Fiódor Dostoievski
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ENTORNO FAMILIAR: ADOLESCENCIA Y JUVENTUD


Dostoievski pertenecía a la familia de un médico militar. Su padre, Mijail Andriéevich, abandona el ejército en marzo de 1821, siendo destinado en calidad de médico al Hospital de la Beneficencia Marinskj, adonde se traslada con su joven esposa y un hijo de pocos meses, Mijail, el mayor de sus vástagos.
El hospital en que habría de vivir el futuro escritor estaba situado en uno de los más lóbregos barrios del viejo Moscú. Es ahí donde se familiarizaría desde su más tierna infancia con las capas bajas de la sociedad. Aquellas insignificantes y sufridas gentes atrajeron su compasiva atención y pasaron a constituir uno de los más importantes cuadros que refleja su obra. El clima en que vivía su familia era asfixiante, debido al carácter del padre: era una persona insociable, endurecida por la difícil vida que se veía obligado a llevar, extraordinariamente irascible e insolente. Por otra parte, era extremadamente avaro y padecía de alcoholismo agudo. La insoportable atmósfera que a consecuencia de ello se respiraba en su casa ensombrecieron la infancia y adolescencia de Fiódor. En un fragmento del manuscrito de la novela El Adolescente, escribe refiriéndose a si mismo: «Hay niños, que desde la infancia reflexionan ya sobre su familia, que desde la infancia se sienten humillados por el cuadro que les ofrece su padre... ».
En cambio, su madre, María Fiódorovna, era una persona dotada de un alma luminosa y una naturaleza alegre, que sufría cruelmente a consecuencia de las vejaciones de que era objeto por parte de su despótico marido, especialmente a consecuencia de sus infundados celos. A pesar de todo, amaba a su esposo con resignación. En semejante atmósfera, la vida de la delicada María Fiódorovna se iba apagando lentamente. Su afección pulmonar, que necesitaba ante todo tranquilidad moral, se transforma en tisis maligna.
A los treinta y cinco anos, esta débil mujer había dado a su marido ocho hijos (cuatro varones y cuatro hembras, una de las cuales vivió sólo unos días). Después del nacimiento, en julio de 1835, de su último hijo, la enfermedad empeora bruscamente. Algunos momentos de su lenta agonía los recuerda Dostoievski en su inacabada novela Niétochka Nezvánova (1849), al describir la muerte de la tuberculosa heroína la silenciosa y desgraciada Alexandra Mijáilovna, abatida por los celos y el carácter vengativo de su marido. La noche del 27 de febrero de 1837, agonizante, después de despedirse de sus hijos, pierde el conocimiento, falleciendo de madrugada. En la persona de su madre, la propia vida plantea al futuro gran moralista el serio problema del sufrimiento inocente, del inmerecido martirio, del lento agotamiento psicológico de un alma pura y abnegada. La ética se convierte en la principal idea creadora de Dostoievski y la imagen de la madre alcanza la máxima encarnación de la belleza moral y la bondad espiritual.
Terminada la enseñanza primaria, que recibieron los dos hermanos mayores de profesores particulares y de su propio padre, ambos ingresan en un pensionado, donde reinaba el espíritu de casta de la pedagogía nobiliaria, que pesaría sobre ellos hasta terminar la Academia militar. En el otoño de 1834 son trasladados a un internado, en el que daban clases conocidos pedagogos y hombres de ciencia moscovitas. La orientación de la enseñanza era preferente literaria. Los alumnos se distinguían por sus profundos conocimientos de poesía clásica y contemporánea. Durante la permanencia de Dostoievski en el pensionado, la literatura rusa experimenta una serie de rudos golpes. Revistas progresistas, como el Telégrafo moscovita del destacado N. A. Polevói y el Telescopio del joven Belinski fueron cerradas, el famoso poeta Chadáev fue declarado loco, el conocido critico y editor N. I. Nadiezhdin deportado, Pushkin muerto en un duelo, Lérmontov desterrado al Cáucaso y Gógol, aburrido, se marcha al extranjero. No obstante, la violencia de la reacción da como resultado un notable auge de las Bellas Letras. En aquellos años ven la luz La hija del capitán de Pushkin, Tarás Bulva y El inspector de Gógol, A la muerte del poeta y Borodinó de Lérmontov, las Poesías de A. V. Koltsov y de F. I. Tiútchev. El colegial Dostoievski comienza a verse arrastrado por esa impetuosa corriente de la época. Eso empezó «ya a partir de los dieciséis anos» -recordaría él en la década de los 70 sus primeras inspiraciones- o con mayor exactitud, «cuando tenía sólo quince años». «En mi alma ardía una especie de fuego, en el que yo creía, y lo que luego habría de salir de eso, no me preocupaba mucho.. Después de cuatro años de estudios en distintos pensionados, su padre les envía en 1838 a su hermano y a él a Peterburgo, a la Academia de Ingenieros Militares. «En mi opinión eso fue un error», reconocerla él mismo al final de su vida. El futuro escritor no experimentaba la menor inclinación hacia las construcciones militares.
Durante la permanencia de Dostoievski en la Academia, se produce en su familia la catástrofe. A la muerte de su esposa, Dostoievski padre se retira con los hijos menores a la aldea de Darovoe, una de las dos que poseía en la provincia de Tula. Su degradación y crueldad iban en aumento, así como su enfermiza afición al alcohol. Eso, unido a la despiadada e incontrolable atracción que sentía por las jóvenes campesinas, con una de las cuales llegó incluso a tener un hijo, muerto al poco de nacer, incrementó el odio que le tenían los campesinos, incapaces de soportar el maltrato de que eran objeto, lo que dio lugar a que el 8 de junio de 1839 muriera trágicamente a manos de sus propios mujiks. Si bien no comprobada, ya que no hubo testigos del hecho, ésta es la versión más difundida del fin de Mijail Andrieevich, aunque haya quien opine que falleció de muerte natural, víctima de un ataque de apoplejía.
En otoño de 1841 comienza un nuevo capítulo en la biografía de Dostoievski. Promovido al empleo de alférez de ingenieros, el joven oficial continúa sus estudios en la Academia, en calidad de alumno externo. Dos años habrá de dedicar al estudio del arte de la construcción militar, aunque residiendo ya en un piso particular de la capital imperial, fuera del recinto de la Academia, lo que le permite sentirse un hombre libre, entregado a sus sueños literarios.
El 12 de agosto de 1843 termina el curso completo de estudios superiores para oficiales, aunque no logra alcanzar ninguno de los primeros puestos del escalafón, ya que, arrastrado por sus aficiones literarias, no había prestado la suficiente atención al estudio. Por eso, es destinado a un departamento de diseño, lo que no le preocupa en absoluto, pues su mente estaba ocupada en tareas muy distintas de la construcción. Sin embargo, las cosas se le complican, al ser destinado en 1844 a una de las lejanas fortalezas de Rusia, lo que, aparte de exigir una serie de gastos, le obligaría a interrumpir durante cierto tiempo su ya iniciada actividad como escritor. En vista de ello solicita la excedencia, que le es concedida el 19 de septiembre de ese mismo año. Semejante paso ofrecía para él serios peligros, ya que no disponía de medios de existencia. Sin embargo, la obligación de ejercer una profesión que no le atraía, así como su humillante pobreza, constituían una pesadísima carga para su sensible alma.
Durante ese periodo se entrega de lleno a la lectura de sus autores preferidos: Pushkin, Lérmontov, Gógol, Schiller, Dickens, Victor Hugo, Balzac, Flaubert. Los grandes maestros del Renacimiento italiano le entusiasman. Beethoven está impregnado para él de una inexplicable belleza interna. El complejísimo proceso que se desarrolla en el alma de Dostoievski le conduce paulatinamente a la búsqueda de un mundo inspirado y encarnado en la belleza.

Augusto Vidal © Ediciones Altaya S.A., 1994 Barcelona

DOSTOIEVSKI Y SU ÉPOCA

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