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¬ Número uno

Vuelven las chapas

Carta al director

El eterno femenino: 20 años después El Zurdo rememora el primer lp de La Mode

Los grupos de chicas: breve historia de un sonido 1959-1964 los años musicales femeninos

Los Glosters : yeyé hispano

Los niños juegan a extraños juegos ¿Recuerdas el barrenazo?

Melody, ¿una película mod con banda sonora de los Bee Gees?

Hasta el infinito ¡y más allá! La era espacial

Esos profesionales: propuestas de nuevas series de televisión escritas por Alex Tornasol, el posible heredero de Jardiel Poncela.

Cooper : 10 razones para no volver a grabar un album Alejandro Fernández no vuelve a grabar elepes

Pero...¿hubo alguna vez 5.000 hippies en España?

Fanzines, discos,... nuestras recomendaciones

 

Número Nueve

¡Vuelven las chapas!

La reciente guerra televisada (las no televisadas siguen desarrollándose en este momento de pancartas ya plegadas) ha vuelto a poner de actualidad una moda que hasta ayer se insinuaba sólo en las solapas de los más modernos de nuestra ciudad: las chapitas .

Ahora por 0,60 euros usted puede adquirir su parcela de 30 milímetros de compromiso y buenas intenciones. Póngase una chapa en su chaqueta de pana y únase al coro de burgueses bien pensantes. Desde las navideñas campañas de apadrinamiento de niños del tercer mundo no habíamos asistido en este país a una ola de solidaridad (limitada) similar.

¿Qué será de las chapitas dentro de tres meses? ¿Qué nuevas guerras pop las pondrán de moda? ¿Desparecerán sustituidas por iconos menos "enrollados" - pero igualmente ochenteros- como calentadores fluorescentes en las piernas adolescentes?

Bilbainada de Sadam

(poema del txoko-búnker)

Sadam os compra y compra

armas de destrucción masiva

y ahora se busca la sepultura

Todo por unas facturas sin iva

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Carta al director

Repasando los artículos de su carpetovetónica publicación hecho en falta uno dedicado al mundo de las barracas. Soy consciente que en los tiempos de parques de atracciones propiedad de megamultinacionales las barracas son el tercer mundo de la diversión pero sin embargo, estos espacios de ocio, como las salas de juegos, han sido lugares iniciáticos para los adolescentes de los años setenta y ochenta entre los que se encuentran , creo, muchos de los lectores de este discreto fanzine.

Por ejemplo, sus redactores tendrían que recordar los autos de choque, paraíso de todos los macarrillas admiradores de las películas que narraban las aventuras del Torete o el Vaquilla. Como usted rememorará, en esta atracción estaba prohibido el choque frontal entre coches. Sin embargo, lógicamente éste era el pasatiempo preferido de los maquis que te rodeaban y que en cuanto descubrían a algún conductor con cara de desamparo enfilaban sus autos hacía él. Lo mejor era la banda sonora que acompañaba a tus deplazamientos por la pista de los autos: Las Grecas, Obús, Barón Rojo... y unas palmas flamencas sonando amenazadoras.

También sus colaboradores tendrían que escribir sobre el gusano que era una especie de montaña rusa cutre cuyo atractivo residía en que a mitad del viaje los cochecitos se cubrían con unas capotas mugrientas, momento que aprovechaban las parejillas de enamorados macarrillas para calmar sus tensiones sexuales adolescentes (es decir, para meterse mano a troche y moche).

Asimismo las casetas de tiro merecen la atención de sus redactores. Como muchos recordarán, salvo que usted hubiese realizado su servicio militar en una compañía de operaciones especiales generalmente era imposible acertar al blanco en las casetas de tiro de las ferias. Normalmente el armamento resultaba poco fiable o las reglas no ofrecían la claridad necesaria ("hay que romper totalmente el palillo"). En cualquier caso, contemplando al encargado del negocio que siempre recordaba a los hoy protagonistas de la primera media hora del programa Gente de la TVE, mejor no entrar en discusiones sobre el punto de mira. Eso sí, si usted se gastaba dos mil pesetas en balines, quizás al final por pena le entregasen un mugriento peluche para que usted obsequiase, si era el caso, a su acompañante.

HEMOS LLEGADO A UN MOMENTO CLAVE en la sociología barraqueril: El instante en que el novio de la pulserita plateada (en Aquellos maravillosos años Kevin y Winnie la denominaban un Túyyo) regala un peluche a la niña superpop o nuevo vale. ¿Existe situación más repulsiva? Me van a perdonar pero los peluches me provocan convulsiones, vómitos y síntomas de ataque epiléptico. Me explicaré. ¿Han tenido una aventura sensual con alguna mujer que ustedes consideran inteligente y atractiva y cuando , tras ardua pelea, han alcanzado su cuarto- sus padres están en la "casa del pueblo" (no en la de la UGT sino en la de Valdemorillo del Secarral)- han sufrido una disfunción sexual al ser observada su desnudez por los ojos de cien peluches de feria?

Reconozco que sólo he vuelto a las barracas ya siendo un postadolescente canoso y barrigón. Como os imagináis, la culpa la tuvo una mujer que no sé si realmente amaba las atracciones cutres o todo era un montaje sádico para hacerme sufrir conociendo mi aversión a este tipo de cachivaches.

Suyo afectísimo

El niño de la fanta

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El eterno femenino: 20 años después

Los chicos de «El Efecto Orégano» me han pedido unas impresiones sobre el primer álbum de La Mode ahora que se cumplen dos décadas de su aparición (aparición conmemorada por la discográfica Nuevos Medios editando en cd una copia remasterizada del susodicho trabajo).

Es un momento interesante el que estoy viviendo en los últimos tiempos. Tras hacerme a la idea de que mi singladura musical se había cerrado definitivamente con aquel cd del 95 reversioneándome (esa cosa tan fúnebre que siempre suena a entierro prematuro o a invitado living dead en programas de Consuelo Berlanga), ahora me hallo en pleno fregado por los más variopintos frentes: tacita a tacita, los discos nuevos publicados en el 2002 (el «SANGRE SABIA» y el de «LOS FANTASMAS DEL PARAÍSO» -a pachas con Parade-) se van vendiendo y traen estimulantes secuelas (por una parte, Miguel Angel Sánchez, responsable de la compañía que sacó el primero, ya me ha emplazado para grabar el próximo otoño un nuevo trabajo, lo que me lleva a recuperar una dinámica ha tiempo olvidada, la de hacer canciones, ensayar, vivir la música en la arena y no desde la barrera; en cuanto a «LOS FANTASMAS», la casa Spicnic ha ideado un pack de sus artistas para hacer de vez en vez algún directo –en el pack está Parade, Charly Misterio y Los Fantasmas del Paraíso-); precisamente, una imprevista y gratísima consecuencia de estos directos ha sido la excelente química surgida entre Charly y un servidor, que nos está llevando a colaborar intensivamente (desde mi relación musical con Antonio Zancajo no había funcionado así con nadie), tanto para montar algunos temas cara a mi próximo disco como para ir diseñando el repertorio de un show en directo donde habrá de todo (temas nuevos de Charly, temas nuevos míos, versiones –de Paraíso, de La Mode, del «SANGRE SABIA»- así como homenajes a otra gente) y que, si los dioses no lo impiden, presentaremos esta primavera en un cubículo madrileño; y, ya que he mentado la primavera, Lollypop, tras mojarse con el «SANGRE SABIA» y reeditar (remasterizado) el fúnebre evento del 95, tiene ya a punto de nieve las archireclamadas maquetas y directos de Paraíso así como el retorno (con temas inéditos, incluida alguna cosilla mía) de Kikí d’Akí.

Desde este insospechado rebrote de mi perfil musical y desde la sabiduría que dan las bofetadas recibidas durante lustros, miro hacia atrás y creo poder ser bastante objetivo sobre el primer repertorio de La Mode. Lo que peor ha envejecido de este grupo ha sido su irritante autoafirmación, su engolamiento, sus posturitas neorrománticas, su tontería snob, su autocomplacencia (inasequible a espejitos mágicos).

De los tres miembros, sólo uno (Antonio Zancajo) está libre de toda culpa: él sólo quería profundizar en Robert Fripp y en los pasos de éste desde el finiquito de la 1ª etapa de King Crimson a las pequeñas unidades inteligentes (League of Gentlemen, roneos con Bowie, roneos con Eno, King Crimson redesign en los 80...). Antonio, desde su ruptura con César Fornés y Jorge Pardo tras oír por la radio «La pluma eléctrica» («yo quiero hacer esto, coño»), había ido ensamblando sus aficiones de los 60/70 (pop, rock, blues –donde cabían perfectamente Eric Clapton y Phil Manzanera, Paul McCartney y Bruce Springsteen, King Crimson y The Doors, amén de toneladas de pop español, desde Brincos a Vainica Doble pasando por CRA&G-) con los nuevos nombres que iba descubriendo desde que contestó a mi anuncio de Paraíso (nombres como Nick Lowe, Graham Parker, The Cars, Ian Dury y sus Tarugos, Blondie, etc). Su fijación con Fripp es profundamente sintomática de cómo, desde el rigor, el amigo Zancajo se negaba a traicionar su memoria en pos de aggiornamentos chorras al tiempo que asumía la necesidad de escapar a toda esclerosis jurásica (esa escarificación de la sensibilidad en la que cayeron tantos –EL&P, Yes, por citar los más tópicos- que alguna vez fueron interesantes). Creo que tanto Antonio como yo teníamos la idea de que el pop desborda todo género y que la catedral pop por excelencia sigue siendo el doble blanco (donde cabe el troquel melódico -«Obladi, oblada»- en que se hornearían las caras a de Fórmula V pero también misas negras -«Helter Skelter»- sin las que no seríaa posible un Alice Cooper o experimentos conceptuales -«Revolution 9»- que abrirían camino a elementos tan diversos como Residents, Flyng Lizards o el ya citado Eno).

Una persona, más joven pero tan rigurosa como Antonio y también procedente de un estilo (en su caso, el rocanrol de Lou Reed) previo a la cosa punky, era Paco, el batería de Paraíso. Para mi gusto, el mejor instrumentista de ese grupo junto con Zancajo. Participó en la actuación póstuma de Paraíso en Caminos (marzo ’81) que daría pie a La Mode pero, tras la desgraciada experiencia que habían tenido los dos con Rubi en el otoño del 80 y la descomposición de Paraíso en los meses anteriores, su queme era absoluto y se negó a entrar en una nueva aventura.

Hoy creo que esta ausencia de Paco fue fatal para La Mode: desequilibró al grupo. El rigor de Antonio (sin el apoyo de otra persona –años más tarde, el bajista Alvaro de Cárdenas cumpliría un poco ese papel, desde su limitado rol de músico de acompañamiento-) no podía contener la tontería mía y la de Mario.

La tontería de los dos miembros con complejos de imagen: Mario, todavía tratando de digerir su karma alopécico con el consuelo de que en la cosa tecno y neorromántica había sitio para las cabezas despejadas de pelambre (Gary Numan, Classic Nouveaux –germen de su idea francófona para el nombre del grupo- o Landscape –con su líder Richard James Burgess, tan parecido a Néstor Almendros con su calvorota y su bigotito-); (salto que recibiría su primera reprimenda en el debut del grupo en Barcelona, cuando el crítico Ignacio Juliá me llamó «el hombre elefante» y Montesol me dibujó como una especie de Igor cheposo rodeado de Alaskas y de Pititas). El engolamiento de Spandau Ballet, la pluma sideral y las placas tumbler de Tino Casal, los amaneramientos de Raimundo Luego (el líder carismático de UA –grupo fugacísimo que nos obsesionó sobremanera en los comienzos-) o de los Ultravox! de Midge Ure, la grandilocuencia de OMD, la era plástica de Buggles, etc. A lo que sumar mi asunción compulsiva y un poco bizarra de Ferry, de quien, si puedo captar bastante el espíritu en algunas de mis creaciones, no puedo compararme (salvo en estado de profunda enajenación) ni en voz, ni en físico, ni en estilo de vestir.

La Mode hizo canciones muy logradas desde sus inicios junto a otras que resisten peor el paso del tiempo (caso de «La teoría de la relatividad» -neodelirio de Mario arropando una letrra turulata en la que yo intentaba impresionar a la oviforme Clara Morán, algo que repetiría poco después en otra letra, «Asuntos exteriores», en un fanzine autoeditado y en un artículo de «ABC»: ¿consecuencia lógica?, si la Morán me tenía ya bastante atravesado desde mi intento nonato de entrar en Oviformia, tras esa ofensiva mía me declaró un odio cartaginés, que, por lo que pude apreciar no hace mucho, mantiene incólume-, del «Wild puppets» -roneo pedé un poquito cursi, sin la espontaneidad del «Para ti» ni la picardía del «A por todas»-, de «Mi dulce geisha» -una de mis dos aportaciones niponas al grupo en letra y música, con «Negro y amarillo», y que, desde la distancia, me parecen de lo más flojo de La Mode, con un esnobismo ramplón rayando en lo facha, que no hace justicia en absoluto a mi hoy mucho más profunda querencia por el Imperio del Sol Naciente- o de la versión superferolítica de «Aquella canción de Roxy» que Mario pergeñó para el lp –y que no gustó a nadie, quejándose el personal de por qué diantres no se había incluido la del maxi, que es la que recoge más fielmente la esencia del tema-).

Entre lo mejor de «El Eterno Femenino» se encuentra aquello que la posteridad (a veces, en forma de versiones) ha mimado más: «Cita en Hawai», «Aquella chica», «El único juego en la ciudad», «Las chicas de la Inter» o la que da título al disco. Volviendo a lo dicho antes sobre el papel equilibrador de Antonio, no es casual que en estos títulos aparezca bastante, bien como coautor o con una fuerte presencia instrumental (creo que sus solos en varios de estos títulos son de lo más bello que ha hecho un guitarrista en la Movida).

Precisamente, cuando empezamos a preparar el nuevo repertorio para 1984, me propuse en firme propiciar el protagonismo de Antonio y purgar al máximo de desmesuras (por entonces ya biodegradadas del todo con la onda fallera de Betty Troupe, Video y Glamour) la nueva etapa. Aunque no pude defenderlo en directo (por mi retirada), creo que este repertorio es más consistente que el anterior (y un tipo con tan excelente gusto como el amigo Charly Misterio me lo ha corroborado eligiendo para nuestro futuro show en directo dos títulos tan representativos de «1984» como «La cólera» y «Erección» -ambos musicados por Zancajo-).

Hay gente que prefiere Paraíso a La Mode. No me parece justo, al margen de inquinas extramusicales. Diseccionada implacablemente la tontería de La Mode, si nos fijamos en las canciones, no me cabe en la cabeza que quienes disfrutaron con «Para ti» o «Carolina» no lo hagan más intensamente con el viaje sentimental que continué desarrollando en el nuevo grupo («Cita en Hawai», «El único juego en la ciudad», «Aquella chica», «Las chicas de la Inter», «Aquella canción de Roxy», «La rata», «En cualquier fiesta», «Diálogo» o «Panorama»). Precisamente cuando Claustrofobia, primero, y Los Caramelos, después, versionean «Cita en Hawai» la canción se sostiene más allá de la contingencia del grupo que la hizo y de sus defectos. Sin embargo (y espero que la salida de todo el material de Paraíso lo demuestre), el repertorio de Mario, Antonio y yo previo a La Mode es mucho más endeble, más germinal, como el de Kaka de Luxe en relación con el de Pegamoides. Quienes se obstinan en confundir las deficiencias y el caos sonoro no premeditado con la frescura, y una mayor serenidad y madurez en la ejecución y la composición con el anquilosamiento me parecen profundamente arbitrarios. Creo que la capacidad de conmover de muchas canciones de La Mode es pareja a la que uno puede hallar en algunas («Esa mujer», «La fuente», «Carmen», «El domingo»...) de la segunda etapa de Brincos (después de irse Juan Pardo y Junior), etapa considerada menor por una crítica, a mi juicio, bastante superficial.

En fin, no se me ocurre más, aparte de agradecer a La Mode lo mejor y lo peor (en el plano más pedestremente material) que me ha dado la música: dinero, groupies, buffets en paradores, viajes, popularidad, y un exceso de actividad tal que, desde entonces, mi relación con la música está condicionada por una perenne limitación física (los puñeteros bronquios).

FERNANDO MARQUEZ

(http://usuarios.lycos.es/YNALINNE)

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Los Grupos de Chicas – Breve Historia de un Sonido

Era otra época, sin duda. En todos los aspectos. Me refiero a los primeros años 60, cuando se produce el apogeo de ese género musical que se ha venido a denominar como "sonido de grupos de chicas". Por aquel entonces, para entendernos el periodo que va de 1959 a 1964 –si tomamos como hitos de separación las muertes de Buddy Holly, Richie Valens y The Big Bopper en accidente de aviación (febrero de 1959), y la invasión británica encabezada por los Beatles (1964)- Norteamérica vivió un fértil lapso de creatividad musical. Desde California la música surf comenzaba a extenderse por toda la nación, mientras que en Detroit la factoría Motown creaba un sonido único que conquistaría las ondas de medio mundo, y el sello Atlantic, con sede en Nueva York, editaba los clásicos discos de The Drifters, Ray Charles, The Coasters, Solomon Burke o Ben E. King. En general, en todo el país se producía música que ya difícilmente era encajable en las categorías preeminentes hasta entonces: rockabilly, rhythm & blues, doo-woop y rock ‘n’ roll. ¿Dónde meter a artistas como Del Shannon, Sam Cooke, Gary U.S. Bonds, Roy Orbison, los Everly Brothers, Jackie Wilson, Gene Pitney, los Isley Brothers, Dion, los Four Seasons, y un largo, y maravilloso, etc.?

En medio de este panorama, y junto a los denominados "teen-idols" (los Fabian, Frankie Avalon, Bobby Rydell, etc.), los grupos de chicas fueron el único genero que completó su periodo vital (nacimiento, auge, y caída), en los primeros años sesenta, facilitando de paso la transformación definitiva de una industria discográfica muy diferente a partir de entonces.

Pero antes de seguir conviene efectuar una pequeña precisión semántica, para no perdernos antes de tiempo. ¿Qué entendemos por grupos de chicas? Así se ha denominado este género porque, lógicamente, se trataba de grupos formados por chicas. Sin embargo, no era éste el único rasgo definitorio, sino un elemento más que configuraba un estilo caracterizado por un sonido muy definido, unas letras también especiales, y una organización empresarial sui generis. Todo ello articuló un fenómeno que con el tiempo ha devenido tan significativo, influyente y duradero como cualquiera otra de las muchas mutaciones del rock‘n’roll. Un género que, como hemos dicho, nació, se desarrolló, y alcanzó su zenith en un corto periodo de tiempo, apenas 3-4 años.

Y haciendo un esfuerzo de concreción geográfica, podríamos decir que, sobre todo, el sonido de grupos de chicas tuvo su sede principal en Nueva York, de donde no sólo surgieron algunos de los grupos más significativos, sino que además era la ciudad que acogía a la mayoría de la industria que aportaría la infraestructura necesaria para su éxito. Compañías discográficas, estaciones de radio, distribuidoras y, sobre todo, un elenco humano configurado por compositores, músicos de sesión, arreglistas y productores que constituiría la columna vertebral de este fenómeno. Gracias a ellos podemos hablar de un sonido de grupos de chicas. Tanto es así que, confundiendo casi la parte con el todo, hablar del Brill Building –el edificio en Nueva York donde se daban cita y trabajaban gran parte de ese personal-, es tanto como decir sonido de grupos de chicas.

Cronológicamente hablando, el primer ejemplo de grupo de chicas que según la definición anterior podemos considerar sería el de The Chantels. Un conjunto que marcaba, en líneas generales, el modelo que como precedente inmediato e inspirador de la explosión posterior, sería reproducido hasta la saciedad por los grupos que catapultaron este sonido a lo más lato de las listas de éxitos. Formado por cinco compañeras de clase de un instituto del Bronx, en Nueva York, el grupo pronto llamó la atención de Richard Barrett, un cantante, compositor y productor al servicio de uno de los empresarios discográficos más en importantes del momento, George Goldner. Éste había puesto en funcionamiento a lo largo de los años 50 multitud de pequeños sellos discográficos (entre otros muchos, Tico, Rama, Gee o Gone) que sacaban a la luz a una gran cantidad de grupos de r&b, doo-woop y rockabilly, sobre todo del área de Nueva York. Bajo la supervisión de Barrett, y en un nuevo sello creado ex -profeso por Goldner, End Records, The Chantels editaron su primer sencillo, "He’s Gone". Pero fue con el tema "Maybe", su segundo sencillo editado a comienzos de 1958, con el que las Chantels alcanzarían la fama. Y con ellas completamos grosso modo la fórmula de nuestro fenómeno: el grupo de chicas (muy jóvenes, adolescentes) – la imagen-, el productor y compositor –el sonido-, y el capo discográfico independiente (las multis, afortunadamente, eran cosa del futuro aún –el negocio-.

Y si las Chantels fueron el primer grupo de chicas, entonces The Shirelles serían el primer gran grupo de chicas. Con canciones como "I Met Him On A Sunday" (su primer single, escrito por ellas mismas), "Dedicated To The One I Love", "Tonight’s The Night" y, sobre todo, "Will You Still Love Me Tomorrow". Con este último tema consiguieron a finales de 1960 un nº 1 no solo en los USA, sino en el resto del mundo, marcando las pautas a seguir y el canon tanto en imagen y como en sonido por toda la serie de grupos que surgieron a su albur. Este tema fue además el primer gran éxito de su autora, que pasaría a ser una de las compositoras (junto a su marido Gerry Goffin) más prolíficas y geniales de esta nueva era: Carole King, y aportaba el sustrato definitivamente pop de este nuevo y excitante sonido.

Sin duda alguna, un aspecto fundamental en el sonido de grupos de chicas era, junto a la imagen de los conjuntos, las letras de las canciones. No hay que olvidar que América era entonces un país muy diferente, y el optimismo hacia el futuro que representó el mandato de John F. Kennedy, no podía dejar de tener su reflejo en muchas de las manifestaciones artísticas del momento. Aparentemente las cosas resultaban entonces más sencillas, naturales, inocentes, menos artificiosas y afectadas, y la diferencia entre lo bueno y lo malo estaba clara. Y ciertamente, cuando eclosionaron comercialmente los grupos compuestos exclusivamente por chicas, así era todo. La narrativa resulta ahora, vista con ojos del siglo XXI, de todo punto naif e inocente, letras inofensivas, en su mayoría, y que hoy casi nos hacen sonrojar. Pero entonces eran el vehículo perfecto para retratar los rifirrafes sentimentales de toda una generación de adolescentes. Escenificaciones teatrales de melodramas adolescentes, que comprendían enamoramientos, rupturas, reconciliaciones, dudas, celos e incluso casamientos. O si se prefiere, traiciones, corazones rotos, chicos rebeldes, e incomprensión social a raudales. En su mayoría abordados desde la perspectiva femenina, y a pesar de que sus compositores tuvieron que hacer frente a que les acusasen de superficiales, las letras expresaban en el fondo una querencia por una vida mejor y no excluían en algunas ocasiones interesantes reflexiones sobre las relaciones de pareja, e incluso las convenciones sociales preeminentes.

Pero sobre todo, claro está, lo que definía al sonido de grupos de chicas era, precisamente, un sonido muy concreto y nuevo, que tomaba elementos del sonido vocal de la música doo woop, del R&B negro, la escuela de producción Leiber & Stoller (Coasters, Drifters...), y el pop blanco, convirtiéndose todo en la perfecta canción pop de chicas. Y en la creación y desarrollo de ese sonido intervinieron los que, junto a los propios grupos, serían los verdaderos artífices de todo el fenómeno: toda una plétora de compositores, productores, arreglistas, empresarios y músicos. Entre los primeros, podríamos destacar sobre todo las parejas de compositores formadas por Jeff Barry y Ellie Greenwich, Barry Mann y Cynthia Weil o los ya mencionados Carole King y Gerry Goffin. Y de entre los segundos a Phil Spector, Jerry Leiber y Mike Stoller, o George "Shadow" Morton. Además, no podemos dejar de citar a los dos sellos discográficos más representativos de este sonido: Philles Records y Red Bird. Ambos basaron su catálogo, casi exclusivamente, en grupos de chicas, aplicando sus propias técnicas de producción en cadena. Phil Spector, el primer magnate adolescente (Tom Wolfe dixit), fundador y mandamás de Philles, se sirvió para crear su célebre "Wall Of Sound" de los mejores músicos de sesión de Los Ángeles, las mejores parejas de compositores (Barry/Greenwich, Mann/Weil, Poncia/Andreoli, Goffin/King) y de su único y omnisciente talento, para modelar las sinfonías adolescentes de las Crystals, Bob B Soxx & The Blue Jeans, las Ronettes y Darlene Love. Por su parte, Red Bird Records era obra y gracia de los inquietos Jerry Leiber y Mike Stoller, quienes operando desde Nueva York, editaron a las Dixie Cups, las Jelly Beans, y las Shangri-Las, entre otros. Mientras que Leiber y Stoller se preocupaban más del aspecto mercantil del negocio, el peso artístico recayó, sobre todo, en Jeff Barry y Ellie Greenwich que como compositores principales (también producían y arreglaban), se encargaron de convertir a Red Bird en una de las compañías independientes con más éxito del momento, y no sólo dentro del terreno de los grupos de chicas. Además, la propia Ellie Greenwich descubrió para Red Bird a George "Shadow" Morton, un peculiar talento que catapultó a las Shangri-Las a lo más alto con su grandilocuente y melodramática concepción del pop. Temas como "Dressed In Black", "Past, Present And Future" o "I Can Never Go Home Anymore" no sólo no tenían parangón alguno entre sus contemporáneos, sino que establecieron un standard no igualado hasta hoy, consagrando a las Shangai-Las como uno de los íconos rock más perdurables y aceptados.

Y es inevitable mencionar nombres y canciones que definen uno de los primeros estilos puramente pop que se desarrollaron. Además de las ya mencionadas anteriormente tendríamos a The Chiffons ("He’s So Fine", "One Fine Day"), Lesley Gore ("It’s My Party", "Maybe I Know"), The Cookies ("Chains"), Little Eva ("Locomotion"), Dee Dee Sharp ("Mashed Potato Time"), Claudine Clark ("Party Lights"), The Paris Sisters ("I Love How You Love Me"), The Raindrops ("The Kind Of Boy You Can’t Forget"), The Angels ("My Boyfriend’s Back"), Reparata and the Delrons ("Whenever A Teenager Cries"), The Exciters ("Tell Him", "He’s Got The Power"), … Y estos son solo algunos de los nombres más representativos, porque en poco tiempo y por todo el país comenzaron a surgir innumerables conjuntos de chicas que, en general, y con mayor acierto que desacierto, imitaban el sonido de estos grupos, generando en el camino una larga lista de éxitos menores –y otros ni siquiera eso- muy apreciados por los coleccionistas y amantes del género, y que evidencian la gran salud y la enorme repercusión que en todo el país tuvieron los grupos de chicas. De hecho, el fenómeno de los grupos de chicas americanos tuvo su contrapartida principal en el Reino Unido, donde surgieron un buen número de conjuntos y solistas que adaptaban a la perfección el estilo de sus contrapartes. Desde Dusty Springfield, P.P.Arnold o Sandi Shaw a las Breakaways, The McKenleys o Vernons Girls, por citar sólo alguno de los nombres de una escena que de por sí nos daría para otro artículo.

Pero, tarde o temprano, todo llega a su final, y de forma casi invariable la "Invasión Británica" (1964, el año de la Beatlemanía) ha sido señalada como la causa inmediata del final del sonido de grupos de chicas. Pero más bien, habría que hablar de un conjunto de factores y acontecimientos, invasión incluida, que desembocaron últimamente en el colapso del fenómeno de los grupos de chicas. Entre ellos, y tal vez el más importante, lo constituiría la aparición de grupos que componían e interpretaban su propio material, lo que dejaba la cadena de producción de los grupos de chicas tocada en su misma base. Además, otros géneros musicales fueron acaparando el interés de los adolescentes y público en general, que dió la espalda así a un género que, por otra parte, había cumplido ya su ciclo vital. Y tal vez lo más decisivo resulto ser el abandono que el género sufrió por sus mismos creadores, a los que sobrevinieron otras circunstancias personales y artísticas que desviaron su atención hacia otros campos… En definitiva, los tiempos no dejaban de cambiar, y lo que hasta hace poco parecía claro y cristalino, hoy tornaba en un mar de matices y claroscuros. Comenzaba la segunda mitad de una década que viviría aún muchos cambios y convulsiones sociales y culturales. Pero ahí queda, sin embargo, el legado de un género cuyos resultados artísticos todavía sorprenden por sus altas cotas de maestría, y cuya influencia se puede sentir en grupos actuales tan dispares como Goldfrapp, Shakespeare’s Sister o The Donnas.

Iñaki Orbezua (Otoño Cheyenne)

Especialmente recomendados (de entre las numerosísimas reediciones disponibles):

- The Complete Cookies – The Cookies (Sequel, CD, 1994)

- Myrmidons of Melodrama – The Shangri-Las (RPM, CD)

- Best of – The Shirelles (Ace, CD)

- The Complete Raindrops – The Raindrops (Sequel, CD, 1994)

- Greatest Recordings - The Chiffons (Ace, CD)

- Beyond The Valley Of the Dimension Dolls – V.V.A.A. (Westside, CD, 1999)

- On Broadway – V.V.A.A. (Westside, CD, 1999)

- Back To Mono (1958-1969) – Phil Spector (ABCKO, 4CDs, 1991)

- The Red Bird Story – V.V.A.A. (Charly Records, 4 CDs, 1991)

- Beyond The Valley Of the Dimension Dolls – V.V.A.A. (Westside, CD, 1999)

Bibliografía básica:

- "Girl Groups – The Story of a Sound" (Alan Betrock, Delilah Books, 1982)

- "Girl Groups -- Fabulous Females That Rocked The World" (John Clemente, Krause Publications, 2000)

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Los Glosters: ye yé hispano

Por fin encontramos una banda en nuestro país que asume sin complejos o estridencias la herencia de los grupos pop, yeyés y beat españoles de los años sesenta. Los Glosters han escuchado a Los Brincos, Los Huracanes, Los Gritos o Los Cheyenes y sin disimulo lo confiesan en las canciones de su primer larga duración. Además, al marcado acento ibérico de sus tonalidades yeyés, unen unas gratas influencias de los sonidos mods de grupos como Small Faces, Georgie Fame o The Roulettes.

Ocho canciones de brillantes melodías y ritmos ligeramente trepidantes para bailar en fiestas y guateques de tronío, donde destacan Frente al mar (con una flauta que, como cuenta el propio grupo, ya querría para sí Herbei Mann) y Vivir Feliz (¡Los Glosters proponen que nos imagínemos a los Kinks y Manfred Mann en Bienvenido Mr Marshall!) .

Además, Los Glosters son atrevidos y sin esos tontos complejos de los mods hispanos más cerriles. Prueba es que en este disco- publicado por Animal Records- versionean desde a unos primerizos Bee Gees (In my own good times), pasando por una espídica e inevitable versión de Los Gritos (Veo Visiones) hasta llegar al inefable Raphael con una de aquellas canciones de sus primeros tiempos que tantos sonidos y arreglos yeýes escondían (Estuve enamorado).

La mezcla de una guitarra Rickenbaker, un viejo Hammond y una batería Ludwig (¿Y un bajo violín?) prometen arrolladores directos. ¿Tendremos suerte de verlos pronto por la antigua ciudadLástima que el cd no pueda ser escuchado en mi comediscos naranja. ¡El pobre artefacto está pidiendo a gritos esta ración de pop sencillo (¡qué difícil hacer pop sencillo!) y amable!

Contacto: apdo 1275 – Tarragona

angecuen@msn.com

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Los niños juegan a extraños juegos

"¿Ves qué grande es esto, Jorge? ¡Aquí se juega al fútbol!

Ahora tendrás más ganas de venir al colegio, ¿verdad?

Pero yo miraba al patio, aquel patio de dimensiones exorbitantes, y sólo tenía miedo."

(Pedro Ugarte , "Una ciudad del Norte")

Los Zombies, el grupo del adolescente prodigio Bernardo Bonezzi (al que Alaska y los Pegamoides dedicaron su tema Odio por su ubicuidad en los locales de ensayo de la nueva ola española ), cantaban en 1981 que los niños jugaban a extraños juegos.

Probablemente tenían razón cuando recuerdo mi preadolescencia de pajillero en un colegio del Opus Dei -sólo para chicos- y la imagen de un patio de colegio inabarcable, como las praderas de Arkansas- ¿hay praderas en Arkansas?- que mi imaginación infantil soñaba repletas de indios Comansi (siempre pensé que Comansi era una raza y no una marca comercial), lleno de brutos y maloleintes niños (hacíamos gimnasia y no nos duchábamos posteriormente) dispuestos a darle la razón a lo escrito por William Goldwin en su libro "El señor de las Moscas" con juegos extraños que mi amigo Mr Shankly recoge en estas páginas.

Les presento un valioso estudio de antropología cultural sobre los juegos escolares en los años ochenta en una ciudad del norte de España. Como éste es un trabajo serio y científico, los juegos están clasificados fundamentalmente en categorías: juegos absurdos y/o juegos para descerebrados.

Las castañas.

Categoría: juego muy absurdo.

Explicación: para dos jugadores. Se juega con una castaña pilonga que cuelga del extremo de un cordón. El juego consiste en golpear alternativamente la castaña del rival con la propia, hasta que una de las dos se rompe. El perdedor - al que se le rompe - debe pagar una castaña al otro.

Observaciones: además de la pega anterior (en mis buenas épocas, yo iba cada tarde a por castañas), este juego propició la existencia de un nuevo personaje dentro de la clase. Era éste el típico gurú con mil recetas mágicas para conseguir que tu castaña fuera más resistente: sumergirla en aceite, meterla en el congelador, hacer el agujero lo más pequeño posible, etc. No se comprobó nunca a ciencia cierta si estas pócimas funcionaban, en todo caso nadie se resistía a probarlas por si acaso.

Estatuas mudas, inmóviles, ya

Categoría: juego para descerebrados.

Explicación: un pobre incauto se la queda y al grito de "Estatuas mudas, inmóviles, ¡Ya!" se adentra en un pasillo humano compuesto por cuantos más compañeros mejor. Estos tienen que tratar de golpearle con la mayor fuerza posible sin que el ingenuo que se la queda les vea. Si ve a alguien atizarle, este pasa a ser el nuevo incauto.

Observaciones: por lo general, el que se la quedaba el primero, solía pasarse todo el recreo recibiendo coñejas y golpes varios, puesto que la demostración de que había visto a alguien era harto complicada. El diálogo solía transcurrir tal que así:"Te he visto", "Pero que dices!!! Si yo ni me he movido...", "No mientas, te he visto clarisimamente", "Que no, venga no seas pesado, que ahora pillas a alguien seguro"...y así hasta que veía al siguiente y se repetía la escena.

El barrenón

Categoría: juego para muy descerebrados.

Explicación: una cantidad ingente de energúmenos se reúnen con un balón lo más duro posible en un recinto lo más cerrado posible (lo ideal es un porche con muchas columnas y techo bajo como el que había en mi colegio). El objetivo del juego es golpear el balón en cualquier dirección y sin ningún tipo de reglas tratando de impactar en los demás con la mayor fuerza y causando el máximo dolor posible. No existen compañeros ni estrategia, es pura fuerza bruta, pero te quedas como nuevo.

Observaciones: la pega principal es que los empollones cuatro-ojos y debiluchos a los que todo el mundo tenía ganas nunca querían jugar.

La alcantarilla

Categoría: juego para amebas sin ningún tipo de actividad cerebral.

Explicación: el intrépido jugador se adentra en una alcantarilla de gran profundidad, cerrando la tapa. A continuación se abre una llave de paso que va inundando poco a poco la alcantarilla con agua procedente de Dios sabe donde. Se trata de aguantar sin rajarse y sin salir a respirar hasta que suene la sirena que indica el fin de los quince minutos de recreo.

Observaciones: mi favorito. He de reconocer que nunca practiqué este sano entretenimiento. De hecho sólo tres o cuatro personas de clase lo hacían (obviamente, los más malotes que fumaban y tenían revistas guarras con once años). Sin embargo, el resto de la clase nos apostábamos alrededor de la alcantarilla y chillábamos y animábamos al valiente que osaba intentarlo; era francamente divertido. Recuerdo que una vez, el más pirado de clase se encerró y por algún motivo que desconozco (probablemente se marearía) no salió al oir la sirena. Todos los demás nos fuimos a clase y el chaval apareció a los diez minutos con los pantalones totalmente calados hasta la altura de las pantorrillas. Cuando entró en clase, la ovación fue atronadora.

Es probable que muchos de vosotros hayáis practicado alguno de estos "juegos"; si es así comprenderéis el porqué de este artículo. Era tal la diversión y las emociones que nos proporcionaban que incluso ahora, mientras redacto, estoy empezando a sentir cierta nostalgia y a echarlos de menos. Cualquier día propongo en la oficina cambiar el aburrido partido de futbito de solteros contra casados por un emocionante partido de barrenón en la sala de reuniones.

Mr Shankly

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Melody, ¿una película mod con banda sonora de los Bee Gees?

La película más mod que he visto no es, como algunos ya estabais adelantando, Quadrophenia sino una ñoña producción británica titulada Melody que narra en el Londres de 1970 el encuentro entre dos preadolescentes – Melody Perkins y Daniel Latimer- que se enamoran ante la incomprensión del mundo adulto que les rodea.

En el momento de su estreno hubo críticos que consideraron a este film como "El graduado" para niños de 10 años. La historia es muy sencilla: Daniel, un niño solitario, vive dominado por una madre con pretensiones burguesas e ignorado por un padre devorador de tabloides. En la Brigada Juvenil del Sur de Londres (una especie de "boy scouts ") descubre a Ornshaw, un chaval huérfano, libertario y con quien acude al mismo colegio mixto. Durante un castigo Daniel conoce a Melody, una niña de su centro escolar, soñadora y, por cierto, con un aire a Winnie Cooper ("Aquellos maravillosos años"), una heroina muy querida en este fanzine. Ambos se enamoran frente al rechazo que esta situación- vivida por ellos con total naturalidad- causa entre los adultos.

¿Por qué afirmo que Melody es un película mod? ¿Recordáis a los Brighton 64 cantando, inspirados por Tom Wolfe, "los chicos odian los que ven y sin hablar ven a los viejos comer"? Esta letra, si no existiese el artículo de La casa de la bomba, parecería extraída de la escena en que Melody invita a comer a su amigo Danniel a su casa y asistimos- con un brillante narración a través de primeros planos de bocas masticando alimentos- el profundo abismo entre el mundo adulto y el universo preadolescente.

Probablemente si la banda sonora de este film la hubiesen puesto los Who hoy estaríamos ante un film mítico en el universo mod. Desgraciadamente las canciones que acompañan la peripecia vital de Dani y Melody son los gorgoritos melosos de los Bee Gees en los primeros años de su carrera antes de que fuesen esa presencia permanente en la banda sonora de la música AOR de los 70 tras su intervención en Fiebre del Sábado Noche.

¿Alguien se imagina mejor banda sonora que el My Generation para la escena final de rebelión juvenil en la que todos los niños de las clases de Melody y Daniel acuden a su boda celebrada por un acráta Ornshaw y, al ser descubiertos, se enfrentan en una batalla anárquica contra sus profesores? Por cierto, ¿nadie ha soñado nunca, mientras estuvo encerrado en el colegio, con un momento similar en que los educadores se conviertiesen en perseguidos y pagasen por las bofetadas, los silencios obligados, los "me copiarás mil veces no haré el tonto en clase"? Esta escena final logró que la película fuese calificada por la critica más carpetovetónica como reprobable para los menores de edad. Y que yo soñase por un momento con otra revolución que ha quedado pendiente.

Don Pin Pon

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Hasta el infinito, ¿y más allá!

Este es el peor de los tiempos, este es el mejor de los aburrimientos. Hace ya más de 50 años que los hombres, por puro afán de destrozar organismos ajenos, nos hicimos casualmente con una ciencia, una técnica y una maquinaria increíbles. Podíamos desmontar en piezas lo infinitésimo de la materia y así sentir el poder de Dios golpeando sin piedad en el desierto. Podíamos impulsar artefactos más grandes que una lavadora a distancias siderales que, sin rozamiento atmosférico, llegarían hasta los cristales de esa inmensa pecera en que vivimos y a la que llamamos Universo. Al otro lado estaría Dios y seguro que se haría pis en los pantalones pensando que alguien iba a salir del acuario para decirle cuatro cosas sobre lo del barro, la costilla y el árbol de la ciencia. Llegaron los días en que la manzana de Newton caía hacia arriba, la luz se doblaba y las paralelas dejaban de cortarse en el infinito para hacerlo casi a la puerta de casa. La creación ya no era el grito lejano del Supremo Hacedor, sino un eco que rebotaba en cada planeta. Empezaba la carrera espacial.

Eran los 60. Los rusos subían a las estrellas para contarle al mundo que el proletariado por fin podía mirar por encima del hombro al dueño de la mina. Los soviets se veían llegando a planetas lejanos para iluminar a los extraterrestres con los conceptos-espoleta de plusvalía y alienación. Sería la Revolución de Octubre en otras galaxias con soles tan rojos como la bandera pintada en el cilindro exterior de un nuevo crucero Aurora a retropropulsión. Los americanos también se lanzaban a buscar el límite de lo estelar. Ellos serían los encargados de llevar la libertad y la justicia para todos al otro lado de los agujeros negros. Y todos los que no eran ni rusos ni americanos...

Los niños de medio mundo jugábamos a guerras con escafandra de capitán cosmonauta. Los adolescentes mataban el tedio con una matinal de "Los devoradores de cerebros del espacio exterior". Los hombres hechos y derechos comentaban en el bar que uno de los de la partida había visto un ovni y que si no sería un experimento de los comunistas. Las mujeres se reunían en casa de la vecina del cuarto para contemplar un frigorífico que se decía se había fabricado con la misma tecnología que usaba la NASA. Entre los abuelos corría el rumor de que había un hospital americano que eliminaba las piedras de la vesícula con radiaciones. Y todo eso sólo era la anécdota, la moda de un planeta entero que parecía dispuesto a liberarse de las anteojeras del tótem, la cueva y el "como en el pueblo no se está en ninguna parte". Entre todos íbamos a formar el Imperio más hermoso de la Historia. Enviaríamos a nuestros mejores congéneres a extender lo humano por el quinto pino sideral. Los astronautas serían Moonwatcher dando golpes con un hueso, Alejandro al pie del Himalaya, Jesucristo caminando sobre las aguas, Colón en el Mar de los Sargazos, Napoleón junto a las Pirámides y Ramón y Cajal mirando a través del microscopio. Había llegado el omega del hacha de sílex y el alfa de la intimidad del átomo. Todo nuestro esfuerzo desde que el primer hombre pintó el bisonte de Altamira servía para algo: lo representado iba a ser nuestro. La fuga del Estalag Tierra sería un éxito. Armstrong acababa de asomar la cabeza por el túnel.

Pero, ¿qué fue de la estacion lunar Alfa de Espacio 1999?, ¿quién le plancha ahora el skyjama a Mr Spock?, ¿cuándo van a ser capaces los japoneses de fabricar una replica del robot Roby del Planeta Prohibido?, ¿cuánto nos cobrarían por gozar de la sexualidad desmadrada de Barbarella?, ¿cómo sabremos cuando van a atacarnos los marcianos si los chicos de Operación UFO ya no vigilan los cielos?, ¿dónde reponen The Rocky Horror Picture Show?, ¿para qué seguir si ya ni el Doctor Jimenez del Oso domina el Más Allá?, ¿por qué luchar por el futuro, si el futuro ya esta aquí y ademas es espantoso?. Los radares no escuchan respuesta alguna y no podemos apretar el boton de hiperespacio para salir del atolladero.

Henos aquí, más cerca del mono del zoo que nunca, pero con teléfono móvil, microondas y subidos a un coche alemán de última generación que nos permite recorrer todos los días los 15 kilómetros que hay de casa al trabajo sin recordarlos. Hemos cambiado la ciencia por la tecnología, los telescopios por fotocopiadoras, las ideas propias por tópicos de defensor de la democracia y a Dios por una hipoteca. Y todavía nos permitimos hacer chistes del Columbia. Pues tú mismo, yo seguiré mirando las estrellas. Pienso escaparme y buscar ayuda.

Alex Tornasol

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Esos profesionales

Estoy harto de la tele. En todos los canales no encuentro otra cosa que "series de producción propia". Son algo espantoso e insufrible. ¡Con lo que a mí me gustaban de pequeño las series de la tele! Starsky y Hutch y todo aquello. Ahora es que no aguanto ni diez minutos delante del televisor. Por culpa de esos bodrios "made in Spain", para vencer el aburrimiento, he tenido que dejar la ficción y volver a la cruda realidad del sexo con mi mujer. Es terrible.

Y es que, además de aburridas, esas series son totalmente antisociales. Son series sobre profesiones guais del Paraguay sin un ápice de respeto a la masa gris trabajadora del país. Hay episodios dedicados a periodistas enfrascados en importantísimos asuntos, otros sobre policías inmersos en tremendas problemáticas vitales, algunos acerca de médicos y salvavidas varios, y los peores tratan de chicos de instituto que se debaten entre las drogas y los embarazos no deseados. Lo dicho, si no eres poli, bombero, neurocirujano, catedrático de latín o periodista de guerra nadie hablará de ti en la tele. Esto debe acabar. Yo quiero, desde estas líneas, aliviar la sequedad imaginativa de los guionistas televisivos ofreciendo argumentos para nuevas series. Argumentos para "soap operas" sobre profesionales del pueblo llano donde el espectador se sienta reflejado. Ahí van unos proyectos.

"Castañeras"

La vida heróica de unas mujeres luchando contra el frío desde las esquinas de la ciudad. Mujeres de manos requemadas por las brasas que viven emocionantes aventuras envueltas en cucuruchos de papel de periódico.


"Firme ahí abajo"

La serie sobre empleados de Cajas de Ahorros que hará furor. Amor, pasión, sexo y luchas de poder tras las ventanillas de una sucursal que es atacada cada mañana por un ejército de pensionistas dispuestos a comprobar el estado de su cartilla.

"No distraiga al conductor"

Emoción y velocidad en la vida diaria de un autobús urbano. Terribles conflictos por bonobuses agotados, intriga al saltarse paradas no solicitadas, acelerones en ámbar y aventuras al límite junto a coches aparcados en doble fila.

"Lo tengo pedido"

La dureza de la experiencia de hombres y mujeres forzados a vivir al filo del amanecer para acercar la noticia al ciudadano. Sí, hablo de los quiosqueros. ¿Llegará por fin el fascículo de casitas de muñecas de Doña Engracia? ¿Quién es el sinvergüenza que se lleva las revistas porno sin pagar? ¿Conseguirá vender los caramelos balsámicos antes de que caduquen? Estas y más aventuras plagadas de interés en "Lo Tengo Pedido".


"Ya hablo yo con el Alcalde"

Intrigas políticas, suspense financiero y recalificaciones de terrenos en la apasionante historia de un promotor inmobiliario. Créditos con avales ficticios y metros cuadrados a precio de apartamento con vistas en Manhatan. ¡No se lo pierdan!

"¿Me quieres?"

La trepidante historia de amor de dos novios de una capital de provincia. Ella tiene que estar en casa a las once y él lucha por sacar unas oposiciones a auxiliar de biblioteca y así poder comprarse un coche y perder la virginidad. Sentimientos y fidelidad de otros tiempos en una historia de amor para toda la familia.

"Brillos y mechas"

Maledicencia, perfidia, lenguas viperinas, frases hirientes, chascarrillos de dudoso gusto y difamaciones en el sofisticado ambiente de la peluquería del barrio. Suspense entre rulos y secadores, melodrama con tintes caoba.


"Manifestantes"

La politica y la lucha social a pie de calle. Amistad, amor, odio y alientos vitales varios entre pancartas, slogans en rima consonante y sudor de masas. Viva la emoción de unos hombres que reclaman paz, justicia y solidaridad peinados como Tarzan, caminando como Jane y oliendo como Chita. No le importará lo que digan, no entenderá nada, pero gozará con esta apoteosis de integración popular ¡Le atrapará!...

Y la verdad es que tengo muchas ideas más. Todas buenísimas. Lo malo es que sé que como uno de mis guiones caiga en manos de una productora televisiva me lo chafan. Me ponen a una rubia turgente de castañera o a un guaperas de duro abdomen de conductor de autobús y ya no hay quien se crea la historia. ¡Qué le voy a hacer!

Alex Tornasol

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Cooper: 10 razones para no volver a grabar un álbum

(Por su interés publicamos esta nota difundida por Coooper. Contiene reflexiones sabrosas sobre la cultura pop como arte menor, la industria discográfica, las nuevas actitudes ante la música.. En definitiva, que merece la pena prestar atención a este manifiesto pop de uno de nuestros mejores músicos)

1.- Colecciono singles de 7 pulgadas y cd singles desde hace años. Para mí es el formato pop perfecto, el más directo y el más sincero. El pop no es jazz, ni es música clásica, el pop son canciones bonitas que nos alegran la vida o nos encogen el corazón. Yo soy del Club 45, de los de los 3 minutos de magia.

2.- Como compositor siempre he escrito canciones sueltas, con la mentalidad de que se sostuvieran por sí mismas y que pudieran ser la cara A de un sencillo, un pequeño regalo en un flexi o un tema escondido en un recopilatorio. De la misma forma defiendo los cortos frente a las películas, y los relatos ante las novelas, nunca he aceptado que fueran "entretenimientos menores" o vehículos de creación para artistas noveles.

3.- El álbum como concepto me parece totalmente desfasado, un poco hippie y muy alejado de las necesidades de la gente. El álbum es obsoleto y "carca", además de ser la gran mentira de una industria que ha conseguido durante mucho tiempo vender al público Lps, cuando un alto porcentaje de los compradores (dj’s, bares, chavales con poco dinero...) solamente buscaban "la canción". Ahora ya no funciona, se bajan el tema que les gusta y ya está.

4.- Las cosas han cambiado mucho en 20 años y hoy en día el álbum , paradójicamente, no sólo fomenta sino que simboliza algo que detesto: la escucha superficial de la música. Cuando me compré Buena Disposición de Nacha Pop lo estuve oyendo sin parar durante mes y medio... ¿por qué? Además de que me encantara es que no tenía pasta para comprarme otro disco y exprimí el álbum hasta sabérmelo de memoria. Hoy en día nadie dispone de tiempo para hacer eso, muchos tenemos una pila de cds sin escuchar en casa. Hay tanta información y el acceso (afortunadamente!) a la música es tan sencillo que buscamos y escogemos nuestras canciones favoritas sin dar segundas oportunidades. No hay nada más frustrante para un artista que saber que la gente hace una primera escucha de su disco, señala con una cruz las canciones que le gustan, y no vuelve a escuchar el resto en su vida, resto en el que dicho artista ha vaciado su alma. Un single es más sencillo de escuchar, por eso lo escuchas más.

5.- Todo esto ha hecho nacer en mí una pereza enorme que me impide meterme a buscar un productor, centrarme en la pre-producción de 12/14 temas, encerrarme en un estudio durante más de un mes... vaya rollo!! Yo hago música para divertirme.

6.- El cd single es perfecto porque es inmediato: tienes una buena idea, haces una canción y en dos meses está en la calle. Es más espontáneo, y no te da tiempo a pensar mil veces si lo estás haciendo bien o mal. YO SE LO QUE TE PASA ya la tocamos en el FIB del 2001, no quiero que eso vuelva a suceder.

7.- Sacar exclusivamente singles puede ser el método idóneo para luchar contra la tiranía de la "novedad" que asola a los medios, sobre todo a la radio. Un álbum tiene una vida en las ondas de mes y medio, y luego no vuelve a sonar, porque siempre hay discos nuevos que escuchar. Normalmente cada locutor elige su canción favorita del disco y no programa ninguna más, así que el repertorio pasa más bien desapercibido para los oyentes. Incluso es mucho más fácil escuchar una cara B no incluida en el álbum (lo que antes se llamaban descartes, por algo sería!!), y no te digo ya si te han pillado tocando con una acústica una versión desconocida con una grabadora, esa la ponen todos los días, fijo!! Si sacas singles cada tres meses a lo mejor consigues que tus canciones se escuchen más, y de paso le haces un regate a la dictadura del "último grito".

8.- Los cd singles casi no se venden, su distribución es complicadísima, minan la credibilidad del autor y encima son una pesadilla para el departamento de promoción de la compañía, que se encuentra todas las puertas cerradas. Bueno... en algo se tenía que notar que somos indies!! Ser anti-industria significa que te importe un rábano vender 1.000 o 100.000 copias, siempre que a tu música se la trate con cariño. Y encima Elefant se compromete a realizar vídeo-clips de cada lanzamiento, ¿no es para estar contento?

9.- Hay otra razón un poco más egoísta para no querer editar Lps: así me evito tener que contestar la eterna pregunta de "¿en qué se diferencia este segundo trabajo del primero?". Si no me volvieran a preguntar tampoco las causas de la separación de Los Flechazos ya nunca más sería la bomba.

10.- Una última razón: editando solamente singles tienes más posibilidades de experimentar con ideas más "radicales" para el sonido, el diseño de carpetas, las sesiones de fotos... la evolución del grupo y de su sonido queda mejor documentada, en los 60 los artistas estaban constantemente en el ojo del huracán, había sesiones de fotos, conciertos, entrevistas y actuaciones en televisión cada día (supongo que aquí ha salido a flote mi inconfundible "narcisismo" mod).

Sacar álbumes se había convertido para mí en una rutina llena de frustración: si haces un único disco intentarás que sea perfecto, mientras que si te dedicas a editar singles de manera regular te puedes sentar a ver cómo "respira" tu música, a dejarla crecer y adaptar tu paso a ella. Además siempre he pensado que el pop, aunque a mí me alimenta el alma, era un arte muy menor, y yo un menor entre menores.

(Texto de Alejandro Díez, Marzo 2003)

Nota de El Efecto Orégano: La influencia inglesa de Cooper puede ser adivinida en este texto por su uso de los signos de interrogación y admiración.

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Pero...¿hubo alguna vez cinco mil hippies en España?

El hippy español es el hortera de siempre que se ha ido de casa con los cuarenta duros robados a su madre de la alacena y que quiere vivir su vida y aprender idiomas. La hippy española lleva la falda mucho más corta que cualquier otra, naturalmente, pues ya se sabe que cuando mujer de las nuestras se lanza, es siempre la más lanzada. (Francisco Umbral, 1972; "Amar en Madrid")

Yo no puder ser hippy. Nací, como cantaban Los Ilegales, en tiempos nuevos, tiempos salvajes que exigían enfrentamiento frente a las tiranías de nuestro tiempo. Por esta razón, nunca me han resultado simpáticos los hippies con su pacifismo, su flower power y sus escapistas viajes psicodélicos.

Los hippies, como las actuales ONGs herederas de su espíritu en el fondo conformista y resignado ante los nuevos- viejos órdenes, eran y son, en oxidada terminología de sociología marxista, alienación.

Por el contrario, a finales de los años 70 el punk, aunque tan sólo por un breve lapso de tiempo, fue una auténtica revolución que, como el futurismo en otro momento, amenazó al (des)orden burgués.

En cualquier caso, como parecen demostrar los documentos recogidos en estas tontas páginas, en nuestro país parece que nunca nos tomamos muy en serio a los hijos de Marx y la Coca Cola.

Mr Ringo rango

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-Madre, nosotros, los "hippies, sólo buscamos la sinceridad, la autenticidad, el encuentro con nosotros mismos, ¡no somos gamberros, sino filósofos! ¡Madre, aunque no me comprendas, debes darme tu bendición!

Al otro lado, silencio.

-¡No me marcharé, madre mía, hasta que tú no me perdones! ¡Si no quieres escucharme, cogeré la guitarra y me pondré a interpretar canciones hippies hasta que salgas!

Cogí la guitarra, la enchufé a la pared y me puse a rasguearla.

-¡Si no te marchas ahora mismo – me amenazó mi madre desde dentro- llamaré a los vecinos, llamaré al portero, llamaré a la policía para que te arrojen de aqui!

-Está bien, madre ya veo que a los "in" nunca nos comprenderíes los "out". Ya me voy para siempre.

Desenchufé y salí pesaroso y preocupado de aquel hogar que ya no podía llamar mío.

Gonzalo Vivas, Yo no pude ser "hippy"

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Fanzines, discos,...nuestras recomendaciones

LA ERA POP: lecturas pop

Nuevo fanzine especializado en pop español con amplios artículos sobre el sello Rock Indiana, santi Campos, Naif, Airbag, Vacaciones..., en defnitiva, sobre lo mejor del pop patrio. Muy recomendable.


Contacto: laerapop@yahoo.es
popkid@terra.es

Spanish bizarro: la saga continúa

7 volúmenes imprescindibles para comprender la historia más reciente de nuestro páis. Mucho más ilustrativo que los programas sonbre la Transición de la triste Victoria Prego.

Contacto: www.baturrico.com


Potion: nuevos sonidos desde San Francisco

Desde San Francisco Potion acaba de lanzar su segundo disco titulado Circa, una excepcional continuación de su primer disco "Among Dreams" y que contiene cuatro bellas canciones con melodías bailables que combinan la nostalgia de los sonidos del ayer con el caleidoscopio musical del mañana.

Teclados y guitarras melódicas acompañan a las hipnóticas voces de este dúo de auténtico indie-pop que crean con su música mundos simbólicos e imaginarios.

Un grupo "cool" como como Steve McQueen y con clase como The Avengers.

Contacto: potion@potionmusic.com

Visita su página web y descubre los sonidos de Potion: www.potionmusic.com

Naif: nuevo grupo de Cristina Serrabona

Cristina, la cantante del difunto- ¡ay!- grupo Los Suspensos, presenta un nuevo proyecto denominado Naif. Canciones para grabar en "casete" y enamorar a las chicas que viven en torres donde no hay escalera. De momento Cristina duda entre conventirse en una cantautora adulta o seguir recreando el pop baboso y madrileño de los divinos años ochenta. Estaremos atentos a su evolución.

The Boggie Punkers: el tornado rocker

Trepidante banda de rock and roll, swing psicótico, rockabilly alternativo y surf-punk. Un combo vertiginoso, un "hot rod" cromado con el depósito lleno y en constante "pole position". La banda sonora de los 50´s interpretada en el siglo XXI. Su primer C.D. ha sido publicado por la compañía japonesa On The Hill Records.

Contacto: boogiepunkers@hotmail.com

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