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ACTUALIZADO: 10.06.2001 10:24:40 -0500

Análisis

Godofredo Vive

Cabos por atar en el asesinato de Godofredo

¿Cuál es la complicación para resolver el crimen de Godofredo García, aparte de la desaparición del principal sospechoso? Las claves están regadas a lo largo del camino, lista para ser sistematizadas, y llegar a una verdad que se ansía dentro de una justicia que aún avanza con pies de plomo.

por Redacción factortierra factortierra@yahoo.es

Es incómodo para quienes vivimos en las ciudades ser blanco de los ojos acuciosos de la gente campesina. Es costumbre que detrás de las ventanas, a lo largo de los caminos, o directamente, ojos curiosos están vigilando cada uno de nuestros movimientos, hasta llegar al extremo de lanzar las clásicas preguntas –a quemarropa—de quién es uno, de dónde viene, a quién conoce.

Es más, a falta de calles y números, es difícil perderse en el campo si se necesita dar con alguien. Bastará preguntar a cualquiera de esas personas para tener la razón exacta, incluyendo señas particulares y reciente historia de vida de quien se busque.

Dicen, encima, que nada se puede hacer a escondidas en el campo, pues, donde menos se lo piense uno, siempre hay alguien observando... y difundiendo los contenidos luego en las conversaciones de comadres, compadres y demás relacionados.

Entonces, ¿cómo fue posible que el asesino de Godofredo García Baca no advirtiera que estaba siendo observado? Eso si el testimonio de la niña de trece años, ahora custodiada por la Defensoría del Pueblo, no fuera errado, y realmente pudo ver que una persona encapuchada descendía del vehículo de la familia García Pérez.

Posteriormente vio que ese encapuchado se descubría, y al instante tenía a poca distancia –unos treinta metros—a Meléndez Zapata Atoche. Es sabido que en condiciones normales de visión, la identificación de una persona es fácil, claro está, si no se sufre miopía.

Testiga "saludable"

Quienes han tratado a la niña no registran este mal en sus manifestaciones, mas bien la describen como "saludable" tanto en lo físico como en lo mental. Un menor, normalmente, hasta los 12 años ya ha desarrollado funciones cognoscitivas de percepción, memoria y razonamiento, según la psicología evolutiva.

Ítem, los niños y las niñas del campo no mienten usualmente. Dice un tratado editado por la Universidad de San Marcos que hasta esa edad, los niños desarrollan "un pensamiento lógico" y controlan "su imaginación. La curiosidad se afirma en determinados objetos."

Subraya que un niño a esta edad "se vuelve más objetivo", lo que se acentuará a medida que crezca. Es harto conocido, además, que las niñas maduran en todo sentido más rápido que los niños.

Sospechoso prófugo

La diligencia cumplida el martes pasado fue pródiga en abreviaciones, pues el juez Juan Cajusol Acosta consideraba que sonaría redundante repetir todo el proceso, lo que, por cierto, no consideró que esta es una de las pocas acciones que tienen a la prensa como testigo adicional.

El detalle adicional es que el supuesto asesino, Meléndez Zapata Atoche decidió echarse a la fuga y no regresar a casa. Una periodista llegó con Ulises García Pérez hasta la casa del sujeto, pero aparentemente no lo encontraron, y hasta el cierre de esta edición sigue sin paradero conocido. Ventaja para él: no podía defenderse ni dar su versión.

Recordemos que la semana pasada trascendió que Zapata Atoche iba a ser detenido, pero la noticia fue filtrada y difundida, lo que provocó que el principal sospechoso desapareciera, aunque una persona dijo el viernes a NPC, que vio a alguno de sus características, cerca de Sullana, usando un sombrero negro y gafas ahumadas.

En anteriores ocasiones él ha dicho que no es culpable de lo que se le imputa; entonces, ¿por qué no se le encuentra? ¿por qué desaprovechó el martes para demostrar sobre el campo que él no disparó contra Godofredo García Baca? (O dicho en otras palabras, ¿cómo le creemos que no fue usted?).

Cuatro momentos clave (presione para ampliar)

Es tiempo de repasar lo que sucedió ese 31 de marzo, pero ante la cantidad de información, hemos considerado identificar cuatro momentos claves, con lo que se refuerzan historias anteriores, muchas de las cuales han sido publicadas a través de nuestras actualizaciones en Internet, y que resumimos en esquemas gráficos para su mejor comprensión (para verlos ampliados, presione sobre ellos).

El primer momento surge cuando Godofredo García llega desde Piura, rozando las ocho de la mañana, tras una noche lluviosa, que convirtió en lodo buena parte del camino de tierra muerta. Dejando la carretera hacia la represa de Poechos, doblaron a la izquierda y tomaron el camino hacia la finca de García, lo que demandaría andar, con un camino estropeado, algo más de veinte minutos.

Apenas a cinco minutos de ingresar la camioneta, que conducía Ulises García, coincide con Asdrúbal Zapata, hermano de Meléndez, quien viajaba en bicicleta y, según el hijo de García, les saludó batiendo la mano. A continuación se encontraron con los vecinos de siempre.

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El segundo se registra hacia las ocho y veinte, apenas a un kilómetro de tocar el límite occidental de su propiedad. Un encapuchado que ha estado escondido entre el follaje que la lluvia ha tupido, sale de improviso, aprovechando que Ulises tuvo que reducir la velocidad para deshacer una trampa con hojarasca preparada para la ocasión.

El sujeto es alto, tiene un pasamontañas que permite ver sus ojos "color caramelo". Levanta la mano y dispara contra García Baca. La bala pasa entre la plumilla y la base del parabrisas, impactando en el corazón del líder pro agrícola.

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Para el tercer momento, y en un lapso de siete minutos, el encapuchado ha reducido a Ulises y ordenado que ponga a García Baca en la tolva de la camioneta, quien ya estaba muerto para entonces. Después de eso, y amenazando con un revólver, pide el dinero de pago a los peones de la finca que ascendía al equivalente de US$ 250 al cambio actual.

Es cuando el asesino tiene la oportunidad de deshacerse de testigos –eso pensó Ulises cuando le pidió que lo lleve hasta el cerro Somatillo, paraje desolado—o para regar la mayor cantidad posible de pruebas.

Ulises logra ver los ojos "caramelo" del sujeto, algunos gestos de vacilación y un arma dirigida a su cabeza: conducir o morir.

Entonces, lo impredecible, la testiga que vive en la misma falda del cerro sale a dar de comer a sus conejos y ve llegar la camioneta a toda velocidad. ¿Qué pasará?, pudo preguntarse.

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En un cuarto momento, el asesino libera a su rehén sin rasguñarlo siquiera y se interna en los arbustos, mientras Ulises ve la manera de ‘resucitar’ a su padre. De inmediato empuña la camioneta y se dirige a toda velocidad a la puerta principal de la propiedad, a recoger a un peón y pedirle que lo acompañe al hospital en Sullana, originándose la historia que ya conocemos.

¿Y adónde se fue el asesino? Ahora sabemos primero se escondió en un matorral cercano, y cuando Ulises partió a toda velocidad, apareció del mismo lugar Meléndez Zapata Atoche, quien ingresó a un área baldía de la propiedad de los García Pérez, la atravesó y salió un poco más al sur, para internarse en el cerro Somatillo con dirección a su finca.

Se supone que otras dos personas lo vieron mientras iba corriendo: una pastora que probablemente esté escondida en Huancabamba (en los Andes de Piura) y una persona más quien acaba de aparecer y dar la cara, preliminarmente.

Más tarde, Zapata Atoche hace una llamada, que según el manifiesto de Telefónica del Perú, tuvo como destino la ciudad de Trujillo, La Libertad.

Ahora bien, fuera él o no, ¿por qué mataron a García Baca? Sigue siendo una pregunta pendiente que los investigadores oficiales rehusan responder, y que ha contribuido a alimentar el clima de tensión contra la minería en el valle de San Lorenzo, a menos que se busque eso.

Con informaciones de El Tiempo. ©2001 NPC.


Vea además:

Y con ustedes, Buenaventura

El nombre de Godofredo 

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