Artículo publicados en el diario Síntesis por:

Mov. Est. ESPARTACO

Camilo Estrada Luviano

Miguel Santiago Reyes Hernández

Anterior

Siguiente

Inicio

Para comentarios e informacion, puedes mandar un e-mail a
sestrada@fcfm.buap.mx

Publicado en Síntesis el 7 de Marzo del 2001

RESPONSABILIDAD HISTORICA, ÉTICA Y PRINCIPIOS

Camilo Estrada Luviano

Aunque la Ética es una ciencia, parte de la Filosofía, que trata de la moral y ésta es la serie de preceptos sancionados por la sociedad, se puede fácilmente comprender que tales preceptos reciben el visto bueno social siempre y cuando no atenten contra el orden establecido, por eso es que cuando se habla de problemas políticos, religiosos, o simplemente comprometedores y se les quiere dar un viso de neutralidad se utiliza, indebidamente, la palabra ética cuando realmente se está hablando de lo moral de los hechos del humano. Esta aclaración es más que pertinente cuando tocamos el tema de los luchadores sociales o de los francamente revolucionarios o simplemente de los que se han rebelado.

No hay una sola organización política de izquierda nacida en la clandestinidad que no pase por una fase de ultraizquierdismo y esto es inevitable por las condiciones en que tiene que nacer y posteriormente desarrollarse: convencer, detectar los prospectos a militantes y reclutar los nuevos militantes que pasarán a formar parte de ella. Qué tanto se alargará esta etapa depende de las condiciones objetivas en que tal organización crezca y qué tan agredida sea y de otras situaciones específicas por las que tenga que pasar cada una de ellas, tanto a nivel local como a nivel nacional y en ocasiones hasta a nivel internacional. No hay que olvidar que todos los servicios de inteligencia de todo país reciben órdenes del amo gringo y que ellos se sienten los policías del mundo y así se asumen.

Por eso no tiene nada de sorprendente lo dicho en 1974 por Germán, citado en artículo de Salvador Corro e Isaín Mandujano y publicado en Proceso del Sur de 3/III/01, donde se consigna: "Nosotros no podíamos en nuestras ordenes, hacer nada en contra de la causa revolucionaria. Si uno tenía el arma en la mano era para pelear, para escaparse o para morir. Si por alguna de las circunstancias no se lograba escapar o morir peleando, no había más que aguantar. Ahí no había duda, pues.

-¿Aunque fueran torturados?

-Para nuestro código, sí. Había que aguantar la tortura o morirse en la tortura, pero convertirse en un delator, nunca. Eso no estaba contemplado, no se podía hacer.

Esto fue dicho hace más de veinte años y sacarlo ahora, fuera de contexto, como que deja qué desear, como que no es del todo correcto. Habría que haber vivido la represión de esos años, pocos años después del fatídico 2 de Octubre de 1968, cuando en el gobierno estaba el chacal Gustavo Díaz Ordaz que fue sucedido por el no menos tenebroso, perverso e hipócrita Luis Echeverría Alvarez, -por cierto ambos priístas- y ahora en tiempos de transición democrática panista querer descalificar a luchadores que han dedicado toda su vida a pelear por los pobres, como que se le hace flaco favor, digamos para no sonar tan radical, a los desfavorecidos.

Todo esto lo saco a cuento por el asesinato de Napoleón Glockner y su compañera Nora Rivera que a chaleco se la quieren adjudicar a Germán. He leído bastante de lo que se ha publicado en relación con los zapatistas y de los hechos relacionados con los heroicos hermanos Yáñez Muñoz así como de los no menos heroicos hermanos, Julieta y Napoleón Glockner, y de la compañera de este último, Nora, y de muchos otros que han dado la vida por los pobres de nuestra patria y, como todos los que nos interesamos por estas cosas, bien sabemos que todo gobierno tiene el derecho de defenderse y en este tenor el gobierno mexicano no se ha distinguido por ser muy ético, sino todo lo contrario. La Brigada Blanca es un estigma que nunca se borrará en la historia de nuestra patria y sus nefastos integrantes siempre serán una vergüenza para todo mexicano bien nacido. Los gobiernos sí llegan al asesinato y la desaparición de sus enemigos, pero los revolucionarios nunca asesinan ni a sus enemigos, porque al hacerlo dejarían de serlo. El que el revolucionario tenga que ocasionar bajas al enemigo no es asesinar, porque ambos están en igualdad de condiciones: o muere uno o muere el otro. En cambio el gobierno, por medio de sus esbirros, sí es asesino, porque mata a gente sometida e indefensa. Esto nunca lo olvidemos.

camiloel@minsky.eco.buap.mx