Escucha -gritó el mono-. Después de los trabajos que nos ha costado traerlas hasta aquí, y después de que tú ordenaras personalmente que se nos dieran las escrituras, Ananda y Kasyapa han hecho una entrega fraudulenta. Nos han dado ejemplares en blanco. ¿Qué bien podemos obtener de ellos?
No tienes porqué gritar -dijo el Buddha sonriendo-. En realidad, esos libros en blanco, como éstos, son las verdaderas Escrituras. Pero como veo que el pueblo de China es demasiado estúpido e ignorante para creerlo, habrá que darles libros con algo escrito.
Wu Chêng-En |
BoddhiDharma, el Maestro de la Ley, fué el tercer hijo de un gran rey Brahman del sur de la India, de las Tierras Occidentales. Era hombre de inteligencia maravillosa, brillante y de mucho alcance; entendió completamente todo lo que aprendió. Como miembro de casta noble que era, aprendió también las artes de la guerra, entre otras el VajraMusthiYudda (antiguo arte marcial con las manos desnudas, de la India). Como su ambición era dominar la doctrina del Mahâyâna, abandonó la vestimenta blanca del laico y se colocó el negro manto monacal bajo la supervisión del maestro Prajnâtara, deseando cultivar las semillas de la Santidad. Practicó la contemplación y la tranquilización; supo bien lo que era el verdadero significado de los asuntos mundanos. Era diáfano por dentro y por fuera; sus virtudes eran más que un modelo para el mundo. Su maestro Prajnâtara lo envió al Khorrasan persa, lugar donde se concentraba todo el antiguo saber, y cuna de místicos. En Persia frecuentó las casas de fuerza, lugares frecuentados también por los guerreros persas. Al regresar junto a su maestro, se lamentaba muchísimo por la declinación de la enseñanza ortodoxa del Buddha en las regiones más distantes de la tierra. Finalmente se decidió a cruzar la tierra y el mar, llegar a la China y predicar su doctrina en el reino de Wei. Aquellos que sentían inclinaciones espirituales se reunieron en su derredor llenos de devoción, mientras que quienes no pudieron elevarse por sobre sus consideraciones unilaterales hablaron de él calumniosamente.
Es sobre el año 520 de nuestra era cuando Boddhidharma llega a China. Se dice que el primer gran personaje que BoddhiDharma entrevistó a su llegada a China fué el emperador Wu de Liang, gran protector budista de aquella época. La entrevista tuvo el siguiente discurrir. El emperador tenía curiosidad y empeño en conocer el mérito que debía haber obtenido por sus propios esfuerzos en la propagación del Budismo dentro de sus tierras, así es que le lanzó la pregunta de rigor al Maestro del Dharma recién llegado, TaMo (mas conocido por su nombre hindú, BoddhiDharma):
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"Desde el inicio de mi reinado he construido numerosos templos, he copiado multitud de libros sagrados, y he sostenido a innumerables monjes y monjas. ¿Cuál pensais que podría ser mi mérito?", fue la pregunta del Emperador.
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"¡No hay mérito de ninguna clase, señor!", fue la clara y directa réplica de TaMo.
- "¿Porqué?", preguntó sorprendido el Emperador.
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"Todo eso no son mas que acciones inferiores que harán que su autor nazca nuevamente, ya sea en la tierra o en los cielos. Aún muestran huellas de mundanalidad. Son como las sombras que siguen a los objetos. Aunque parezcan realmente existentes, no son más que meras no-entidades. En cuanto a una verdadera acción meritoria, está llena de pura sabiduría y es perfecta y misteriosa, y su naturaleza real está mas allá de la captación de la inteligencia humana. Algo como esto no ha de buscarse mediante logro mundano alguno."
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"¿Cual es entonces el primer principio del Precioso y Santo Dharma?", interrogó entonces el Emperador.
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"¡El vasto vacío, y en éste no hay nada que pueda llamarse Precioso ni Santo, señor!", fue la respuesta de TaMo.
- "¿Quién es entonces quien ahora está frente a mi?"
- "¡No sé, señor!"
Una respuesta simple y clara, pero el piadoso e ilustrado Emperador budista no llegó a captar el espíritu que impregnaba toda la actitud de BoddhiDharma. Como el Primer Patriarca se dió cuenta que no podría ayudar al Emperador, salió de sus dominios y se recogió en un Monasterio de aquel mismo estado, Wei.
Cuando BoddhiDharma se marchó de palacio, el Emperador preguntó a Chih-Kung, otro monje budista:
Tras oir esto, el Emperador quiso enviar rápidamente emisarios para conseguir que aquel Maestro regresara a la corte, pero Chih-Kung le advirtió:
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Enviar en su búsqueda de nada servirá, señor, pues aunque todo el pueblo corriese trás él, no volvería sobre sus pasos.

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