Domingo después de Pentecostés

LA SANTÍSIMA TRINIDAD
(Solemnidad)

 

1. BIENVENIDA

 

Celebrante: En el nombre del Padre...

Guía:

El misterio de la Trinidad deja perplejos a muchos cristianos, quienes afirman creer… ¡porque así es! Otros más se refugian en la doctrina tradicional expresada en términos filosóficos, con acento matemático, del único Dios en tres personas distintas y terminan discutiendo que si el Padre, el Hijo o el Espíritu Santo… y que si esto o que si aquello.
Providencialmente, la Iglesia ha colocado la Solemnidad de la Trinidad o del misterio de Dios en el domingo siguiente al de Pentecostés en su afán de aclarar a los cristianos que Dios no es una incógnita para quien tiene nociones de altas matemáticas, ni es un problema qué resolver con nuestro pequeño intelecto, sino UNA FAMILIA.
Con el misterio que hoy se nos propone, la Iglesia trata de decirnos claramente que el Señor Dios quiere ser conocido por sus hijos, se les revela paulatinamente y se convida a ellos como consecuencia de la pascua de Jesús apenas concluida.
Que al participar en esta celebración podamos descubrir tanto el amor del Padre, como la misericordia de Dios hijo y el amor del Espíritu Santo, no como ciencia para iniciados, sino como experiencia de fe en nuestra vida diaria al contacto con los demás.

 

 

2. LITURGIA DE LA PALABRA

Año A (2002, 2005...)

Primera lectura (Éxodo 34,4-6.8-9)
La revelación divina a Israel a través de Moisés tiene un fin: mostrar que el Señor es un Dios misericordioso, compasivo, paciente, clemente y fiel. Al conocer estos atributos del Señor, Israel aprendió a convertirse a este Dios, y a no temerle ni a alejarse de El.

Segunda lectura (2 Corintios 13,11-13)
La ocupación de los cristianos en el mundo es clara: deben estar alegres, buscar lo mejor, animarse y animar a todos viviendo y distribuyendo paz, desde el mismo saludo. El resultado será la comunión con su tierra, entre sí y entre ellos y Dios.

Tercera lectura (Juan 3,16-18)
La imagen que muchos hombres tienen de Dios como juez o policía no es la del Padre que Jesús nos muestra. Dios quiere salvar al mundo que ha creado, pero ello depende de la fe en su Hijo. Cuando ésta se da, Dios no tarda en manifestarse.

Año B (2000, 2003...)

Primera lectura (Deuteronomio 4,32-34.39-40)
La elección de alguien a una misión es algo novedoso. Pero Dios no sólo elige, también se hace presente, acompaña, favorece y asegura ser Único; revela el camino a seguir, muestra su poder, da señales. Le pide fidelidad, pero le da un test: ¡sus mandamientos!

Segunda lectura (Romanos 8,14-17)
Dios es padre y quiere ser llamado así. La realidad es que quien lo invoca de ese modo lo hace por haber sido visitado por su Espíritu. Este lo libra de sí mismo y del temor, de la esclavitud y la manipulación, convirtiéndolo en hermano de todos por ser hijo de Dios.

Evangelio (Mateo 28,16-20)
Enseñar la fe a otro no es meterle nociones religiosas en la cabeza sino comunicarle, de corazón, que Dios se ha fijado en él. Cada cristiano debe darle muchos discípulos a la Trinidad, es decir: debe vivir su presencia y hacer que otros también la experimenten.

 

Año C (2001, 2004...)

Primera lectura (Proverbios 8,22-31)
La sabiduría, considerada como una persona, sirvió en la tradición bíblica para calificar la acción de Dios en el mundo y su trabajo entre los hombres para llevarlos a El. El Nuevo Testamento precisará que, además de Sabiduría de Dios, Cristo es su Palabra encarnada, su Enviado, su Profeta, su Hijo Unigénito... en fin: El Señor.

Segunda lectura (Romanos 5,1-5)
Fe, paz, acceso a Dios, esperanza, amor divino, Espíritu Santo y reconciliación son dones que Dios otorga a quien acepta a su Hijo. Pero, la paciencia ante el sufrimiento mide la esperanza del cristiano en el mundo y lo habilita para aspirar a la gloria.

Evangelio (Juan 16,12-15)
Jesús ha revelado a Dios y su amor por los hombres; pero éstos sólo comprenden ese evangelio lentamente. Les hace falta la voz y la presencia del Espíritu que interpele sus acciones, avive su compromiso y facilite su misión entre sus demás hermanos.

 

3. ORACIÓN DE LOS FIELES

Celebrante:
Señor Dios, que te has revelado a través de Jesucristo en nuestra carne mortal y en las obras que tu Espíritu Santo realiza en nuestra vida: escúchanos y déjanos alcanzarte con nuestras invocaciones y peticiones.

Guía: Pidamos / Dios nuestro, ilumínanos para conocerte
- Por la Iglesia de Cristo: que siemprree encuentre formas adecuadas y nuevas para hablar de la Trinidad de Dios en lenguaje actual. Pidamos…
- Por todos los ministros de nuestras ccomunidades: que traten a los fieles con el amor del Padre, la paciencia del Hijo y la sabiduría del Espíritu Santo. Pidamos…
- Por todas las familias cristianas, eecco y reflejo de la familia de Dios: que aprendan a vivir en armonía limando asperezas y siendo respetuosos del sentir y parecer de los demás. Pidamos...
- Por todos los grupos de acció;nn social: que sepan ayudar con desinterés a todos y sin sacar partido para favorecer a quienes los conforman. Pidamos...
- Por cuantos se dedican a enseñe;;ar la verdad y de verdad: que sean iluminados por el Espíritu y anuncien con fortaleza a Cristo. Pidamos…
- Por los sicólogos y fil&oacuttee;sofos que estudian el misterio humano sondeando mente y espíritu: que curen y eleven al hombre sin someterlo a reflexiones aventuradas o a principios equívocos. Pidamos…
- Por todas las familias cristianas dee nuestra comunidad: que aprendan a ser lugar de crecimiento y diálogo, espejo e imagen de la Trinidad de Dios. Pidamos...
- Por cuantos unidos en este lugar celleebramos el misterio de Dios: que hagamos cuanto esté a nuestro alcance para darlo a conocer a otros con nuestro ejemplo y buenas obras. Pidamos…
- (Otras intenciones. Pidamos…)

Celebrante:
Señor nuestro que no cesas de mostrarnos tu providencia de Padre, la fraternidad de tu Hijo y los dones de tu Espíritu: escucha nuestras peticiones y permítenos descubrirte, a pesar de nuestra limitación e impaciencia. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. - AMÉN

 

4. EXHORTACIÓN FINAL

 

Guía:
Hermanos: la vida se realiza cuando se comparte. Sólo entonces descubrimos que es convivencia junto a quienes nos la han dado o a quienes la damos, junto a aquellos que alimentamos o que nos alimentan; y al lado de quienes nos acompañan en el mundo o les servimos de compañía.
Pero nuestra vida no estará completa si sólo buscamos compañía a nuestro nivel y no las huellas de Dios en cuanto vemos y tocamos, en los sucesos de la historia y en la creación entera que nos rodea.
Que la experiencia del Padre que nos ama, del Hijo que nos ha salvado y de su Espíritu que todo une, eleva y perfecciona, nos acompañen en este nuevo siglo y milenio que comienza y nos acerca cada vez más al reinado de Dios.

Celebrante: En el nombre del Padre...

 

5. SUGERENCIAS PARA MEDITAR

 

El corazón del hombre está inquieto hasta que descansa en Dios. Esta notable y rica observación de San Agustín se confirma con los descubrimientos de la sicología actual: sólo en la medida en que el hombre se identifica consigo mismo, llega a realizarse en plenitud; y sólo en la medida en que se abre ... se descubre.
En nosotros mismos llevamos la esencia trinitaria: somos un "yo" que dialoga con un "tú" interior hasta llegar a la madurez en una especie de "nosotros" muy personal. La llamamos yo mismo, interioridad, conciencia, identidad personal, alma o profundidad del ser, pero hablamos de lo mismo. Además, llevamos la imagen de Dios grabada en el corazón, pues en El vivimos, nos movemos y existimos (Hech 17,28).
También Dios se nos presenta como el Viviente y se nos manifiesta en comunidad: a manera de presencia dinámica que actúa entre nosotros y en cada uno (Espíritu Santo), como amor paterno que crea y cuida a cada una de sus criaturas (Padre), como alguien que se encarna, dialoga, revela y se entrega para salvar (Hijo).
Mientras la Teología del siglo IV acuñó una formulación dogmática del misterio de la Trinidad apoyándose en términos filosóficos ("Una misma naturaleza divina en tres personas distintas"), la catequesis actual se orienta por las perspectivas de la Escritura y renueva ese mensaje vivo acercándolo al hombre de hoy.
Tal catequesis nos sugiere que hablemos de Dios sin encerrar su misterio en esquemas y logremos que el hombre moderno lo viva no como un problema intelectual que acepta o no, sino como una experiencia comunitaria y del corazón.
Por ello, las lecturas de la Solemnidad de la Trinidad nos recuerdan que la vida divina, su plan y mensaje anidan en nuestras vidas. Exodo nos pide hablar y experimentar a Dios como el Señor misericordioso, piadoso, paciente, dador de gracias y fiel. No nos habla de su esencia sino de su manifestación y presencia entre los hombres; no de conocer cada uno de esos atributos, sino de experimentarlos en la vida y comunidad de la que formamos parte (primera lectura). Pablo apóstol asegura a los cristianos de Corinto que las personas de una comunidad reflejarán a Dios en su felicidad de grupo, fraternidad, animación comunitaria y también en su saludo. Cuando eso sucede, actúan en la gracia de Cristo, con el amor del Padre y en comunión del Espíritu Santo (segunda lectura). El cuarto evangelio habla del Dios del amor y no de un Dios del temor al que mucha literatura, aun religiosa, nos ha acostumbrado. Cristo ha sido enviado como la mejor muestra del amor de Dios, no de condena; de salvación y no de juicio (evangelio). A fin de cuentas, el mensaje de la Solemnidad de la Trinidad no es una provocación a la inteligencia (como para saber más de Dios), sino una invitación a las profundidades del corazón humano para que aprenda, de una vez por todas, a amar a los demás, a formar una comunidad investida de lo divino: un nosotros que nos amamos, porque hay un mismo Padre que nos ama en la misma fe; un mismo Salvador que a todos nos une con la misma salvación; y un mismo Espíritu que a todos nos involucra y nos congrega para alcanzar el mismo reino.
La Solemnidad de la Santísima Trinidad nos recuerda algo fundamental: Dios es familia, una Familia que ama y se dona, que crece al hacernos sus hijos y buscar nuestro bien. Pero esto que es Dios, también lo quiere reflejado en los seguidores de Cristo: "Como Tú, Padre, estás en mí y yo en ti... que también ellos sean una sola cosa, para que el mundo crea que Tú me has enviado" (Juan 17,21).
Cuando los cristianos aprendan a ser solidarios de verdad, entonces darán testimonio pleno de la Trinidad divina que se sirve de cada uno para salvar a los demás y que nos permite llegar hasta Ella a condición de que aprendamos a ser abiertos a la comunidad, sin encerrarnos en el egoísmo que mata la relación, la comunicación, la comunión y la familia (Génesis 1,26-27; 2,18, 12,1-3...).


© Derechos Reservados. Esta es una versión electrónica del Libro "Solemnidades y Fiestas de la Litúrgia" del Lic. A. Tomás Parra Sánchez, la cual, ha sido realizada por el IAFOBI con permiso del Editor. Ediciones DABAR, México 2001. Prohibida su reproducción.


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