LA NECESIDAD DEL TRABAJO
SEGÚN 2 TES 3, 7-12

Rafael Resendiz

 

3. El cristiano ante el trabajo

Marcuse no define lo que es el trabajo, pero si que comenta que el sistema de producción es alienante y explotador, nos dice que debemos cambiar este sistema para hacer del hombre un verdadero hombre que disfrute del fruto de su trabajo, para que la distribución sea más justa y equitativa ( MARCUSE, Herbert, El Hombre unidimensional, Biblioteca Breve de Bolsillo, Barcelona, 1969, 7-12). Creo que esto se podrá realizar en la medida en que no se haga una distinción entre producto, acción, trabajador, etc., o bien, como sistema de producción, sino que, se comprenda el trabajo como un proceso de inter-transformación sujeto-objeto-sujeto. Lógicamente para un cristiano el trabajo no sólo implica la transformación, sino la actualización de su semejanza con Dios en su acción creativa, es compartir la experiencia de Dios en acción.

 

a) El hombre que crea se recrea

En el principio creo Dios...(Gn. 1-2, 4a)

En la Biblia se puede ver a Dios en acción de principio a fin, siempre está trabajando, y cuando crea al hombre le da la misión de llamar por su nombre a las cosas (Cfr. Gn. 2, 19), para compartir con esta criatura suya su acción. Dios después del pecado maldice a la tierra, pero no al trabajo, seguirá siendo bueno sólo que ahora el hombre se cansará, se fatigará al realizarlo.

Pero aquí, se encuentran escondidas algunas cosas muy interesantes:

El hombre ya no depende de Dios para trabajar, él será quien determine en que va a trabajar y como lo va a hacer, es libre de actuar. Aunque el hombre tiene que trabajar para comer, puede decidir no hacerlo. Con su acción el hombre está facultado también para llamar a la existencia a nuevos seres, a nuevos conceptos, a nuevas experiencias que lo irán transformando hasta hacerlo una nueva creación. En cierta medida se puede decir que el hombre crea a sus hermanos, pues todo lo que haga un miembro de la humanidad influye en los demás, si enseña transforma directamente, recrea a su hermano en sus conceptos y comprensiones y le permite al otro recrearse, si trabaja manualmente invita a seguirlo, si da existencia a un nuevo fruto, con él puede transformar en alguna medida la naturaleza que le ha sido confiada, pero lo más importante haga lo que haga se transforma para bien o para mal, a sí mismo.

Con su trabajo el hombre se vuelve independiente, se libera económicamente, ya se puede sostener a sí mismo, se libera de encerrarse en un marco cerrado de conceptos, pues su pensamiento evoluciona en la medida que trabaja, se libera políticamente, pues no depende de los caprichos de quien le ha de dar algo, se libera socialmente, puede transformar a su sociedad, se establece como norma de su propia acción, comparte con Dios la misma acción y en la medida en que actúe se volverá más libre o esclavo de sus acciones, es libre porque actúa y actúa porque es libre.

 

b) El trabajo como solidaridad con los hermanos

Cuando uno es libre está en capacidad de liberar al otro, de tenderle la mano, de compartir con él la experiencia de Dios que trabaja y se cansa con uno. Pero también cuando se trabaja se tiene medios que pueden solventar las necesidades del otro, por eso Pablo recomienda que: El que robaba, que ya no robe, sino que trabaje con sus manos haciendo algo útil para que pueda hacer participe al que se halle en necesidad (Ef. 4, 28). El cristiano debe buscar ante todo hacer algo útil, no desdeñar el trabajo con las manos, esto no significa que no piense, simplemente que lo mejor es que complemente su trabajo intelectual con el físico. El trabajo debe ser visto no sólo en función de las necesidades de uno mismo, sino también por las del otro, es decir, debemos solidarizarnos con el que no tiene trabajo, con el que lo tiene pero no alcanza a cubrir sus necesidades, con el que no sabe trabajar para enseñarle, etc. Se debe ser solidario en el trabajo para ayudar al necesitado, al más próximo, al prójimo.

 

c) El trabajo como comunión con Dios

Hay en el evangelio de Juan un versículo en el cual Jesús habla del trabajo, él estaba consciente de que lo que estaba haciendo era trabajar por el reino, pero en esta ocasión lo explicita; "Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo" (Jn. 5,17).

Jesús sabía que Dios continuaba con su pueblo, trabajaba por él, y si él creó todo lo seguía conservando en el ser. Este versículo tiene una enorme densidad pues por él nos remitimos a la creación, sobre todo al segundo relato, Dios hace al hombre con sus manos, es un Dios alfarero, es un Dios campesino, pues planta árboles, es el Dios que se pasea por las tardes, y es el Dios que le comunica al hombre no solo la vida, sino la semejanza y la acción. Si Dios ha trabajado con las manos, ¿por qué el hombre no?, si Dios trabaja siempre ¿por qué sus criaturas no?, si Jesús ha trabajado ¿existe alguna razón como para que los que nos decimos seguidores suyos no trabajemos?.

Trabajar es comulgar con Dios, es vivir ya una experiencia de comunión con Dios y con los hombres. El trabajo manual es algo que está remarcado siempre, Dios es un Dios que trabaja, no sólo habla. Cristo trabaja como el Padre, Pablo como Cristo, y los cristianos...


© Derechos Reservados. Esta versión electrónica de La necesidad del Trabajo según 2 Tes. 3, 7-12 ha sido realizada por el IAFOBI. Se permite su reproducción siempre que se cite la fuente: Rafael Resendiz, IAFOBI, Arquidiócesis de México.


IR AL INDICE DE MATERIALESIR AL CAPÍTULO 4

 

¿TE HAS PERDIDO?.- IR AL INDICE DE LA PÁGINA