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Otros Mundos

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  Una cacofonía de sonidos me despierta, es una mezcla de notas graves y agudas con una cierta cadencia monótona, oscuras sombras cruzan lentamente, inesperadamente una luz muy intensa me deslumbra, vuelvo a dormir. El dolor agudo y la sensación de calor que avanza progresivamente no me deja descansar, me pregunto cuanto tiempo estoy en este estado, creo que hace mucho, no sé.

 ¿Qué pasa?, ¿Qué me está sucediendo?. Lo poco que logro distinguir no tiene contornos definidos y todo está envuelto por una densa niebla. Algo o alguien mueve mi cabeza, la está examinando, es un ser de un color verde claro, no, son más de uno, se desplazan a mi alrededor muy despacio como en cámara lenta, se comunican por medio de unos sonidos que no entiendo y que me despertaron, esto tiene que ser una terrible pesadilla.

 No tengo control sobre mi cuerpo, sólo puedo mover ligeramente los párpados, creo que estoy flotando horizontalmente o depositado sobre algo muy blando. Mi inmovilidad no me permite ver mucho, el lugar donde me encuentro es espacioso, la luz proviene de un artefacto circular frente a mis ojos, nuevamente la modorra invade todo mi ser.

 Mi tiempo transcurre entre el sueño y la semi inconsciencia, la niebla poco a poco se está disipando, me estoy acostumbrando a la lentitud en los movimientos de estos seres, ya me parecen más normales. Uno de ellos me puso algo en la frente y pude ver de cerca sus extremidades, son muy claras casi blancas y lisas, algunos de ellos son de un tono azul, no tengo idea de su estatura o el aspecto que tienen ya que sólo puedo ver lo que se cruza por mi estrecho campo visual.

 Hoy al despertar, el escenario cambió, hay más luz, puedo notar que tengo un artefacto sólidamente puesto en la nariz, es la primera vez que me percato de ello, debe ser porque tengo un mejor control, de algún modo logré mover los ojos, esto me permite ampliar mi campo visual, por momentos me aterra la idea de que sólo conservo la cabeza y que el resto de mi cuerpo ya no existe, no lo siento ni puedo verlo, la modorra y el pesado sueño que tengo constantemente son un alivio, me permiten desconectarme de todo.

 Lo que en un primer momento me pareció su piel, no es tal, es un traje que los cubre por completo, incluso el rostro y que no me permite ver como son. Todo lo veo borroso no logro enfocar nada, definitivamente no es una pesadilla, esto es real. Soy un objeto de estudio, todos vienen a mirarme detenidamente y se dirigen a mi con una serie de sonidos incomprensibles, algunos toman mi cabeza y la mueven cuidadosamente, cuando esto sucede puedo ver algo más de mi limitado mundo.

 En algún momento que no puedo precisar, logré mover la cabeza, fue un alivio comprobar que aún estoy de una sola pieza, pude darme cuenta de que de varias partes de mi cuerpo salen cables o tubos, a mi derecha hay una ventana algo alejada y a mi izquierda uno de ellos me mira fijamente. Ya dio la voz de alarma, la habitación se llenó de seres que me examinan, uno de ellos me lanza un potente rayo de luz a uno de mis ojos, quedé enceguecido tuve que cerrarlos.

 No sé cuanto tiempo ha pasado desde la última vez, pero ahora tuve mucho cuidado al abrir los ojos, lo hice muy despacio y sólo lo suficiente, el ser continúa a mi lado, con los ojos entornados logré ver mejor, ya se dio cuenta que lo estoy mirando, se acerca, no sé que me está diciendo, toma algo y me lo pone en la cara, por fin puedo ver con nitidez.

 Estoy muy débil, mi estado es lamentable, hace unos días vino uno de ellos y me estuvo hablando por un buen rato, claro que no entendí nada, de vez en cuando le contestaba con un movimiento de cabeza pero lo hacía sólo por cortesía, para que creyera que entendía, suelo hacer lo mismo con los desconocidos que vienen a verme, al irse me mostró algo que me recordó a un libro, leerlo es imposible, me parece reconocer una palabra con algún sentido, y me aferro a ella con todo mi ser.

 Uno de ellos me mostró un objeto que devolvía mi imagen, por más esfuerzos que hice no pude reconocer lo que vi, un hombre muy delgado, pálido, los ojos hundidos, la cabeza rapada, una venda impresionante, sondas que salían de todas partes, ese no era yo, según recuerdo... ¡No recuerdo nada! La experiencia fue traumática, perdí el control. Cuando al fin pude serenarme, me di cuenta que estaba emitiendo una serie de sonidos guturales, no podía hablar, sólo me salían sonidos sin sentido.

 Hoy desperté muy temprano, recién tomé consciencia de que estoy atrapado en un cuerpo que no es el mío, rodeado de seres que no conozco, que hablan un idioma que no entiendo, en un lugar totalmente extraño, traté de escribir una nota, pero este cuerpo inútil no responde, no es que esté paralítico, es sólo que no puedo controlarlo, la impotencia me abruma, sé que en algún sitio hay un mundo que me pertenece, con una familia que me necesita.

 El ser a mi lado me da pena, creo que se siente culpable por lo de la imagen, otro viene continuamente, se queda por mucho tiempo, Hoy antes de irse le entregó varias cosas, entre ellas un pequeño objeto que puso a mi lado, me parece conocido, últimamente me pasa eso, veo cosas que creo reconocer pero sólo son espejismos de un mundo que no recuerdo.

 En mi mente sigue dando vueltas "la palabra" es de cuatro letras, tengo el concepto de cantidad muy claro, trato de contar pero no sé con que número empezar, mi cabeza es un torbellino, miles de preguntas sin respuestas, reconozco las cosas que me rodean pero no puedo asociarlas con sus nombres, cuando quiero comunicarme, sólo balbuceo o escribo garabatos sin sentido. Entro en una depresión profunda, no quiero alimentarme ni recibir a nadie, quiero que me dejen solo, con este sufrimiento que nadie puede entender.

 En un último esfuerzo por salir de mi angustia grito desesperadamente, no me interesa el sonido que logro articular ni si entienden lo que me pasa, siento en lo más profundo de mi ser que ya no tengo nada más que hacer, que ya no puedo más, que no tengo donde acudir, que ya nadie puede ayudarme, que sólo Dios tiene el poder de hacerlo... ¡Dios!, ¡La palabra es Dios! Me incorporo y busco el libro, torpemente me pongo mis lentes, me demoro una eternidad en tomar el libro y por fin puedo leer, "Sabiduría de un Pobre", en la primera página Ernesto puso lo siguiente "Si tienes a Dios que más puedes necesitar", reconozco la carterita de piel que compré en el parque Salazar y recuerdo que el vendedor grabó en una esquina el nombre de mi esposa, Laura.

 Levanté la vista y vi a Laura, no pude más y me puse a llorar, la habitación se llenó de médicos y enfermeras que me tomaban el pulso, la temperatura, probaban la sensibilidad de mis manos, piernas, en fin en todo el cuerpo. Luego comenzaron a hacerme preguntas tontas como donde está el piso, donde el techo, la ventana, etc. Cuando su morbosa curiosidad quedó satisfecha y me dejaron en paz pude hacer un balance de mi estado. En términos generales estoy bien, flaco pero bien, al hablar a veces no puedo coordinar adecuadamente mis ideas con las palabras, aún no puedo caminar, todavía no puedo escribir aunque si leer, pero al fin estoy en mi mundo.

Mi esposa me contó que hace ocho meses me dio un ataque cerebral muy severo que se repitió en dos oportunidades más, que estuve cuatro meses en estado de coma,  que luego abrí los ojos, y un mes más tarde desperté, pero que recién hoy regresé.

Miguel Angel Franco Ulloa
miguelangel_franco@yahoo.com

 

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