Actividad fundacional
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Canarios
en Uruguay |
ANTECEDENTES1
...."Los
portugueses venían mirando con gran interés los territorios que constituyen
hoy la oriental república y aspiraban a posesionarse de ellos. Dueños de la
colonia del Sacramento por el tratado de paz firmado en Utrecht el 6 de febrero
de 1715, intentaron establecerse en la banda oriental. Enterado de este intento
Felipe V, dispuso, por carta fechada en Aranjuez el 10 de mayo de 1723, que se
fortificaran y poblaran los puertos de Montevideo y Maldonado2. La
ensenada de Montevideo, el mejor seno que forma el Río de la Plata al
desembocar en el Océano, era una posición de suma importancia en relación con
Buenos Aires para su seguridad y abastecimiento. En atención a este valor y
utilidad, al intentar ocuparla y fortificarla en 1723 los portugueses, el
teniente general D. Bruno María Zabala, gobernador y capitán general de las
provincias del Río de la Plata, llevó a cabo una expedición, cuyo resultado
fue la retirada de los portugueses y el establecimiento de los españoles, para
asegurar la disputada posesión del sitio. A fin de poblarlo, el Consejo de
Indias elevó consulta el 1 de febrero de 1725 a Felipe V, en la que proponía
el envío de 25 familias gallegas y 25 canarias. El monarca, en consecuencia
escribió el 16 de abril al gobernador de Galicia y al de Canarias para que cada
uno aportase las 25 familias correspondientes. El gobernador de Canarias,
marqués de Vallehermoso, puso inmediatamente en ejecución la orden con la
cooperación del juez de Indias D. Bartolomé de Casabuena y Mesa, y al comenzar
el mes de septiembre ya pudo comunicar a su soberano que las familias de su
jurisdicción estaban preparadas para el embarque3. Este se dilató,
sin embargo, meses y meses, a causa principalmente de la guerra con Inglaterra.
Pero, al fin, el 9 de agosto de 1726 fondeó en Santa Cruz de Tenerife el aviso
Nuestra Señora de la Encina, alias La Bretaña, en el que embarcaron las 25
familias. Y cuando ya se creí que el buque iba a salir viento en popa, se vio
saltar a tierra al capitán, D. Bernardo de Zamorátegui, para decir que era un
cargo de conciencia zarpar para un viaje tan dilatado y no exento de peligros
con un número de pasajeros muy superior al que admitía la capacidad de su
buque. Indicaba la necesidad de reducir a 16 familias, es decir, a 80 pasajeros,
la cifra primitivamente fijada. En vista de todo esto, el capitán D. Gaspar
Domínguez por encargo de D. Bartolomé Casabuena, inspeccionó el buque, e
informó que podían instalarse en él 20 familias. Fueron, pues, desembarcadas
cinco y con las 20 que quedaron zarpó El Bretaña, el 21 de agosto. Después de
un viaje de noventa días, los colonos canarios saltaron en tierra de Montevideo
el 19 de noviembre4. Durante meses estuvieron guarecidos en tiendas
de cueros y estacas. El 24 de diciembre se fijó la jurisdicción de la ciudad,
es decir el territorio sobre el cual ejercería su autoridad el futuro Cabildo.
Después se efectuó la distribución de solares entre los colonos, según los
planos del ingeniero Domingo Petrarca. Y más adelante, el 12 de marzo de 1727,
se empezó el reparto de tierras para chacras. El gobernador les dio a los
colonos tres meses de plazo para construir la casa y sembrar las tierras, si
querían asegurar el derecho a las asignaciones que se les habían hecho.
Hasta entonces
habían fracasado todos intentos de poblar Montevideo. Parece que se
temía al desierto. Desde la llegada de los canarios empezaron a llegar
voluntariamente otros pobladores desde Buenos Aires, Tucumán, Santa Fe,
Corrientes y Asunción del Paraguay. Ya había una base de población. Y además
existía un atractivo que, sin exageración, también se debe valorar: el de las
jóvenes isleñas. "Desde la conquista -hace notar Azarola5- el
número de mujeres de raza europea había sido harto exiguo con relación al de
los varones." No tardaron pues, en empezar a celebrarse matrimonios en
aquel embrión de ciudad.
La disposición
relativa al embarque de las 25 familias gallegas se había anulado en este
tiempo y se había resuelto sustituirlas por otras tantas canarias, cuyo
transporte era menos costoso. La nueva expedición se preparó, pero
dificultades de diverso orden impidieron que hasta la víspera de la Navidad de
1728 no saliera de Cádiz la flotilla que, a su paso por Canarias, había de
recoger al nuevo grupo de colonos. Estos embarcaron en el navío San Bruno, de
50 cañones, y salieron de Canarias el 31 de enero de 1729. Después de un viaje
durísimo llegaron a Montevideo el 27 de marzo. Acompañaban al San Bruno otros
dos navíos: el San Francisco, con 400 hombres de tropa para la guarnición de
Buenos Aires y Montevideo, y el San Martín, más pequeño, con religiosos.
De esta segunda
expedición, integrada por canarios de las diferentes islas -Tenerife,
Lanzarote, Gomera...- no se formó padrón a la llegada. Lo hizo catorce años
más tarde el capitán Francisco Gorriti, y esta relación, con muchos errores y
omisiones, es la que ha pasado a la posteridad.6
Reunidas ya las 50 familias, poco más o menos, que, según las reales
disposiciones, debían constituir la base de Montevideo, D. Bruno Zabala se
trasladó a la nueva fundación, y el 20 de diciembre de 1729 extendió el
documento de constitución oficial de la ciudad. El día de Año Nuevo el propio
gobernador constituyó el nuevo Cabildo. La alcaldía de primer voto recayó en
José de Vera Perdomo; la de segundo voto, en José Fernández Medina "El
Palmero", que unía a su cargo la jurisdicción de menores7. En
el Uruguay todavía se le da el nombre de canarios a los habitantes de algunas
zonas, como la de Canelones.
1 Aportación de
Canarias a la población de América. José Pérez Vidal
2
Revista del Archivo General Administrativo o Colección de documentos para
servir al estudio de la historia de la República oriental del Uruguay, dirigida
por el Dr. Pedro Moscardó. Montevideo 1885-1891, t. I, Pág. 5.
3 Se habían fijado anuncios en diversos lugares (Santa Cruz de
Tenerife, La Laguna, La Orotova...), se había encargado al maestro herrero
Lorenzo de Borges la fabricación de utensilios de labranza para los pobladores
y se había dado un doblón a cada uno de éstos "para avíos". Luis
Enrique Azarola Gil, Los orígenes de Montevideo, 1607-1749, Buenos Aires 1933.
Pág.. 108.
4 Ibídem, Págs.. 111-112. En la pag. 113 de esta misma obra,
publica Azarola la nómina de pasajeros hecha por Casabuena en Tenerife, y el
padrón que formó D. Pedro Millán, comisionado de Zabala, a la llegada de los
colonos. Sólo difieren en las cinco familias que a última hora se tuvieron que
quedar, y en algunos pequeños detalles. Todos los componentes de esta primera
expedición eran naturales de Tenerife, menos una familia, la de José
Fernández Medina, apodado "El Palmero", que, como ya el apodo indica,
era de La Palma
5 Ibídem, Pág.. 120
6 Ibídem, Pág.. 139
7 Ibídem, Pág.. 114 El 30 de octubre se había dictado una Real
Cédula por la que se otorgaba a las Canarias un permiso para navegar desde las
islas a Trinidad, Buenos Aires y sus provincias, entre ellas Montevideo,
doscientas cincuenta toneladas anuales, en forma semejante a las autorizadas en
1718, es decir, con la obligación de llevar un determinado número de familias
por cada cien toneladas. Este permiso fue de corta duración, porque se
opusieron a su continuidad los comerciantes de la Península, ahora con su
principal asiento en Cádiz. La gestión del permiso se debió a José
Fernández Romero, el marino canario de que ya se ha hablado.
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