IRENE GRACIA, ESCRITORA
"Quería reivindicar el orgullo perdido del escritor"
César Porras
San Lorenzo.- En 'El coleccionista de almas perdidas', de Siruela, la autora madrileña reflexiona sobre nuestra existencia y recupera el cuento
Una narración y un lenguaje muy cuidado sin delimitar con exactitud la línea entre realidad y ficción, entre el hombre y el autómata se mezclan en la última novela de Irene Gracia. La vida de Anatol Chat, antecesores y descendientes reforzados por cuentos llenos de enseñanzas y sabidurías completan una obra en la que la autora quería recuperar la conciencia del escritor que a su manera de ver se está "convirtiendo en demasiado cortesana".
.- ¿Has encontrado alguna acepción nueva para autómata tras terminar el libro?
.- El término autómata es un mito universal, desde Grecia, el hombre ha intentado emular al creador, que así mismo es un invento humano. Tiene múltiples acepciones. Una de ellas es el que se refiere al hombre máquina que hay de nosotros en las máquinas que creamos.
.- El concepto de autómata te ha permitido en el libro pensamientos muy profundos sobre tus personajes, tanto sobre ellos mismos como sobre la sociedad.
.- Lo fabuloso de los mitos es que tienen múltiples lecturas y capas. Desde el placer de oír un cuento a todos los símbolos. Depende de lo que uno quiera, quedarse en la superficie o bucear tiene múltiples registros.
.- ¿Qué es lo que has querido transmitir tú?
.- A mí como escritora o creadora lo que más me importaba era el poder de la palabra. En todas las funciones y manifestaciones. Desde el génesis la idea general es que Dios dijo y se creó: hágase la luz, hágase… Quería reivindicar el orgullo perdido del escritor, el poder del poeta. Heyne advirtió que no se debía desdeñar el poder del poeta aludiendo al infierno de Dante, para mí único infierno real que existe. Los únicos que van a flotar en el cielo o en el infierno fueron los que desdeñaron a Dante, los artistas que lo plasmaban en sus lienzos en el Renacimiento, que se tengan cuidado. Quería recuperar ese orgullo, también un poco de conciencia del escritor, que para mi forma de ver se está convirtiendo en actitud demasiado cortesana.
.- Hablas o tratas el tema de las máscaras que mostramos ante la sociedad.
.- En mi anterior novela me basé en la leyenda de que el hombre de dos caras había existido. Aquí más que la máscara trato el cuerpo, aquel que nos dan desde que nacemos, y nuestras circunstancias, en las que llegamos a creer o no. Estamos muy limitados por nuestras máscaras, ya no las sociales sino aquellas en las que más creemos, cuerpo, cara. Lo esencial, aquello que nos atañe a todos es muy simple, vida o muerte.
.- En la historia introduces cuentos que en parte son claves y ayudan a entender el libro.
.- Quería que fuesen una metáfora, es lo que más me ha costado. No querían que fueran un pegote y sí que estuvieran relacionados con el momento narrado. Que fuesen una metáfora, una bendición, un aviso, una premonición, una maldición; como pasa en la vida, nos movemos en varios planos: lo que amamos realmente, aunque en eso también está la paradoja de que es más real, lo que soñamos, lo que deseamos ser o lo que somos. Me interesaban todo los planos. El protagonista, Anatol, se mueve en varios planos, es una razón poliédrica, el de su vida real, en la que quiere acabar convirtiéndose en un cuento más cuento que los que él transmite. En otro plano, el despliegue de los cuentos que el va creando, son como mundos, que con la viveza que tienen influyen en lo que le sucede a él y a los que los escuchan. Es similar al cosmos y microcosmos que creamos, nos preguntamos qué es más real y cúal tiene más vida, como nos afecta, y por qué lo creamos.
.- ¿Los cuentos que aparecen en el libro los tenías creados previamente o han ido surgiendo?
.- Sólo uno, el de Ethra, mitológico sobre la creación del arte era anterior, el resto han ido surgiendo de forma paralela al libro. Esta novela era más larga, había muchos más cuentos pero eran un poco repetición, y preferí sintetizar. No por decir más veces una idea queda más dentro de la conciencia del que la escucha. Esta novela llegó a tener 600 páginas. Precisamente una de las razones por la que amo los cuentos es por el valor de lo esencial, la intesidad que ofrecen. Creo que sí. Un cuento perfecto es un microcosmos en el que está todo.
.- Te permite contar todo y es de fácil entendimiento.
.- Sí, dado que tienes que ir a la esencia, al alma. Quería revindicar a autores a los que adoro como Poe, Hoffman, Oscar Wilde, Borges, grandes genios. También he querido mostrar mi amor por los cuentos de hadas y autores como Andy Semy y Green, tan valorados por Freud. Tengo en gran estima a los autores de literatura infantil, releí a Andersen hace cinco años y sus textos me seguían pareciendo obras de artes maravillosas que sirven de iniciación a la lectura para los niños. Lo que se llama ahora literatura infantil lo encuentro superficial y blando. Los cuentos de antes permitían que un niño supiera lo bueno y lo terrible que puede tener el mundo.
.- ¿Piensas que es difícil escribir para un niño?
.- No, el problema reside en que nos censuramos. Un niño que vive el divorcio de sus padres y tiene un padrastro o una madrastra vive el cuento de Blancanieves. Parece que no tocas ciertos temas y les engañas porque creen que les sucede sólo a ellos.
.- ¿Qué te lleva a situar la novela a partir de la exposición de 1888?
.- Oscar Wilde decía que aunque el escritor era hijo de su tiempo y debía plasmarlo, a veces cuanto más te alejas de tu espacio y tiempo lo retratas mejor porque quitas toda una nube de familiaridad. Meterías tópicos y le quitarías el aire mítico que necesitaba. Además en esta novela, había un paralelismo muy interesante como fin y principio de siglo, un escenario apocalíptico que tenía bastante que ver con nuestra época. Me interesaba el microcosmos de lo que eran las Exposiciones Universales, entonces auténticos acontecimientos. Ahora parecen guías turísticas, antes si eran aldeas globales donde se fundían pasado, presente y futuro, se burlaba al tiempo y al espacio.
.- Hablas de morirse de risa, ¿crees que las palabras pueden matar?
.- El libro termina con la Gran Guerra. En eso creo que también hay un paralelismo con la época actual, para mi estamos viviendo la III Guerra Mundial, más cruel porque es más invisible. Antes estaban más limitados los bandos y el campo de batalla.