La
relación entre arte y economía está en un momento de radical transformación.
Además de haber reformulado los circuitos de exhibición, producción
e intercambio artísticos, la globalización económica ha provocado
cambios temáticos y estratégicos. En términos muy generales, podríamos
decir que la temática culturalista que privaba en el arte de hace
dos décadas ha sido reemplazada por una creciente atención por la
dinámica de la sociedad y economías contemporáneas.
Hoy
por hoy, pensar en la relación entre arte y economía va mucho más
allá de la temática del mercado de arte y la resistencia ante el valor
mercantil del arte. Una parte sustancial del arte contemporáneo se
ocupa de intervenir, comentar y criticar los sistemas y símbolos del
capitalismo. Podría afirmarse que el arte contemporáneo es con frecuencia
un circuito paralelo de reflexión sobre la economía y su rol en la
sociedad.
Con
frecuencia, se acusa a la obra de arte contemporáneo de ser indistinguible
del objeto comercial. El auge de estrategias artísticas fundadas en
el readymade y los objetos encontrados colocaron desde su origen al
objeto artístico en un diálogo crítico con las funciones y los poderes
de seducción de los objetos-mercancías. La apropiación de los medios
y técnicas del diseño gráfico e industrial, sirven al trabajo artístico
para poner a discusión el ciclo de obsolescencia de las modas, lo
mismo que los códigos y estratagemas de la publicidad. Al acercarse,
y en ocasiones confundirse, con esos referentes, el arte contemporáneo
apuesta a convertirse en un espejo crítico de la estética de las mercancías,
aunque a diferencia del objeto de mercado corriente tenga una aspiración
visionaria y crítica.
Claro
está que el artista se enfrenta a lo económico de modo muy distinto
al espectáculo financiero que encuentra cabida en los medios de comunicación,
la ideología que transmiten los círculos del poder político e incluso
los debates académicos en las universidades.
La
aparición de tácticas conceptuales de intervención artística en instituciones
y sistemas sociales han hecho que el artista plantee modelos prácticos
que simulan y critican los mecanismos de intercambio material y simbólico
de las más diversas sociedades. El artista se ocupa lo mismo de la
forma en que el deseo de materializa en el objeto/fetiche comercial,
que de explorar las condiciones institucionales que provocan la cada
vez mayor mercantilización de la sociedad. En sus intervenciones asoma
la renuencia a dar por sentado el dogma económico del capitalismo
contemporáneo. Aunque provistas de un espíritu de investigación social,
las nuevas estrategias no dejan de ser apuestas poéticas. Intentos,
lo mismo utópicos que cínicos, por desafiar el carácter prosaico de
la vida en tiempos de la economía global.
Cuauhtémoc
Medina. Director del 8º FITAC
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