
Obra
de ángeles
La
fuerte devoción que existe hacia el señor Cautivo es
atribuido a su misterioso origen. En el año 1751 cuando la
patrona de Ayabaca era la Virgen del Pilar, nombre actual de
la iglesia. El padre García Guerrero quiso dar a su pueblo
una imagen de Jesús y encomendó a unos pastores llevar un
tronco de cedro a Ecuador para su confección. En el camino
encontraron a unos escultores que se comprometieron a hacer la
imagen del Señor, pero pidieron hacerlo en un cuarto cerrado.
Solicitaron no ser vistos mientras trabajan y su comida sería
pasada por una pequeña ventana. A la semana siguiente, los
pastores encontraron lista la imagen del Señor Cautivo.
El cuarto estaba vacío y la comida sin consumir, por
eso dicen que lo hicieron unos ángeles. Los estudiosos
coinciden que procede de la Escuela de Quito.
Tan
perfecta es la obra que tiene detalles como venas y fibras
musculares. Desde entonces se pensó en construir su iglesia y
vinieron los milagros relacionados con la salud de los
feligreses.
La
imagen es de color moreno, mide un metro 85 y tiene cerca de
100 hábitos, la mayoría de color morado, pero también
verdes y marrones. Según el sacerdote de Ayabaca, Tarcicio
Pusma, este año le han regalado16 hábitos y para la próxima
fiesta hay una promesa de obsequiarle dos más. Esta
abundancia de vestidos ha motivado a pensar en la creación de
un museo.
Para
su conservación la imagen es restaurada cada dos años.
Completan su ajuar seis coronas —de casi dos kilos cada
uno—, dos de plata, dos bañadas en oro y una de oro puro
que es usado en su día, 13 de octubre. |

En
el techo de Piura
Aunque
este distrito piurano se encuentra a tan sólo 2,815 m.s.n.m,
cuando se llega a estas bellas tierras parece que vamos a
tocar el cielo. Y es que un gigantesco bosque de nubes cubre
todo el pueblo y se extiende hasta las cordilleras. Durante el
día las nubes se alejan más hacia los Andes y dejan ver las
casitas de techo de tejas. La provincia es muy importante
porque aquí nacen las principales cuencas que irrigan los
productivos valles de Piura.
Para
llegar a Ayabaca en carro propio se va por la Panamericana
Norte camino a Sullana, se coge la vía que va a Cruzeta y se
sigue directo por la carretera a Macará. Después de pasar la
aduanas se hace un desvío a la derecha para llegar a Paimas
(15 kilómetros). Hasta aquí todo es asfaltado. Se cruza un
puente, a la derecha se va a Ayabaca y a la izquierda a
Montero.
El
paradero de los autos que llevan a Ayabaca están ubicadas en
la Av. Sánchez Cerro, en Piura.
Precio
de pasaje: 12 soles.
Lugares
turísticos: Centro arqueológico de Aypate, ubicado a 49
kilómetros. Petroglifos de Samanga, Olleros, centro
ceremonial de Cuchallín, bosques de Páramo, Museo de Ayabaca
y lagunas de Huamba.
Informes:
Municipalidad
de Ayabaca
Alcalde
Manuel Otero
Teléfono:
074—471049 y 471103
Email: munayabaca@lanet.com
Hospedaje
Samanga.
Plaza de Armas s/n. Telf: (074) 471049
Oro
verde. Salaverry 381.Ayabaca.
--LHC/LR |
Fiesta
patronal del Señor Cautivo de Ayabaca, en Piura
Peregrinos
por la vida y el agro
Este
año la célebre ceremonia en honor al Cristo Cautivo de Ayabaca, en
Piura, tuvo un ingrediente adicional. Miles de peregrinos portaban
una vincha al “estilo Toledo” que rezaba: Peregrinos por la Vida
y el Agro. Ellos rogaban por un milagro especial y juraron ante la
sagrada imagen defender a capa y espada el bello paisaje piurano
amenazado por varios proyectos mineros que prometen convertir a los
prósperos valles agroindustriales de Tambogrande en un desierto
contaminado de relaves.
Por
Lissette Herrera lrd@larepublica.com.pe
El
peregrino apenas pudo tocar el hábito morado del Cristo Moreno,
juntó sus manos y se puso a orar contemplando la sagrada imagen del
Señor Cautivo de Ayabaca: “Cuida mi chacrita, señor, que no
venga la mina” –rezó—y rompió en llanto. Lucía agotado por
el trajín, sucio de polvo y sudores, sobre su frente una vincha
verde donde se leía Peregrinos por la Vida y el Agro.
El
peregrino logró pasar entre la compacta masa humana de fieles y
devotos, aludió el férreo cordón de seguridad que protege la
sagrada imagen y logró ubicarse en el atrio externo de la iglesia
que da a la plaza principal de Ayabaca. Un lugar rodeado de rejas
donde se exhibe al Señor Cautivo para la celebración de su misa y
el encuentro con su pueblo.
Era
el segundo de los tres días de celebraciones al Cautivo y día
central consagrado a su veneración. La multitud colmaba la plaza
principal y las callecitas del pueblo. Hombres, mujeres y niños
llegaron en marchas de sacrificio o en buses para rendir homenaje al
santísimo y oír su misa. Portaban banderolas, estandartes del Señor
Cautivo, vinchas verdes y pequeñas imágenes del milagroso. Cada
hermandad vestía su propio chaleco y algunos peregrinos lucían hábitos
de color morado, en señal de la reconciliación. A diferencia de
los devotos del Señor de los Milagros, ellos portaban un cordón
amarillo y detentes con la imagen del Cautivo.
Este
año la celebración del Señor Cautivo de Ayabaca fue consagrado al
pueblo de Tambogrande, un próspero valle piurano dedicado a la
producción y exportación agroindustrial que enfrenta la amenaza de
un proyecto minero aurífero.
“Los
peregrinos hemos venido a la fiesta del Señor Cautivo con el fin de
pedir por las autoridades para que reaccionen y reflexionen frente a
la explotación de la mina” —explica Wilmer Miñam Palacios,
Presidente de la Asociación de Hermandades de la Arquidiócesis de
Piura y Tumbes. Esta institución reúne a 250 hermandades y junto a
la diócesis de Chulucanas suelen reunir más de treinta mil
peregrinos.
Miñam
explica que en ambos organismos eclesiales se acordó portar la
vincha verde con el eslogan “Peregrinos por la Vida y el Agro”,
como símbolo de sus súplicas al Señor Cautivo de Ayabaca.
“Nosotros hemos venido a pedir por los padres de familia que viven
de la agricultura y para que se medite antes de cometer algún
error”, añadió.
El
sofocante calor que reina en la plaza no impide la celebración de
la misa al padre Tarcicio Pusma, acompañado por cuatro sacerdotes
de otras localidades piuranas.
“Tus
hijas y tus hijos, Señor Cautivo, y esta tierra con sus recursos
que tú nos has dado, nos ponemos bajo tu amparo y el de tu madre la
Santísima Virgen del Pilar.
“¡Que
viva nuestra naturaleza que Dios nos ha dado!”, exclamó.
“¡Que
viva!” — respondió el respetable, agitando panderetas y
tambores.
El
cura continuó su sermón haciendo alusión al impacto ambiental que
genera la explotación minera en los pueblos y cultivos.
“Se
trata de justificar la explotación minera como fuente de riqueza
que deja beneficios a la región. Pero resulta paradójico que las
regiones mineras del país son las más pobres y atrasadas”,
increpó.
“¿Acaso
ha mejorado Cerro de Pasco?, ¿acaso la mejorado Cajamarca en todos
estos años de explotación minera?. Los cristianos unidos al Cristo
Cautivo podemos renovar el mundo y recuperar la naturaleza
amenazada”.
Su
sermón ecológico tuvo una gran acogida entre los fieles que
portaban su vincha verde en favor del agro. Los muros y paredes que
rodeaba la plaza de Ayabaca estaba plagado de afiches y pancartas
con mensajes como: mantengamos una ciudad limpia y ecológica. La
mayoría lucía dibujos del Señor Cautivo, recomendando no ensuciar
la ciudad y proteger el medio ambiente.
“Este
es el fruto de la agricultura, del trabajo, del campo. El pan y el
vino lo ponemos en esta mesa que será el cuerpo y la sangre de
Cristo”, indicó levantando los brazos.
La
misa concluyó con una mención especial al finado Godofredo García
Baca, dirigente agrario de Tambogrande asesinado en marzo pasado, en
medio de la encendida polémica por la explotación minera.
La
fe mueve montañas
Como
todos los años cada 12 de octubre, el poblado de Ayabaca —ubicado
a cuatro horas de Piura— recibe un mar humano de peregrinos.
Durante los tres días de celebraciones se forman colas
interminables para ingresar a la iglesia, tocar al “cautivito”,
pedir su bendición y agradecer sus milagros.
Los
devotos portan cirios, velas, llaveros, imágenes, detentes y todo
lo que sea posible para recordar su fe y, con un poco de suerte,
tocar el hábito del Señor. Al final de la jornada, no se puede
caminar por el templo porque el piso queda cubierto de gruesos
estratos de cera derretida.
Las
estrechas calles son tomadas por los comerciantes de dulces,
comidas, ropas y enseres. Los potajes típicas son el jamón seco
con mote, sopa negra y carne seca con chifles. Los dulces como la
tortas de viento, calaveras, alfeñiques y bocadillos son vendidos
por libra en su balanza portátil conocida como “mate”.
Por
la noche la plaza es el mejor lugar para dormir. Sus veredas quedan
cubiertas de peregrinos. Se protegen del frío serrano con frazadas,
colchonetas, gorras y medias de lana.
La
devoción al Cristo Cautivo reúne más de 25 mil peregrinos en sus
días de fiesta. La mayoría proviene del norte del país, principalmente del departamento de Piura y Lambayeque, también
de Lima y del Callao. Incluso cuenta con numerosos fieles
ecutorianos. Muchos llegan en peregrinación como parte de su
sacrificio. Y es que a Cautivo se le atribuye grandes milagros, como
el de curar de cáncer, sanar a las personas incapacitadas, unir
matrimonios, salvar vidas y hasta conseguir trabajo.
Mientras
viajaba en bus una señora me contó que su hijo fue atropellado por
una aplanadora, su estado era grave. Cuando sucedió el accidente
ella regresaba de la fiesta del señor Cautivo, al enterarse de la
tragedia ella rezaba y apretando una medallita de Cautivo le pedía
por la vida de su pequeño. La mujer residente de Chulucanas llegó
al hospital y encontró a su hijo recuperado. El peligro había
pasado y el doctor sólo atinó a decirle que era un milagro. Desde
entonces nunca dejó de asistir a las celebraciones del Señor
bendito.
Miguel
León Sotelo ha venido de Piura a pie cargando una pesada cruz de 95
kilos. Es su sacrificio en agradecimiento al Cautivo por el milagro
de haber sanado a su hijo de ocho años. Así como él, cientos de
peregrinos recorren grandes distancias con la cruz a cuestas para
participar de la fiesta del milagroso Señor Cautivo de Ayabaca.
Parten días o semanas antes y caminan en caravanas. Un peregrino
cuenta que desde Piura recorre 300 kilómetros durante siete días
de caminata. Mientras que de Sullana, la distancia es de 245 kilómetros
y cinco días de peregrinaje.
Ni
qué decir de los que vienen de Chiclayo y Casma. En su largo viaje
los feligreses se aprovisionan de “fiambre”, como cancha
serrana, carne seca, chifles, termos con agua caliente, entre otras
cosas. Para combatir el frío beben el famoso “canelazo”, hecho
de aguardiente y mate de canela con un toque de azúcar quemada. En
su peregrinaje encuentran lugares acondicionados para comer y
descansar. Uno de ellos es el poblado de Paimas, a una hora y media
de Ayabaca. En este lugar se instalan puestos de venta de comida que
es ofrecido a los visitantes.
Raúl
Febres Palacios, uno de los vendedores de comida, dice que este año
se mataron 125 vacas para abastecer la demanda de feligreses. La
carne es sazonada y secada para ser preparada como asado o jalea.
Cabe
destacar que en Paimas finaliza la pista asfaltada y desde ahí se
inicia una carretera afirmada. La ruta tomada por los peregrinos y
la última parada de provisiones es el distrito de Montero. Se sube
el cerro Las Aradas y se continúa hasta el campamento Los Molinos,
se cruza el apu Nariz del Diablo, donde se deja una ofrenda y
en media hora se llega a Ayabaca.
La
fe hacía este Cristo moreno de madera y cabellos ensortijados se ha
extendido hasta Ecuador, donde hermandades de Loja llegan en
peregrinación después de adorar a su santa la Virgen del Cisne.
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