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¬ Número uno

Contra el contubernio filisteo Declaración de Principios de nuestro Fanzine

Un enigma desvelado: Jimmy no murió en Brighton Quadrophenia: una tesis revisionista

Purple Weekend: Un mundo moderno Comentarios al Purple Weekend 99

La Voluntad (volviendo al origen) Canto a la disidencia de corazón boscoso

Tatoo Artículo contracorriente - y lleno de humor- sobre los tatuajes

Domingos de cine: El silencio de los corderos

Llamada a los cineastas vascos: Se busca un nuevo Nanni Moretti para un paseo en Vespa por Bilbao

El yogur de los modernos ¿Qué es ser moderno?

Número Uno

"La noche está llena de tabernas y de castillos, y en todos hay pieles de animales, armas, fuego que crepita en las chimeneas, hombres fornidos como árboles, y nunca ningún reloj"   (Ernst Bloch)

Contra el contubernio filisteo

Nuevamente los amigos de Hergé nos presentamos para compartir nuestro secreto hacer contra el alboroto moderno, plutócrata y etnocéntrico.

Buscamos presuntos afines: hermanos de la Costa, niños del País de Nunca Jamás, poetas soñadores en el destierro, habitantes de Syldavia, divisionarios en las estepas rusas, compañeros de taberna en Innisfree, ... todos estáis invitados a enrolaros como tripulación en esta aventura iniciática de desafío a los relojes, los miedos paralizantes y la seriedad.

Queremos compartir trescientos treinta y tres descubrimientos que nos hacen sentirnos vivos, dignos habitantes de un mundo todavía posible: Jim Hawkins en la Hispaniola camino de la isla del tesoro, Los tres Investigadores junto a un joven bilbaino de bigotillo incipiente resolviendo misterios, Fernando Savater y su saber enciclopédico y hedonista, una guitarra Rickenbaker en un club londinense, Audrey Hepburn sonriendo desde un cartel cinematográfico, el capitán Tan en las selvas de cartón piedra, ... La tarea es dura pero la recompensa del guiño cómplice, ese que nosotros y sólo nosotros entenderemos cuando nos reconozcamos como afines en nuestra sorda guerra contra los miedos milenaristas, merecerá la pena.

Hemos nacido como despertador, nosotros que detestamos los relojes, de las conciencias que aguardan, entre la somnolencia de los tiempos modernos, un sentido poético de la existencia. Porque, como dijo certeramente un joven diputado de la segunda república española, a los pueblos sólo les mueven los poetas.

"¡Vamos, Watson, la aventura comienza!"

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Un enigma desvelado: Jimmy no murió en Brighton

En el mundo mod el gran debate de los últimos veinte años ha sido si Jimmy, el protagonista de Quadrophenia, saltó, junto con la vespa del As de Oros, por los acantilados en las cercanías de Brighton. Repetidas visiones en vídeo de la película, congelando las imágenes, no han hecho sino avivar las discusiones. ¿Muere Jimmy o sólo fallece su universo mod simbolizado en esa vespa que cae lentamente sobre las rocas?

Somos numerosos los jóvenes - y ya no tanto -que hemos crecido al amparo del mito mod de Quadrophenia y su iconografía. Hemos pasado mucho tiempo hablando reiteradamente de Jimmy, del As de Oros o de Brighton sin tan siquiera, en muchos casos, haber visto la película. Sin embargo, el tiempo, tal vez la maldita madurez, y una visión más desapasionada nos revelan Quadrophenia como una película radicalmente antimod.

La película, escena tras escena, va demostrando como el mundo mod en el que vive Jimmy es un globo de aire que inevitablemente se va desinflando.

El suceso desencadenante de la crisis final de Jimmy es descubrir que su héroe, el As de Oros, trabaja como un simple botones, el servilismo profesionalizado y mercenario, en un hotel para ricos. Jimmy, pese a su alienación progresiva fruto de su incomprensión, reforzada por el abuso de las drogas, de la realidad que lo rodea, alcanza un punto de lucidez y rompe con su mundo mod en el momento que arroja la Vespa del As de Oros por el acantilado.

La scooter, como símbolo del vacío e inutilidad del mundo reducido a una estética, cayendo contra las rocas en cámara lenta resulta una escena muy bella, pero Jimmy, contrariamente a lo sostenido por muchos, no cae con la moto. Poniendo atención en la película, ésta comienza con una vista del joven protagonista Phil Daniels caminando al contraluz de una puesta de sol por esos mismos acantilados presentes en la escena climax final. Toda el film es un flash back desde que Jimmy rompe con su universoo mod. El enigma está resuelto: Jimmy sobrevive. La siguiente incógnita a despejar es qué hace Jimmy en los años noventa. Quizás se ha vendido, como tantos otros, a la lujuria del tener o tal vez su idealismo, presente en la película, le haya conducido a algún movimiento revolucionario transversal.

En realidad, Quadrophenia es una acusación contra todas las propuesta juveniles puramente esteticistas (mods, skins, punks,..). La música, el "smart dress", las actitudes dandys,... pueden resultar divertidas y provocadoras pero no significan nada si detrás no existe un proyecto sugestivo de transformación del mundo radicalmente injusto en el que vivimos.

Como le oimos decir a un mod, que increpaba al cantante de los Flechazos en el Purple Weekend en León, "¡aqui mucha estética y poca revolución!".

Andropop

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Purple Weekend: Un mundo moderno

N se sintió tentado a olvidarse de la propuesta de sus amigos y disponerse a pasar un tranquilo fin de semana en casa. Un poco de deporte, un poco de salida nocturna, en fin, el típico fin de semana estandar. Pero recapacitó: nunca había estado en una concentración mod; además, el cartel de conciertos parecía interesante y, que coño, es bueno cambiar de ambiente de vez en cuando determinados grupos de los que siempre había oído que eran mod: Small Faces, Who, Jam y algún otro. ¿Qué más era necesario? ¿Alguna estética en particular? Eso siempre puede arreglarse con unas pintas de tiradillo bien elegidas ¿Algún grito de guerra? ¿Algo que nunca se debe decir? Eso se aprende sobre la marcha, por la metodología de la observación detallada.

Cuando N y sus amigos se plantaron en el primer concierto, dedicaron la parte inicial del mismo a aplicar la metodología. Observaron fauna y más fauna, empachándose de parcas, trajes entallados de cuatro botones, gafas de pasta, polos Fred Perry, botines de ante, camisas de chorreras y bolsas-bandolera de Viajes Ecuador. La estética captada. ¿Y la actitud? ¿Sería cierto aquello del alma mod? N recordaba en una ocasión haber leído que Paul Weller dijo tras la separación de los Jam: "Yo siempre seré un mod".

Observando a su alrededor - una vez más siguiendo estrictamente la metodología adoptada- advirtió una quietud triste y en cierto modo irritante, nadie bailaba, ni gritaba, ni saltaba, ni se empujaba. Como si la fiesta no fuera con ellos. Pensó N entonces que quizás la culpa era de la música, que no ayudaba y por primera vez se concentró en lo que ocurría sobre el escenario. Para entonces unos británicos practicantes de un soul instrumental sofisticado dejaban su puesto al plato fuerte de la noche.

Quizás fuera porque los supuestos cabeza de cartel eran unos estruendosos americanos que hubieran pintado más en un Monsters of Rock que en una concentración mod, pero el hecho es que nada consiguió despertar la gélida indiferencia reinante. Agarrándose a un clavo ardiendo - la música no era nada acorde con la naturaleza del festival- N decidió postergar la formación de una opinión hasta el día siguiente.

Pero al día siguiente la escena se repitió esta vez ante un puñado de buenos conciertos, esta vez sí, con un más o menos perceptible "sonido mod" (Selenitas, The End, Bluetones,...). N se sintió en cierto modo decepcionado. ¿Y estos eran los mod? Recordó que en 1977 y con apenas 19 años, Paul Weller compuso "A modern world" que, acompañado de Bruce Foxton al bajo y Rick Buckler a la batería, hacía sonar en directo con gran rabia. Los críticos musicales lo achacaban a los orígenes de The Jam, nacidos en plena época punk, pero lo cierto es que N siempre había pensado que la energía que desprendía esa canción provenía de su propia naturaleza. Paul Weller hablaba en ella del sistema académico inglés, de cómo anulaba la imaginación y la creatividad de los individuos y creaba autómatas sociales. Y esto a Weller le reventaba.

Treinta años después, sus fieles y devotos seguidores se habían convertido en símbolo de aquello que su admirado Paul más odiaba: la no disidencia, la no rebeldía. Eso sí, siempre camuflados bajo una opción estética muy cultivada y defendida frente al intruso.

Mr. Shankly

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La Voluntad (volviendo al origen)

En las últimas filas, alli nos sentábamos. Y no hacíamos deporte. Leíamos más que el resto (pese a ser malos estudiantes -porque nuestras mentes estaban en otra cosa-). Tal vez alguno iba para superdotado... pero algo debió de torcerse. Nos fumábamos las clases de gimnasia o nos librábamos con dispensa. Los demás alumnos nos despreciaban por ello. Nosotros nos apiñábamos en un grupo bizarro, fantaseábamos en un idioma propio y sacábamos punta a la realidad como si se tratase de un lapicero.

Con el tiempo ganamos en seducción. Cuando a alguien se le descuadriculaba un poco la cabeza y buscaba una pizca de misterio, se acercaba a nosotros: sabíamos más que nadie de ciertos comics, de cierta música, de cierta magia, de ciertas novelas, de ciertas películas, de ciertos afectos... De pronto, las ranas se volvían príncipes por la alquimia de la conversación, por descubrir nuevos continentes a los profanos, que nos miraban embobados, con la boca abierta y ojos de inmenso respeto. Nuestras voces, nuestros ámbitos eran otros: porque éramos otra gente. Los alumnos elegidos por el profesor como celadores del aula nos detestaban. Se nos consideraba el origen de todo desorden, de toda transgresión.

Había quien se nos unía temporalmente. Por el placer de la curiosidad, por jugar a emociones nuevas, se permitía compartir nuestra rareza por un tiempo: luego, se asustaba y volvía a la fila (acuciado por tal o cual fobia, o temeroso de perder puntuación y estima ante profesores y celadores).

Otros, por el contrario, permanecían a nuestro lado, abriéndonos su corazón y sus ilusiones y aportando nuevas búsquedas. Y la piña bizarra de las últimas filas, día a día, se sublimaba en un más rico bagaje. La poción mágica que nos iba marcando, curso a curso, para los años venideros dejaba su concentrado poso en nuestro subconsciente.

Al pasar el tiempo, la pleamar filistea nos anegó a todos. A punto estuvimos de perdernos entre las mil presiones para que volviésemos a la fila (coartadas de todo tipo, incluso algunas camufladas falazmente de "disidentes", "alternativas", "revolucionarias"...). Llegamos en algún momento a avergonzarnos de nosotros mismos y quisimos rebajarnos a ser como los otros (más cuadrados, más convencionales, más dogmáticos, más gendarmes de la imaginación y la herejía). La pubertad quedaba atrás, según el DNI (aunque nuestro perenne retardo emocional lo negara cada día), y nuestras señas de identidad (aquel tebeo del Capitán América en el que descubrimos a Madame Hydra, aquel disco de Marc Bolan con chistera, aquel cuento largo de Lovecraft protagonizado por Randolph Carter, aquellas horas tibias de verano que nos inspirarían siglos más tarde estrofas para una canción, aquel amor pionero sin sexo definido por una criatura presuntamente afín, aquella serie televisiva con el tipo del hongo y su hermosa ayudante, aquel film de los enanos en el circo gritando "gabba, gabba"...) habían sido arrumbadas en polvorientos desvanes de la memoria.

Un día, reparando en cómo nuestros antiguos condiscípulos (los que hacían deporte, los que ocupaban las primeras filas, incluso algunos que desertaron de nuestro lado...) se habían ido convirtiendo en ministros, diputados, ejecutivos de discográficas, atletas olímpicos, cuadros de la Policía o de la Guardia Civil, confidentes del CESID, columnistas de importantes diarios, escritores de best-sellers, narcotraficantes de tronío, realizadores de tv, magos de la publicidad, creadores de encuestas, celadores, arrepentidos y reinsertados... nosotros nos sentimos, de pronto, tremendamente solos, tremendamente vacíos, tremendamente alienígenas en un mundo ruin e imbecil donde todo cristo toma en vano el nombre de los Dioses Otros (dioses más grandes que la vida -como dijo el gran dios Orson,- llenos de misterio y de sabiduría) y lo enmierda y lo confunde y lo vuelve insustancial.

Miramos atrás: nos habían echado de la radio, de la prensa establecida y las demás vías también se nos habían cerrado (la sensación de marcianitis era total)... La línea de sombra se hacía insoportable en aquella canícula del 93. Por un instante planeó sobre nuestras cabezas la solución final: acabar de una vez, apearnos de tanta abyección y tanta sordidez. Pero.. nos dimos una prórroga (¿por qué no?) y sacamos un fanzine. Sólo para expresarnos, para recuperar a los demás compañeros de la última fila, para plantar cara al filisteismo, para ser objeto de todos los epítetos y desaires de los bienpensantes (pero ahora asumiéndolo con la cabeza muy alta, libres de inmerecidas angustias, orgullosos de nuestra diferencia real- justo cuando la palabra "diferencia" estaba siendo asaltada, castrada y vuelta eufemismo inocuo por determinados lobbies).

Para expresar nuestro odio a lo vigente y nuestro amor a lo vetado: amor a los Anarcas, a los Emboscados, a los colgados por las mutitudes (colgados por el cuello o por los pies, en una plaza o en una celda, por tal excusa o por la contraria, qué más da -los linchadores siempre son los mismos-), a los mutantes de toda laya (porque - como Jack Kirby y Eduardo Haro nos enseñaron- en les mutantes duerme Aquel al que conjuraba Nietzsche en sus delirios: el Homo Superior).

El mundo sigue siendo un aula. Un poco más grande pero sin demasiados cambios. Y sabemos que, fuera de nosotros y de nuestro fanzine, hay poco (nada) que podamos hacer, salvo caer en la abyección, en la sordidez, en la obediencia. Somos la piña bizarra de las últirnas filas, la otra gente surgida de la mutación, hombres lobo y mujeres pantera (carne de cárcel, de manicomio, de feria de fenómenos, de hoguera), brutos mecánicos de corazón boscoso...Nada más y nada menos.

Nicolás Sicodelo

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Tatoo

Se han impuesto entre la juventud dos modas sorprendentes: el tatuaje y el "piercing". Resulta ahora que los muchachos y muchachas se rellenan los poros con tinta y se perforan la piel con aros de metal Ante esta novedad práctica, a muchos ciudadanos se les plantea una duda terrible: ¿cómo podremos distinguir a un adolescente moderno de una vaca que lleva en su lomo marcado al fuego el hierro de su ganadería y en el hocico un aro para atarla a la puerta de la cuadra?

Intentaré dar un criterio identificativo de las dos especies que permita diferenciar el ganado vacuno del "borregus inmadurus".

El joven tatuado aún tiene pendientes las matemáticas de segundo de Primaria y la vaca ya se ha conseguido la denominación de origen.

La vaca sabe cuándo va a llover y en previsión de un chubasco se tumba en la hierba mientras que el adolescente nunca sabe el tiempo que va a hacer porque está todo el día metido en el bar y la climatología es una cuestión que no le interesa.

El joven anillado cuando ha bebido se introduce en un automóvil rojo en la madrugada del sábado al domingo para acabar empotrándose contra una vaca. Esto nunca sucede al revés y no se conoce el caso de ninguna vaca borracha que se haya ido a estrellar en coche contra un indefenso joven.

La vaca produce leche, de la que se obtiene el queso en porciones, y estiércol del que brotan champiñones. Hasta el día de hoy no se han recogido datos que nos hagan sospechar que de un jovenzuelo se pueda obtener algo provechoso.

El joven a la moda es absolutamente incapar de pronunciar alguna frase que muestra un razonamiento inteligente. Por el contrario, la vaca, mediante un complejo sistema de mugidos, es capaz de comunicarse con sus compañeras e incluso de exigir la presencia del macho de la manada cuando requiere de sus servicios, al mismo tiempo que pone música de fondo al campo.

Espero, amigos lectores, que les sea útil esta pequeña guía de campo para que no cometan el error de intentar torear a un pobre chico.

Alex Tornasol

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Domingos de cine: El silencio de los corderos

Cada día somos más borregos. Y no lo digo como una frase hecha...lo digo a conciencia. Y viene al caso ante la proliferación de un determinado fenómeno al que asisto con una mezcla de curiosidad y desolación. ¿Habéis tratado de ir al cine un domingo? Se ha convertido en una misión casi imposible, digna del mejor agente 007 al servicio de su majestad. ¿Por qué?

Lo primero, por la imposibilidad de encontrar una película potable en toda la cartelera. En estos días en los que los cines -o multicines mejor dicho; las salas grandes de toda la vida, con butacas cómodas y espaciosas están en vía de extinción- crecen como champiñones debería haber una oferta más amplia y de mayor variedad. Pero no, el progresivo abotargamiento de los espectadores ha conseguido poblar nuestras salas de películas americanas de encefalograma plano ¿Alguien recuerda cual fue la última buena película que hizo un gran estudio?

Pero lo más preocupante del tema es que los cines se han llenado de efectos especiales, de simulaciones por ordenador, de tiros, de patadas y de diálogos absurdos al mejor estilo Stallone, y la gente parece disfrutar con ello. No en vano, las recaudaciones en taquilla están alcanzando cotas inimaginables. Incluso el cine español, tan estancado en otras décadas, se está aprovechando de este boom para filmar un volumen de producciones anuales record.

Y, mientras tanto, las buenas películas que suelen llegar casi siempre del viejo continente, Asia o Sudamérica (Tavernier, Egoyan, Kiarostami, etc) no se estrenan o apenas permanecen una semana en cartel.

Pero quizás el efecto más llamativo es "eldomingodecine". ¿Cuántas veces habéis visto ante una gran cola en las taquillas de unos multicines la típica pareja que ante la imposibilidad de asistir a la primera película seleccionada por encontrarse la sala -de 40 butacas, así son los multicines- llena a rebosar, pregunta por otra y otra hasta que a la séptima encuentra una sala con dos asientos en primera fila y acaban viendo "Venganza Mortal III. The Return" y padeciendo una tortícolis de miedo?

La gente va AL CINE, no va a ver una película determinada. Es aberrante, sería como ir a un partido de fútbol sin saber quien juega o ir a un concierto sin saber quien toca. ¿Y por qué se produce este fenómeno? Creo saber la respuesta. La cultura mass-media de nuestros días nos facilita el no pensar, nos acomoda...y nosotros nos dejamos. Trabajamos diez horas diarias y ¿qué nos ofrecen en los ratos de ocio? Entretenimientos inocuos. La gente se sienta delante de la televisión echen lo que echen, siempre hay algo con lo que pasar el rato. Pues el cine se ha convertido en lo mismo. El domingo hay que ir al cine porque sí, para luego comentar que se ha visto "Titanic" al quinto intento y que qué buena es (si ha ganado el Oscar por algo será...)

Juro que el domingo que viene no voy al cine. Lo juro.

Caiser Sosé

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Llamada a los cineastas vascos:

Se busca un nuevo Nanni Moretti para un paseo en Vespa por Bilbao

Recientemente apareció en la prensa la iniciativa de Angel Rebollo y otros directores vascos de rodar una película con Bilbao como protagonista. Desde aqui aplaudimos este proyecto y nos atrevemos a proponer realizar un remake del episodio "In vespa" de la película Caro Diario de Nanni Moretti situando la acción en nuestra ciudad, siempre cateta, pero con vocación eternamente postergada de cosmopolita.

"In Vespa" es una agradable paseo en scooter del director italiano por la Roma estival. Nanni Moretti, siguiendo el modelo de su admirado Woody Allen, nos va mostrando desde su vespa su particular visión de la ciudad eterna: sus barrios, sus edificios favoritos, sus cines, ...todo ello mezclado con periódicas verborreas - muy "allenianas"- sobre la falta de compromiso de la sociedad, la ausencia de gusto en el cine actual o las asignaturas pendientes de una generación. "In Vespa" se trata de un episodio muy bello en una película muy personal.

¿Es posible rodar un agradable paseo en scooter por las calles bilbainas? Es cierto que el Bilbao gris y cubierto permanentemente por el sirimiri nunca se ha caracterizado por ser una ciudad motera. Sin embargo, el cambio climático y el descenso de la contaminación por el desmantelamiento industrial de nuestra margen izquierda pueden convertir un paseo en moto por nuestras calles en una película excepcional como Caro Diario.

Ahora es el momento de rodar esta película. El nuevo maquillaje de Bilbao para tratar de convertir, como a una vieja puta, la ciudad industrial en una bella metrópoli de servicios puede privarnos en un corto periodo de tiempo de escenarios tan cinematográficos como la península de Zorrozaurre o los parajes ,ya dañados por el urbanismo ramplón, de Uribitarte.

¡Directores vascos, El Efecto Orégano os reclama para una tarea popular y revolucionaria! ¡Las futuras generaciones exigen un testimonio visual del Bilbao que agoniza a golpe de titanio, talonario de nuevo rico y esterilidad cultural etnocéntrica acompañada con acordes de chistu y tamboril!

Mr Ringo Rango

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El yogur de los modernos

¿Crees que leer un cutre fanzine es un acto de rebeldía social? ¿Crees que eres "pos" porque compras en tiendas de segunda mano espantosas camisas de cuellos interminables? Lo siento, has de saber, que no siempre fue así. Hubo tiempos en que para ser original había que hacer un largo recorrido. Londres, Milán, eran destinos privilegiados, pero también estaba Biarritz, donde podías comprar un yogur y presumir al día siguiente ante tus amigos. No me podéis negar que era mucho más "chic" ir a ver pelis porno a Francia que enchufarte a tele Bilbao los viernes de madrugada. Ya ves, ahora la cosa ha cambiado sustancialmente, y cualquier super está lleno de diversas guarradas provenientes de nuestro globalizado mundo, de forma que ya no sabemos si nuestras tentaciones, que nos dan un aire de tribu renovada, vienen de Filadelfia, Yakarta o Erandio.

Que lo prohibido, divertido, excitable y moderno ya no se encuentre únicamente fuera de nuestras fronteras tiene, desgraciadamente, otro tipo de consecuencias, a saber, nuestra exposición prolongada a la imbecilidad, ya no sólo propia, sino también importada.

Hay individuos que sacan partido de la situación, y nos venden que tatuarnos por un congo la piel es sexy y provocativo, o que perforarnos la lengua es muy "bonito" (¿Hay palabra más cursi que ésta?). Y yo me pregunto, ¿qué tiene de bello tu papila gustativa taladrada por un tornillo barato que seguramente ha sido injertado sin ningún ápice de compasión?.

Sin embargo, todo este proceso requiere de varios elementos. Así para que existan especímenes de la serie A (los que se forran vendiendo estupideces), tienen que reproducirse los de la categoría B, es decir, los que siguen sin piedad a cualquier perturbado que salga en la tele llevando algo "original".

Hace unos años era estrangularnos el esternón con el maldito "Guonderbra", ahora se trata de sombras de ojos modelo arco-iris y labios color melocotón que dan un aire entre chorra y posmoderno/a aneuronal. Aunque, estaréis conmigo que el misterio más inescrutable sigue siendo la razón última por la que los hombres con prominente calvicie se tiñen de rubio.

Este fenómeno es además tendente a la expansión. Algunos de sus factores multiplicantes no se conforman con ser sólo bobos/as , sino que además son del modelo invasivo, es decir, de los que no se quedan únicamente en qué debemos llevar, sino también en qué tipo de cuerpo debe lucir sus perversos artilugios. Así nos indican que nuestro peso debe de ser similar al de un pollo hambriento, nuestras piernas como las de la abeja maya en huelga de hambre, y nuestros labios, abultados como la mejor muestra de una colonia de calenturas. Pero volviendo a nuestra cuestión principal, ¿qué es eso de ser moderno?. Es decir,¿se puede ser moderno sin ser jilipollas? ¿Existe contra-cultura sin cultura? ¿Debo yo responderos a esto?. Mucho me temo que el desafío es inmenso, sólo apropiado para algunas mentes privilegiadas que se atrevan a navegar por las profundidades de la globalización de la imbecilidad. Mientras tanto, el resto de los mortales tendremos que conformarnos con cerrar bien las ventanas y volver a Francia a comprar yogures.

Mick Blessing

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