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Otros números
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Número uno
Cartas al Director
Do, re , mi ¿Quién no recuerda las flautas Hohner?
Los Madelman
abandonados en una habitación (realmente) pequeña
Mandaremos
un hombre a la luna, otro al Aconcagua y otro al fondo del mar"
Ruby Tuesday Una visión de los años 70 a través de esta
canción stoniana
THE GO-BETWEENS: las calles de
mi ciudad Acercamiento a este grupo pop australiano
La mesa de los pequeños (Cuento
de Navidad)
El Efecto Orégano contra las 35
horas Una denuncia del mundo del trabajo
Primeras lecturas: los tres
investigadores
La Gran Vía de Norteamérica La ruta 66: de los okies a los
beatniks
El Señor de los anillos: ¿Culto o cuento?
Mujeres con suerte
Una noche de Reyes: ¡Muerte a Santa Claus, a los
bastones de caramelo y al Jingle Bells!
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Número Dos
"No pido nada. Sólo deseo que alguna mañana,
cuando mis ojos estén todavía cerrados,
el mundo entero cambie"
Yukio Mishima
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Cartas al Director
Señor director:
Le agradezco mucho su reciente carta, pero debo mostrarle mi sorpresa
y mi horror cuando he leído que usted pretende que mi esposa colabore
con su fanzine. Supongo que se tratará de un error o de que una vez más
ha estado usted dándole al Jumilla, o quizás sea que ha estado escuchando
discos de Benito Lertxundi más de los doce segundos que recomienda la
Asociación Nacional de Otorrinolaringología.
Estimado amigo, una mujer no puede ni debe escribir. ¡Es una actividad
contra natura! Sí, ya sé que andan por ahí sueltas, sin vigilancia policial
ni nada, unas cuantas mujeres que dicen ser escritoras, pero esto no es
más que otra de las aberraciones que se dan a menudo en estos tiempos
modernos que nos toca vivir. Convénzase, dar un bolígrafo a las mujeres
ha sido como facilitar whisky a los indios.
La mujer está incapacitada para el arte, del mismo modo que el caniche
para la caza mayor, Isabel Gemio para la astrofísica, el gato para la
natación sincronizada o yo mismo para el ballet del Bolshoi: es decir,
por su propia naturaleza. La mujer, nadie lo duda, es inteligente, simpática,
alegre y hasta hermosa cuando se depila, pero carece de dos cualidades
fundamentales para el desarrollo del arte literario: la imaginación y
el romanticismo.
Como no tienen imaginación se deshacen en una profusión imparable de
tópicos, lugares comunes, arquetipos y frases hechas (consúltense las
obras completas de Lucía Etxebarria). Dado que carecen de romanticismo
están inutilizadas para el uso del humor o el sentimiento poético de la
existencia y las muy taimadas han recurrido al sucedáneo de la sensiblería,
la cursilada y los puntos suspensivos (si no me cree lo de la falta de
romanticismo repase en su memoria la experiencia de sus tres últimas novias).
Expuesto lo anterior,sólo me queda decirle una vez más que desista de
su idea de contar con la colaboración de una mujer. Y ahora le dejo, que
temo que mi mujer acaba de llegar de tomarse una copa con las amigas y
empezará a pegarme en cuanto me vea para descargar su frustración.
Un saludo,
Pepe Sorkunde
P.S. Si, ya se que hubo una mujer que, ¡extraño fenómeno! escribía bien.
Se llamaba Richmal Crompton y es la genial autora de Las Aventuras de
Guillermo.
^^
Los Madelman abandonados en una habitación (realmente) pequeña
Existe un tiempo en que soñamos con alcanzar el futuro. Es el tiempo
en que las niñas de 8º de EGB siempre aman a los chicos de BUP y tú vives
una educación general básica indefinida, eternamente prorrogada. Sin embargo,
un día por fin alcanzas 1º de BUP y descubres con desolación, con sensación
de que alguien ha hecho trampas en el juego, que ahora esas niñas, nuevamente
lejanas, aman a los universitarios.
Mientras, quizás en ese tiempo, te has visto obligado a abandonar a un
Madelman en medio del Polo Norte, dejar para siempre unos huecos blancos
en una albúm de cromos de dibujos de la tele, rechazar los juegos antes
compartidos con tu hermano pequeño, escapar de la santa hermandad de los
proscritos de Guillermo, ... poco a poco, sin darte cuenta, has entregado
tu paraíso en una rendición vergonzosa ante un futuro de rostro adolescente
y sensual, desertando de tu mundo de praderas infinitas, de selvas inexploradas,
de mares de piratas, de ciudades del Oeste... de ese universo infinito
ubicado en una habitación, como cantaban Los Negativos, realmente pequeña.
El futuro nos llama con sus atractivos engaños de culitos respingones
y pechos incipientes, con sus promesas de participar en la ceremonia de
lo prohibido en esas fiestas de hermanos y primos mayores donde se beben
alcohol y besos. Y caemos sin remisión en las redes de la necesidad, la
seriedad y la madurez. Quizás es inevitable , pero, uno o veinte años
después, descubrimos nuestra condición de exiliados en una tierra inhóspita,
de inmigrantes sometidos a leyes injustas y tal vez entonces decides reaccionar,
cambiar tu vida, derrotar a la necesidad, regresar a tus verdes praderas
infantiles, pero ya es irremediablemente tarde: has perdido la posesión
del paraíso, como acertadamente escribe Felipe Benítez Reyes, ganando
la leyenda del paraíso.
Camilo Veinticinco
^^
Mandaremos un hombre a la luna, otro al Aconcagua y otro al fondo
del mar"
La inmortal España ha contribuido a la historia de la humanidad con grandes
inventos como, por ejemplo, la paella, el chupachups y los increibles
Madelman. Es tiempo de recordar y homenajear a estos muñecos diseñados
y fabricados en nuestro país desafiando a la unamuniana - y muy bilbaina-
proclama "que inventen ellos".
¿Tengo que recordaros cómo eran los Madelman? Estoy convencido que ninguno
que haya pasado sus tardes de juegos en su compañía puede haberlos olvidado
(aunque muchos tengamos que confesar avergonzados que un día abandonamos
a nuestros camaradas a su suerte en en el Polo Norte o, lo que es peor,
en las manos torpes de un primo menor).
Ante todo, los Madelman eran la aventura. Como decía su anuncio de televisión,
"mandaremos un hombre a la luna, otro al Aconcagua y otro al fondo del
mar". Había exploradores, soldados, indios, vaqueros, buzos, piratas...
e incluso mujeres (los más pervertidos vivieron sus primeras experiencias
sexuales desvistiendo a las mujeres Madel en busca de sus secretas intimidades).
Los Madelman fueron producidos en los primeros años 70 y continuaron
fabricándose hasta 1983. Durante su vida tuvieron que competir con Geypermans,
Big Jims y otros muñecos que nunca alcanzaron la aceptación y el respaldo
de nuestros héroes. Sin embargo, los Madelman acabaron doblemente asesinados:
por un sistema que incorpora cada vez antes a los niños al mundo criminal
del consumo adulto y por un sistema educativo que persigue la imaginación
(disfrazada esta persecución de lucha contra el sexismo o el militarismo).
¡Pobres niños viejos!
Descansen en paz.
Mr. Ringo Rango
^^
Do, re, mi
A lo largo de la historia de la civilización occidental han sido varios
los inventos que han tenido funestas consecuencias para la humanidad.
Tales han sido la guillotina, el garrote vil, la dinamita, el napalm,
la bomba atómica y los programas culturales de la televisión. Y en la
maligna cumbre de estas diabólicas invenciones se enseñorea un artefacto
singular: la flauta melódica de uso escolar marca Hohner.
No se sabe a ciencia cierta quién fue el malévolo inventor. Tampoco sabe
nadie quién fue el canalla de pedagogo que impuso la obligatoriedad de
su enseñanza a los escolares españoles dentro de la asignatura de música.
Desconocemos también si los profesores de Primaria forman parte de un
aterrador complot cuando obligan a nuestros hijos a perpetrar irreconocibles
melodías con este atormentador artefacto.
En apariencia es un objeto inofensivo. Tan solo se trata de un tubo de
plástico hueco con un chiflo en un extremo y un colectivo de agujeros
hábilmente distribuidos por toda su longitud. Pero colocado entre las
manos y la boca del más tierno infante se convierte en un perfecto instrumento
de tortura. Unas veces se escuchan los aterradores gritos que profiere
un gato cuando es estrangulado. En ocasiones es un tren del oeste irrumpiendo
en el salón de casa. A ratos se sienten las lamentaciones más espeluznantes
de las castigadas almas del infierno. Incluso llega a oírse el denteroso
chirriar de quien raspa sus uñas sobre una pizarra.
Desde este espacio quiero dirigir una pregunta que es un ruego a cuantos
maestros educan a nuestros niños: ¿Es absolutamente necesario obligar
a las pobres criaturas a ensayar ese horror cacofónico en sus casas?,
¿no les basta con las horas escolares? Dense cuenta, señores educadores,
que nuestros oídos ya se ven sobradamente gratificados con las múltiples
jornadas de exaltación del txistu, el tamboril y la txalaparta. Y además,
lo del txistu probablemente es cultura, tradición, religiosidad y folklore.
Pero eso de la flauta yo no sé qué demonios es. Lo único que sé es que
se me están acabando las aspirinas.
Alex Tornasol
^^
Ruby Tuesday
Por alguna razón que se me escapa recuerdo la primera mitad de los setenta
como una época bastante lluviosa. Casi todas las imágenes de aquellos
años (mis "teen") están envueltas en "noche y niebla", quizá porque fueran
tiempos borrascosos, no lo sé, pero es así. Uno diría que se pasó cuatro
o cinco años chapoteando por la Calle Mayor con las manos en los bolsillos,
o recorriendo reiterativamente cierto número de estancias donde hallaba
calor y comprensión.
Uno vive sus tiempos y goza de su generación, pero a la vez está con
un pie atrás y otro, supongo, adelante. Sea como fuere, recuerdo que compraba
los éxitos de T-REX, y hasta debí creer por algún tiempo que eran "los
nuevos Beatles". Todavía existían los singles y para el grupo de Marc
Bolan (que era, básicamente, un dúo) bastaba sacar un nuevo "hit" para
situarse en dos o tres semanas en el número uno del Top Ten británico.
Eso pasó con "Get it on" y con muchos otros (incluída una frenética versión
del clásico de Cochran "Summertime Blues"), hasta, creo recordar, con
el último coletazo que fue "Metal Guru". Poco después el espiritado Marc
Bolan sufrió un accidente y falleció, o poco menos.
Evidentemente en aquellos años escuchaba algo más que los lamentos adolescentes
del andrógino Bolan. Por ejemplo (y ya entonces parecía casi una anacronía)
a los Rolling Stones. Justamente habían roto con su casa matríz (la Decca)
y a medida que ellos iban sacando nuevos discos, sus anteriores editores,
basándose en alguna cláusula sibilina del contrato ponían en el mercado
un disco recopilatorio tras otro. Fue a esa etapa ya tardía de los Rolling,
justamente pasada la vorágine de los sesenta, a la que llegué, y esto,
lo de llegar a las modas con retraso, creo que se convirtió en una costumbre.
Pese a mi precocidad innegable lo cierto es que los "happy sixties" me
pillaron demasiado verde y los fui descubriendo más bien en la década
siguiente. Ese fue el caso de una canción como Ruby Tuesday, contemporánea
de "Penny Lane" (Lennon & Mc Cartney) y como ella vagamenta londinense
y "mod".
Esa indefinible melancolía del tiempo otoñal, de los domingos por la
tarde (o de los martes, en este caso), me prendió en seguida y como iba
ambientando mis vivencias en los lugares que conocía, fueron algunas traseras
no muy bien olientes de la calle de la Económica (vulgo "Calleja Sucia",
casi una Penny lane de la altimeseta) donde situaba los escenarios emocionales
de estas y otras canciones. Quizá por asociación de ideas, porque por
allí, no mucho antes, había hecho deambular a los personajes dickensianos
de "Canción de Navidad", "Oliver Twist" (que, para mi sorpresa, nada tenía
que ver con Chubby Checker, ni con los primeros botes de cristal herméticos
que llegaron a "Los Sevillanos" conteniendo encurtidos y con este término
polisémico -Twist- escrito en la tapa) o al un tanto repollo David Copperfield...
Así que Ruby Tuesday, por aquel año 71 o 72, no mucho después de mi aventura
carcelaria, significaba lluvia, soledad, domingo por la tarde, indefinible
melancolía, añoranza de lo no-vivido y otras reminiscencias de ese tenor.
Por aquel entonces solía pasar ratos de intimidad en un sótano que había
habilitado para escuchar música, leer, etc. y a donde llevaba invariablemente
las escasas conquistas femeninas que realizaba.
Una de ellas, uno de esos amoríos sin futuro de la adolescencia, fue
una estudiante de enfermería, menuda y aniñada (bueno, "era" una niña,
pero entonces dudo que me lo pareciera) con la que pasé algunas tardes
en aquel tiempo. Recuerdo que era una persona melancólica, quizá tanto
como yo lo soy y que en aquellos encuentros fugaces, dominados seguramente
por el entorno del sótano, que era bastante hosco y hasta tremebundo,
solíamos ponernos bastante depresivos. Aquella chica, a la que dejé pronto
de ver por razones que he olvidado y que nunca más he vuelto a encontrar,
era cubana: aunque de raza y aspecto occidental la delataba la dulzura
de su acento. De algún modo no muy explícito sé que "la heredé" de un
compañero de militancia antifranquista bastante mayor que ambos. "No se
entera de nada", sentenció el rojeras (creo que ahora anda de corresponsal
en Canadá),quien había intentado explicarle varias veces las excelencias
de la revolución castrista, pero la chica, hija de exiliados, aunque compartía
vagamente nuestra progresía, no tragaba a Fidel.
Fue ella, en aquellas tardes de agridulce placidez, quien me habló por
primera vez de Melanie y de su voz portentosa.
Algunos años después, cuando por fin tuve un trabajo estable y unos ingresos
regulares, uno de los primeros discos que compré fue una recopilación
de Melanie y para entonces comencé a darme cuenta del prodigioso parecido
físico que "mi" cubanita guardaba con la cantante.
De aquel Ruby Tuesday, rollingstoniano, a este otro todavía más sosegado
y tristón iban algunos años, pero sé que lo escuché por primera vez a
solas, en lo que fue mi primer "piso de soltero", en la plaza de Fuentes
Cabrejas, y que llovía, y que por un ventanuco del patio de luces se escuchaba
a una madre cantar algún soniquete somnoliento a su hijo pequeño...
Las notas de esta vieja canción suelen traerme el recuerdo de aquellos
años y la indefinible languidez de una relación apenas entrevista, en
agraz, que no desembocó (como tantas otras) en nada concreto, apenas un
esbozo, un garabato de sentimientos indefinidos. La duda del qué hubiera
pasado, en qué hubiera parado aquello, a veces me seduce, y hasta hago
cabalas. Lo de siempre, cuántos años tendrían nuestros hijos, cómo hubieran
transcurrido nuestras vidas, bifurcaciones incógnitas de esos senderos
laberínticos de los cuáles a duras penas conocemos un ramal: el que nos
ha traído hasta aquí, para bien o para mal...
Por todo ello Ruby Tuesday es la sintonía de una nostalgia que ya tiene
estratos, sótanos y semisótanos, minas y contraminas, galerías muy profundas
donde el aire se ha enrarecido demasiado ya como para descender sin el
auxilio de oxígeno. Y en su penumbra, en los recovecos del laberinto,
con una acústica de bóveda románica, mientras fuera cae mansamente la
lluvia o la nieve, todavía se escucha la voz desolada y sin esperanza
de Melanie Safka: Good bye, ruby tuesday...
Antonio Ruiz Vega
^^
The Go-Betweens: las calles de mi ciudad
Se rumorea que recientemente se pudo ver a Colin Greenwood, bajista de
Radiohead llorando en un concierto en un club londinense. ¿Quién puede
hacer llorar a uno de los divos de la escena actual? La banda que tocaba
aquella noche eran los Go-Betweens, en uno de sus enésimos intentos de
reagrupación.
Para aquellos que os encontréis en el grupo de incultos musicales que
no sabéis quienes son los Go-Betweens, no os preocupéis. El Efecto Orégano
- Sección Formación y Cultura- os imparte gratuitamente las nociones básicas
sobre una de las bandas pop de culto de la decada pasada.
Oriundos de Brisbane (Australia) los Go-Betweens se trasladaron a Londres
a principios de los ochenta con la intención de alcanzar el éxito masivo.
Bebían de las fuentes de The Triffids, The Monks o The Velvet Underground,
siempre con el gran Dylan como referencia de fondo.
El talento creativo de los Go-Betweens nacía de la rivalidad musical
entre sus dos compositores: Robert Forster y Grant McLennan. Cada uno
de ellos tenía sus peculiaridades: Grant poseía una sensibilidad melódica
extraordinaria, muy en la línea de Brian Wilson; Robert era impredecible,
irascible, capaz de lo mejor y de lo peor, emocionalmente inestable, en
definitiva, un genio. El grupo lo completaba una batería, Lindy Morrison,
la cual mantuvo una turbulenta relación sentimental con Robert. La influencia
de esta relación en el carácter siempre variable de Robert dio lugar a
algunas de las canciones más bellas de los ochenta.
Dejaron para la posteridad siete discos, todos ellos magníficos. Entre
una obra tan completa, es difícil elegir. Yo me quedaría sin duda con
Liberty Belle and the Black Diamond Express y 16 Lovers Lane, donde el
talento creativo de Robert y Grant, Grant y Robert alcanzó su máximo apogeo.
Pertenecen a estos discos perlas como Spring rain, Love is a sign, Head
full of steam o Streets of your town (quizás su único hit). En ellas consiguieron
añadir a esa permanente búsqueda de la melodía perfecta ya dibujada en
temas como Cattle and cane o Bachelor Kisses, una madurez post-adolescente
cultivada en la melancolía y el desamor - "...and this town is full of
battered wives" reza Streets of your town-.
Pero, como suele pasar con casi todas las bandas de culto, no alcanzaron
en vida el éxito que su música merecía. Los Go-Betweens se separaron al
final de la década de los ochenta, tras años de rivalidades generadas
por diferencias creativas entre Robert y Grant. ¡Qué gran contradicción!
Fue esa misma eterna rivalidad que dio lugar a extraordinarios duelos
melódicos la que nos privó para siempre de su genialidad musical.
Sólo tras su separación algunos de los críticos que tanto los habían
ignorado LP tras LP quisieron hacerles justicia. En dos años sus discos
se convirtieron en clásicos. Aquellos mismos que los habían tachado de
poco convencionales (¿quien dice que el pop tenga que ser convencional?)
ahora los encumbraban ¿Algún crítico miró más allá de los acordes? Ni
siquiera la admiración de Morrissey por la banda - los paralelismos con
The Smiths son innegables: Before Hollywood, 1983 - Hand in glove, 1983
- pudo redimirlos del escepticismo mediático.
Quizás necesitemos cinco o seis lustros más para admirarlos como merecen.
Quizás cuando los nietos de Thom Yorke escuchen los discos de los Go-Betweens
y disfruten, se preguntarán como no pudieron triunfar aquellos que fueron
capaces de hacer llorar al colega del abuelo.
Mr. Shankly
^^
La mesa de los pequeños (Cuento de Navidad)
¡Alegraos!, llega la Navidad. Los comercios, las plazas, las calles y
las casas se llenan de lucecitas que anuncian la Buena Nueva.
Las familias se reúnen en torno a los suculentos manjares que ha preparado
la abuelita. Todos cantan, beben champagne, ríen y son felices. ¿Todos?
Todos no. Una pequeña niña tullida se retuerce de frío en una esquina
sin atreverse a llorar, pues en cuanto brota una lágrima el terrible frío
la convierte en hielo. La niña no tiene padres y hace tres días que no
ha probado bocado. ¡Qué lástima!
Aún hay esperanza para la desdichada. Una familia de clase media-alta
encuentra a la pobrecilla que acaba de perder el conocimiento y la llevan
a su casa. Allí le dan un baño de agua caliente, ropas cálidas, y le invitan
a sentarse con ellos para cenar. La niña de la calle come pavo, jamón
con melón, turrones y pastel. Al verla comer, todos en la familia se emocionan.
Y entonces la hija pequeña de la familia de clase media-alta con la carita
bañada en lágrimas dice: "Papá, ¿no puede quedarse para siempre con nosotros?"
y el padre impresionado por la reacción de su hija responde: "Por supuesto,
hija mía. Ahora tenéis una nueva hermanita". Y la madre emocionada exclama:
"¡Hijas mías, esta ha sido la mejor Navidad de nuestras vidas, porque
hemos comprendido el verdadero significado del amor!". Al oír esto la
niña miserable no puede aguantar tanta cursilada y, a pesar de su pierna
rígida, sale corriendo de la casa mientras la familia rica está distraída
fundiéndose en un abrazo. Huye despavorida, con tan mala fortuna que al
alcanzar la calle es atropellada por un camión y muere bajo las ruedas
de la poderosa máquina.
¿Puede alguien imaginar una historia navideña más dramática que la de
esta niña lisiada? ¡Yo, sí! Es la historia de un niño de 13 años que ya
empieza a intuir que las chicas de las coletas saben algo raro.
Es el drama de un chaval que ya está a punto de terminar la Básica y
que se dispone a pasar la cena de Nochebuena con sus abuelos paternos
y el resto de su familia burguesa. Le han disfrazado de imbécil para la
fiesta y, cuando se dispone a sentarse en la mesa, la más soltera de sus
tías le indica que se ha equivocado de sitio y le señala un puesto en
la más horrible mazmorra: ¡La mesa de los pequeños!
Ocupando su ridículo lugar y mientras soporta las babas de sus primos,
las botellas de Mirinda y las batallas campales por el cuenco de gusanitos,
puede ver a sus primas, que sólo tienen un año más que él, devorando langostinos
ahogados en mayonesa. Entonces se inicia un proceso revolucionario en
el alma del muchacho. Brota en su interior el odio a sus mayores, la furia
contra todo. Sólo unos breves minutos en la mesa de los pequeños y ya
es ateo convencido. La Navidad ha dejado de tener sentido para él. Su
héroe ya no es el niño Jesús, ¡es Barrabás!
Jura venganza contra el gordo pederasta de Papá Noel, contra las bolas
de cristal, contra el Corte Inglés, contra la institución familiar y contra
todo lo que desprenda el mínimo tufillo navideño.
Actualmente ese niño de la mesa de los pequeños no celebra más fiesta
que el aniversario de la Semana Trágica de Barcelona y tiene pensado reunirse
con la familia únicamente para los funerales de sus primas.
Alex Tornasol
^^
El Efecto Orégano contra las 35 horas
Cada vez existe una mayor identidad entre el concepto actual de trabajo
y su origen etimológico (trabajo- tripaliare, del latín, torturar). Mientras
se habla de reducir la jornada cuántos ya nos conformaríamos con trabajar,
con ser torturados, sólo las 40 horas que recoge nuestro contrato.
Sociólogos, políticos y telepredicadores nos prometen una sociedad de
ocio y, sin embargo, cada vez trabajamos más. Nos facilitan máquinas,
teléfonos, ordenadores, internet, para hacer más cómodas nuestras vidas
y sin embargo pronto descubrimos la intención oculta de tanto cachivache
(el capitalismo nunca es desinteresado): ampliar nuestras jornadas laborales
durante el poco ocio que nos resta. No les faltó clarividencia a los ludditas
ingleses que en el siglo XIX destrozaban los telares mecánicos y las máquinas
que amenazaban su sistema de vida. Quizás es la hora de un nuevo luddismo
para acabar con las nuevas formas de esclavitud.
¿Cuál es el motivo de este aumento del trabajo/tortura? Sin duda, la
usura. Como advirtió Ezra Pound, la usura , la razón de estado del capitalismo
triunfante, resulta el cáncer del mundo, el poder del infierno y desgracidamente
ya no sólo es un valor colectivo sino que se ha interiorizado en nuestras
almas.
El Efecto Orégano quiere ser esa píldora que convierta en valentones
a los miedosos, pusilánimes y asustadizos ante la nueva religión, el mundialismo
capitalista, y su profeta, los Estados Unidos de América.
¡Podemos ser valientes , audaces y temerarios como el capitán Trueno!
¡Únete a la revuelta contra este mundo moderno!
Mr. Ringo Rango
^^
Primeras lecturas: los tres investigadores
En mi Colegio existía un sistema para incentivar la lectura, no sé si
muy eficaz, que consistía en que cada niño anualmente compraba un libro
y semanalmente, siguiendo un orden, lo intercambiaba con el adquirido
por otro compañero. Normalmente la gente llegaba cada semana a casa con
un nuevo libro que - sin leerse - esperaba el siguiente cambio de manos.
Sin embargo, algunos nos aficionamos a la lectura con este sistema comunitario
de incentivación, probablemente impensable hoy en el ambiente exacerbadamente
individualista.
Para los lectores más persistentes las piezas más deseadas eran los libros
de los Tres Investigadores. Cada semana era necesario organizar una estrategia
para burlando el orden impuesto por los curas, nuestros primeros afanes
ácratas, conseguir capturar una nueva aventura de los tres Investigadores
(como anécdota, recuerdo que el libro de los Tres Investigadores y El
Misterio del fantasma verde me lo prestó - sin habérselo leído- un compañero,
sinceramente bastante corto de luces, que una noche, muchos años después,
fue detenido, gracias a Dios, intentando poner una bomba en los bajos
de un coche de policía. Quizás si hubiese leído un poco más.... ).
Los Tres Investigadores narraban las aventuras de tres jóvenes californianos
(curiosamente en aquella época no me resultaban demasiado inaceptablemente
"norteamericanos") - Jupiter Jones, Pete Crenshaw y Bob Andrews - que
dedicaban su tiempo a investigar misterios en cuevas, casas abandonadas
y cualquier otro lugar o situación capaz de encender la imaginación preadolescente.
Quién que haya leído alguno de estos libros no ha deseado que Bilbao
se convirtiera en una California poblada de incógnitas a despejar? Reflexionando
ahora, veinte años después, descubrimos que desafortunadamente las casas
que encogían, el monstruo del lago o las sombras susurrantes respondían
siempre a un mediocre plan de un pequeño delincuente. Como en los dibujos
animados de Scooby Doo, las presencias mágicas, los espíritus que desafían
la lógica no eran ni son posibles en nuestro mundo cuadriculado y cartesiano.
Estos personajes, creados por Robert Arthur a mediados de los 60, son
esa lectura fácil, obsesiva y necesaria entre los 10 y los 14 años. Con
¿el tiempo todos fuimos abandonando estos libros y dirigimos nuestros
ojos y afanes hacia lecturas más sesudas. Siguiendo a Savater en la Infancia
Recuperada, ya no sólo buscábamos narraciones- "libros con argumento"-
sino literatura. Sin embargo, pese a haber cedido inevitablemente ante
el avance de la madurez, la seriedad y la ansiedad, nunca podremos olvidar
las aventuras compartidas en los tiempos de libertad- el sexo y las convenciones
no existían- de nuestras tardes infantiles con Jupiter, Bob y Pete. Cuando
paseando por las calles bilbaínas, en alguna pared descubrimos con sorpresa
una interrogación dibujada a tiza, por unos momentos todavía pensamos
que la aventura es posible, que nuestros ímpetus infantiles no están derrotados
y que quizás uno de los tres investigadores necesite nuestra ayuda. ¡Jupiter,
allá vamos!
Mr. Ringo Rango
^^
La Gran Vía de Norteamérica
Los que os dejéis ver por bares y seáis capaces de controlar vuestro
nivel de alcohol en sangre, habréis observado que últimamente se sirve
una nueva marca de cerveza americana. Apuesta fuerte por el mercado europeo
y basa su publicidad en la idea romántica que aquí tenemos de la peregrinación
hacia el Oeste. "Young man, go west" decían los primeros pobladores de
Nueva Inglaterra: Aventura y libertad. Libertad porque dejamos atrás una
vida hecha y aventura por lo salvaje del medio: "La recta no tiene fin,
entre nosotros y el horizonte se extiende una llanura de tierra rojiza,
a ambos lados de la recta se levantan bruscas colinas de roca, a modo
de islotes. La vegetación es dura y escasa." ¿Quién no se ha imaginado
nunca en un paraje como este?.
Si pintamos la recta sobre un mapa de yankilandia, del Atlántico al Pacífico,
de Chicago a Los Ángeles; ahí está la Ruta 66. ¡Un poco de historia Señores!:
Nació en 1926 para unir estas dos ciudades separadas entre sí por 2.400
millas (unos 3.800 kilómetros) y atravesaba ocho Estados: Illinois, Misuri,
Kansas, Oklahoma, Tejas, Nuevo México, Arizona y California. Dicen que
el tramo más duro es el Desierto de Mojave, ya en California y justo después
de cruzar las Black Mountains, en el linde con Arizona. La construcción
de las autopistas interestatales en los setenta le dio el golpe de gracia
definitivo, sin embargo, los tramos de la 66 que aún sobreviven, cada
vez son más visitados por mitómanos.
La 66 es a su vez la crónica de dos éxodos bien diferenciados: el de
los okies en los años treinta, y el de los beatniks en los cincuenta.
Durante la época que siguió a la Gran Depresión, miles de jornaleros americanos
del mid-east, que arrancaban maíz y algodón a una tierra castigada por
las tormentas de polvo, no pudieron hacer frente al pago de las rentas
con sus cosechas y fueron obligados a abandonarlo todo por los grandes
bancos, ansiosos por concentrar y mecanizar las propiedades. Familias
completas de auténticos americanos, nietos de hombres que mataron serpientes
y pelearon contra los indios, abarrotaron la 66, cargados de cachivaches
y a bordo de los más disparatados vehículos con motor. Un ingenuo viaje
hacia California: el falso paraíso en donde la tierra mana naranjas y
todo tipo de verduras frescas, en un clima agradable y eternamente primaveral.
Por el camino: "Estos malditos okies son sucios e ignorantes. Son unos
degenerados, maniacos sexuales. Estos condenados okies son ladrones. Roban
todo lo que tienen por delante. No tienen sentido del derecho a la propiedad".
Steinbeck definitivamente se pone del lado de los oprimidos en "Las uvas
de la ira", y la novela comienza en algún lugar cercano a Tulsa.
La historia de los beatniks es mucho más descarada y menos trágica. Es
el retrato de una juventud ajena a todo establishment, que llama tea a
la marihuana y Frisco a San Francisco. El pasado y el futuro no le interesan,
el jazz es su música y el budismo zen su religión. Siempre está en camino,
"On the road", como titula Kerouac el libro que fue manifiesto de esta
generación: La carretera es más que asfalto, hay mucha vida en las noches
sin dormir y en los moteles, cafés y gasolineras que jalonan sus orillas,
con grandes neones como reclamo. Su protagonista: Dean Moriarty, el héroe
hipster, un demente, un ángel, un pordiosero. No tiene nada que envidiar
a Jimmies de pacotilla.
De cafés y de huevos que se fríen al amanecer hablan otras historias
de la 66, muchachas desmañadas y poco agraciadas -las bonitas se marchaban
con cualquier cliente a los pocos días-, que atienden a los pasajeros
que llegan en los autobuses de la Greyhound, al sheriff del condado, a
los viajantes de comercio, mientras sueñan con revistas de cine. El director
alemán Percy Adlon decidió que este era el escenario ideal para "Baghdad
Café".
La música tampoco olvida a este mito: Well I´m standing on a corner/
in Winslow Arizona/ It´s such a fine sight to see/ It´s a girl my Lord/
in a flatbed Ford/ slowing down to take a look at me; De pié en una esquina/
de Winslow Arizona/ menuda vista/ es una tía Dios mío/ llega en un Ford
descapotable/ y frena para poder verme bién; cantaban Los Águilas en 1972.
Si Glenn Frey consiguió subirse al coche es algo que no dice la canción,
pero lo que sí es seguro es que Winslow se encuentra en la Route 66, poco
antes de llegar a Flagstaff.
Y hablando de coches, quienes de verdad recogieron a un autoestopista
fueron las dos outlaws más famosas de la historia del cine: Thelma y Louise.
Esta vez se trataba de un Thunderbird, curiosamente del 66, y Ridley Scott
quiso que rodara por esta carretera en su huida hacia la tierra de promisión:
otra vez California.
El Chaval de la Trenca
^^
El Señor de los Anillos: ¿Culto
o Cuento?
Es en esas tardes grises de domingo cuando los Olvidados por El Efecto
Orégano dejamos que nuestra imaginación dé sentido a las horas vacías
de contenido sin la presencia de la siempre-esperada, nunca-hallada Alma
Gemela que dicen a todos nos espera en algún momento y lugar, cuando acuden
a mi mente recuerdos de una época - antes próxima, ahora cada vez más
y más distante - en la que la pubertad nos hacía ser felices, optimistas,
seguros y libres, con esa libertad que da la inconsciencia.
Entre estos recuerdos toma consistencia el de ese libro que todos descubrimos
en un momento determinado, y que de manera inmediata pasa a formar parte
de nuestra vida. O al menos así lo era cuando sobrevivíamos con tres o
cuatro canales de televisión y un Spectrum, antes de que lo más parecido
a un libro para los adolescentes sea cualquier adaptación televisiva que
nos recuerde remotamente a uno de los grandes clásicos impresos en varios
tomos de pasta dura.
Es pues este "mi libro" - pues como dije antes lo hice mío - lo que hoy
me ocupa. "El Señor de los Anillos" conocido por todos, leído por los
menos, y por los más considerado propio de niños que abandonan por vez
primera los cuentos ilustrados. ¡¡Nada más lejos de la realidad !!
Sé que algunos consideran los relatos en los que intervienen seres mitológicos,
en los que largos y peligrosos viajes son el hilo argumental, y en los
que el bien triunfa sobre el mal, como propios de escritores faltos de
calidad y escasa capacidad narrativa. ¡Qué equivocados estáis, si os reconocéis
total o parcialmente en lo anteriormente consignado!
Es increíble la ligereza con la que ciertas personas hablan de la obra
de Tolkien, ese autor de "historias para niños grandes o adultos inmaduros".
Pensad por un momento en un Poder Oscuro en forma de Dioses del Olimpo,
un Frodo en forma de Ulises, y una Tierra Media en forma de Grecia Clásica?
pués bien, he aquí "La Odisea" de Homero como resultante. ¿Alguien considera
esta obra maestra de la literatura clásica como el relato infantiloide
de un autor mediocre ?
Si en este momento ha brotado en vosotros ese pequeño germen de la curiosidad,
desde aquí os invito a ignorar el antirromanticismo casi patológico del
momento en que vivimos y a sumergiros en un impresionante trabajo que
compila cartografía, genealogía, alfabetos, mitología y poesía, todo ello
a través de una narrativa cautivadora que os llevará de la primera a la
última línea inmersos en los avatares de la Comunidad del Anillo.
The Catcher in the Rye
^^
Mujeres
con suerte
Suena el despertador. Me levanto. Me asomo a la ventana. Llueve. Recojo
a toda prisa la colada que dejé anoche fuera. Hago el café y preparo las
tostadas. Despierto a mi compañero y a los niños. Él trabaja mucho y dormir
esos diez minutos extra le vienen muy bien. Desayuna. Yo deambulo por
la casa con el café y la tostada, persiguiendo a mis hijos para que no
se duerman en la ducha. Cuando el termina, vuelvo a la cocina a recoger
las tazas y los restos de la cena de anoche. Vinieron cuatro amigos suyos
a ver el partido. Durante la cena me dijo- Hoy te toca fregar a ti, cielo.
Y yo me pregunto, ¿pero cuando ha fregado éste en casa?.
Se ducha. Yo hago nuestra cama y la de los niños. Ya no tenemos asistenta.
El opina que no es necesario. Dice que lo de casa se hace en dos minutos.
El se viste y se va. Yo también me ducho y me visto. Me pongo el traje
y arrastro a los niños hasta la parada del autobús.
A la vuelta, los obreros de la esquina me gritan guarradas por décimo
día consecutivo. A ver si acaban las obras de una puta vez. Llego al curro.
Han ascendido a Jon. Entramos a la vez en la empresa y con la misma titulación.
Sólo nos diferencia mis conocimientos de informática, mi master en administración
de empresas y mis cuatro idiomas. Mi jefe dice que la junta tiene más
confianza en Jon que en mí. El intentó convencerles pero fue imposible.
Desde mañana, Jon vendrá sólo de tarde. Durante seis meses hará un intensivo
de inglés y francés.
Como un bocata a toda prisa. Mi jefe necesita que le ayude con el ordenador.
Tiene problemas con el procesador de textos. Jon no tiene ni idea de informática,
así que yo me he ofrecido.
Salgo de trabajar. Llego a casa. Mi compañero está viendo la tele. Le
saludo y le pregunto que tal. Me comenta que hoy ha sido un día muy duro
en el trabajo. Silencio. Al parecer, hoy tampoco tiene mucho interés en
saber como me ha ido a mí. Dejo las cosas y me pongo a cocinar para los
próximos días.
Congelar es la única forma de comer decente. Desde el pasillo llega un
rumor: cariño, ¿Podrías traerme una cerveza?. Dejo las lentejas. Le llevo
la cerveza. Vuelvo a la cocina. Me duelen las piernas. Junto con las lentejas
preparo una tortilla de patata para cenar mientras respondo a las preguntas
de Ana sobre no se que leches de la ovulación. Pero, ¿qué les enseñan
a estas niñas en el colegio?.
Cenamos. Acuesto a los niños. Les limpio el uniforme y los zapatos. Dejo
todo listo para mañana. Friego los cacharros y llamo a mi madre que está
enferma. Prometo visitarla mañana al mediodía. Otro día sin comer en casa.
El capullo de mi hermano está muy ocupado. Lleva un mes sin ir a verla.
Tiene mucho trabajo- dice mi madre resignada.
No sé por qué últimamente estoy tan cansada y deprimida. El médico dice
que es la menopausia que afecta el rendimiento físico e intelectual de
las mujeres. Me da antidepresivos.
Voy al salón y me siento un poco a ver la tele mientras repaso mentalmente
la lista de la compra para mañana. Me levanto. Se me había olvidado apuntar
café. Vuelvo. Mi compañero está viendo en la tele un debate sobre los
derechos de las mujeres. Se rie. Mira que pintas tienen esas lesbianas-
dice. Yo no me rio. Me coge de la mano y exclama- lo que más me jode de
éstas es su mala leche y lo resentidas que están. Necesitarían un buen
marido que se ocupe de ellas, ¿verdad, cariño?. Me he quedado muda. Ya
sabes, cielo, -prosigue- no todas tienen tanta suerte como tú.
Roberta
^^
Una noche de
Reyes
Un gordo vestido de rojo pasea desconcertado por la azotea de un edificio
de diez pisos en Algete, Madrid. Acaba de aparcar su Toyota Jingle Bells
junto a la antena de Canal Satélite Digital. Sonrie. Recuerda los tiempos
del trineo y los renos. Gracias a Dios que el Jefe al final accedió a
aceptar la esponsorización. Total, ¿qué cambia por llevar un escudo de
Toyota en la borla del gorro? Ahora viajo en la mitad de tiempo, tengo
climatizador, compact disc con cargador para 20 discos, posibilidad de
despegue vertical y reposa-vasos para la coca-cola.
El gordo carga con una maleta Samsonite de amianto reforzado y ultraligero.
Ahora si que es cómodo llevar los regalos. El saco se mojaba y olía a
tierra húmeda. ¿Se pierde algo de espíritu navideño por llevar el logo
de un fabricante de maletas en el pecho?. Mira aquí y allá pero no encuentra
por ningún sitio la célebre chimenea. Llueve un poco. Menos mal que las
Nike Air con cámara de aire que le ha regalado otro patrocinador (a cambio
de un parche en las mangas) se agarran bien al suelo. ¿Será posible que
estos españoles no tengan chimeneas?
Mira la hora (un Rolex - un parchecito en la espalda). Como se le está
haciendo tarde, decide pasar de la chimenea y entrar por la ventana. Descolgándose
por una tubería que tiene una fuga se pone perdido. Jodidos españoles,
pero si esto parece Africa. Descorre el pasador de una ventana y se adentra
en el primero de los pisos. Bueno, ya estamos dentro, a ver que han dejado
para Santa.
Encima de la mesa de la sala, encuentra un platito repleto de turrones,
mazapanes, peladillas y polvorones. Cagüen la puta, ¿quién coño puede
comerse esto? Podían haber dejado una Whopper. En fin, a trabajar. Divaga
por la casa en busca de los calcetines donde dejar los regalos. En la
penumbra cree distinguir un gran calcetín. Por error, introduce la Barbie
Anorexia en la faja de la abuela. Uno ya está. Vamos con el regalo del
niño.
Buscando más calcetines, tropieza con el Belén. Joder, una reproducción
de la batalla de Little Big Horn. Agarra unos cuantos pastores. Estos
deben ser los indios. Angel del portal en ristre, golpea con saña a los
indios hasta que descabeza unas cuantas figuritas. Bueno, ya vale de juegos,
a por más regalos que aún me quedan muchas casas. En una esquina de la
sala cree distinguir otro calcetín (un botijo con la inscripción "Recuerdo
de Soria"). Intenta cruzar la sala a tientas cuando patea una zambomba,
resto de los villancicos de después de la cena.
Hombre, un vaso para coca-cola con una pajita gigante!! ¡Como los de
los partidos de la NBA!. Siente curiosidad por probarlo. Saca una lata
de coca-cola de la Samsonite e intenta vertir el contenido en el interior
de la zambomba. Pone perdido el suelo.
De repente, oye un ruido en la ventana. Sobresaltado, se gira bruscamente
pero las suelas de las Nike Air no están preparadas para adherirse a la
coca-cola (y eso que es la chispa de la vida). Patina y cae al suelo.
El golpe en la cabeza es colosal. Pierde el sentido. Por la ventana entran
los tres Reyes Magos cargados con sacos de regalos. Pasan junto al gordo
de rojo que yace inmovil en medio de un inmenso charco de coca-cola y
suspiran. Dejan regalos para toda la familia y se van. Otra Navidad igual.
A sweet and tender hooligan
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