Manuel García-C. Gómez, C U Q U I S Biografía lírica de un can
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Me
marcho, amigo Cuquis. La soledad en que he vivido desde que se marchó la
abuelita Florentina, me ha destrozado el ánimo. Es inhumana esta vida en
solitario. Me voy a la Casa Sacerdotal, donde encontraré compañía; y
estaré bien atendido merced a los servicios abnegados y maternales de
cuatro monjitas sacrificadas; y una sirvienta, que fue vecina en el pueblo
natal y después feligresa en la pacífica aldea de Cuena.
Aquí quedas tú, perruco. Tú sí que te quedas solito,
Cuquis ¡Cuánto te vas a acordar del amo! No sufras, perrín. Que todos
cuantos lean tu historia, te admiraran y vivirás como si estuvieras real.
Los rosales y el evónimo te acompañarán; y entre sus hojas y flores la
brisa seguirá arrullándote. Y sobre tu tumba seguirán correteando las
menudas y sencillas lagartijas; y las mariposas aquellas, que tú, perruco,
perseguías, también sobrevolaran tu lápida.
Y yo, tu amo y, aún más, amigo tendré en mi nueva morada, las portadas
de tu historia, en un cuadro especial, siempre ante la vista. Y sobre
todo, te veré siempre, tal como eras, en mi corazón.
¡Adiós, amigo Cuquis!
28 de mayo de 1983 (Cuatro
años y cuatro meses después de tu muerte.) |
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