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ROCK BOTTOM
La historia de este disco (y de la admirable carrera solista que inició su autor con él) es una de las más dolorosas y conmovedoras experiencias de reafirmación vital: el 1º de Junio de 1973, la noche anterior al inicio de los ensayos con su nueva banda, Wyatt, en una fiesta, recontrapasado de tragos, cae de un cuarto piso y se rompe la columna. La concisión con que refiriera él mismo lo sucedido es escalofriantemente simple: "Así es como ocurrió el accidente, en orden: vino, whisky, Southern Confort, luego la ventana". Lo que, para un eximio e innovador baterista y amante de la vida de músico on the road, podría haber significado el trágico y cruel certificado de defunción de una trayectoria como creador, acabó (en una lección de humanidad, valor y amor a la vida) siendo el catalizador para la artesanía de un disco maravilloso e inagotable. Negado para la batería pero ganando a cambio la libertad de trabajar con otros instrumentos y concentrarse en el aspecto compositivo y en las posibilidades de su voz, Robert Wyatt acabó alumbrando uno de los capítulos más logrados de la historia del rock británico. Tras ocho meses de convalecencia, en una casa de campo prestada por una amiga, se iniciaron las sesiones de grabación, con la Unidad Móvil de la Virgin estacionada estacionada a la entrada. Con la producción de Nick Mason (el batero jubilado que ves en los videos en vivo de Pink Floyd) y la inspiradísima, crucial colaboración de respetables de la escena progresiva / avant-rock (Fred Firth, de Henry Cow, y Hugh Hopper, su excompañero de Soft Machine, por ejemplo) se completaron las sutiles pinceladas que flotan en los seis temas de Rock Bottom. Contrariamente a lo que podría pensarse, este álbum celebra un renacimiento y agradece la posibilidad de reconectarse consigo mismo. "Lo considero el inicio de mi verdadera vida", dice del accidente que lo dejó físicamente confinado a una silla de ruedas pero de alguna manera mágicamente libre para redescubrir ciertos aspectos de su existencia y además explorar territorio musical hechizante. El sonido general del disco, reposado, melancólico, lastimero, marca una ruptura con los intricados vericuetos musicales de Soft Machine o Matching Mole y, alejándose de las barrocas convenciones del rock progresivo, se apoya más en la expresividad de la voz (que a veces contribuye como un instrumento más) y en dolidas melodías, arropadas por un ensoñador teclado (de hecho, uno de los rasgos distintivos de su discografía subsiguiente) y por distendidos detalles de percusión. Pero hay también lugar para juguetones juegos de palabras, simplismos infantiles ("Alfie", hermoso poema de amor y audacias lingüísticas dedicado a Alfreda Benge, su compañera, musa, ilustradora de portadas y ocasional letrista/ corista), solos vocales y enérgicos matices instrumentales, como la endemoniada trompeta de su pataza, el sudafricano Mongezi "Mongs" Feza en la extraordinaria "Little red riding hood hit the road", el intensísimo y furioso solo de saxo tenor que se manda Gary Windo en "Alfie" o la incisiva guitarra del entonces héroe de la Virgin, Mike Oldfield (Tubular Bells) en "Little red Robin Hood hit the road". Tierno y triste, límpido y misterioso, esperanzador y desarmante: así de contradictorio es este álbum. El 26 de Julio de 1974, día en que salió a las calles esta obra magistral, Robert y Alfie contrajeron matrimonio. El elevado nivel de aceptación entre la impredecible prensa musical inglesa, paradójicamente, hizo de Rock Bottom el típico caso de disco-difícil-de-suceder. Astutamente, la carrera de Robert Wyatt dio un paso adelante con un improbable (además de exitoso) cover de "I'm a believer", hit sesentero de The Monkees, la supuesta respuesta gringa a los Beatles. El tema le reportó una entrada a los charts británicos y la comparecencia de rigor en el Top of the Pops (donde inicialmente representantes del canal se negaron a mostrar a Wyatt cantando en silla de ruedas).
Visto a la sombra del éxito artístico que representó Rock Bottom, el álbum de 1975, Ruth is stranger than Richard (deformación lúdica de la frase "Truth is stranger than fiction" -"la verdad es más extraña que la ficción"), impresiona menos. Se trata de un regreso a las raíces jazzeras de Wyatt, en el plano musical, con un diseño interno que organiza los nueve temas (aunque en un sentido estricto hay diez) bajo los rótulos "Side Richard" y "Side Ruth" (muy a tono con el estilo conceptual de los discos progresivos). En cuanto a las letras, el disco abunda en juegos lingüísticos, estrofas disparatadas (nursery rhymes, que le dicen los ingleses) que exploran tópicos casi infantiles: "Soup Song" es el surreal relato indignado, en primera persona, de los instantes finales en la vida de un pollo, desde la olla de sopa en que va a ser cocinado; el protagonista de "Team Spirit" (con la coautoría de Phil Manzanera) es una pelota de fútbol que exhorta a su usuario a patearla. La fragilidad de la voz de Wyatt, en este contexto, con acompañamientos musicales a veces jocosos (en el caso de las canciones mencionadas) o delicados y desnudos (por ejemplo, el piano de Fred Frith en las 3 secciones de "Muddy Mouse", disemindadas a lo largo del primer lado del disco -disculpen el lenguaje vinílico-, también en típico estilo prog), tiene resonancias menos dramáticas (aunque conservando un extraño y distante aire de melancolía), que refuerzan el espíritu juguetón del álbum. Los instrumentales (cuatro en total) transitan territorio estilístico orientado al jazz, abarcando lo repetitivo ("Solar Flares", "5 Black Notes and 1 White Note", con participación de Eno y Bill MacCormick de Matching Mole), lo étnico ("Sonia", jubilosa y radiante composición de Mongezi Feza) y lo más tradicional ("Song for Che"). Las irritantes locuras timbrales de Eno, el intencionalmente negligente piano de Wyatt en "Team Spirit" y los excepcionales solos vocales (Wyatt de hecho se acredita en el folleto interno contribuyendo teclados y "boca") le dan un toque desenfadado a la grabación y evitan que caiga en la solemnidad.
La tragedia volvería tocar la puerta
cuando, llegando al fin del año, Mongezi Feza falleciera en un hospital
inglés, víctima de una doble neumonía. Para Wyatt, la
pérdida acabaría agudizando su visión de la situación
social y aceleraría la radicalización de su posición
ideológica: "Mongs", estaba
seguro, simplemente no hubiera muerto en ese hospital si hubiera sido blanco.
Su afiliación al PC inglés y su frecuente apoyo a causas de
izquierda desde su posición de artista expresan esta actitud comprometida.
Tras la edición de Ruth... y un puñado
de colaboraciones con compañeros de viaje (Nick
Mason, Eno, Manzanera, etc.), se sucedió un período de
silencio discográfico en cuanto a proyectos de largo aliento, aparentemente
motivado por una suerte de sequía creativa, al sentir Wyatt que difícilmente
podría producir música al ritmo que necesita un artista en el
mercado discográfico. Una alternativa interesante le ofreció
entonces adoptar la política de grandes como Sinatra o Elvis, quienes
nunca necesitaron escribir canciones para sostener sus carreras. Este retiro
voluntario se vio interrumpido a comienzos de los 80 por una cadena de covers
grabados para Rough Trade; sencillos en homenaje
a temas que fueron para Wyatt fuente de inspiración artística
y/o política: canciones populares cubanas, trova latinoamericana, temas
de Chic, Billie Holliday, una bella versión
del "Round Midnight" de Thelonius
Monk. Discos como Nothing Can Stop Us
(1982) y el EP Work in Progress (1984, con delicadas
y emotivas interpretaciones de "Biko"
de Peter Gabriel, el clásico trovero "Yolanda"
y la maravillosa "Te recuerdo Amanda"
de Víctor Jara), y más tarde el
compilatorio mid-eighties (que entre otras cosas reúne rarezas y lados
B), recogen el material de este período, en el que destacó largamente
la colaboración con Elvis Costello para
el tema anti-Malvinas "Shipbuilding".
En este caso particular [gracias a Phil]... pude hacer lo que nunca había
podido hacer antes: llevarme las cintas a casa, escucharlas, regresar al estudio,
probar de nuevo, probarlas todas en diferentes maneras y realmente verlas
terminadas. En el pasado, muchos de mis discos en realidad han sido bocetos
de discos que realmente nunca llegaron a hacerse.» (Sobre la ayuda de
Manzanera, quien cedió su estudio para la grabación de Shleep)
Old Rottenhat
(1986) y Dondestan (1991) son los discos
que marcan su retorno al formato
largo. Hechas prácticamente a solas y con limitado presupuesto, son
grabaciones comprensiblemente austeras, en cuanto a sonido (predominio tecladístico
-aunque con un sintetizador no precisamente sofisticado-, con esa transparencia
y penetrante tristeza tan características de su registro), arreglos
(instrumentación bastante simple, aunque a la vez hipnótica
y suave, con detalles de percusión -electrónica o real- poco
recargados y matices entre la balada y el jazz) y producción (se siente
un modesto aire a demo). El amplio lapso que media entre uno y otro álbum
es triste expresión de la estrechez material en que -no siendo una
superestrella- tiene que desarrollarse su carrera. Ambos discos, además,
reflejan de alguna manera la amargura y dureza (pero también la esperanza
necesaria para combatirlas) que dejó como saldo la era Reagan-Thatcher,
con su atosigante prédica derechosa y el siniestro rollo fascistoide
del Nuevo Orden Mundial, y su impacto en la población (desempleo, incertidumbre),
en los tiempos de la crisis de la izquierda y las huelgas mineras del 84 en
Inglaterra. Como muestra de esta preocupación, bastan
"East Timor" (la mejor del disco) o la sucinta y corrosiva
"The British Road" (en la que, asumiendo
el punto de vista del clásico inglés xenófobo, se pregunta
"¿Cómo puedo levantarme si tú no caes?"). Dondestan
es la joyita que logra capitalizar esta precariedad presupuestal para lograr
un sonido mágico (con la ocasional melodía juguetona) en perfecta
conjunción con textos que fluctúan entre un lírico impresionismo
paisajístico (cinco temas musicalizan poemas de Alfie) y el lúcido
comentario social para los caníbales tiempos de la receta neoliberal
("Privaticen el mar/privaticen el viento...No malgasten
buen aire" -"New Information Order"), con momentos inspirados
como la aclaración anti-Billy Joel de "Lisp
Service" ("Ustedes empezaron el fuego,
no yo") y el cachoso corito "simplify,
reduce, oversimplify" con que aborda las típicas refutaciones
del rollo marxista. La escasez de recursos hace que en lo musical los temas
sean más una modesta exploración personal, sin lugar a los elaborados
instrumentales de antaño, lo que contribuye a reforzar la impresión
de tristeza y soledad que dejan en el oyente. Un volátil pop (en contraste
con sus postulados políticos radicales) es lo que logra aquí
Wyatt, ultraterreno y casi incorpóreo en su desnudez. Su intención
es, desde un punto de vista ideológico, entregar un conjunto de canciones
que no puedan ser utilizadas por el sistema, que Occidente no pueda esgrimir
como representativas de sus valores. La premisa es no asimilarse a una larga
tradición de cooptación de las iniciativas musicales de la población
negra; es decir, toda una ruptura con la política de imperialismo cultural
practicada por Occidente inclusive a veces desde el rock; lo que lo impulsa
es, en sus propias palabras, la voluntad de crear una música "desobediente".
La generosidad e integridad de gente
como Geoff Travis (de Rough
Trade) y Joe Boyd (de Hannibal)
ha facilitado a Wyatt recuperar el control de su catálogo discográfico
(zanjando agrios entrampamientos legales), resolver la falta de presupuesto
que le impidió grabar con la asiduidad que hubiera deseado y volver
a la acción como músico, que es para Wyatt la única fórmula
infalible para vivir con dignidad (y me refiero a una ética, no al
vil billete). Esto es lo que ha hecho posible esa maravilla que es Shleep
(sobre el cual ya nos despachamos en el número 2 de Interzona)
y la cuidada reedición de su obra solista, a través de Thirsty
Ear en Gringolandia, que incluye un histórico Dondestan
(revisited) en el que se corrige la mezcla original (que la falta de
presupuesto impidió concretar conforme a los deseos de su autor), el
masterizado y el orden de los temas, con el atractivo adicional de un track
interactivo (Wyatt explicando en un video las circunstancias de la grabación
del álbum). Las condiciones están, pues, dadas para un nuevo
re-nacimiento de este gran artista, con quien el mundo pop aún está
en deuda. Ahora te corresponde, terrícola, hacer lo tuyo y enterarte.
Robert y Alfie, afincados en su cabaña
de Spurn (Costa Este inglesa), seguramente te lo agradecerán.
"Nada de lo que he hecho desde el '73 ha sido en plan solista, porque ha sido hecho con Alfie. Ella y yo somos un grupo de dos, en realidad."