«Intento siempre mirar hacia adelante», dice García. «Situarme donde estoy, disfrutar con lo que tengo. Cada vez que he participado en un disco ha sido la expresión de mi momento vital. No he guardado ninguna carta en la manga, ni he dejado nada en el aire».
«Respecto al último disco de El Último de la Fila, este álbum es mucho más personal. Al estar solo, estoy aquí más suelto, más en casa. Éste es un disco más íntimo y, a la vez, más extrovertido que los anteriores. Un disco donde no he tenido que ceder el paso a nadie», afirma en alusión a su anterior grupo. «En un equipo de personas, por cortesía, hay que dejar parte de uno mismo en beneficio del proyecto en común».
Quimi Portet ha optado por un cambio
más radical en sus dos discos en solitario. Manolo García
ha preferido continuar con la esencia de la propuesta de El Último
de la Fila. «Quimi ha dejado claro en sus dos discos que necesitaba
una nueva vía de expresión, otro camino, y yo no había
grabado hasta ahora porque no lo necesitaba. Nuestra disolución
fue una cosa muy natural, muy respetuosa, y eso me ha dejado tranquilo.
Yo sigo siendo el que era. Siempre he sido muy yo. No hay una pretensión
en mí de continuismo. Hay una pretensión de yoísmo.
De hacer lo que me apetece. Me dejo ir sin preguntarme o proponerme las
cosas, sin análisis previos. A veces ni hago, algo me hace a mí».
Y sigue explicándose sin interrupción: «El disco, para mí, es muy variado. Hay un poco de la persona que he podido ser un tiempo atrás, porque siempre quedan los rescoldos. Está totalmente la persona que soy ahora. Por otra parte, tampoco tengo una pretensión de ultramodernidad, de estar a la última, de innovación. Me interesa la participación y la alegría».
«No sigo del todo la misma línea que con El Último de la Fila. Hay otros rincones, otros meandros del río que se van descubriendo según vas oyendo el disco. Hay una pretensión lírica con vocación muy intensa».
Las letras de estos temas revelan, en efecto, una frescura propia y quizá más libre respecto a su anterior alianza. «Lo de la rabiosa actualidad excede mi capacidad de pequeño primate. Genéticamente estoy hecho para la tribu. Las cosas grandes me marean. Mi pretensión como músico y como pintor es buscar la pequeña poesía cotidiana, que está siempre ahí, pero algo extraño nos obliga a alejarnos y nos desvía de ella», afirma.
Musicalmente, Manolo García
sigue indagando en la fusión de aires sureños, flamencos
y magrebíes, con el pop. «Este tipo de lenguaje nos viene
a la gente de mi generación planetariamente. Las músicas
del Norte y del Sur se escuchan en todo momento y lugar, el mestizaje ya
es obligado. La esponja que somos lo absorbe todo desde el rai hasta el
rock, el ska y lo que sea. Vivimos en una cultura musical a todas horas».