EL CIELO, un martes por la tarde

¿Por dónde iba?... Ah, sí. Pues que..., sí ¡acertaste! (¿cómo lo has adivinado?), que llegué al Cielo.

Y, claro, como era el Cielo de los que creen en el Cielo y no el Cielo de verdad, pues en menos tiempo que tarda  Marlene Ottey   Marlene Ottey (¡qué mujer!) en correr los 100 metros lisos ya me había aburrido soberana y mayestáticamente.

Fíjate si estaban aburridos que estaban dispuestos a dejar que me quedase para que les hiciese unas gracias Pincha y ríete pero yo, vamos, que no quería, porque después de todo si había pedido por favor que me paren el  mundo   que me apeo era precisamente, entre otras cosas, para dejar de ver a esa gente ¿no?.

Pero tuvo su gracia comprobar que estaban todos los que yo ya me imaginaba que me iba a encontrar allí.
¡Qué horror!.  ¡Mamá, miedo!

Así que me borré de allí y aquí estoy. La verdad es que aquí, en la red, se está divinamente. ¿Quieres beber algo?, ¿hace una tapita?, ¿bailamos?, ¿gozas, vida?... Bésame, ¿sí? ¡Smuacks!

 

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