¿QUIÉNES SON LOS FILOSOFOS?



LA DISTINCION ENTRE LOS OBREROS FILOSOFICOS Y LOS VERDADEROS FILOSOFOS

LOS VERDADEROS FILOSOFOS CREAN VALORES Y DICEN "ESTO DEBE SER ASI"

LOS OBREROS FILOSOFICOS SOLO FIJAN Y CONSERVAN LOS VALORES PASADOS

«Insisto [...] que no hay que confundir los trabajadores filosóficos y, en general, los hombres de ciencia con los filósofos, y que en este punto hay que observar escrupulosamente la regla, "a cada cual lo que es debido" [i.e. "al César lo que es del César"] y no dar a éstos mucho y a aquéllos poco. Pudiera ser que fuese necesario, para la educación del verdadero filósofo, que éste haya subido todos los escalones en los cuales sus servidores, los obreros científicos de la filosofía, se encuentran detenidos y deben encontrarse detenidos; quizá debe él mismo haber sido crítico escéptico, dogmático, historiador y también poeta, compilador, viajero, adivinador de enigmas, moralista, vidente, "espíritu libre"; haber sido casi todo, en fin, para recorrer el círculo de los valores humanos y del sentimiento de los valores, para poder mirar, con ojos y con conciencia dotada de facultades múltiples, a todas las lejanías y a todas las alturas y a todos los horizontes. Pero todo esto no representa más que las condiciones primarias de su tarea; esta tarea exige otra cosa más; exige que "cree valores". Todos los obreros filosóficos [...] tendrán que fijar y reducir a fórmulas un vasto estado [...] de valores establecidos, creados antiguamente, que se han hecho predominantes, y, durante un cierto tiempo, han sido llamados "verdades", valores en el dominio lógico, político (moral) o artístico. Corresponde a estos investigadores hacer visible, concebible, tangible, manejable todo lo que ha pasado y ha sido estimado hasta ahora, abreviar todo el pasado: tarea prodigiosa admirable, al servicio de la cual todo orgullo delicado y toda voluntad tenaz pueden encontrar satisfacciones. "Pero los verdaderos filósofos tienen por misión mandar e imponer la ley". Ellos dicen: "Esto debe ser así". Determinan, ante todo, la dirección y el por qué del hombre y disponen para esto del trabajo preparatorio de todos los obreros filosóficos [...]; cogen el porvenir con mano creadora, y todo lo que ha sido les sirve de medio, de instrumento, de martillo. Su "investigación del conocimiento" es "creación", su creación es legislación, su voluntad de verdad es ... "voluntad de poderío". ¿Existen hoy día semejantes filósofos? ¿Hubo jamás semejantes filósofos? ¿No será preciso que haya semejantes filósofos? »Cada vez me parece más cierto que el filósofo, en su cualidad de hombre necesario de mañana y de pasado mañana, siempre se ha encontrado y se ha debido encontrar en contradicción con su época; su enemigo fue constantemente el ideal de hoy día [...] En presencia de un mundo de "ideas modernas" que quería confinar a cada uno en su rincón, en su especialidad, un filósofo, si es que hoy pueden existir filósofos, estaría obligado a colocar la grandeza del hombre, el concepto "grandeza", en toda su extensión y diversidad, en toda su totalidad múltiple; graduaría el valor y el rango según la capacidad de cada cual para echar sobre sí diversas cosas, dándose cuenta hasta dónde pondría su responsabilidad [...] y el filósofo revelará en cierta medida su propia ley afirmando: "El más grande será el que sepa estar más solo, más oculto, más apartado; el hombre que viva más allá del bien y del mal; el dueño de sus virtudes; el que esté dotado de una voluntad exhuberante: he aquí lo que debe ser llamado "grandeza"; es a la vez la diversidad y el todo, la extensión y la plenitud". Y nosotros le preguntamos una vez más: "Hoy día, ¿es "posible" la grandeza?"»

(Friedrich Nietzsche. Más allá del bien y del mal, sección sexta, 211 y 212, en: Obras completas; trad. Eduardo Ovejero y Maury, Buenos Aires: Aguilar, 1961. [El contenido de los corchetes es de responsabilidad de Bhanzy])


LA SINCERIDAD ES LA VIRTUD MAS IMPORTANTE PARA LA CONVIVENCIA SOCIAL

«El filósofo [Aristóteles] no se contenta con analizar los valores básicos, sino que acomete todos aquellos que la convivencia social necesita. Al hacerlo, no siempre sabe -por falta de perspectiva histórica- establecer la diferencia entre los valores fundamentales y los secundarios. Por ello estudia las virtudes que podían parecer de importancia decisiva en su momento y en su mundo, pero que presentan hoy un carácter más o menos efímero. De ellas la más importante quizá sea la sinceridad [...]

(Agnes Heller, Aristóteles y el mundo antiguo, trad. José-Francisco Yvars y Antonio-Prometeo Moya, Barcelona: Península, 1983, p. 346)



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