con verdadera libertad. Y queremos decirle que un proceso sin esa equidad, sin ese juego limpio, sin esa justicia, no va a prosperar. Puerto Rico no lo permitirá. Queremos decirles a los candidatos a presidente de los Estados Unidos, que tienen que escuchar la voz de nuestro pueblo. Y esa voz ha sido clara. Esa voz ha hablado consistentemente. Y lo seguirá haciendo. Nadie callará la voz del pueblo puertorriqueño, porque esa voz es nuestra fuerza. Queremos decirles a los líderes del país, a los que se empeñan en olvidar el mandato de nuestro pueblo, que insisten en ignorar su voluntad, expresada reiteradamente, que sin consenso no hay grupos de trabajo, no hay plebiscitos, ni consultas ni Asamblea Constituyente. Sin procesos acordados entre todos, no hay solución viable. La fuerza de nuestro pueblo no se puede ahogar. Queremos decirles a todos los puertorriqueños que nos proponemos llevar el Estado Libre Asociado a su máximo desarrollo. Que lucharemos con todas nuestras fuerzas por lograr los mayores poderes compatibles con nuestra asociación y nuestra unión permanente. Que no descansaremos en ese empeño. Porque la fuerza está en nosotros. Esa fuerza está aquí y vamos a ponerla al servicio de nuestro futuro. Sabemos que los pueblos son iguales en su dignidad y en su derecho al respeto y a la búsqueda de su bienestar y felicidad. El pueblo puertorriqueño es un pueblo grande en sus talentos, en su generosidad, en su capacidad para luchar y mejorar. No hay obstáculo que no podamos vencer ni hay reto que no podamos superar. Tenemos las habilidades. Tenemos los instrumentos. Tenemos la voluntad. Tenemos el Estado Libre Asociado. Vamos a trabajar en armonía sin desviarnos de nuestra meta. La fuerza para lograrlo está en nosotros. Vamos a ponerla al servicio del mañana. © 2000 El Nuevo Día - Derechos Reservados |