Parte I
FINAL DE UNA HISTORA, INICIO DE OTRA
EL DISTANCIAMIENTO
1990, ha sido un año de muchos viajes
y actividades comerciales y culturales. He actuado en todas partes como
un humano normal, sin comentarios abiertos sobre mi experiencia cósmica,
salvo a unos pocos, como siempre. Para empezarlo, un verano entre pensamientos
y sentimientos mucho más humanos que extraterrestres, por situaciones
vividas. Otra vez el mar bonaerense, por los dos iniciales meses, psíquicamente
desconectado de aquella agrupación y de la necesidad de transmitir
el conocimiento que difundíamos.
En comunicación telefónica con un
amigo asesor económico de la Iglesia, al ponerme él en conocimiento
de que había allí información documentada sobre la
agrupación que yo integrara, me adelantó que se venía
una investigación que sonaba a persecución, incluso gubernamental.
Con mi amigo allí en la curia, yo tendría cierta "inmunidad"
en este asunto, así que la cosa no era conmigo. Llamé a la
sede de la agrupación y, a modo de consejero, les hice mi advertencia
final de terminar con este manejo sectario de la organización, paralizar
todo, replantear objetivos y modificar la mala imagen que se estaba proyectando,
para lo cual era fundamental una apertura de las libertades individuales.
Mi creencia en lo que divulgábamos, no significaba
que tuviera que aceptar todo lo que venía de arriba en cuanto a
cómo organizarnos. Porque los que transmitían los mensajes
desde el cosmos, no pertenecían a esta realidad, y para ellos esto
de vivir exponiéndose a una sociedad enemiga, era desconocido. Esos
seres eran los menos indicados para sugerirnos estrategias, porque los
que teníamos la plena visión de las dificultades jurídicas,
religiosas y otras, éramos los que estábamos en este plano.
Y la autoridad de la agrupación, por estar tan influenciada por
estos seres, había perdido noción de cómo convenía
moverse en esta sociedad hostil a nuestra "hostilidad" a sus creencias.
Si este sistema autoritario estaba poniendo ahora, a los miembros de la
organización en la mira de la Iglesia y del gobierno, yo tenía
que hacer algo por ellos, pues tenía amigos ahí adentro.
Con el tiempo, muchos de ellos terminarían yéndose. Otros
terminarían saliendo en los diarios, y no en culturales, sino en
policiales. Y yo también, pero como denunciante: el caso omiso ante
mi advertencia y consejo, y la continuidad de la manipulación de
las personas allí adoctrinadas, me vería impulsado a combatir
aquello mismo que yo defendiera. Eso sucedería al año siguiente
y al otro. Por lo pronto, mi "expulsión" que constaría en
actas, no reflejaría la realidad de mi renuncia de hecho, que había
quedado ratificada en aquella comunicación telefónica de
advertencia, cuyo monólogo de 20 minutos fue grabado a pedido mío,
pero no pasado en reunión: meses después, sabría que
nadie se había enterado de los planes de la Iglesia... (que no cunda
el pánico, debe haber sido la orden).
Yo ya no estaba para delirios cósmicos, y
repetidamente mandaba al diablo a los extraterrestres. A pesar de que una
noche reciente, en la primavera del 89, "me presentaron" algo en el cielo,
en la soledad de las sierras de Minas Gerais, a semejanza de lo ocurrido
en el 88; como para darme confianza en que "Ellos están". Lo cual
podrá parecer compañía, pero, por qué no, inducción
psicológica para que uno siga enganchado con eso. Y a mí
la compañía extraterrestre no me hacía falta, así
que si no se me volvían a aparecer, mejor; y que se limitaran a
ayudarme, pero desde otro plano, en mis asuntos terrenales, si querían
que yo volviera a ocuparme de sus asuntos celestiales. Vale decir que,
mi falta de dedicación a divulgar cuestiones cósmicas en
lo sucesivo, era una represalia por la forma en que se nos había
exprimido y usado a los que integrábamos esta misión. Mi
espíritu de rebelde estaba incontenible.
"PROFESOR" DE ASTROARQUEOLOGÍA (INDIANA JODES)
Llegado el otoño, alternando con exploraciones
en las montañas, expuse pinturas sobre temas cósmicos en
un lugar de Minas Gerais, siendo invitado por la directora de una escuela
a "pasar mis conocimientos para sus alumnos". Acepté (en realidad
yo iba a hacer el ofrecimiento antes de tal invitación, cosa que
allí nunca se supo; las cosas se me vieron imprevistamente facilitadas,
teniendo en cuenta que en principio yo veía difícil que se
me dejara hablar de extraterrestres en un colegio). Mi idea era hablar
de extraterrestres en la antigüedad, vincular el asunto con el campo
religioso, y dejar evidenciado el engaño en el que los sistemas
religiosos y científicos han mantenido a la humanidad. Es decir,
en la paz del pueblo y de las mentes, seguir jodiendo. Como se diría,
"para no perder la costumbre".
Me sería dada la hora de Historia o la de
Geografía de lo que aquí sería el cuarto y el quinto
año, allí séptima y octava series, y se reuniría
a ambas divisiones en un aula, que al llegar encontré repleta.
Y me encontré con que a los alumnos se les había dicho
que se trataría de una clase de Historia y Geografía... (?).
Allí estaba el profesor de ambas materias, presenciando.
¿Cómo encaro ahora una clase de Historia
y Geografía?, pensé a velocidad ultralumínica; mi
ingenio tenía que aflorar tan rápido como mi sorpresa. Y
empecé a hablar del continente de Gondwana, cómo se fracturó
en los actuales bloques continentales, y como documento histórico,
las piedras de Ocucaje (Ica, Perú), con el mapa de la Tierra tal
como yo la describiera, antes de la deriva de los continentes; hablé
de tierras y océanos que, a Norte y Sur y a Este y Oeste de la
Pirámide de Keops, se dividen en superficies iguales, para luego
mencionar otras particularidades de la pirámide. Proseguí
con la ubicación en el planisferio de todos los lugares donde quedaron
las huellas culturales de los extraterrestres en la antigüedad. Y
ahí ya estaba en la historia de las religiones, a partir de aquellos
"dioses" extraterrestres, y del gran engaño bíblico con Yahvé
y su nave. Al término, el profesor vino a darme felicitaciones,
diciéndome que la clase había sido "espectacular". Considerando
que me había meido con la religión en un lugar muy religioso,
no menos espectacular fue lo que me comentaron que, al respecto de mi clase,
les dijo después a sus alumnos: "ya es tiempo de pensar, y parar
de rezar tanto".
A mi retorno ya en primavera, al dar una segunda
clase, fui mucho más breve en los temas cósmicos, y bajé
la temática a cuestiones más de aquí, más del
lugar donde me encontraba: una localidad productora de cristal de cuarzo.
Después de todo, yo ahí ya hablaba de lo que se me antojara,
teniendo como tenía, las puertas de la escuela abiertas para ofrecer
estas charlas, cuando ya no estaba en discusión lo que pudiera decir
o pensar hacer. Y a esas alturas, estaba en un proyecto cultural no vinculado
al Reino de los Cielos y sus mensajeros, sino al Reino Mineral y sus dineros.
Parte II UNA PRINCESA CÓSMICA |
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