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Labidochromis caeruleus
por Manuel Zapater.
Seguro que todos hemos pensado alguna vez en preparar un acuario para esos "extraños peces que guardan las crías en la boca" de los grandes lagos del este de África, pero nos hemos echado atrás debido a ciertas peculiaridades que son precisamente las que más atractivos los hacen para quienes llevan ya un tiempo manteniéndolos:
- No se encuentran fácilmente en las tiendas y cuando los hay su precio es muy elevado.
- Sólo puede mantenerse un macho por especie y acuario, pues de lo contrario se "matan" entre ellos.
- Los machos son muy atractivos, sin embargo las hembras...
- Están todo el rato escondidos entre las rocas.
- Destrozan las plantas, excavando cráteres para reproducirse o comiéndoselas.
- Necesitan un gran volumen para limitar la agresividad interespecífica.
- Las reproducciones son difíciles de obtener, etc.
Después de todas estas consideraciones cabe preguntarse si podremos encontrar alguna especie que sea la excepción a la regla y mi opinión es que, entre muchas de ellas, hay una que cumple perfectamente los requisitos: Labidochromis caeruleus.
Para justificar mi afirmación voy a empezar con una descripción del pez: su tamaño es de unos 8 cm en la naturaleza, aunque debido a su voracidad, en acuario pueden llegar a más de 10 cm los machos adultos. El cuerpo es más alto que el de otros incubadores bucales, de color amarillo intenso en ambos sexos. Las aletas dorsal y caudal son de color amarillo, mientras que las pelvianas y anal son negras, sobre todo en los machos en celo. La aleta dorsal tiene en su borde superior una línea negra muy característica por su grosor e intensidad. En la aleta anal, tanto machos como hembra tienen unos ocelos amarillos cuya posible función reproductora ya está comentada en otro artículo en esta misma página (ver Labeotropheus trewavasae).
El comportamiento intraespecífico es excepcionalmente bueno, pudiendo convivir en un mismo acuario varios machos y hembras, que se desplazarán siempre que sean más de media docena, juntos en banco. No parece haber ningún tipo de jerarquía, ya que no delimitan territorios, aunque sólo el macho dominante (de mayor tamaño que los demás), será el que se reproduzca.
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Labidochromis caeruleus. © Manuel Zapater |
Con respecto a otras especies presentes, las ignora completamente y es de los pocos del grupo de los "mbunas" que puede convivir con peces tan tímidos como los del grupo Aulonacara.
Debido a su forma de vida, si se encuentran confiados, no buscan refugio entre las rocas, por lo que podemos ponerlos en un acuario plantado, si es que los demás habitantes del mismo lo permiten. Tampoco excava grandes cráteres, aunque siempre es recomendable en un acuario destinado a este grupo de peces que se utilicen plantas que enraícen directamente sobre las rocas, como el helecho de Java (Microsorium pteropus), Anubias nana o A. barteri, u otras con raíces lo suficientemente potentes como para soportar pequeños movimientos de arena como Vallisneria asiatica, V. spiralis o algún ejemplar grande de Echinodorus, o de Crinum thaianum.
Además, parece ser que últimamente este pez está de moda y se puede encontrar asiduamente en las tiendas a un precio bastante asequible.
Bueno, parece que hemos conseguido desterrar bastantes de esas ideas preconcebidas sobre los incubadores bucales del este de África que, por desgracia, debido al desconocimiento que aún se tiene de ellos, nos meten en la cabeza los comentarios de aficionados que intentaron mantener parejas de Metriaclima (=Pseudotropheus) zebra o Melanochromis auratus en acuarios de 100 l.
L. caeruleus parece disfrutar de la vida en grupo, en un acuario de 140 l. yo mantuve durante bastante tiempo ocho ejemplares que no tuvieron ningún problema entre ellos. El macho dominante se reconocía por su gran tamaño y el color oscuro de sus aletas pelvianas y anal y por su gran voracidad a la hora de comer. Hay que destacar que este género es más carnívoro que el resto de mbunas, lo que se puede deducir por la forma y tamaño de su boca, que no parece tan adaptada al consumo de algas, ya que es pequeña y de forma casi cónica.
La temperatura del agua estará a 25 ºC, el pH superior a 7,5 y la dureza a 20 º. Como siempre hay que tener cuidado con los nitritos y nitratos. El flujo de filtración debe estar entre 2 y 3 veces el volumen del acuario por hora.
La reproducción se da de modo casi espontáneo cuando los peces se encuentran en buenas condiciones, para ello es conveniente prepararlos a base de comida de buena calidad, si es posible viva o congelada. Una vez que se observa que algunos de los peces empiezan a engordar, suponiendo que sean hembras, puede ser apropiado un cambio de agua de un 30 a un 40 % del volumen del acuario para desencadenar el desove.
A 25 ºC la incubación dura tres semanas, pero para recuperar los alevines lo mejor es aislar a la hembra después de 15 días en un acuario de 40 l. con refugios suficientes y equipado solamente con un pequeño filtro. Cuando llegue el momento liberará los alevines y empezará a alimentarse por sí misma, es ahora cuando puede volver al acuario con el resto de sus compañeros. El número de alevines nunca es demasiado elevado, quizás una de las razones por las que su precio no es todo lo bajo que desearíamos, no suele superar la docena y lo normal está entre 6 y 10 para hembras de 6 cm de longitud.
Los alevines son de color crema al nacer y pronto desarrollan la característica línea negra en el borde superior de la dorsal. Tal y como sus padres son bastante voraces y su crecimiento es aceptablemente rápido. Si al salir de la boca de la madre miden aproximadamente 8 - 10 mm, un mes después pueden llegar a los 2,5 cm.
Una precaución que se debe tener con esta especie, relacionada con su afán devorador de comida, es no alimentarlos en exceso, ya que aunque parezca que cuanto más grandes se hagan los peces más lucen en el acuario, esto no es así. El problema de la sobrealimentación deriva en la formación de acúmulos de grasa que provocan esterilidad en los peces, además de empalidecer su color amarillo intenso.
Como ya he comentado, para un acuario específico, basta con 140 l, lo que hace este pez bastante asequible para todos los aficionados, pero donde puede realzarse verdaderamente su valor es en una pecera de más de 300 l, con escasas rocas, bien plantada y en compañía de Aulonacara nyassae, una de cuyas variedades más bonitas es la que tiene el macho de color azul eléctrico u otra, azul, con una mancha rojiza detrás de la cabeza. De parecido comportamiento y quizás el pez más azul que se pueda ver en un acuario de agua dulce es Sciaenochromis fryeri (= Haplochromis ahli).
Como conclusión, animo a todos aquellos que puedan conseguir este pez, que no se lo piensen dos veces, ya que puede ser el primer y satisfactorio paso para iniciarse en los cíclidos de los grandes lagos africanos.
© Manuel Zapater, 08/1999.
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