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tricky

CONTINUACIÓN...

Hoy han pasado ya tres años desde el establecimiento de esa piedra fundacional y toca el turno de hacer pública una nueva selección de tratados sobre las posibilidades del sonido como herramienta expresiva (en un contexto no-formal/académico). Llegan disfrazados de pop, pero los 11 cortes de Angels With Dirty Faces (Island, 1998) son toda una reflexión sobre el rol del artista en el ojo de la tormenta de una industria musical "llena de vómito" ("6 minutes"). A diferencia de sus trabajos anteriores, es notoria aquí la existencia de un hilo conductor, casi conceptual, que le da al disco un singular status de declaración moral (a veces airada, a veces llena de desafiante integridad) que quiere deslindar posiciones y denunciar los vicios de un ámbito en el que arte y comercio han establecido un pacto mefistofélico marcado por la siniestra incorporación de la violencia a la vida cotidiana, la mórbida glorificación de lo tanático alentada por las grandes compañías, la reflexión crítica sobre la naturaleza vampírica del vínculo entre cantantes y disqueras. Un disco que, lanzándonos al futuro de la música con recursos audaces (los ritmos entrecortados, las marchitas guitarras,las voces enfermas), es a la vez un elocuente hijo de su tiempo: en sus sofocantes surcos resuenan, significativas, las absurdas muertes de Biggie Smalls, alias Notorious B.I.G., acaecida en marzo del 97 (que ha puesto en la cresta de la ola a su aliado y hoy, escandalosamente, descarado usufructuario, el nefasto Puff Daddy Combs), y Tupak Shakur (setiembre del 96); el enfrentamiento entre las costas Este y Oeste en el mundo del rap; las sombrías políticas del sello Death Row y su dueño, hoy encarcelado, Suge Knight; los excesos del gangsta, que pierde de vista los límites entre la retórica ficticia y el crimen real. Inclusive, escalofriantemente, salen a la superficie de este brillante álbum momentos amargos como la trágica muerte de la madre de Tricky o el asesinato de su primo Michael ("mi madre cometió suicidio cuando yo tenía cuatro o cinco años/amo a Mike-o, asesinado por un psicópata" revela, confrontacional, en "Analyze me"), marcas brutales dejadas por la violencia en su propia vida, indicios de que éste no se limita a ser un disco-testimonio sociológico pretencioso y fingido.

Aunque el disco pudo estar listo antes, la participación de Tricky y Martina en el comentado (y fallido) Lollapalooza electrónico del año pasado demoró su grabación, por lo que Angels with dirty faces se estrenó en los umbrales de la temporada veraniega del hemisferio norte, una época del año que, por sus naturales características despreocupadas y evasivas, podría no ser del todo propicia para este sonido sombrío y poco (no, nada) complaciente con el escucha. Haber tenido que correr el innecesario riesgo asumido por la Island, así como la tortura de verse rodeado de rockeros insoportablemente egomaníacos a tiempo completo, han convencido al artista de no volverse a involucrar en otra gira semejante. Angels (título tomado de la de algún modo lírica y evocativa cinta de Michael Curtiz protagonizada por James Cagney), grabado y mezclado en un itinerario por ciudades de ritmo agitado y efervescente como Nueva York (su actual ciudad de residencia), Nueva Orleans, las Bahamas (en el glorioso estudio Compass Point, donde los Talking Heads fabricaran parte del esencial Remain in Light) y Bristol (en los mismos Christchurch Studios en donde sus ahora enemigos de Massive Attack registraron parte de Mezzanine), ha servido como una coartada para que esta dupla de trabajólicos pudiera además dar rienda suelta a sus instintos de viajeros empedernidos.

Musicalmente, el álbum aparta a Tricky y Martina de los beats sosegados que habían distinguido su estilo. Ciertas referencias al jungle (más literalmente selvático que drum'n'bass, aunque Thaws no simpatice mucho con una tendencia musical marcadamente inclinada a volver sobre sus propios pasos una y otra vez; cualquiera, dice venenosamente, puede ser el próximo Goldie -con quien ha tenido más de un encontrón-, el próximo Roni Size),mayor presencia de baterías reales embarcadas en complicadas figuras sincopadas y metros inusuales (como si hubieran cruzado a un baterista de James Brown con Bill Bruford) que insuflan un vigoroso y urgente dinamismo, un matiz impetuoso y agresivo (chequear "Money Greedy", el tema que abre el álbum, ácida diatriba contra la ambición y la ridícula propensión a exhibir el logro monetario como indicador de éxito) a estas instantáneas freak de pop disfuncional, deforme, gastado, anémico. La presencia de un selecto equipo de colaboradores versátiles como el guitarrista avant-garde Marc Ribot (presente en discos de Foetus, Tom Waits, Lounge Lizards), el calvito Anthrax Scott Ian (ambos ya se tenían entre ceja y ceja para un trabajo conjunto desde hacía un tiempo atrás; recordemos que ya antes este músico ha colaborado con los Public Enemy, ídolos indiscutidos en el Parnaso particular de Tricky Kid), la seductora chanteuse anoréxica PJ Harvey y la ocasional comparecencia de gente como Flood o Andy Wallace en labores de mezcla hacen de éste su disco con mayor intervención musical ajena también contribuye a elevar los índices de energía/contundencia/amenaza de su particular visión del hip-hop filtrado a través del lente demencial de unos Tom Waits o Captain Beefheart con hemiplejía.

En términos de composición, hay una aspiración a explotar el plano melódico en el opus trickyano, como atestigua el espectral single "Broken homes", tema en el que la sensibilidad marciana habitual de su pluma cede frente a un pulso melódico inteligible subrayado por el registro de la Harvey (aunque a mi parecer este tema, con su inflexiones y demás giros vocales, le hubiera quedado igual de redondo -si es que no hasta mejor- a Martina) y el robusto coro gospel cortesía del conjunto Sisters'n'Brothers ("esos hombres te romperán los huesos/no saben cómo construir hogares estables") le dan al tema un contradictorio tono de fragilidad y solemnidad inesperado totalmente impensado en el autor de odas narcolépticas y autistas como la fabulosa "Strugglin'" (Maxinquaye). Más allá del heterodoxo proceder con que acomete los cortes de sus álbumes, parece que esta vez el hombre estuviera además preocupado en la noble pretensión de escribir canciones, como Bob Marley, Cobain (¿Cobain? Tricky suelta la referencia en una entrevista; yo que aborrezco a Kurtcito sólo cumplo con pasar el dato) o su idolatrado Prince (o como sea que se llama ahora), aunque sin importar que los resultados, con sus voces como grabadas por un micrófono asmático, tempos desgastados, estranguladas referencias al blues ("Carriage for two" reconstruye por momentos a la Billie Holliday de "God bless the child"), y demás locuras, sean a menudo algo aterradores. Además, como ya es costumbre en la estética de este músico genial, abundan las referencias más o menos directas a los actos clásicos del rap de los 80s: EPMD, Slick Rick (a quien Tricky vuelve a versionear, esta vez con "The moment I feared", transmutada en un vertiginoso delirio de ritmos jungle), el tono acusativo de Chuck D. Y, en contraste con los números más enérgicos, temas como "Carriage for two", "Talk to me" o "Tear out my eyes" ("quiero quitarme la ropa/arrancarme la boca y la nariz y sacarme los ojos/.../destaparme los sesos en Seattle"), en plan más intimista, desarrollan los conflictos internos y quiebres emocionales que, en canciones de trabajos anteriores (pienso sobre todo en la bella "Makes me wanna die" de Pre-Millenium Tension), han consituido el lado B, lánguido. mustio, suicida, desasosegadamente dolido, del registro de la banda (palabra que usa el propio Tricky para referirse al status del proyecto que conforma con Martina).

Ideológicamente, como ya hemos dicho líneas arriba, Angels es un declaración de principios. Así, construyendo un escenario urbano gótico y amenazador, cortes como "Money greedy" (dedicado, dicen las malas lenguas, a Massive Attack, a quienes acusa de haberle cabeceado los créditos de producción de "Karmacoma" y "Eurochild",los geniales temas de su participación en Protection y de haberse convertido en traidores codiciosos sedientos de éxito y reconocimiento) o la -desde el título- explícita "Record companies" ("a las corporaciones les encanta cuando se matan/dispara las ventas de discos", masculla Tricky, sobre un fondo sonoro que recuerda la no wave americana de fines de los 70s), se pone sobre el tapete la cara desagradable de la industria del disco, ya sea por su promoción/glorificación de la violencia, ya sea por su indolente aprovechamiento comercial (la inmoralidad de este hecho aumenta cuando pensamos en el lugar que tiene el negocio musical en la vida económica de los grandes países), ya sea por su vergonzoso morbo. "Broken homes" (con la lapidaria sentencia "el éxito necesita el asesinato" y eso que su autor no conoce nuestros talk shows) y "6 minutes" completan esta amarga e incisiva interrogación a una industria que ha llevado al hip-hop a un callejón sin salida en el que se compromete el potencial innovador que alguna vez lo caracterizara a cambio de la consagración comercial. "¿Se trata de hacer música o dinero?" se pregunta acusativo y malicioso. "Demise", con su mutante y dislocada percusión negroide, y la desafiante "Analize me" se inclinan más a enfocar este fenómeno social-musical confrontando al periodismo hostil al dúo, a los neoyorkinos puristas que lo acusan de ser muy blando y,de paso, atacando la negatividad gratuita y el rentable malditismo del gangsta.

"6 minutes" además inserta de contrabando un descarado autobombo para su sello propio, Durban Poison ("los artistas de Durban Poison son los más listos"). Aunque hasta la fecha el único trabajo que ha puesto en circulación ha sido el álbum de Nearly God (en asociación con Island Independents, subsidiaria de la disquera de Chris Blackwell), la compañía está en plena actividad y se espera que a través de un ventajoso acuerdo con DreamWorks (el brazo discográfico de la poderosa productora de Spielberg y Geffen) puedan ver la luz los trabajos de DJ Milo (antiguo asociado de Massive Attack), los Baby Namboos (banda conformada por primos de Tricky), un EP conjunto con la maravillosa Grace Jones y -al parecer el de más inminente aparición- un inusual (y polémico) recopilatorio benéfico a medio camino entre el spoken word y el gangsta rap, ejecutado por gansgters de verdad.

¿Se puede ir todavía más allá en la ruta desconcertante de esta música desvencijada y radical? Me vengo preguntando lo mismo desde que escuché por primera vez Maxinquaye, escéptico frente a la posibilidad de que se puedan superar (o por lo menos embarrar en lo redundante) las bondades de un discurso impecablemente creativo, innovador y a la vez desaliñado, casi feo. Cada nuevo disco (sin contar las múltiples colaboraciones, lados B de singles y piratas que, en el fabuloso desierto discográfico en que vivimos, no será tarea fácil rastrear), para mi absoluto asombro, no ha hecho sino demostrar que sí. Angels with dirty faces ciertamente no será la excepción en esta línea y, por aquí y por allá, encierra pistas a las que quizá recurra el pop en su ruta hacia el nuevo milenio. En los tiempos de la ruptura con Massive Attack, 3-D del Naja decía que si era imposible conseguir sacarlo de la cama para ir al estudio a trabajar, mucho menos podría Tricky emprender carrera solista alguna. Queda claro (vergonzosamente claro) que el pastrulo de Bristol no es, pues, la figura subsidiaria que sus ex-compañeros creían. Perdiste, Robert.