Lo curioso es que si uno miente, existe. Hablo, desaparezco. No hubiera hablado. Hablo y todo es en vano y no hay amor. El amor de por sí no es nada: tiene sentido entonces eso de que el todo es, en realidad, una reduplicación de la nada.
Un hombre que habla de música que habla por él está haciendo referencia al lenguaje, y en el momento en que el lenguaje no lo necesita, lo asesina.
Y tengo que mirarlo desplomado ahí, sin vida. ¿De qué le ha servido vivir, si es grande en el momento de la muerte? La gloria es siempre una última e irrefutable frase. Pero las palabras no son nada, y vos estás muerto.