La
ciudad de Ineb Hedj, conocida como Menfis, es la primera gran
capital del Egipto Unificado. Su nombre moderno proviene de una
inscripción hallada en la
pirámide de
Pepi I Mennefer, al que
los coptos llamaron Menfe. Los griegos, la llamaron Menfis. Ineb
Hedj significa, literalmente "El Muro Blanco" y hasta el Imperio
Medio, fue la capital de Egipto, denominada La Balanza De Las
Dos Tierras. En el Imperio Medio se la llamó Anj-Tawy, "La que
une a las Dos Tierras". Y es que su localización, fronteriza
entre el Alto y el Bajo Egipto, no pasó desapercibida a su
fundador, el legendario rey Menes.
Sobre
el año 3100, la figura de
Menes aparece en un Egipto que él
unifica, siempre que apoyemos la hipótesis de que Menes y
Narmer
fueron el mismo hombre. Lo importante es que es Menes el que
comienza a convertir esta aldea en una ciudad fortificada, que
controlará las rutas del Nilo y las rutas terrestres. Desde
Menfis, Menes podía influir su reinado sobre el Bajo Egipto. La
ciudad, dado que deseaba ser el centro de las Dos Tierras,
comenzó a prepararse para su cometido. Se realizaron obras para
canalizar el agua de las crecidas, se iniciaron las obras de los
centros administrativos, y cuando llegó el Imperio Antiguo, Ineb
Hedj era el complejo administrativo más grande de todo Egipto.
Durante miles de años se intentó imitar a Ineb Hedj en todo en
Mundo Antiguo. Según Manetón de Sebenitos, Menes quiso dar a Egipto una capital
que superase cualquier ciudad conocida, y que fuese digna del
nuevo Estado que él regía como único soberano.
Una
ciudad egipcia es, sobre todo, un gigantesco núcleo religioso, ó
teológico. La aldea que Menes escogió como centro neurálgico de
ese nuevo estado era conocida como "vida en las Dos Tierras", y
de este lugar nace el nombre con el que hoy llamamos al Doble
País. El nombre del Santuario de Ptah, "het-ka-ptah" se
tradujo al griego como Aiguptos, y de ahí el nombre de
Aegyptus. Al igual que el término Faraón procede del Santuario
que Menes erigió, La Gran Morada, ó per-Âa. Cabe pensar
que en Ineb -Hedj fue donde se comenzó a perfeccionar la técnica
de construcción. Si bien en este instante todo se construía en
madera y barro, los artesanos tuvieron que comenzar a aprender
el labrado y ensamblaje de las maderas, para poder realizar
edificaciones a gran escala. Una vez la estabilidad de Ined Hedj
se iba consolidando, Menes creó los nomos. Para representarlos,
ideó un jeroglífico que no era sino un rectángulo con
cuadrículas, que simulaban a una gran extensión llena de
acequias. El número de nomos creados en este momento es difícil
de imaginar, pero sabemos que en el Imperio Antiguo había
treinta y ocho.
En
torno a la ciudad, se abrieron canteras, se plantaron árboles de
sicómoro, de acacia, palmeras, tamariscos, sauces, y otras
maderas que pudiesen favorecer el creciente lujo que se instaló
en Ineb-Hedj; se buscaron minas y se explotaron. En la nueva
Capital, se crean las comodidades, como estuches de maquillaje,
sillas y cofres de madera, botes para los perfumes, y como no,
bonitos y elegantes vestidos, joyas y todo el material para que
las mujeres y los hombres tuviesen un aspecto inmejorable. Para
la escritura, se utiliza el papiro, aunque en este período se
utilizaba tan solo para uso del Rey. El ejército que Menes
llevó a la victoria crece en la "Ciudad del Muro Blanco". Se
crean escuelas para formar a las milicias. Se imparte una nueva
forma de Justicia. Pese a lo que se continúa pensando hoy día,
en el Egipto de estos momentos no había esclavos como en el
resto del Mundo Antiguo. No existían hombres que, privados de
todos sus derechos, fuesen tratados como animales ó vendidos
como bestias. La mayoría de estos esclavos, que más que otra
cosa eran sirvientes, poseían tierras, administraban sus propios
bienes e incluso tras haber trabajado en grandes extensiones,
podían llegar a poseer sus propios frutos. Ya desde las primeras
dinastías, aún con la existencia de estos "esclavos", se tiene
constancia de todos sus derechos. Y hoy día, no son tantos los
empleados del hogar, mayordomos y en general todos los que se
dedican a servir de una forma u otra a un superior, los que
pueden presumir de todos estos privilegios.
Pero, a
pesar de todo, lo que conocemos hoy de la antigua capital de las
Dos Tierras es muy superficial. Sabemos que su área de
influencia comprendía las regiones de Zawyet el-Aryan, Dashur,
Saqqara, Abusir, Giza e incluso Abú Roash. Era una gigantesca
urbe con sus propias necrópolis, que en definitiva, era lo más
importante. Algunos egiptólogos opinan que no sería descabellado
pensar que en el transcurso de tres mil años, Ineb-Hedj pudiese
haber cambiado su ubicación de norte a sur, y viceversa.
Han
llegado hasta nosotros varios textos que nos hablan de Ineb-Hedj,
aunque de un período tardío, del Imperio Nuevo. Papiros del
reinado de
Ajenatón hacen referencia a los materiales destinados
para los hornos de pan en la ciudad. En la "Balanza de las Dos
Tierras" escribió
Tutankhamón el decreto real que relegaba al
dios Atón bajo los pies de Amón-Ra. Aún con el nombramiento de
Waset como Capital del Imperio, Ineb-Hedj continuó siendo de
vital importancia, sobre todo en el aspecto teológico, y la
Ciudad de las Cien Puertas, nombre que
Herodoto dio a Waset, nunca llegó a ser tan importante en
cuestiones administrativas. La Ciudad del Muro Blanco se
tambaleó con la llegada del cristianismo a Egipto. Pero su
muerte vino a manos de los musulmanes, en el año 641 de nuestra
era.
Un
viajero que llegó a Egipto en el siglo XII, dijo que "las ruinas
ofrecen al que las contempla la posibilidad de imaginar la más
extremada belleza que ha podido crear una mente inteligente. Ni
siquiera el hombre más sabio ó mas elocuente podría jamás
expresarse de forma tan asombrosa y maravillosa". |