ARQUEO AEGYPTOS

El Egipto Bíblico

 

Los Inicios de la religión cristiana

 

Para llegar a comprender la religión del Antiguo Egipto, debemos comprender primero el concepto que los egipcios tenían de lo que nosotros llamamos hoy religión. En el Antiguo Egipto, este concepto no existía como tal. Resultará confusa esta afirmación, teniendo en cuenta el amplio panteón egipcio. Pero, la conclusión más aproximada sería que ese panteón es el resultado de la explicación que los egipcios se dieron a sí mismos como respuesta de una pregunta universal: ¿Cómo surgió la vida? Esta explicación estaba únicamente dirigida para ellos mismos, porque a los egipcios les importaba muy poco el que nosotros no comprendamos tanto lío de nombres y deidades. Sin embargo, para los egipcios estaba muy claro, puesto que, por ejemplo el aire, es algo que no puedes ni ver ni tocar, y que escapa a tu comprensión. Por lo tanto, está por encima de tu capacidad, y consiguientemente, pertenece al ámbito divino. Lo mismo podríamos aplicar a la noche y al día, al sol y a la luna, son algo que existen, pero que tú no puedes ni crear ni explicar como se ha creado. Puesto que están patentes y se ven, alguien con un poder superior al tuyo ha tenido que crearlo, un Dios, una entidad tan poderosa que es la única que tiene el control de todo. La divinidad. Y en resumen, esta idea es la misma que adoptaron los primeros cristianos, que como veremos, se limitaron a copiar los antiguos textos, tomando las líneas de las épocas más brillantes y los momentos más importantes de la milenaria historia egipcia.

Traspaso de poderes

"Al principio, creó Dios los cielos y la Tierra. La Tierra estaba confusa y vacía,  y las tinieblas cubrían la haz del abismo, pero el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas. Dijo Dios: 'Haya luz' y hubo luz... Dijo luego Dios: 'Haya firmamento en medio de las aguas, que separe unas de otras', y a la luz la llamó día y a las tinieblas las llamó noche... E hizo Dios el firmamento...Llamó Dios al firmamento cielo... Dijo luego Dios: 'Haya en el firmamento de los cielos luminarias para separar el día de la noche'. Y así fue, hizo Dios dos grandes luminarias, el mayor para presidir el día, y el menor para presidir la noche" 

He aquí como comienza el Génesis, 1, 1-31. Es así como se da inicio al libro sagrado de la religión cristiana, la Biblia. Como se verá a lo largo de este artículo, lo que hicieron los escribas judeo-egipcios fue crear la base del cristianismo en el inicio de la creación. Sin embargo, no tuvieron reparo alguno en robar descaradamente todo el saber y toda la filosofía que encerraban los iniciáticos textos egipcios. Como dice un buen amigo mío, para muestra un botón. Los antiguos egipcios proclamaban que desde el inicio todo era un caos, el Nun, donde no podía desarrollarse ninguna forma de vida. De este caos surge una forma que toma conciencia de sí misma, el dios Atum. Se yergue y lo primero que crea es la luz, Re. Este hecho es casi indiscutible pues la luminaria celeste es la que propicia la vida en la tierra. Atum, una vez ha creado la Luz, se une con su propia sombra, y copula con sigo mismo. Da así origen a las divinidades que formarán el mundo ó los pilares del cielo. Shu es escupido por la boca de Atum, mientras que Tefnut es vomitada. Shu es el aire, una entidad masculina que se aparea con su hermana Tefnut, que representa la humedad. Entonces, se crea el cielo y la tiera. Son Geb y Nut los herederos de la naturaleza, encarnada en Geb como la tierra y en Nut como el cielo. Todo lo que se mueve, se arrastra, vuela ó tiene existencia en la tierra es por Geb. Como así mismo, todo lo que se alza brillando, ó en la oscuridad en el manto estelar, es obra de Nut. La tierra, para poder unirse con el cielo se incorpora sobre si mismo, con su pene erecto y proyecta su esperma hacia el espacio, alcanzando así el vientre de Nut. Una vez el cielo se ha preñado con la vida de Geb, se dispone a parir a cinco hijos, cada uno destinado a nacer en los días hepagomenales, que son los días añadidos al calendario astronómico para que así coincidan plenamente con el orden celeste. Son Osiris, Isis, Seth, Nefthis y Horus Haroeris. Esta es la explicación que dieron los profetas de Heliópolis, la On bíblica. Para unir un poco más estos dos inicios de la creación, tenemos un pequeño inciso en lo que podemos leer,  con esas mismas palabras, en el Génesis, y es que ponen a la luminaria nocturna como una entidad masculina... y, al contrario de otras antiguas creencias paganas, en Egipto la luna era una presencia masculina, encarnada por Horus y en ocasiones por el dios Thot.

La verdad es que desde el inicio de la religión cristiana en Egipto, que fue la iglesia copta, todo ha sido un calco, un plagio descarado de todo el refinamiento de la sociedad egipcia. Como se verá más adelante, la simbología egipcia termina por expandirse a lo largo de ese territorio ya romano, llegando a alcanzar cotas inimaginables. Lo que más se puede reprochar  de esta acción es el haber convertido la cultura que había nacido a orillas del río Nilo en todo un clásico de Historias para no dormir, despojando a la anciana y sabia herencia faraónica de todo aquello que había alcanzado a ser, gracias a los milenios de historia. Si acaso, por si alguien se preguntase como es posible que todo esto suceda en Egipto, si todo esto no serán palabras sin sentido, basta con conocer un poquito tan solo la historia de Egipto y echar un vistazo a la Biblia, al menos un par de veces. Está claro que todo se origina tras la muerte de Jesús, a principios del Siglo I. Los seguidores de aquel hombre, que había cautivado sus corazones a través de la palabra, se extienden a lo largo del antiguo mundo greco-romano, lo que da lugar a los textos evangélicos, escritos muchos años después de los hechos. Es San Marcos quien lleva estas enseñanzas a Egipto,  en el siglo I, siendo Nerón el emperador, según parece. La herencia de todo aquello , que se mostraba ya como una nueva religión totalmente diferente a las demás, no acaba de cuajar en las mentes de la sociedad que vivía en el rico mundo cultural greco-romano, que estaban enzarzadas en la polivalencia de una serie de divinidades a las que tenían plena devoción. Por aquellos años, estos primeros cristianos eran considerados como una especie de bicho raro que se erguía amenazador. En el transcurso de unos cuatrocientos años, esta nueva especie dominaba ya todo Egipto y parte del mundo greco-romano. De este cristianismo copto surgen dos frentes. Uno eran las comunidades, que San Antonio fundó con los monacatos. Unió el trabajo y la perseverancia para destruir hasta el último reducto de la antigua tradición. El segundo frente se convirtió en un híbrido formado a raíz de los monacatos y del odio profundo, acompañado de un terrible fanatismo, que dieron como resultado la destrucción sistemática de los santuarios egipcios, la quema de capillas y objetos rituales.  Por doquier, las imágenes de los dioses y diosas que habían comandado el navío egipcio durante casi cuatro mil años, son consideradas como representaciones diabólicas. Esta orgía de sangre y destrucción, da como resultado la desaparición de adeptos a la tradición faraónica. El fanatismo fue tal que San Antonio se castró a si mismo, para eliminar así todas las tentaciones de la carne, y dejaba claro que toda esa libertad de dioses y diosas campando desnudos a sus anchas, eran obra del mismísimo Satanás. El Valle de los Reyes es colonizado. Los cristianos que allí se instalan, destrozan las moradas eternas de los faraones, inscriben sus nombres en las paredes y convierten aquel lugar sagrado en establos para los animales, cocinas, iglesias e improvisadas moradas. Pero el cisma cristiano llega durante el siglo IV, el golpe definitivo a la religión faraónica.

Los emperadores romanos, en un intento de limitar el poder de culto que tenían los sacerdotes egipcios, habían relegado en control de los santuarios bajo el mando de un único funcionario romano. Así, los santuarios egipcios dependían totalmente de la administración romana para sobrevivir. En el siglo III, Roma comienza su declive como Estado. El cristianismo ya abarcaba todo el territorio egipcio, y las creencias de la antigua religión no se habían debilitado demasiado, llegando a ser fortísimas en algunas ciudades. El mundo occidental comprendía a casi todas sus comunidades que se abrazaban a una nueva fe. En el año 535, el emperador Justiniano decreta el cierre del último santuario egipcio, era la Morada de la diosa Isis en la isla de Filae. La orgía de sangre hizo tambalear los cimientos de esos cuatro mil años de Historia, y debió ser aquel día cuando el Nilo bajó de color rojizo, y no la plaga de Moisés... Cae así, el último bastión heredero de una milenaria cultura, que con el último jeroglífico, se sumió en un profundo olvido, hasta la llegada del huracán napoleónico, que descubrió una verdad que se ocultaba bajo las arenas del desierto.

Trascripción de los Antiguos Textos

San Marcos, con su llegada a Egipto, trae el concepto de una santidad divina. Sin embargo, ese concepto no acaba de cuajar en una sociedad que no conoce ni entiende la presencia única de un solo dios.  Muchos opinan que los egipcios eran politeístas, y la verdad es que también eran monoteístas. El un principio, como hemos visto, Atum da origen a la vida. Es pues Atum la explicación que los egipcios tienen para el principio de toda la existencia, pero no es la única, puesto que Ra-Atum, al tiempo, es otra explicación que no estorba a la primera. Durante el Imperio Nuevo, Amón es el Dios de los Dioses, es la explicación al origen humano. Sin embargo, la sabiduría de Ptah ó de Thot son entendidas como una representación de la grandeza de Amón. Lo primero no quita a lo segundo, sino que se complementan y se reconfortan uniéndose en lo esencial del panteón egipcio, que es explicar el funcionamiento del Universo. Por ese motivo, convivían en el Antiguo Egipto todas las divinidades en paz y armonía. Por ese motivo, ni los sacerdotes de Heliópolis, ni los sacerdotes de Menfis, ni los sacerdotes de Tebas tenían odios ó recelos entre ellos, porque al fin y al cabo, estaban unidos por una única verdad. Pero el cristianismo no comprendía estas teorías. Lo que al pueblo se le presenta es una clara posición de mandato único, y eso no colaba. Así que, lo que se busca es una colocación de la nueva religión sobre la fe de estas gentes, que por otra parte, no viven su mejor momento social, y que poco a poco, van fundiéndose en las nuevas adopciones que el cristianismo asocia. Y, no dejando  de ser curioso que los primeros textos cristianos se escribiesen casi en la mitad del Siglo II, una de ellas, es el concepto de la Santísima Trinidad. Hoy día, la Iglesia Copta de Egipto acepta que sí existe un paralelismo total y absoluto con toda la tradición faraónica y el inicio del cristianismo. Pero su respuesta, para tal coincidencia es asombrosa. Según ellos, Dios inspiró a los faraones para preparar el camino a la doctrina de Jesús. Curiosamente, al mismo tiempo la Biblia no cuenta eso, sino que los faraones despreciaron a los hebreos y los hicieron sufrir. Con esta trinidad en la mesa, a los hombres y mujeres que vivían en ese mundo, se les hizo familiar esa similitud que había entre Osiris, Isis y Horus. Curiosamente, Osiris al igual que Jesús, muere padeciendo y resucita, y se convierte en el símbolo de la vida en el Más Allá.  Con la milenaria historia de Egipto sobre la mesa, les fue muy fácil embaucar a esa nueva clase de creyentes por la fe, unos; y por obligación otros. Los textos que narra el Antiguo Testamento es un claro robo de muchos episodios que acontecen en un período comprendido entre el Imperio Antiguo y el Imperio Nuevo.

Llegados al episodio de Abraham, era él en un principio Abram, y se encontró que viajaba con su mujer Sarai hacia Negueb. Y antes de entrar en Egipto, le dijo: "Mira que sé que eres hermosa, y cuando los egipcios te vean dirán "es su mujer", y me matarán a mi, y a ti te dejarán la vida, di pues que eres mi hermana." Y ocurre que esa es precisamente la palabra que los egipcios usaban comúnmente con su esposa. Y ocurre que ya con Abram, el faraón padece las plagas de Yavhé por culpa de semejante mentira. Y para colmo, abandona Abram Egipto con gran riqueza en ganado. Obsequio de la casa. Pero, ocurrió con el tiempo, que Abram recibió la visita de Yavhé, el cual le dijo que "He aquí mi pacto con tigo: serás padre de una muchedumbre de pueblos. Y ya no te llamarás Abram, sino Abraham..."  Una nueva innovación dio Yavhé a Abraham, la circuncisión de todos sus hijos, y la suya propia (y eso que tenían 99 años). Este era un ritual ancestral en Egipto, donde los propios sacerdotes lo llevaban a cabo, y Abraham se convirtió en el sacerdote de su pueblo. Pero no solo eso, muchos han visto esta historia como una similitud entre lo que ocurrió con Amen-Hotep IV y su dios Atón, puesto que no solo cambió de nombre, sino que se propuso llevar la palabra de Atón a todos los países que por aquellos días rodeaban las fronteras de Egipto. Amén.

Seguidamente, José continúa la senda de Abraham, y de que forma. Llega a Egipto en calidad de esclavo    Pero lo realmente interesante, es el significado del sueño tan extraño que tiene el faraón. El período citado en la Biblia de siete años de vacas gordas y siete años de vacas flacas, no solo lo padeció Egipto durante el I Período Intermedio, sino que todo el Oriente Próximo padeció las consecuencias de un posible cambio climático. Durante unos cien ó ciento noventa años, Egipto se sume en una oscuridad, en cuyo momento histórico se desconocen todos los aspectos que rigieron a Egipto. Tal vez, incluso, se produjeran invasiones por parte de beduinos en algún punto del Bajo País. De aquí podría haber surgido la figura de José. Se ha querido ver al faraón en cuestión como Senwosret I, ó Sesostris I. En base a esta hipótesis, algunos teólogos presentan una posible identificación de uno de sus gobernantes afirmando su prudente recolección de grano, en previsión a una hambruna que no tardaría en llegar. También se atribuye la persona de Senwosret III, y se basan los teólogos en las construcciones de ladrillo. Pero, a pesar de que José mandase construir silos de ladrillo, todos sabemos que en Egipto, exceptuando las moradas de los dioses, todo se construía con material perecedero, es decir ladrillo crudo. Por intentar hacer concordar las fechas, tampoco pasa nada, porque podríamos incluso hacerles caso cuando señalan a Thutmosis III como dicho faraón. Y, realmente, da igual, porque desde tiempos ancestrales, está datado que no todas las crecidas fueron buenas, y si no, que se lo pregunten a Djeser Neterijet, el cual se vio sumido en una situación idéntica, y tuvo que ir hasta la isla de Sehel, en Elefantina para erradicar el problema ofrendando al dios Jnum. Pero lo importante, en el caso de José, no es identificarlo en un momento histórico, sino lo que de él cuenta la Biblia. Una vez José se ha reunido ya con su familia en Egipto,  fallece su padre Jacob. En el Génesis se explica con precisión la momificación del cuerpo de Jacob. ¿Acaso había renegado de su dios? Durante cuarenta días, el padre de José es tratado como un egipcio más. Cuando llega la hora de la muerte de José, con ciento diez años, Génesis nos dice que es embalsamado y puesto en un ataúd en Egipto. Es increíble que un personaje hebreo termine sus días como un gran dignatario, y aún por encima con ciento diez años. ¿Qué tienen de particular los ciento diez años? Pues esa era la edad que se le atribuía  a los grandes sabios. Ptah-Hotep necesitó esta edad para redactar sus máximas, y ¿acaso no será considerado como un sabio un hombre capaz de descifrara los sueños de un faraón, cuando los magos de la corte se mostraron incapaces de hacerlo? Se intuye un cierto tufillo cuando se estudia un poco a este personaje, pero la clave esté seguramente en el faraón Djeser Neterijet, porque la historia se sitúa en las inmediaciones de la ciudad de On, la Iunu egipcia y la Heliópolis griega. En tal caso, puesto que el propio faraón lo nombra gran sacerdote de On,  ¿ese visir de nombre José no sería otro sino Imhotep? Lo que faltaría sería oír que fue José el que ideó la primera pirámide de la historia, la Pirámide Escalonada...

Para hablar de Moisés, mejor ver el capítulo entero que dedicamos a este hombre, por lo que podemos continuar nuestro periplo y detenernos, por ejemplo en David. ¿Quién es David? Lo hallamos en la tercera parte del libro de Samuel, 16, 1. Era David el hijo menor de Isaí, el cual se ve envuelto en una batalla contra los filisteos. La verdad es que el relato no tiene desperdicio. Sobre todo, cuando uno de los filisteos, Goliat, se dirige a los israelitas en este tono: "Dame un hombre y lucharemos". Samuel describe al filisteo como un gigante que produce pánico con solo mirarlo. Nuevamente, tal y como ocurre con todos los personajes que hasta ahora hemos visto, salvan gloriosos todos los peligros, se convierten en visires, realizan prodigios divinos y, como no, un niño mata de un chinazo a un gigante. Una piedra y una honda son suficientes,  y para colofón, David acaba convirtiéndose en rey... Sería esta una historia preciosa, sino fuese porque ya estaba escrita unos dos mil años antes... 

"Por aquel entonces llegó un hombre fuerte procedente de Retenu que me desafió en mi tienda, Era un héroe sin igual que había vencido a todos los de Retenu. Afirmó que había venido para combatir conmigo. Instigado por su tribu tenía la intención de robarme y despojarme de mis rebaños...Aquella noche preparé el arco, afilé las flechas, saqué el puñal y dispuse las armas. Por la mañana temprano todo Retenu acudió. Vino la mitad del país. Había juntado sus tribus  pensando en este combate. Entonces avanzó hacia mí, que le esperaba, porque me había situado cerca de él. Todos los corazones latían al verme. Las mujeres e incluso los hombres lanzaban suspiros. Todos los corazones sentían simpatía mí y decían:

-¿Hay otro valiente que pueda combatir contra él?

Apareció con un escudo, un hacha y un puñado de venablos, pero cuando comenzó a utilizar sus armas, sus flechas pasaron hasta la última por mi lado sin herirme. Entonces me atacó pero disparé contra él y mi flecha se clavó en su cuello. Dio un grito y cayó sobre su nariz. Entonces lo rematé con su propia hacha y lancé un grito de victoria sobre su espalda. A continuación todos los asiáticos lanzaron aullidos por mi victoria. Le di las gracias a Mont mientras los partidarios del vencido comenzaban a llorarlo. El príncipe Neneshi, hijo de Amu, me abrazó".

Y es que Sinuhé, un noble príncipe, fue el personaje de una novela, tal vez con raíz histórica dentro del propio Egipto, y que fue escrita en el Imperio Medio. Sinuhé es un fiel servidor de la corte del faraón Amenemhat I, pero se ve obligado a abandonar la corte para ir con la expedición militar del príncipe Senwosret para sofocar una rebelión libia. La expedición resulta exitosa pero a la vuelta se produce un trágico suceso, el faraón es asesinado y el príncipe Senwosret, en secreto, abandona la expedición para llegar a palacio cuanto antes. Esa misma noche, Sinuhé pasea por los alrededores del campamento sin saber que será testigo de algo que cambiará su destino, pues algunos oficiales preparan una conspiración para acabar con Senwosret y alcanzar de este modo el poder, escucha también que los miembros que forman parte de la expedición serán asesinados. Sinuhé decide huir para salvar su vida, cree que es imposible volver a Egipto y decide salir del país. Temeroso por su vida se arrastra durante las noches hasta que  es adoptado por una tribu de beduinos y durante unos años lleva una vida errante hasta que el príncipe de la región se muestra intrigado por la historia del egipcio y le invita a ir junto a él. Sinuhé se establece entonces bajo la protección del jefe Amunenchi, en la tierra llamada Iaa. El texto de la historia de Sinuhé nos ha llegado a través de numerosas copias en hierático, papiro y óstraca. La mejor copia es la conservada en el museo de Berlín, de la XII dinastía, que contiene 302 líneas aunque carece del inicio (papiro 3.022). Otro papiro, también conservado en Berlín, perteneciente al Imperio Medio, si que tiene el inicio, aunque consta de 203 líneas (papiro 10.499).   Sin embargo, estos textos perduraron hasta bien entrado el final de la época faraónica. En la historia de Sinuhé, vemos claramente como este egipcio termina siendo el jefe de esta tribu de beduinos, y el final de sus días es digno de un rey: "Me erigieron una pirámide de piedra en medio de las pirámides. El maestro de los talladores de piedra para las pirámides dirigió la construcción en el terreno qué se le había reservado, el maestro de pintores la decoró, el escultor la esculpió y los mejores artesanos trabajaron en ella. El mobiliario más selecto del que se pone en las tumbas se tuvo buen cuidado de disponerlo en la mía. Me asignaron servidores del Ka. Se me aparejó un terreno funerario, que contaba con huertos y un jardín, frente a mi tumba, igual que se hace con un Amigo de primer rango. Mi estatua fue cubierta de oro, con un faldellín de oro fino. La encargó Su Majestad en persona. A ningún hombre corriente se le otorgaron favores semejantes. Y así permanecí en la gracia del rey hasta que llegó el día de mi fallecimiento." Maldita casualidad...

Para concluir este repaso del Antiguo Testamento, es curioso y en cierto modo, delatador, el Libro de los Macabeos. Este libro comienza hablando de Alejandro Magno, y en esta parte de la Biblia comienzan a aparecer fechas concretas. Ya no leemos el año tal del rey cual, sino que vemos como Atíoco IV se hizo con el reino en el año 137 del reinado de los griegos.  Cuando se comienza la trascripción de los textos, la era griega era la más cercana en el tiempo, y no hay que olvidar que Roma había asumido a las divinidades griegas. Como veremos en el siguiente apartado, Isis había sido absorbida por Roma. Estos greco-romanos totalmente egipcianizados no habían abandonado sus raíces helénicas, así por ejemplo, se atribuyen la invención del teatro, cuando en tiempos de Seti I ya estaban hartos de representar la vida, muerte y resurrección de Osiris. Pero, este nexo de unión es muy importante, porque no  se critica a la población, sino que se decreta al olvido a todo aquel que se halle vinculado a la antigua tradición. Por eso, al comienzo de este libro tan solo se menciona dos veces a Alejandro Magno en un margen de no mas una veintena de líneas. Se critica la aparición de Ptolomeo, de su hija Cleopatra, pero se extiende mucho más en el rey Antíoco IV, el cual quiso obligar a los judíos a comer cosas impuras. El caso es colocar al pueblo israelita como la víctima, pero siempre triunfal sobre su opresor. Nadie, a estas alturas, se explica como no llegó a existir el gran Imperio Hebreo.

Nuestra alma faraónica

Para comenzar a situar la herencia faraónica en nuestra sociedad de hoy día, nuestra figura, referencia continua es Isis. Durante los cuatro primeros siglos de nuestra era, el culto a Isis y Osiris había llegado a lugares tan lejanos como la Casa de York, en Inglaterra. Los emperadores romanos habían erigido santuarios en los puntos más importantes de su Imperio. Isis era la protectora del emperador reinante, y por lo tanto era como la Madre Del Rey, por otra parte título originario del Antiguo Imperio; y que había cobijado antaño a los faraones. Con la muerte de Jesús, María es acoplada a los ritos isíacos, como la Madre Del Rey (de los judíos) y por lo tanto, la Madre Del Señor. En los primeros siglos, antes del auge del cristianismo, Isis estaba como la Santa Patrona del Imperio Romano. Vestía como una romana, actuaba como una romana, pero su magia y sus atributos eran puramente egipcios, arraigados en los primeros años de la Historia Faraónica, es decir hacía ya la friolera de casi cuatro mil años. Paulatinamente, María se fue integrando en los lugares y en los atributos que la diosa egipcia había tenido, por excelencia, durante todo su existencia. Y Roma se acopió el icono del cristianismo, la figura de Isis con su hijo en el regazo. Pero no solo este icono fue trasladado, sino que la ya fusionada y, por lo tanto enriquecida cultura  greco-romana, había asumido otras cualidades egipcias que los cristianos hallaron útiles.  Reflejados quedan ya, como hemos visto, en el Antiguo Testamento. Y la iglesia Copta, rama primitiva del cristianismo, activa hoy día en Egipto, acepta estas similitudes como un plan preconcebido por Dios, que no hizo sino inspirar a los faraones y preparar el camino para el advenimiento de Jesús. Pero, como hemos visto, en el Antiguo Testamento, el pueblo egipcio aparece como el que aflige y somete a castigo al pueblo hebreo. No prepara ningún camino, sino más bien le añade espinas. Otra nueva contradicción entre las distintas ramas cristianas. Y es que en todo esto tienen mucho que ver los Evangelios Apócrifos. Como se explica en el capítulo dedicado a Jesús,  los Evangelios Apócrifos  aparecen en la ciudad egipcia de Nag Hammadi. Son una colección de manuscritos que nos hablan de las palabras de Jesús según, entre otros, Tomás, Mateo y Felipe, un compendio de tratados gnósticos y teológicos atribuidos a Jesús que por supuesto la Iglesia ha tachado de herejes. Y el clima de esta Iglesia se tambalea, pero no se agrieta, con la aparición de estos textos en 1945. ¿Por qué? Por que  se ve que este Jesús era visto no como un hijo de Dios, sino que hablaba como un profeta que predicaba el amor entre los pueblos. Jesús predicó con los hechos (inspirados en la historia egipcia, como se ve en el capítulo de Jesús), con la palabra, y como muestra el proverbio 70 del Evangelio de Tomás, Jesús había enseñado que se podía acceder directamente a lo divino sin la necesidad de un sacerdote. Los obispos y mandatarios de la Iglesia de esos años, se echan las manos a la cabeza, porque, como todo invento que resulta y se explota hasta la saciedad, también los cristianos copiaron el esquema de la casta sacerdotal del Antiguo Egipto. Al igual que sucediera con los profetas de Amón en Karnak, los sacerdotes cristianos se hallan embriagados de poder y no van a consentir semejantes afirmaciones, porque entonces ellos se convertirían en prescindibles, y la idea era que fuesen IMPRESCINDIBLES.  Pero no solo estas palabras ponen en peligro todo este esquema, sino que en los Evangelios Apócrifos se nos habla de María Magdalena, y se nos presenta como la más ferviente seguidora de Jesús, llegando a tener incluso su propio evangelio. Magdalena se aparece como la más inspirada seguidora de Jesús y durante la Edad Media,  hará revivir las teorías más herejes. Algunos estudiosos señalan la posibilidad de que esta mujer terminara sus días en Francia. No obstante, en los Evangelios Canónicos vemos a la figura de Magdalena pasar sin pena ni gloria. En el Nuevo Testamento se nos muestran atisbos de lo que era ella, pero realmente es en los  Evangelios Apócrifos  donde vemos la importancia que María Magdalena tuvo para este hombre de nombre Jesús. Y por ello Pedro, cuando Magdalena le dice a los once apóstoles lo que Jesús le ha comunicado, le dice que ¿cómo es posible que te haya dicho eso a tí sin estar presentes nosotros? Y añade que jamás Jesús le confiaría eso a una mujer. He aquí otro nuevo signo de lo que será el reinado machista y totalitario del cristianismo, donde la mujer carecerá de voto, poder y palabra. La Iglesia Copta es la heredera de la tradición faraónica, no en vano los egiptólogos coinciden en que el lenguaje y los ritos coptos son los más cercanos a los faraónicos. Pero los jefes de esta rama cristiana no van a permitir que estas afirmaciones gnósticas lleguen al pueblo. No pueden aceptar este mensaje de Jesús, que era el auto aprendizaje  como la forma de hallar a Dios, no en vano dijo Jesús: "Levanta una piedra y allí estaré yo". Y es que los eclesiásticos sabían perfectamente distinguir entre la fe y la religión. Con estas cartas, el jefe de la Iglesia Copta, Anastasio, decidió actuar como tahúr en la importante partida que se estaba jugando. Si San Antonio, que vivió entre los años 251 y 356 se echó a los desiertos donde instauró la tradición de la señal de la cruz para espantar a los demonios y fuerzas ocultas de los egipcios, Anastasio propuso su propia lista de textos allá por el siglo  VI. Escogió lo que era válido y lo que era peligroso, y de esta forma ocultó lo que se conoce hoy como los Evangelios Apócrifos. El propio Anastasio escogió las palabras que servían a la causa, y que son los mismos textos que hoy día se recogen en la Biblia. Es decir, Anastasio creó la Biblia él solo y, por supuesto, sobra decir que se sirvió de las citas de los antiguos historiadores. Pero como ocurriría más tarde, los manipuló a su antojo y realizó a su gusto un mundo propio en el que los creyentes le deberían obediencia. Uno de sus maestros había sido San Antonio. San Antonio, un hombre nacido en el seno de una familia rica y acomodada,  era como tal un hombre cuya familia estaba cercana al poder. Hacia el año 270 se adentró en los desiertos de Egipto para librar una batalla contra los demonios. Pero, ¿por qué el desierto? Pues porque era  el reino del dios Seth y las criaturas que con él se identificaban,  que podríamos rebautizar como Satanás. Una nueva similitud de este hecho son los cuarenta días que Jesús pasó en el desierto, donde fue tentado por Satanás. Y, nuevamente, he aquí un hecho egipcio, pues Isis se apareció a Ptolomeo  y le prometió que si le rendía culto, le entregaría todos los reinos de la tierra. Y esta fue la propuesta que Satanás hizo a Jesús en el desierto.  Durante estos años coptos, los muertos son momificados y enterrados en sarcófagos. La posición de su cuerpo es idéntica a la de los faraones, con sus brazos cruzados sobre su pecho. Pero, en vez de sujetar en los puños el flajellum y el heqa, sujetan dos cruces, símbolo inequívoco de las cruces de la vida anj. 

Poniendo punto y final a este tratado, nuevamente citar a Egipto como fuente de sabiduría para el cristianismo, pero que ya se había mezclado con el mundo griego bajo la figura de Hermes Trismegisto. ¿Quién era este Hermes Trismegisto?, pues era el "tres veces maestro" y literalmente el dios Mercurio, que se había fundido con el dios egipcio Thot, el valuarte de la sabiduría egipcia. Por abreviar, Hermes es la asimilación del saber griego en Egipto, originario de la ciudad de Jemenu, ciudad del dios Thot y capital de XV nomo del Alto Egipto. Pero es que Hermes nunca existió como tal, sino que es la firma de un grupo de autores iniciados en Jemenu, que jamás desvelaron su nombre. Hermes Trismegisto, como vamos a ver, es lo que sucedió con los Evangelios de Mateo, Lucas, Juan y Marcos, que no fueron escritos por ellos, sino en las escuelas que probablemente creó San Agustín, uno de los padres de la Iglesia Copta y que vivió durante el siglo III. La actitud de San Agustín al respecto de la imagen de Trismegisto fue que estos textos anónimos hablaban del concepto entre el bien y el mal,  lo que Agustín manipuló para alzar el triunfo del cristianismo sobre la antigua tradición.  Esta afirmación todavía era visible durante el siglo XV, entre otras en la catedral de Viena, donde se realiza una escena que coloca a Trismegisto  como el que había profetizado el triunfo del cristianismo. Además, aseguraba que Trismegisto había sido contemporáneo de Moisés , lo cual no era sino todo un embrollo de historias enlazadas unas con otras, de las cuales no se conocía ya  su inicio. Pero San Agustín no solo se conformó con esto, sino que hizo asimilar a Trismegisto los conocimientos  alcanzados por los egipcios en la rama de la astronomía. Con ésto, el Papa León X funda la cátedra de Astrología, a la que con el tiempo se le vería el plumero y sería colocada en una lista negra. Pero con  todo, la Iglesia medieval no pudo evitar que se mirase hacia atrás en el tiempo y la simbología egipcia se plasmó en los templos medievales. Catedrales europeas se han diseñado  bajo el influjo, por ejemplo, del zodíaco del santuario de Dendera en Egipto. La diosa Nut es la que preside la partitura de los doce signos del zodíaco, como se plasma en los textos de los siglos XIII y XIV.

Inevitablemente volvemos al punto de inicio, María que es identificada con Isis, de la cual muchos afirman que para pasar desapercibida en su huida a Egipto, cuando Herodes perseguía a la Sagrada Familia, se integró en los círculos de las sacerdotisas de Isis. Y, el hecho no sería extraño, puesto que por aquel entonces, Isis era la diosa de diosas por excelencia, y esta sería una explicación para la sabiduría que Jesús demostró en el templo con tan solo 12 años. Pero todo esto, casi que da un poco igual, no es responder a la autenticidad ó no de los hechos, sino que lo realmente importante es saber si se puede adivinar, aunque fuese entre líneas, la existencia de esa trascripción de los textos egipcios a los textos bíblicos. Y es que, pensar que el Antiguo Testamento se fue escribiendo conforme como pasaban las cosas, es un error que algunos creyentes cometen.  Desde Noé, pasando por Abraham, José y otros personajes, estos carecían de las enseñanzas del aprendizaje, y no podían por lo tanto ni leer ni escribir. El relato de Noé es un hecho que todas las culturas occidentales poseen. El más antiguo es de la civilización sumeria y el de la cultura india. Pero hasta en China hay indicios de un "diluvio universal", que los expertos mundiales no dudan en que efectivamente sucedió una alteración en la tierra que provocó un período de intensas lluvias. De todas estas historias, sacamos una conclusión, y es que la Iglesia Católica incluso se comportó igual que lo habían hecho los sacerdotes de Karnak, los cuales habían amasado inmensas fortunas y tuvieron poder suficiente como para derrocar a la realeza.  A lo largo de la historia cristiana, el poder católico dará como fruto matanzas, incursiones, creación de sectas  y creación de iniciáticos como Los Templarios.  La religión que no dudó en aprovecharse de la cultura adquirida con cuatro mil años de curso, se ha convertido en toda una pantomima que se ha alejado de la palabra que su fundador enseñó. La Verdad Universal que predicó Jesús se ha convertido en cierta lujuria en el seno de la Iglesia Católica. En los funerales de Juan Pablo II hemos visto coches lujosos y las más caras prendas  de denotan ese tufillo y la corrupción que sufre la iglesia romana. Mientras un tercio de la población mundial, ó tal vez más de un tercio, se muere de hambre, hubo comidas suculentas y exquisitas, saboreadas en cubiertos de plata para la investidura del nuevo Papa. Si el Vaticano, que es un país dentro de Italia, predicase con el ejemplo en vez de amasar riquezas en su seno, se paliaría el hambre del mundo. Una verdad Universal, como las de Jesús, Ptah-Hotep, Ani, Buda ó Mahoma, salió de la boca del astro futbolístico Diego Armando Maradona. Sucedió que, cuando el pive jugaba en Italia, allá por los años ochenta, Juan Pablo II lo recibió en una gran sala y le hizo saber que era un gran admirador de su talento con el balón. Y, además, le dijo que una vez que iba a cobrar tanto dinero, podía destinar parte de sus ingresos a cuentas benéficas. Maradona, asombrado, miró a su alrededor y le dijo: "Santidad, si usted vendiese solo la lámpara de oro que cuelga sobre nuestras cabezas, saciaría muchos estómagos hambrientos." 

Lo más sorprendente de todo esto, es que nadie osaba decir que todo aquello que la Biblia relataba era mentira. ¿Quién podía contradecir unos hechos que habían sucedido hacía dos mil años? Pero nadie en el seno de la Iglesia contaba con el hallazgo de la Piedra Rosseta, y aún así los estudiosos de la Biblia tenían algo que decir.  Durante años, se habían estado forjando historias para dar al catolicismo todo su punto de poder. Ocurrió un día, que  a las aguas del río Ulla en su paso por la localidad gallega de Iria-Flavia llegó una barca de piedra que contenía el cadáver decapitado de un hombre. Nadie sabe como dicha barca de piedra pudo llegar allí, pero la leyenda nos dice que el cuerpo decapitado era el del Apóstol Santiago. Así mismo, un monje llamado Pelajio se halla en las cercanías de un castro situado a caballo entre Iria-Flavia y lo que llegará a ser Compostela. Súbitamente se ve envuelto en una visión en la que lo atormentan voces de ultratumba al tiempo que del cielo descienden lenguas de fuego que caen sobre la tierra. El monje cuenta su visión al arzobispo Teodomiro, el cual no duda de una señal divina cuyas lenguas apuntan al lugar exacto en el que se hallan los restos mortales del Apóstol Santiago. Con el paso de los años, la leyenda se olvida en el tiempo. Es en el siglo XIX cuando se excava en el altar mayor de la catedral de Compostela, y allí se halla lo que en su día había sido un cuerpo. Es guardado en una cripta y la Iglesia, automáticamente dicta que son los restos de Santiago Apóstol. Pero, paradojas del destino, existe la otra afirmación, que nos cuenta como es muy probable que los restos que se hallaron bajo el altar mayor de la catedral de Compostela pertenezcan a un personaje llamado Prisciliano, pues así lo afirmaba la lápida que allí se encontró, y que el obispo ágilmente se encargó de destruir. Prisciliano fue un  hereje de creencias gnósticas, cuyo maestro y mentor era un hombre llamado Marco de Menfis. La Real Academia de la Lengua nos da así la definición de Gnosticismo: "Doctrina  filosofal y religiosa de los primeros siglos de la Iglesia, que eran una mezcla de creencias cristianas, judías y del antiguo oriente, que luego dio paso a varias sectas, y que pretendía tener un conocimiento misterioso sobre las cosas divinas". En otras palabras, era como los profetas de los santuarios egipcios que tenían el conocimiento y la capacidad para hablar con las divinidades y de conocer sus misterios. Y puesto que los primeros siglos del cristianismo, aquellos turbios años se sucedieron en Egipto y no en tierras de Judea ó cualquier otro país del antiguo oriente... Lo más seguro es que a Prisciliano, debido a su tendencia a la herejía, se lo cargasen de un plumazo, y para condenar su alma al eterno tormento, lo enterrasen bajo suelo sagrado. El camino de Compostela está lleno de símbolos místicos, como el que existe en la iglesia de San Juan de Ortega, a 25 kilómetros de Burgos y a 515 kilómetros de Compostela. Allí, cada 21 de marzo y cada 21 de septiembre los rayos del sol fecundan a una virgen que descansa sobre un capitel de piedra. Es esta conocida como la "Estela de la Anunciación" una representación única en la que el  ángel que da a María la feliz noticia de su embarazo, toma forma de sol, ó de rayo solar para así quedar plasmada e inmortalizada. Este hecho ocurre pues durante los equinoccios y no siendo un caso único, pues muchas culturas como las sudamericanas tuvieron detalles astronómicos de este calibre. Pero claro, nos hallamos que por aquellas fechas,  aquellas culturas habían sido absorbidas por otras ó incluso aún no habían sido descubiertas, por lo cual sus secretos eran desconocidos. Todas, excepto una, la egipcia. Todos estos elementos, el camino, el sol, los santuarios, tienen  un destino en común: El Más Allá. Es casi, el camino de Osiris. El peregrino realiza un viaje iniciático a través del  campo estelar (Campus Stelae : Compostela) cuyo único fin es bajar al ocaso y renacer bajo la identidad de un nuevo ser. Esa es la transformación que busca el iniciado en los misterios, pero para alcanzar el grado de resurrección, es necesario  morir primero. Osiris es el que va a juzgar al egipcio y convertirlo en un nuevo ser, en un nuevo amanecer. Santiago llega a Iria-Flavia, que casualmente significa Ciudad de Isis, en una barca de piedra, y con su cabeza seccionada. Osiris fue encerrado en un sarcófago y arrojado al mar por su hermano Seth. Llega a Biblos (Biblia??) y allí su esposa y hermana Isis lo lleva de regreso a Egipto, donde más tarde  Seth lo descubre y lo descuartiza, esparciendo sus restos por todo el país. Su cabeza, según los antiguos textos egipcios, es depositada en la ciudad Santa de Abydos, y este hecho da lugar a que durante milenios se realice cada año allí un peregrinaje de innumerables fieles. Además, no hay que olvidar que los sarcófagos faraónicos eran de piedra, y  tampoco el significado que alcanzó posteriormente la piedra como elemento vital de cofradías cristiano-judeo-masónicas. Cuenta la leyenda que Santiago, antes de ser decapitado en la ciudad de Jerusalem, llegó a Galicia y fundó dos iglesias. Una en la citada Iria-Flavia, y otra en la localidad de Muxía, en la Costa de la Muerte, donde está la iglesia de la Virgen de la Barca. Tenemos aquí representado el culto masculino-femenino que forma la figura de Osiris, que está vinculada de forma indiscutible al rito de la tríada divina: La Sagrada Trinidad. Así mismo, es curioso saber cómo llegó hasta allí la conocida Virgen de la Barca, puesto que no llegó sino en barco. Cuenta la leyenda que una mañana, después de que una nave naufragase en la tan peligrosa Costa Da Morte, la imagen de una virgen llegó hasta las rocas en las que actualmente se alza la iglesia. Nuevamente tenemos el elemento osiríaco, el agua, que es el elemento vital para la regeneración. No hay que olvidar que Osiris representaba la crecida del Nilo, y se hacía ver con su color verde característico. Pero lo realmente curioso es que desde que Santiago llega a Galicia y funda las dos iglesias, hasta que llega decapitado, no  hay constancia escrita alguna. Ninguno de los historiadores cristianos se han hecho eco de tan maravillosa experiencia. No es hasta el siglo VIII cuando se forja la leyenda de las lenguas de fuego y de la llegada en barca de Santiago. Y más tarde, en el siglo XI es cuando se encuentra el primer texto que cita por vez primera a Santiago Apóstol. El  camino de Santiago, en realidad es el camino hacia Finisterre, localidad coruñesa  a 30 kilómetros de  Compostela, donde en época romana estaba el Ara-Solis, el altar del sol. El viajero que hasta allí llegaba asistía a la puesta y salida del sol (curiosamente, la pirámide de Keops se llamaba así  "La Pirámide que es el lugar de puesta y salida del sol) y así mismo asistía al renacimiento de una nueva vida. Es esta una realidad de la mente egipcia y que se refleja en su sociedad desde las primeras dinastías. Primero los Textos de las Pirámides, luego los Textos de los Sarcófagos y más tarde los Textos para Salir al Día (el Libro de los Muertos). Por consiguiente, el viaje en peregrinación a Santiago de Compostela tiene como objetivo alcanzar ese salvoconducto que nos garantice  la buena travesía hacia el Más Allá. Indiscutiblemente ligado al rito solar, nuevamente está Osiris, el Señor del Mundo Subterráneo, y al igual que "Todos los caminos llevan a Santiago", Todos los caminos conducen hacia Abydos, donde cada año, miles de egipcios acudían en peregrinación para ganarse los favores del dios de los muertos. Aún con todo, hubo que esperar a que Champollión devolviese a la vida a los textos que reposaban en los muros de piedra, y a pesar de que la egiptología es una ciencia muy joven, los restos arqueológicos nos desvelan que no hubo nada de cierto en todo  lo que la Biblia nos cuenta, pues ya está plasmado en los cuatro mil años de historia egipcia. El despertar del sueño egipcio, tiene lugar el 1 de julio de 1798, cuando Napoleón desembarca en Egipto, dispuesto a combatir a los mamelucos. Fue Napoleón quien, tras haberse maravillado con todo lo que sus ojos habían visto, decidió que el mundo no podía permanecer impasible ante todo aquello. En 1809, se publica "Description de l'Egypte", obra que se puede catalogar como la más sorprendente aventura científica jamás llevada a cabo en circunstancias tan hostiles, ésto es en medio de una guerra. Pero los lectores no estaban preparados para éste mundo maravilloso y complejo, y se adentraron en él bastante a ciegas. El hombre moderno era (ó es) una completa ansia por un monoteísmo de fe, y a todas luces, aquella religión egipcia era una reusa total y absoluta a la sin razón de ser. Sin embargo, la verdad sobre Egipto va saliendo a la luz, cierto es que demasiado despacio, y se comienzan a plantearse cuestiones como si realmente fueron esclavos los constructores de las pirámides. Y es en ésta sin razón humana totalmente afirmada en la mente egipcia,. donde a medida que se va desenterrando un Egipto oculto, se descubren cosas sorprendentes.

Los eruditos no entienden a Egipto. El solo hecho de entrar en el Santuario de Amón de Abydos, y ver al mismísimo Amón apareciendo en persona, con aquel descomunal falo  en plena erección, asegurando que de su semen surgió la vida en Egipto, es poco más que una solemne tontería, y a todas luces, una total y completa falta de respeto hacia las creencias milenarias del hombre. Los primeros egiptólogos no se atreven a sumergirse en el fondo de ésta sin razón, y solo se limitan a descubrir templos y tesoros. Un halo de luz baña Egipto en 1668, cuando dos capuchinos, Protais y François, claman al mundo la existencia de un lugar llamado <Biban el-muluk>, Las Puertas de los Reyes. En un viaje que va de 1707a 1712, Egipto recupera su identidad con un jesuita, Claude Sicard. Se puede decir que desde entonces, Egipto se convierte en el zorro, y que todos los millonarios del mundo entero están listos para salir de caza. Por supuesto, no todos son cazadores sanguinarios, y en 1768 llega a Egipto James Bruce. Descubridor de moradas de eternidad en el Valle de los Reyes, es el ejemplo a imitar por gente como Belzoni, Lepsious y James Burton. Es ahora cuando el mundo comienza a tener conciencia de lo que es Egipto y de lo que nos habían contado. No tiene comparación alguna la belleza que oculta el Egipto faraónico con todas esas patrañas que se nos han venido contando a lo largo de dos mil años.

Para punto y final,  cerrar con una frase del egiptólogo Nacho Ares, el cual en su magnífico libro "Un Viaje Iniciático Por Los Templos Del Antiguo Egipto" cita que: "A pesar de que el egipcio de la Antigüedad tuviera una vida corriente y moliente, como la que puede ser la de cualquier persona de hoy, con su marcha al trabajo todos los días, la comida en casa ó en el propio lugar de trabajo, la vida de la familia, etc, a nuestros ojos el Egipto faraónico se aparece rodeado de un halo de espiritualidad del que no podemos deshacernos. Extraña barrera que hace distante a dos mundos en dos momentos históricos diferentes, nos resultaría insalvable si tuviéramos conciencia de todas las similitudes que nos unen." 


© 2005, Amenofhis III (Luis Gonzalez Gonzalez) amenofhis_29@hotmail.com