En el caso de las dos hermanas, es evidente que el resultado
hubiera podido ser mucho mejor si la hermana menor se hubiese quedado
con la pulpa de las naranjas y hubiera cedido a su hermana mayor las
cáscaras de estas frutas.
Pero esto no sucedió así. Sin embargo, resulta
curioso observar que las dos quedaron SATISFECHAS con el resultado que
obtuvieron. Aún más, es factible que ninguna de las dos imaginara lo lejos que
estaban de haber llegado a un resultado óptimo.
Durante la controversia que las dos sostuvieron, cada una se
centró en la defensa de su posición, que consistía en quedarse con
un número determinado de naranjas. De hecho, es factible que
durante la acalorada discusión las hermanas no pensaran ni un momento en el
para qué o el por qué de su deseo de quedarse con las naranjas.
Si hubieran explorado de lado y lado el por qué de las
posiciones, o el para qué de estas posiciones (en otras palabras, si hubieran
sabido que una hermana deseaba jugo de naranjas mientras la otra lo que quería
era un dulce fabricado a partir de las cáscaras), una solución muy buena al
problema hubiera resultado evidente para las dos (de hecho, la claridad de esta
solución hubiera motivado la terminación de la controversia entre las
hermanas).
Esto es típico cuando ambas partes deciden RECLAMAR valor,
sin ir más allá de lo que aparentemente se está negociando.
Lo habitual es que las negociaciones fructíferas desemboquen en trueques,
en los que cada parte renuncia a algo de menor valor para ella, a cambio de algo
más valioso. Como las personas suelen valorar de manera distinta las múltiples
cuestiones discutidas en una negociación, los trueques pueden acelerar y
mejorar la resolución de un conflicto. En este caso ambas hermanas cedieron en
la mitad de sus pretensiones, pero una hermana cedió una naranja de MAS en pro
de una pronta resolución de la discusión.
Muchos procesos comunenmente utilizados ilustran este tipo de
negociación.
Por ejemplo, este es el caso del vendedor ambulante que inicia la venta
solicitando por un paraguas $10 a un potencial comprador. Este le hace
una primera contraoferta de $7. El vendedor argumenta que esta es una oferta
excesivamente baja, y que él, siendo muy buena persona y dado que ya va a
llover, le puede dejar el
paraguas en $9,5. El comprador argumenta que esta rebaja no es suficiente, y que
el paraguas aún está muy caro, dada su baja calidad. Le ofrece entonces $8 al vendedor. Este último
arguye que esta oferta es más razonable, pero que aún es muy baja. Manifiesta
entonces su deseo de "partir diferencias", a lo cual responde
afirmativamente el comprador, quien de esta manera acepta comprar el paraguas
por $8,5.

Obsérvese que en este proceso resultan fundamentales tres
elementos:
-
las posiciones iniciales adoptadas por las partes
(denominadas anclas);
-
las estrategias de concesión empleadas; y las
-
eventuales estrategias de engaño a las que en ocasiones
recurren las partes.
Este mecanismo de trueque se confunde muchas veces con el
vulgar "regateo" al que tan acostumbrados estamos los
Latinoamericanos. Es parecido, pero diferente. El regateo es una practica
cultural que se aplica por diversas razones en los diferentes paises y que
en general responde a la necesidad de "negociar" con una persona
dispuesta a "considerarnos como individuo". Si no nos concede
una rebaja o no nos "encima un algo", no negociamos, porque de seguro
"esa persona no es de fiar....".
Fuera de esta
circunstancia, todo proceso de negociación puede ser caracterizado desde los
siguientes puntos de vista:
-
Negociación
por Posiciones o Por Intereses,
-
Negociación
Distributiva o Integrativa, y
-
Negociación
Suave o Dura
Los
examinaremos a continuación.