4º Domingo de Cuaresma
¡ASÍ ES DIOS!

 

1. BIENVENIDA

Celebrante: En el nombre del Padre... (y saludo)

Guía: Una o más veces, de una u otra manera, todos hemos abandonado la casa del padre para buscar seguridad y salvación en otro lado, como los hijos del señor amoroso en la parábola que nos presenta el evangelio de hoy. Ciertamente: Dios perdona; ¡pero hay que volver a casa …para verlo y experimentarlo!

En la primera lectura, el Libro de Josué propone que, luego de vagar por el desierto entre riesgos, Israel entra a la tierra prometida a gozar sus frutos. La celebración de la primera pascua en ella es la señal del Dios que lo ha liberado de Egipto.


En la segunda lectura, el apóstol Pablo habla de la realidad nueva que es el cristiano cuando se vuelve misionero del perdón por haberlo experimentado en carne propia.


El Evangelio ofrece la parábola del "Padre amoroso" que da el perdón de Dios al que se queda en casa, por conveniencia, y a quien vuelve a ella... por interés.


La cuaresma debe enseñarnos a todos la ruta del perdón de Dios: conmovernos para buscarla y movernos para ofrecerla.


Que la celebración nos ayude a ser criaturas nuevas en el mundo y entre los hombres.

 

 

2. LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura (Josué 5,9.10-12)
Al entrar en Canaán, Israel celebra una nueva pascua: su éxodo ha terminado y posee la tierra prometida. Desde hoy vivirá sin maná pero vivirá con el esfuerzo de su trabajo en su nueva tierra. De este modo, el relato del Libro de Josué alude tanto a la libertad real que Dios da al hombre como a la vida definitiva que le sigue prometiendo.

Segunda lectura (2 Corintios 5,17-21)
La vida del cristiano en el mundo, asegura San Pablo, muestra la reconciliación que Dios concede al hombre. Su existencia no se reduce sólo a evitar el mal y a hacer obras buenas, sino a convertir al hombre en una criatura nueva, mensajera de Cristo, y medio de reconciliación de Dios con los demás.

Evangelio (Lucas 15,1-3.11-32)
Criticar a Cristo por ser misericordioso es excluirse de la salvación, del perdón y de la alegría de los redimidos. Dios no se fija si un hijo renuncia a su amor o vive como un mercenario bajo su mismo techo. El perdona; es decir: acepta al que vuelve y promueve a quien no sabe vivir a su lado.

 

3. ORACIÓN DE LOS FIELES

Celebrante:
Hermanos: si la desconfianza nos arruina y la desesperanza nos desquicia, tenemos a Dios, Padre bueno, quien puede perdonarnos y ayudarnos, si se lo pedimos.

Guía: Pidamos / Padre nuestro, danos tu perdón.
- Por la Iglesia de Cristo: para que nunnca deje de promover la paz y el perdón entre los hombres y los pueblos. Pidamos…


- Por el Santo Padre y nuestros obispos,, apóstoles encargados de velar por las comunidades: para que sean garantía de unidad y de reconciliación. Pidamos…


- Por los jueces de nuestro país:: para que no sean sólo técnicos al aplicar la ley sino hombres de corazón que entiendan a quien se ha equivocado. Pidamos…


- Por los cristianos que no practican ell sacramento del perdón: para que dejen su temor y aprendan a ser criaturas nuevas, reconciliándose con Dios y con todos sus hermanos. Pidamos…


- Por las personas rencorosas e irasciblles: para que no duerman sin perdonar a quienes suponen haberlos ofendido ni piensen vengarse de ellas. Pidamos...


- Por los cristianos piadosos: que no see sientan los elegidos ni devalúen a aquellos hermanos que no practican la fe como ellos o viven alejados de los sacramentos. Pidamos...


- Por quienes participamos hoy en esta ccelebración: para que no vivamos la fe con intereses mezquinos de ganarnos la gloria a futuro ni con ilusiones falsas de que el pasado fue siempre mejor. Pidamos…


- Otras peticiones. Pidamos…
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Celebrante:
Padre misericordioso, como te describió Jesús en sus parábolas: atiende las peticiones que te hacemos y renuévanos con tu perdón para hacernos ministros de reconciliación entre los hombres. - AMÉN.

 

4. EXHORTACIÓN FINAL

Guía:
Al terminar esta celebración en que se nos ha mostrado cómo vivir el perdón de Dios, podemos expresar nuestra alegría con obras convencidas y palabras convincentes.


Los cristianos no hemos sido llamados a vivir una religión de reglas, de simple tradición o con intereses de grupo y raza, sino a proponer una manera nueva de plantear la vida entre las personas, de convivir en la tierra que se nos ha dado y de ponernos a buscar a Dios en nuestras realidades y entre los demás.


Que la conducta del Padre misericordioso de la parábola del evangelio nos impulse a mostrarnos activos en nuestras comunidades y a abrirlas a todo lo bueno, positivo y de valor que se nos propone durante el tiempo de cuaresma que vivimos y en esta noble tierra que pisamos.

Celebrante: En el nombre del Padre... (y despedida)

 

5. SUGERENCIAS PARA MEDITAR

En tiempos anteriores a la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, al cuarto domingo de cuaresma se le llamaba en latín "Laetare" por la primera palabra de la antífona con que inicia la misa: "Alégrate, Jerusalén...".


Por otra parte, el cuadro gozoso de este domingo es como un "alto" durante los días de ascesis de la cuaresma y una invitación a los cristianos para que no consideren que lo fundamental es la penitencia que se practica en ella.


La ascesis es buena, pero sólo tiene sentido con la pascua que se perfila al horizonte.


Este tema de la alegría sigue resonando hoy a causa de y en las tres lecturas que la Escritura propone: alegría festiva por la entrada en la tierra prometida; gozo por la reconciliación de la que el Señor Jesús nos ha convertido en emisarios; y fiesta por los hijos que han sido encontrados por el Padre misericordioso y símbolo de toda situación humana que ha hallado gracia a los ojos de Dios.


El Libro de Josué evoca la entrada a la tierra prometida con pinceladas sencillas y densas: ¡por fin ha terminado el tiempo del desierto con sus inquietudes y riesgos. De ahora en adelante, sólo queda gozar en la tierra que da el Señor, antaño prometida a los patriarcas. Termina el maná, pero es sustituido por un nuevo pan, fruto del trabajo del hombre y de una tierra libre y hogareña. Esto es motivo suficiente para agradecerle a Dios su bondad a través de la celebración pascual. En una palabra, los Egiptos ya no son problema con sus cárceles y sus esclavitudes. Todo es nuevo como el ambiente de libertad que se respira y el pan de la nueva tierra que hoy se gusta (primera lectura).


San Pablo hace una síntesis de la salvación a través del tema de la reconciliación realizada en Cristo (pasión, muerte y resurrección). Pero añade que la reconciliación no consiste sólo en estar en paz o en no tener culpas, sino en convertirse en creación nueva y en transmitir tal novedad a otros. En consecuencia, el cristiano no puede obrar con criterios humanos sino con los que le otorga su adhesión al Cristo Reconciliador: olvido de lo anterior y vuelta a los tiempos del paraíso (segunda lectura).


En el evangelio, Jesús muestra cómo es Dios frente a los piadosos y los estudiados, críticos que no soportan verlo en compañía de gente que ellos, "los buenos", consideran mala. Y Jesús les habla con tipos y respuestas diferentes en torno al amor: un padre y dos hijos. El es bueno, misericordioso y confiado de sus hijos, les da más lo que piden sin condicionarlos o acomodarlos a sus gustos y voluntad. Es tolerante, reparte "sus bienes", deja ir al menor sospechando el riesgo, pero alegrándose por su retorno interesado; es conciliador con el hijo mayor, herido, a quien invita a participar en la fiesta del encuentro y de la familia.


El hijo menor hace las veces del villano: sale del hogar, arriesga bienes y apellido paternos, vende su dignidad y se vuelve un cínico: si es preciso, dejará de ser hijo y aceptará ser criado en la casa paterna... ¡por comer!


Y ¿el hijo mayor? ¡Un fracaso! Permaneció en casa, no para gozar la compañía de su padre, ya que a su lado se sintió mercenario, inútil, demasiado amarrado como para sentirse hijo y dueño. Sus reacciones: se enojó por el retorno del hermano, lo trató como un perdido, rechazó el ingreso feliz a la fiesta y evitó el gozo del reencuentro.


El relato de Jesús es dramático: no por vivir en casa está segura la felicidad o se respetan los sentimientos y principios que la rigen (hermano mayor). Se desea huir de ella para gastar lo que no se ha trabajado o bien para buscar supuestas y mejores condiciones (hermano menor). Este no volvió por amor sino por interés; y el otro no vivió feliz sino como extraño en su casa y entre los suyos. ¡Doble golpe para el padre vencido sólo por su misericordia: perdón, acogida y elevación del egoísta y fugitivo; y conciliación, comprensión e invitación para el cerrado que, supuestamente, le quedaba.


Antes de continuar la cuaresma, la liturgia motiva a los creyentes con un tema triple:
§ alegría en la nueva tierra a la que Dios hace llegar;
§ reconciliación en la familia de los hijos de Dios;
§ y reencuentro con el Padre que todo perdona porque sólo la misericordia le es suficiente.


¡Sólo el amor de Dios dice la última palabra; y sólo él puede desenmarañar tanto las inquietudes como las decisiones oscuras del corazón humano!

ATRASSIGUIENTE

 

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