Muchas de las víctimas de la represión en décadas recientes, han sido luchadores sociales y políticos en la legalidad. Las organizaciones populares, sindicales, campesinas, religiosas, indígenas, políticas, magisteriales, estudiantiles y humanitarias han sido violentamente privadas de sus dirigentes y diezmadas en sus activistas. También han sido afectados los medios de prensa, los "niños de la calle", y los sectores empresariales y profesionales progresistas, así como los diplomáticos y otros ciudadanos extranjeros.
La tortura como sistema: Los cadáveres aparecían torturados, desfigurados, parcialmente devorados por aves de rapiña, quemados, con algún miembro mutilado (extremidades, genitales...), decapitados y con el tiro de gracia. Se hacían ametrallamientos desde vehículos sin placas. Algunos cadáveres eran lanzados desde vehículos en marcha.
El reclutamiento forzoso: En las décadas
recientes, era común ver a los camiones del ejército, con
soldados y comisionados militares, haciendo redadas entre los campesinos
y otros sectores para reclutar a los jóvenes para el servicio militar.
Las unidades militares cercaban las poblaciones, allanaban las viviendas
o detenían los transportes, y capturaban a la fuerza a los jóvenes,
incluso menores de edad, para llevarlos al cuartel. Una vez allí,
eran desocializados (y resocializados militarmente), siendo entrenados
para matar incluso a los suyos. Oficiales del ejército y comisionados
militares hacían negocio con los capturados, dejando libres a algunos
de ellos a cambio de dinero.
El ejército guatemalteco fue entrenado por los Estados Unidos
-especialmente- e Israel; también recibió "asesoramiento"
de Corea del Sur y Taiwan.
La estrategia anticomunista de EEUU asumió en Guatemala un sentido antirreformista, antidemocrático y contrainsurgente. Hasta mediados de los años 80, no sólo hubo fuertes presiones del Gobierno y de empresas estadounidenses para mantener la arcaica e injusta estructura socioeconómica del país, sino que, además, la CIA apoyó operativos ilegales del Estado guatemalteco.
Escuadrones de la muerte: Pese a que son presentados como organizaciones autónomas de la extrema derecha, en realidad tras ellos se esconden unidades especializadas del ejército, dirigidas por la Sección de Inteligencia (G-2), el servicio de seguridad militar.
La tierra arrasada: Política represiva por la cual se quemaban o bombardeaban aldeas enteras con sus habitantes dentro. Tambíen se quemaban las siembras y se sacrificaban los animales domésticos. Los campesinos son obligados con frecuencia a trabajar gratuitamente para el ejército en la construcción de sus destacamentos, y no pocas veces deben cubrir el sostenimiento de la tropa en alimentos, leña, limpieza, etc.
Comunidades de Población en Resistencia (CPR): Frente a la política de "tierra arrasada", numerosos guatemaltecos, especialmente indígenas, optaron por resistir escondiéndose en las montañas y en las selvas, y organizándose allí.
Cementerios clandestinos: Zonas rurales en donde eran enterradas las personas asesinadas. A veces, los militares o paramilitares ni se molestaban y aquéllas se pudrían en cualquier barranco, o eran devoradas por los animales.
Patrullas de Autodefensa Civil (PAC): En 1982 se inició sistemáticamente por parte del ejército la formación de estas patrullas en las áreas de conflicto y luego en todo el país. A finales de 1987 los patrulleros sumaban 1'2 millones. Teóricamente formados por voluntarios, la mayoría de los patrulleros eran obligados a prestar su servicio. Las patrullas fueron creadas y mantenidas sobre la base del terror. Su misión son las tareas de vigilancia y control de poblaciones o de instalaciones civiles. Actuaban como primera línea de choque contra la guerrilla. Fueron involucrados en masacres, ejecuciones y desapariciones, así como utilizados para reprimir reivindicaciones campesinas.
Aldeas modelo: Fueron implantadas en lugares donde previamente el ejército llevó a cabo con mayor intensidad su táctica de matanzas colectivas y de "tierra arrasada". los militares amenazaban a los sobrevivientes con asesinarlos si no se trasladaban a esas zonas bajo control militar. Se producen muchísimos desplazamientos forzosos de campesinos a estas aldeas.
Viudas y huérfanos: Miles de mujeres y de niños se quedaron viudas o huérfanos, porque sus esposos o padres -respectivamente- fueron asesinados.
Todos contra todos:El ejército se reservaba las operaciones militares y de guerra psicológica, la aplicación de la táctica de "tierra arrasada", masacres, arrasamiento de poblaciones, bombardeos y ametrallamientos de zonas de guerra. La policía se ocupaba de la represión urbana; asesinatos, secuestros, desapariciones y torturas. El pueblo se hallaba en medio de la lucha entre las fuerzas gubernamentales y la guerrilla. Campesinos o aldeas que ayudaban a los insurgentes eran asesinados por los contrainsurgentes. Y viceversa: debido al clima bélico, la guerrilla también cometió excesos. Se estableció la desconfianza entre los propios vecinos y aparecieron los delatores. El respaldo de Cuba a la guerrilla impuso la lucha armada como única vía y alimentó la intolerancia política y la polarización entre los grupos de oposición. El 3% de las matanzas durante la guerra se atribuyen a la guerrilla, frente al 93% causadas por los contrainsurgentes.
La lucha: La represión militar no doblegó el espíritu de lucha de los guatemaltecos. Guerrilla, reivindicaciones campesinas, indígenas y sindicales... La Unidad de Acción Sindical y Popular (UASP) estableció como objetivos:
El resultado de los 36 años de guerra civil en Guatemala fue
de unos 100 mil muertos, 40 mil desaparecidos, 50 mil refugiados en el
extranjero, 1 millón de desplazados a otros puntos del país,
450 aldeas arrasadas, 200 mil huérfanos, 40 mil viudas y 400 fosas
comunes clandestinas, 600 matanzas colectivas, más de 23 mil casos de ejecuciones arbitrarias, más de 6 mil casos de desapariciones forzosas en un país con una población de casi
11 millones de habitantes. De más de 42 mil casos, el 83% de las víctimas eran mayas. El 93% de los crímenes fueron realizados por el Estado y el 83% directamente por el ejército. A todo ello se le han de añadir 500 años
de opresión y explotación de los indígenas.