¿Por dónde iba?... Ah, sí. Pues que..., sí ¡acertaste! (¿cómo lo has adivinado?), que llegué al Cielo.
Y, claro, como era el Cielo de los que creen
en el Cielo y no el Cielo de verdad,
pues en menos tiempo que tarda
Marlene Ottey (¡qué mujer!) en correr
los 100 metros lisos ya me había
aburrido soberana y mayestáticamente.
Fíjate si estaban aburridos que estaban
dispuestos a dejar que me quedase para
que les hiciese unas gracias
pero yo, vamos, que no quería, porque después
de todo si había pedido por favor que me paren el
que me apeo
era precisamente, entre otras cosas, para dejar de ver
a esa gente ¿no?.
Pero tuvo su gracia comprobar que estaban todos los que yo
ya me imaginaba que me iba a encontrar
allí.
¡Qué horror!.
Así que me borré de allí y aquí estoy. La verdad es que
aquí, en la red, se está divinamente. ¿Quieres
beber algo?, ¿hace una tapita?, ¿bailamos?, ¿gozas,
vida?...
Y volver, volver,
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