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La
crisis de Asturias en azul La
denominada crisis de Asturias, segunda vez que nuestra Autonomía retumba allende Pajares,
la otra fue el Petromocho -vaya prestigio político vamos cosechando-, tiene una primera
lectura anecdótica: antipatías, asuntos de prensa rosa, "buena sociedad" y
segundas mujeres. Guión para un culebrón a lo "Dinastía" o "Falcon
Crest".Tiene también un interpretación profunda. Robert Michels enunció la ley de
hierro de los partidos políticos: Las oligarquías dirigentes cooptan nombres, hacen
listas, arrinconan a los menos dóciles. Cunado un electo resulta poco dúctil pueden
echarle, acusarle de tránsfuga...el sueño de todo "apparatich", sea Cascos o
Guerra, es que las magistraturas públicas fuesen innominadas; un cheque en blanco a los
partidos cuyos dirigentes pudiesen extender o retirar libremente a títeres de quita y
pon. Parece que, no atreviéndose a tanto los autores de nuestra legislación, se
conforman con asegurarse de que las listas sean cerradas, y de que dicho escalafón no sea
por orden alfabético, con libertad para poner "X" al lado. Eso no alteraría
radicalmente los resultados, pero arrebataría el poder del aparato sobre los electos que
quieran repetir.Constitucionalmente es a ellos a quienes elegimos. Incluso la
Constitución establece una atribución mágica; nos representan a todos, votemos o no por
ellos, y sin vinculación territorial con la circunscripción. Con la Ley en la mano,
Marqués, Saavedra, incluso el patético Bartolín, son soberanos y libres, los partidos
deben fastidiarse y esperar al fin del mandato.Una alternativa obligaría a cambiar todo
el sistema electoral y, bucenado en la tradición española de las Cortes de pasados
siglos, establecer de nuevo el mandato imperativo con carácter de delegación rescindible
en base a un contrato político de contenidos, previo a las elecciones. Así una demanda
como la pintoresca denuncia del cantante Serrat contra González hubiera prosperado:
"Te voté para que me sacaras de la OTAN, como no lo haces te destituyo". No
conocemos contrato alguno concreto incumplido por Marqués; simplemente era el primero de
una lista que, como las lentejas "si las quieres las comes..." Así que es el
Presidente de todos los Asturianos -ordinariamente se le titula de "Presidente del
Principado", sin advertir la contradicción en el término pero eso es otra
historia-, y que los disciplinados cuadros del partido se las vayan comiendo hasta el 13
de junio de 1999. Entonces pongan a otro y asegurense de que firme la dimisión sin fecha,
como hacen muchos jóvenes empleados para que su pizzería pille la subvención de
Arenas.Y los discplinados del partido, tan disciplinados como cuando andaban en pantalón
corto y camisa celeste por el campamento de Boñar -disciplinados siempre antes quienes
les dan de comer, que se dediquen a lo que saben, a perder votaciones.
Roberto
Álvarez de la Riva |