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El
inicio del Imperio Nuevo está marcado sobre todo por la incesante
actividad militar. El hecho de que Egipto acabe de salir de una
época obscura y de opresión, hace que los faraones de esta nueva
dinastía, se aseguren de que sus fronteras se hallan bien seguras y
estabilizadas. Si bien los reyes de esta XVIII Dinastía ya tenían
claro los conceptos de estabilizar las fronteras, peor era el
intentar fomentar una revuelta con una coalición en la que se unían
aquellos que se consideraban "hermanos" del rey. Esto fue lo que
ocurrió durante el primer año del reinado de
Thutmosis III. El rey de Qadesh se había aliado con el pueblo
Mitanni para formar una alianza cuyo fin era el asalto a Egipto. El
lugar donde se dieron cita los traidores fue la ciudad-fortaleza de
Megiddó, situada al este del río Eufrates. El Señor de las Dos Tierras Menjeperre Thutmosis apenas llevaba un año sobre el trono cuando su ejército partió de Tebas a través del Camino de Horus. Tras un viaje de diez días, Thutmosis recayó con su ejército en la ciudad de Gaza, la cual era una fortaleza egipcia, que tuvo que ser reconquistada. Thutmosis alcanzó la victoria el día en que cumplía un año como rey. Una vez la fortaleza volvió a caer en manos egipcias, el faraón puso rumbo hacia Yehen, donde se forma un consejo de guerra para decidir cual será la táctica a utilizar. La verdad es que el terreno se presentaba totalmente hostil. La entrada en la ciudad de Meggidó era bastante incierta. Los generales, junto con el propio rey, entienden y saben que los canaenos han centrado la práctica totalidad de sus efectivos en la ciudad de Meggidó. Los textos que se hallan en los muros de Karnak, correspondientes a los Anales de Thutmosis, y que fueron redactados por el escriba Taneni, nos hablan de que las rutas del norte eran mucho más largas. Sin embargo, el camino de Aruna se presentaba más factible, con el problema de que estaba situado en un paso estrecho, por donde los hombres deberían pasar en fila de a uno. Esto propiciaba, bajo la opinión de los generales, un sitio idóneo para una emboscada. Thutmosis recapacitó sobre la situación. Sabía que esta ruta de Aruna significaba que todo podía desembocar en una carnicería, en la que incluso él mismo podría morir. El rey Thutmosis sabe a lo que se expone, pero sin embargo no deja de ser cierto que logró ponerse en la piel de su enemigo, y de esa forma, se dirigió a sus tropas. "Juro, porque Ra me ama, que mientras mi padre Amón me favorezca y me insufle su vida con satisfacción, que Mi Majestad avanzará por el camino de Aurna". Sin embargo, sus generales no estaban demasiado de acuerdo con él. Uno de ellos le expuso que, y así era, todos los efectivos temían aquella decisión, a todas luces, precipitada. "Ahora, los otros dos caminos se hallan ante nosotros. De modo que el que sale en Taanak, el que está al norte de Djefti no nos llevarán al norte de Meggidó. Su Majestad será el señor victorioso, pero no nos lleve por ese camino difícil". Pero Thutmosis no hace caso a sus generales. Sabe que dicho camino de Aruna desemboca justo a media milla de Megiddó. "Mi Majestad avanzará por la ruta de Aruna. ¡Dejad de desear lo que tan solo Mi Majestad desea! Se perfectamente que vuestras dudas y vuestra lealtad hacia vuestro señor están fuera de toda duda." Así pues, Thutmosis se adentra en la ruta de Aruna, mientras todos los soldados están aterrorizados. Sin embargo, todo sale como el rey lo había previsto. Sin embargo, la batalla va a retrasarse unos días. Los rebeldes piensan atacar a los egipcios de modo que el sol les de en los ojos, para confundirlos, pero, Ra no hace sino proveer de energía a los soldados egipcios. Y así, una vez cerca de Meggidó, los carros del faraón asedian a las rutas de Taanak. Los canaenos se ven indispuestos para regresar a la fortaleza. Entre el ataque de los carros y la infantería, Thutmosis volvió hacia su bando el olor de la victoria. Al día siguiente por la mañana, tendrá lugar la batalla. "En el año 23 del primer mes de la tercera estación, en el vigésimo primer día, el día del festejo de la Luna Nueva, que correspondía con la coronación real al amanecer, se tomó un equipo del ejército y se lo puso en movimiento. Su Majestad avanzó el primero, montado sobre un carro de electro con sus armas de guerra en las manos como Horus, el Señor de la Potencia, como el dios Montu, de Tebas, mientras que el dios Amón-Ra fortalecía sus brazos. El flanco meridional del ejército de Su Majestad se hallaba al sur del río de Kina, situado al noroeste de la ciudad de Meggidó, mientras que Su Majestad estaba en el centro, con su padre Amón-Ra que protegía todos sus miembros. Entonces, Su Majestad avanzó hacia sus enemigos, al frente de su ejército. Cuando lo vieron llegar, huyeron despavoridos a refugiarse en Meggidó, dejando atrás a sus carros y a sus caballos. Ahora, si el ejército de Su Majestad no hubiera puesto su corazón en no cometer actos de vandalismo contra las propiedades del enemigo, habrían logrado conquistar la ciudad de Meggidó. Sin embargo, el vil rey de Qadesh y el vil enemigo de esta ciudad huyeron con rapidez. El miedo que influía Su Majestad había penetrado en sus corazones, sus brazos se encontraron impotentes, la imagen de Uadjet ceñida sobre la corona de Su Majestad se alzaba victoriosa entre ellos..." Incluso los propios egipcios reconocen la falta de disciplina que mostró el grueso de las tropas en esos momentos tan vitales. La toma de la fortaleza era crucial, y como dijo el propio Thutmosis, "El rey de cada ciudad del norte se halla en Meggidó, y su conquista es como tomar mil ciudades". El rey contaba con la velocidad de sus carros y la perfecta situación de su infantería a la hora de la batalla. Las tropas co-aliadas reunían a mas de 300 príncipes de Siria y Palestina. Así, Thutmosis, protegido por Horus y Montu, aparece ante las puertas de Meggidó. La aparición del faraón les coge por sorpresa y al momento se inicia una huida pavorosa. Los egipcios, con su rey al frente, se ven victoriosos. La masacre es evidente. Sin embargo, el rey no puede evitar que sus tropas se lancen al saqueo, en busca de las pertenencias que los enemigos han dejado en su precipitada huída. Esto permite a muchos rebeldes refugiarse en la plaza fuerte, la cual sufrirá un asedio que va a durar siete meses. Los egipcios excavaron una fosa cercando la ciudad. El ejército egipcio contaba con provisiones abundantes, así que tan solo hubo que aguardar a que el hambre hiciese aparición en las filas enemigas. Finalmente, se rinden. El botín es enorme; mas de doscientos carros, dos mil caballos, oro, prisioneros... y los príncipes que habían fomentado la revuelta fueron apresados junto con sus carros labrados en oro. En Karnak, cada una de estas ciudades vencidas son representadas con un prisionero con las manos atadas a la espalda. Tras esta gran victoria, vendrían muchas otras. La toma de Meggidó significó el control de toda la zona de Canaán durante todo su reinado. Fue de vital importancia para que Egipto pudiese rivalizar con el país de Mitanni, puesto que ambos se disputaban el control de Siria. Es exactamente en estos momentos cuando se conoce por vez primera el nombre de Meggidó. Aquí, en esta fortaleza, situará San Juan (16 - 14,16) la historia que cuenta sobre como las fuerzas del mal lucharon contra las fuerzas divinas de Yavhé, y lo llamó Armagedón, cuya traducción sería "La Toma de Meggidó". Una vez más, encontramos momentos bíblicos apoyados sobre hechos históricos que sucedieron en el Antiguo Egipto, antes, mucho antes de que la religión cristiana hiciese aparición... |
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