Arqueo 

Aegyptos


Los Sirvientes De La 

Divinidad

La Enéada de Iunu

 



 

Texto por Amenofhis III

 

 

"Atum-Jepri, tú que has venido desde lo alto de la colina, tú que te has presentado en la piedra de Benben, en la mansión del pájaro Benu en Iunu, tú que  escupistes a Shu, tú que vomitaste a Tefnut , y tú que pusiste tus dos brazos alrededor de ellos como los brazos de un ka, de modo que su ka pudiera estar en ellos. ... Oh gran Enéada que está en Iunu: Atum, Shu, Tefnut, Geb, Nut, Osiris  Isis, Seth , Nefhtis, extiende tu corazón tu hijo, el rey, en su nombre de nueve arcos"

La Ciudad de Iunu, la Heliópolis de los griegos, no solo es la ciudad más antigua del mundo, sino que es con toda seguridad, la ciudad de donde surgió el comienzo de la vida. Esta vida, no toma carácter de individualización de los seres creados, sino que es el conjunto de todo un cuerpo  con capacidad de desarrollarse y que rodea  al Universo entero, capaz de penetrar en las recónditas regiones estelares, allí donde la oscuridad y el desorden son la forma predominante. Esta forma de energía tan poderosa, tan descomunal que nada en el cosmos podía igualársele, era Atum. Por sí solo, Atum es quien toma conciencia de su capacidad. Adquiere el carácter de pensar, pero no tiene forma alguna, continúa siendo ese conjunto de energía que abarca todo lo que existe.

Esta es la teoría en la que los antiguos egipcios basaron su civilización, es la historia más antigua conocida hasta hoy, en la que se narra el despertar de un dios. Como toda teoría, puede ser respetada y discutida, pero no fue creada al azar. Los primeros egipcios que basaron sus creencias en una forma predominante, lo hicieron observando a la naturaleza. Todos los seres vivos, los seres vegetales, se trataba de  todo un sistema creado de una manera tal, que era como si fuese un plan preconcebido ensayado a una escala gigantesca, y que ésta era la única explicación plausible ante lo que sin duda era una pregunta incontestable, el enigma de la vida.

Pero todo esto todavía es aún más complejo de lo que a simple vista parece. Hace 50.000 años, el Valle del Nilo no existía como tal. Sucedió muy posiblemente una leve alteración de la Tierra en su movimiento de traslación alrededor del Sol, que sería la causante de la sequedad que hoy forman el desierto del Sáhara, y que antes de esta reconversión era un fondo marino. El hecho produce una serie de condiciones que poco a poco van a dar como resultado unas magníficas condiciones para que esta zona sea el enclave decisivo para los pueblos nómadas que llegan desde los puntos norte y occidental de Egipto, y que coincidirán en medio de ésta desertización. Hacia el VI ó VII Milenio antes de Cristo, Egipto todavía debía ser un punto inaccesible, pero ya existían asentamientos en el norte, y de las regiones del sur comenzaron a llegar tribus que huían de la desertización. Esta gente del sur se asienta en la zona sur de Egipto y el área tebana. Más tarde, se realiza la Unificación del país, pero sin embargo hay que decir que Egipto es desde estos primeros instantes conocido como las Dos Tierras, y esto es debido a estos dos grupos de colonos instalados en las dos mitades del país, que son el Alto y el Bajo País. En el momento en el que se determina esta unión de las dos franjas, se puede decir que se inicia la "raza" egipcia propiamente hablando.

El inicio de estas teologías y el panteón egipcio tiene sus raíces en las gentes asentadas en el sur, procedentes de las regiones de Somalia y Etiopía. Los textos más antiguos nos dicen que estas divinidades, casi astronautas, llegan desde las regiones del sur, del país de Punt. En el momento en el que Egipto comienza a ser el lugar ideal para el asentamiento, se inicia el origen de la creación. Seguramente, las bases de estas creencias venía desde distintos puntos de origen, pero es en Egipto donde toma un único cuerpo y una única meta. Los antiguos egipcios proclamaban que desde el inicio todo era un caos, el Nun, donde no podía desarrollarse ninguna forma de vida. Al igual que sucede con el país, llega un momento en el que la vida florece inevitablemente, y de este caos surge una forma que toma conciencia de sí misma. Se yergue del caos y lo primero que crea es la luz, Re. Este hecho es casi indiscutible pues la luminaria celeste es la que propicia la vida en la tierra.

Atum, una vez ha creado la Luz, se une con su propia sombra, y copula con sigo mismo. Da así origen a las divinidades que formarán el mundo ó los pilares del cielo. Shu es escupido por la boca de Atum, mientras que Tefnut es vomitada. Shu es el aire, una entidad masculina que se aparea con su hermana Tefnut, que representa la humedad. Ya está formada la primera pareja de divinidades, es el inicio de una gran estirpe de dioses creados para garantizar la continuidad del Universo. Entonces, se crea el cielo y la tiera. Son Geb y Nut los herederos de la naturaleza, encarnada en Geb como la tierra y en Nut como el cielo. Todo lo que se mueve, se arrastra, vuela ó tiene existencia en la tierra es por Geb. Como así mismo, todo lo que se alza brillando, ó en la oscuridad en el manto estelar, es obra de Nut. La tierra, para poder unirse con el cielo se incorpora sobre si mismo, con su pene erecto y proyecta su esperma hacia el espacio, alcanzando así el vientre de Nut. Una vez el cielo se ha preñado con la vida de Geb, se dispone a parir a cinco hijos, cada uno destinado a nacer en los días hepagomenales, que son los días añadidos al calendario astronómico para que así coincidan plenamente con el orden celeste. Son Osiris, Isis, Seth, Nefthis y Horus Haroeris.

Osiris nace el primer día hepagomenal, y ya desde su nacimiento es llamado a gobernar en el trono de las Dos Tierras. Nut tiene un parto placentero. Horus Haroeris nace el segundo día hepagomenal, y que ya había sido forjado en el vientre de Isis a causa de su unión con Osiris, que ya habían procreado en el vientre de Nut. Y tuvo Nut un parto placentero. El tercero de los días hepagomenales nace Seth, y ya desde su nacimiento provoca el dolor y siembra el caos, provocando horribles dolores de parto a Nut, y anuncia el caos que sembrará en el Universo. El cuarto día hepagomenal nace Isis, y como es Dama de la Magia, calma los dolores provocados por el nacimiento de Seth, y tuvo Nut un parto placentero. El quinto día nace Nefthis, entre un apacible parto, aunque ya en el vientre de su madre se había entregado a Seth.

Así se forma el conjunto de nueve dioses, dando por sentado el origen del Universo, creado por medio de Atum, y que al tiempo, el Universo,  es el encargado de crear todo lo que nos rodea, y por supuesto dar origen y forma a la vida de los seres. Este proyecto es un fiel reflejo de la creación del mundo que se halla escrita en todas las versiones conocidas de todas las religiones antiguas, y no tan antiguas. No por casualidad se toma conciencia de un Universo repleto de vida sino que, al igual que en nuestra época, fue todo el inicio de lo que nos rodea. La de Iunu es la primera teología de la Historia, y por lo tanto de Egipto, pero esto no le concede un carácter único, y en ocasiones expande su abanico de posibilidades para que los dioses de otras localidades tengan su papel en tan insigne función. Thot, por ejemplo, procedente de Jemenu es asociado de manera necesaria para el desarrollo de la Enéada. Esto sucede cuando Ra, celoso por la unión y el amor entre Geb y Nut, ordena a Shu que interceda y termine con ese romance. Shu, que es el aire, se coloca entre la tierra y el cielo. Nut se ve obligada a arquear su vientre dando así origen a la bóveda celeste. En tal postura, Nut se ve incapacitada para poder parir a sus cinco hijos. Entonces llega Thot, y sabiamente reta a Ra a una partida de senet. Thot gana y le pide a Ra cinco días de su iluminaria, que son los cinco días hepagomenales.

La entereza del panteón egipcio es tan solo superada por su complejidad, y aún más cuando incluso dentro de la propia Iunu se concedían variantes a la historia de la creación. Sin embargo, eran textos reservados tan solo a los iniciados y que contenían un alto valor simbólico que no hacía sino dar conformidad a determinados hechos que suceden en la vida. Horus, tras haber derrotado a su tío Seth, celebra en su campamento una gran fiesta. El malvado tío se halla atado a un poste. Sin embargo, de forma absolutamente inédita, embauca a Isis, copula con ella, y luego huye. Horus, al enterarse de este hecho, decapita a su madre. Aquí vemos a Seth, representando al desierto que tras la crecida invade los pastos verdes. Isis es el Nilo, que ha perdido toda su fuerza y por acción de la sequía, la fuerza de Seth, es como si pareciese decapitada y carente de vida. Horus es el halcón, el símbolo por excelencia del cazador, que con la llegada de esta sequía  se desespera ante la carencia de alimento y abandona las orillas del Nilo.  He aquí a la representación de uno de los momentos clave año tras año de la vida en Egipto, la inundación del Nilo. Y, una vez más, uno de los momentos más cruciales para la existencia es recogido en honor a los dioses creadores del Universo. Y, como no, el cristianismo recogería, para su visión de la creación, este modelo de existencia en la que Dios, nacido por sí mismo en medio del caos, toma conciencia por sí mismo y crea al hombre y la mujer, a su propia imagen y semejanza.

 

© 2005, Amenhotep III (Luis Gonzalez Gonzalez) Amenofhis_29@hotmail.com