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Wu Wei.
Fresco como el hielo
su corazón taoísta.
Ninguna vana contienda
hacia la meta.
El Tao surge
de sí mismo,
quieta su mente...
Disco de luna clara,
reluciente, inmaculada.
El sauce inmortal.
Pasea de una esfera a otra,
ligero como una nube de verano.
Vuelto a su cuerpo, yace contemplando
la luna, con velos de niebla.
Una brisa, aroma de pino, suave susurro,
penetra, en él con escalofríos de felicidad.
El elixir sagrado.
El elixir sagrado
es suyo para siempre!
Su mente tranquila
centellea como un espejo escondido
dispersando las figuras fantasmales
del mundo de polvo.
Su cuerpo, liberado de ataduras,
descansa como una nube flotante.
Dicha
de la meditación
Lánguidamente, en
brazos de la brisa
Llegan los aromas de casia y pino.
El frío esplendor de laguna
Baña el pórtico del templo.
En la falda de la quietud,
Sentado está el ermitaño
Que a mundos lejanos vuela.
Para él, todo sonido es silencio
Y no hay nada más en absoluto…
Sólo un frescor que todo lo penetra.
Li F'eng
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