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Las gentes del campo han hallado múltiples métodos para librarse de las atenciones más molestas de las hadas. Son especialmente vulnerables y los que caminan solos por la noche, y existen varios métodos y objetos para protegerse contra los diversos riesgos. Entre ellos se cuentan los siguientes:

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Volver las ropas del revés (volviendo un guante del revés y lanzándolo en medio de un corro de hadas, los parranderos se dispersarán).

Hierro-por ejemplo, colocar un cuchillo en el umbral de una casa, llevar un clavo en el bolsillo, colgar unas tijeras abiertas sobre la cuna de un niño.

La Biblia.

El agua corriente.

Pan.

Un crucifijo o una cruz (cuando se dibuja sobre una torta, esto tambien disuade a las hadas que bailan encima).

Sal.

Las oraciones.

El fruto rojo del serbal y el hilo rojo (si se trata de escoceses, colocar una cinta roja en la puerta de entrada o atarla a la caola del ganado vacuno: de esta manera se espanta a las brujas. En otros lugares, se ata alrededor del pecho de los niños una tela roja, como protección contra la gente menuda).

El túmulo de un cementerio antiguo.

Guirnaldas de margaritas.

Piedras con agujeros (para proteger a los caballos).

Herraduras (combinación del símbolo de la luna y el hierro).

Colocar fibras de lino en el piso.

Poner los zapatos con la punta hacia afuera de la cama.

Un calcetín debajo de la cama.

Un cuchillo debajo de la almohada.

Un ramito de escoba.

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Cóctel curativo anglosajón anti-elfos: rállese mirra en el vino y una cantidad igual de incienso blanco. Córtese un trozo pequeño de ágata y añádase el vino. Bébase esto después de una noche de ayuno, o de tres, nueve o doce mañanas.

En los ritos de la fertilidad en el día de las Reinas de Mayo de la antigüedad, se utilizaba la margarita símbolo del sol para proteger a los participantes contra las gentes fantásticas, que se muestran singularmente activas en esas importantes épocas del año. Entre otros sistemas protectores figuraban las campanillas en las piernas de los danzantes de la mojiganga: afortunadamente, en la actualidad siguen empleándose esas campanillas.

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Si bien, a veces, las hadas son muy capaces de mostrarse adustas, sangrientas o incluso brutalmente vengativas, son también, sin discusión alguna, las mayores bromistas del mundo y su propesnsión a las jugarretas la comparten incluso las mejores hadas buenas. Estas travesuras fundamentalmente alegres resultan más evidentes cuando intervienen personajes como Heeley Kow:

Hedley Kow era un duendecillo, enredador más que maligno, que se aparecía en la aldea de Hedley, cerca de Ebchester. Su aparición no era nunca muy alarmante y solía terminar sus bromas con una risa de caballo a costa de sus víctimas. Se presentaba a alguna vieja mujer que recogía estaquillas para formar como un haz de paja, que tenía la seguridad de poder alzar y transportar. Entonces resultaba tan pesado que la mujer tenía que soltar su carga en el suelo, con lo que las pajas se "animabn", se ponían de pie, y huían ante sus ojos, hasta que acababan por desaparecer ante su vista con gritos y carcajadas.

William Henderson , en sus Notes on the Folk-Lore of the Northern Counties of England and the Borders (1879), también nos cuenta cómo a Kow le encantaba perturbar la vida de la alquería, pues se dice que imitaba constantemente la voz de los enamorados de las mozas, volcaba la olla de las berzas, le daba la nata a los gatos, deshilaba las labores de punto o estropeaba la rueca. Otros truco s favoritos de las hadas traviesas eran extraviar a los caminantes incautos.

Entretanto, la actitud de las hadas para con los humanos tiene una inclinación extrañamente moralista. Cuentan con que, en lo que a ellas se refiere, se adopte un determinado modo de conducirse, fijan elevadas normas de orden para los hogares humanos que suelen visitar, aunque prohíben la existencia de ojos curiosos cunado lo hace. A las hadas les gustan los seres humanos alegres y generosos, y sienten especial simpatía por los enamorados.

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Las hadas de la colina Irlandesa aman con pasión la belleza y el lujo y sienten un absoluto desprecio por el ahorro y la economía. En sus Leyendas antiguas de Irlanda, lady Wilde abomina de la mano cerrada y cicatera que recoge el último grano y escurre la última gota de la colodra, y arranca la fruta del árbol hasta dejarlo desnudo, sin nada para los espíritus que vagan a la luz de la luna.

El perezoso y deshonesto será castigado con pellizcos, calambres y hasta con cojera y algo peor. La fregona que no recoge el fogón ni dispone agua limpia para que se bañen los hijos de las hadas lo hace a su riesgo, si bien una consciente atención a estos detalles pudiera proporcionarle una dádiva de dinero en su zapato al despertarse, además de mucha suerte...

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