Cabos por atar en el asesinato de
Godofredo
¿Cuál es la complicación para resolver el crimen de Godofredo
García, aparte de la desaparición del principal sospechoso? Las
claves están regadas a lo largo del camino, lista para ser
sistematizadas, y llegar a una verdad que se ansía dentro de una
justicia que aún avanza con pies de plomo.
por Redacción factortierra factortierra@yahoo.es
Es incómodo para quienes vivimos en las ciudades ser blanco de
los ojos acuciosos de la gente campesina. Es costumbre que detrás
de las ventanas, a lo largo de los caminos, o directamente, ojos
curiosos están vigilando cada uno de nuestros movimientos, hasta
llegar al extremo de lanzar las clásicas preguntas –a quemarropa—de
quién es uno, de dónde viene, a quién conoce.
Es más, a falta de calles y números, es difícil perderse en el
campo si se necesita dar con alguien. Bastará preguntar a
cualquiera de esas personas para tener la razón exacta, incluyendo
señas particulares y reciente historia de vida de quien se busque.
Dicen, encima, que nada se puede hacer a escondidas en el campo,
pues, donde menos se lo piense uno, siempre hay alguien
observando... y difundiendo los contenidos luego en las
conversaciones de comadres, compadres y demás relacionados.
Entonces, ¿cómo fue posible que el asesino de Godofredo García
Baca no advirtiera que estaba siendo observado? Eso si el testimonio
de la niña de trece años, ahora custodiada por la Defensoría del
Pueblo, no fuera errado, y realmente pudo ver que una persona
encapuchada descendía del vehículo de la familia García Pérez.
Posteriormente vio que ese encapuchado se descubría, y al
instante tenía a poca distancia –unos treinta metros—a
Meléndez Zapata Atoche. Es sabido que en condiciones normales de
visión, la identificación de una persona es fácil, claro está,
si no se sufre miopía.
Testiga "saludable"
Quienes han tratado a la niña no registran este mal en sus
manifestaciones, mas bien la describen como "saludable"
tanto en lo físico como en lo mental. Un menor, normalmente, hasta
los 12 años ya ha desarrollado funciones cognoscitivas de
percepción, memoria y razonamiento, según la psicología
evolutiva.
Ítem, los niños y las niñas del campo no mienten usualmente.
Dice un tratado editado por la Universidad de San Marcos que hasta
esa edad, los niños desarrollan "un pensamiento lógico"
y controlan "su imaginación. La curiosidad se afirma en
determinados objetos."
Subraya que un niño a esta edad "se vuelve más
objetivo", lo que se acentuará a medida que crezca. Es harto
conocido, además, que las niñas maduran en todo sentido más
rápido que los niños.
Sospechoso prófugo
La diligencia cumplida el martes pasado fue pródiga en
abreviaciones, pues el juez Juan Cajusol Acosta consideraba que
sonaría redundante repetir todo el proceso, lo que, por cierto, no
consideró que esta es una de las pocas acciones que tienen a la
prensa como testigo adicional.
El detalle adicional es que el supuesto asesino, Meléndez Zapata
Atoche decidió echarse a la fuga y no regresar a casa. Una
periodista llegó con Ulises García Pérez hasta la casa del
sujeto, pero aparentemente no lo encontraron, y hasta el cierre de
esta edición sigue sin paradero conocido. Ventaja para él: no
podía defenderse ni dar su versión.
Recordemos que la semana pasada trascendió que Zapata Atoche iba
a ser detenido, pero la noticia fue filtrada y difundida, lo que
provocó que el principal sospechoso desapareciera, aunque una
persona dijo el viernes a NPC, que vio a alguno de sus
características, cerca de Sullana, usando un sombrero negro y gafas
ahumadas.
En anteriores ocasiones él ha dicho que no es culpable de lo que
se le imputa; entonces, ¿por qué no se le encuentra? ¿por qué
desaprovechó el martes para demostrar sobre el campo que él no
disparó contra Godofredo García Baca? (O dicho en otras palabras,
¿cómo le creemos que no fue usted?).
Cuatro momentos clave (presione para
ampliar)
Es tiempo de repasar lo que sucedió ese 31 de marzo, pero ante
la cantidad de información, hemos considerado identificar cuatro
momentos claves, con lo que se refuerzan historias anteriores,
muchas de las cuales han sido publicadas a través de nuestras
actualizaciones en Internet, y que resumimos en esquemas gráficos
para su mejor comprensión (para verlos ampliados, presione sobre
ellos).
El
primer momento surge cuando Godofredo García llega desde Piura,
rozando las ocho de la mañana, tras una noche lluviosa, que
convirtió en lodo buena parte del camino de tierra muerta. Dejando
la carretera hacia la represa de Poechos, doblaron a la izquierda y
tomaron el camino hacia la finca de García, lo que demandaría
andar, con un camino estropeado, algo más de veinte minutos.
Apenas a cinco minutos de
ingresar la camioneta, que conducía Ulises García, coincide con
Asdrúbal Zapata, hermano de Meléndez, quien viajaba en bicicleta
y, según el hijo de García, les saludó batiendo la mano. A
continuación se encontraron con los vecinos de siempre.
El
segundo se registra hacia las ocho y veinte, apenas a un
kilómetro de tocar el límite occidental de su propiedad. Un
encapuchado que ha estado escondido entre el follaje que la lluvia
ha tupido, sale de improviso, aprovechando que Ulises tuvo que
reducir la velocidad para deshacer una trampa con hojarasca
preparada para la ocasión.
El sujeto es alto, tiene
un pasamontañas que permite ver sus ojos "color
caramelo". Levanta la mano y dispara contra García Baca. La
bala pasa entre la plumilla y la base del parabrisas, impactando en
el corazón del líder pro agrícola.
Para el
tercer momento, y en un lapso de siete minutos, el encapuchado
ha reducido a Ulises y ordenado que ponga a García Baca en la tolva
de la camioneta, quien ya estaba muerto para entonces. Después de
eso, y amenazando con un revólver, pide el dinero de pago a los
peones de la finca que ascendía al equivalente de US$ 250 al cambio
actual.
Es cuando el asesino
tiene la oportunidad de deshacerse de testigos –eso pensó Ulises
cuando le pidió que lo lleve hasta el cerro Somatillo, paraje
desolado—o para regar la mayor cantidad posible de pruebas.
Ulises logra ver los ojos
"caramelo" del sujeto, algunos gestos de vacilación y un
arma dirigida a su cabeza: conducir o morir.
Entonces, lo
impredecible, la testiga que vive en la misma falda del cerro sale a
dar de comer a sus conejos y ve llegar la camioneta a toda
velocidad. ¿Qué pasará?, pudo preguntarse.
En un cuarto
momento, el asesino libera a su rehén sin rasguñarlo siquiera
y se interna en los arbustos, mientras Ulises ve la manera de ‘resucitar’
a su padre. De inmediato empuña la camioneta y se dirige a toda
velocidad a la puerta principal de la propiedad, a recoger a un
peón y pedirle que lo acompañe al hospital en Sullana,
originándose la historia que ya conocemos.
¿Y adónde se fue el
asesino? Ahora sabemos primero se escondió en un matorral cercano,
y cuando Ulises partió a toda velocidad, apareció del mismo lugar
Meléndez Zapata Atoche, quien ingresó a un área baldía de la
propiedad de los García Pérez, la atravesó y salió un poco más
al sur, para internarse en el cerro Somatillo con dirección a su
finca.
Se supone que otras dos personas lo vieron mientras iba
corriendo: una pastora que probablemente esté escondida en
Huancabamba (en los Andes de Piura) y una persona más quien acaba
de aparecer y dar la cara, preliminarmente.
Más tarde, Zapata Atoche hace una llamada, que según el
manifiesto de Telefónica del Perú, tuvo como destino la ciudad de
Trujillo, La Libertad.
Ahora bien, fuera él o no, ¿por qué mataron a García Baca?
Sigue siendo una pregunta pendiente que los investigadores oficiales
rehusan responder, y que ha contribuido a alimentar el clima de
tensión contra la minería en el valle de San Lorenzo, a menos que
se busque eso.
Con informaciones de El Tiempo. ©2001 NPC