Dios en los Tiempos de Win95
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Dios en los tiempos de Win/95
por Héctor Ugalde (uch)
"Dios no juega a los dados" Albert Einstein
Soy un programador de computadoras.
No soy religioso. Y aunque asisto a bodas y bautizos, no me siento
particularmente entusiasta a seguir los rituales.
Tampoco soy ateo. Simplemente creo en un Dios personal al cual quizás
no le preocupe tanto que deleite mi vista con las bellas piernas de
mi vecina, y en cambio considere a Windows pecado capital.
Así que cuando en mi oficina apareció de repente un hombre viejo y de
barba blanca, un poco parecido al Dios de las pinturas, pero más parecido
a la imágen de mi Dios personal, y no tanto por su sonrisa pícara y traviesa,
sino por su vestimenta: una playera con el letrero 'Cancún' y unas bermudas
de color chillante. Así pues cuando apareció, no pude reprimir un:
"¡Dios mío!"
A lo que el viejo, con una sonrisa divertida respondió:
"Así es, hijo mío"
Preguntándome qué es lo quería Dios, de pronto me inquieté.
"¿Estoy muerto?"
"¡Claro que no!" y Dios soltó una sonora carcajada
"¿Por qué será que me relacionan con la muerte, y no con la vida?"
me preguntó, y sin esperar mi respuesta prosiguió:
"Aunque no saben que a final de cuentas es lo mismo:
dos caras de la misma moneda..."
"Necesito algo de ti"
¡Sentí escalofríos! ¿Querría mi alma? Hummm... No, el de las almas
supuestamente es el diablo...
"¡Así es! Yo no ando en el negocio de compra-venta de almas.
Yo prefiero que las almas vengan a mi"
"¡Santa Cachucha! ¡Puedes leer mi mente!"
"Santa Cachucha no es una santa oficial... al menos no en este planeta.
Y sí, puedo leer las mentes... y las almas"
"¡Pero eso no debería asombrarte tanto! ¿No?"
Así era, sin embargo yo había tenido aún ciertas dudas. Podría haber
sido una broma de mi amigo Poncho.
Ahora ya no lo dudaba.
"¡Qué bueno! Porque ahora te voy a plantear mi problema"
"Me preocupa saber si estoy tomando las decisiones correctas"
Puse cara de desconcierto.
"¿Cómo?"
"Sí" Dijo Dios
"Por ejemplo: millones de personas juegan a la lotería en todo el mundo.
¿Cuáles debieran ganar el premio? No pueden ganar todos.
No importa que me recen o no. Ni como me recen.
Ni que con que nombre se dirijan a mi.
¿Quién es más 'justo' que ganara la lotería?
Para ello quizás habría que considerar muchísimas variables"
"Es por ello que pensé en una computadora..."
"Una computadora que hiciera el trabajo por mi"
Después del asombro inicial, ya estaba yo calculando mi comisión...
"No te preocupes por tu pago"
"Aquí está la computadora más poderosa del mundo"
Y mientras decía esto, aparecía la super-hiper-computadora de mis sueños
"¡Tú ocupate de la programación!"
Así pues, después de un laborioso año de programación,
y de aplicar todos los nuevos descubrimientos en inteligencia artificial,
comenzamos las pruebas...
Todo iba muy bien hasta un punto en que noté que la computadora,
después de unos días de intenso trabajo, comenzó a bajar su actividad
y a tener incluso tiempos ociosos... Me puse a analizar y a rastrear
el funcionamiento del programa...
"¿Qué le está pasando a la computadora?" me preguntó Dios al
día siguiente.
"Parece ser que el programa de inteligencia artificial ha llegado a
la conclusión de que la mejor manera de manejar el problema es al azar"
Dios con una sonrisa, y acariciándose la barba preguntó: "¿Al azar?"
"Sí. Por lo que pude deducir, la computadora, cuando va a tomar una
decisión hace el equivalente a lanzar una moneda al aire...
¡Y lo más curioso es que de ese modo obtiene resultados idénticos
a los que tú... Dios obtienes..."
"Bien", dijo Dios "ahora sólo queda la decisión de si regreso a tomar
yo mismo las decisiones, o dejamos que la computadora las siga tomando"
"Una decisión díficil" dije.
"Sí. Una decisión que puede ser resuelta del mismo modo que uso yo..."
y sonriendo sacó una moneda. "Volvemos una vez más al viejo y probado
método..."
"Aguila la computadora. Sol yo. ¿Sale?". Me dijo Dios.
"¡Sale!" Contesté.
Y lanzando la moneda al aire dijo "¿Qué eliges? ¿Aguila o Sol?".
Yo, sorprendido, miré a la moneda dar vueltas en el aire,
y rápidamente solté mi respuesta.
Entonces Dios hábilmente cachó la moneda en el aire, sin dejarla caer
al suelo. "¡Tú has elegido!" dijo sonriendo mientras se guardaba la moneda
en el bolsillo y se alejaba silbando una tonada...
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