“PRESUNTO TALLER DE DOCUMENTACIÓN FALSA CAE.
La policía encontró ayer en una habitación a un grupo de sospechosos de conformar una banda de falsificadores. Los sospechosos se encontraban supuestamente durmiendo en el momento de entrar la policía. En el lugar se encontró una cartera con evidencia comprometedora aunque la policía aún no reveló su contenido y varias computadoras e impresoras así como artículos de librería. La policía confirmó esta mañana que se desconoce el paradero de la cartera y que la computadora ha sido vaciada. Se estudia si fue vaciada antes o después de la irrupción policial. Supuestamente la banda se ocuparía sólo de la parte técnica del proceso de falsificación y tendrían un encargado de hacerla correr por el mundo real ya sea para estafar personas privadas, como bancos, aseguradoras y al mismo estado. La persona encargada de la circulación no ha sido detenida y dado que en los círculos ilegales las personas no suelen revelar sus verdaderos nombres, la policía sólo lo conoce como B. Se espera que en los próximos días se revelen más detalles sobre el suceso.”
El Poeta leyó la noticia y sintió repugnancia. Cómo era posible que pasaran estas cosas. Cómo era posible que el cuerpo policial estuviera tan contaminado. Cómo era posible que la evidencia siempre se perdiera. El Poeta recordó aquella infancia en la que deseaba ser policía y confirmó su decisión de haberse apartado de esos deseos primales. Recordó el momento de semejante decisión, a Beatriz y por último se acordó de él. Su indignación se transformó en inspiración y entonces decidió escribir unos versos para descargar su bronca y fortalecer su condición de escritor.