Esto es lo que me faltaba
escuchar
“Rockas Esquizoides” fue una fiesta
para sentirse libre, como se informó en su sitio de Internet, pero
además fue un escenario para conocer de cerca otras formas de decir
la verdad, más allá de la música
por Nelson Peñaherrera
Castillo nelsonpenaherrera@peru.com
![](../../img/mag/npc_fosildebuitre.jpg)
Jordan
(izq.) y Alí (der.), de Fósil de Buitre, fueron los
músicos que abrieron el concierto contra cultural Rockas
Esquizoides. |
El viernes 21
casi toda la gente joven ha acabado con sus actividades anuales, o
por lo menos, han iniciado un descanso necesario por estas fechas.
Varios han aprovechado para reencontrarse con sus familias, ya que
Piura es algo así como un centro de concentración de estudiantes
–es sede de dos de las universidades más importantes a nivel
nacional—que finalizan casi un año de esfuerzo.
Quienes no son
foráneos han aprovechado el viernes para salir a despejarse, a
celebrar el fin de las actividades, o simplemente porque es
costumbre salir este día, y repetir el plato el resto del fin de
semana. Discotecas, bares y demás locales están llenos a bote,
especialmente a medianoche.
Ritmos de moda
por doquier. La tecnocumbia, promovida –ahora se sabe— ex
profeso por el anterior presidente, Fujimori, predomina entre
todos los ritmos.
Sin embargo, en
un local cerca del cementerio San Teodoro, el más antiguo de la
ciudad, no se oye lo mismo. En realidad, cualquier persona que toda
su vida acostumbró la oreja al azúcar de las radios comerciales,
jamás podría apreciar lo que está pasando aquí.
Alí ha rasgado
una guitarra que ha gritado lo que cien guitarras pop harían,
ha optado por dar una violencia casi sobrehumana a su voz en lugar
de darnos sílabas inteligibles o quiebres melódicos ‘que
vendan’.
Él tiene 16 años,
y este viernes ha tenido el último contacto académico con su
colegio. Junto a Junior y Jordan han formado Fósil de Buitre,
tocan rock y este es uno de sus primeros contactos con el público.
Rafael Moya, uno
de los organizadores de la movida, me ha dicho al pasar por mi lado:
“Este grupo tiene futuro”.
Pero no sólo de
música se vive en esta ‘tokada’, hay mucha alegría, y la alegría
significa pogo, es decir, toparse mutuamente entre toda la
gente como señal de camaradería. “Mientras más poguee la
gente, quiere decir que ha estado bueno”, me comenta uno de los
chicos que ha venido.
Hasta que estuve
allí (un convenio asumido por NPC Comunicaciones nos
obligaba a escribir lo sucedido anoche y meter fotos en la Internet
antes que amaneciese el sábado), la gente había pogueado tímidamente.
A media mañana,
Rafael nos comentó que pasada la medianoche, la gente convirtió el
pequeño local de los ex trabajadores textiles de Piura en un antro
de alegría desbordada: “¡Ha sido un éxito!”, me ha dicho por
teléfono, notablemente cansado y alguito resaqueado.
Es contagioso,
confieso, y la verdad provoca participar. El detalle es que sólo lo
hace quien quiere, y si alguien no lo desea no se le obliga, ni se
le ve mal, ya es cuestión de cómo uno se sienta.
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![](../../img/mag/npc_moya_rafael_infante_fernando.jpg)
Rafael
Moya (der.) realiza consultas a Fernando Infante (izq.) horas
antes de comenzar el concierto. Media docena de grupos
participaron. |
Durante la tarde,
la tensión fue el rosario de los organizadores. Para comenzar, el
equipo de sonido no llegó a la hora acordada, por lo que hubo
necesidad de cruzar a la vecina ciudad de Castilla para traerlo, lo
que supuso un retraso de tres horas y media respecto de lo
programado.
Algo que también
bajó en algo la moral de la gente fue el hecho que se anunciaron
once grupos, pero apenas si se presentó la mitad: Fósil de Buitre
(el primer en llegar y comenzar a tocar), Martirio, Nunca Más,
Los mismos de siempre, Shokekos Skapunk, y Aquelarre
de Sullana.
Distorsionada
Realidad llegó sin un integrante, por lo que al final tocaron
en otros grupos, mientras que Fernando Infante optó por grabar en
video un making del concierto.
A Abstracto,
que venía desde Loja, Ecuador, se le perdió el rastro hasta últimas
horas de la noche.
Los grupos de
Cajamarca y Lambayeque, oficialmente, no pudieron tomar a tiempo su
transporte y mucho menos llegar teniendo en cuenta la saturación de
cupos por Pascuas; pero extraoficialmente, se cree que alguien por
ahí ha querido meter mano para boicotear el concierto, y como para
asegurarse de que eso sucedería, estuvo al anochecer en el local,
cuando comenzaron las pruebas de sonido.
Por cierto, esto
del sonido estuvo a cargo de Javier Doig. Han pasado siete años
desde que él integrara Último Recurso, una de las bandas de
la movida piurana de mediados de los ‘90s. Ahora, con algunos años
de experiencia y varios kilos de más, se está dedicando a producir
los demos de los grupos que comienzan a surgir.
Se pasó algo de
una hora (54 minutos exactamente) tratando de obtener un sonido
aceptable para la batería, algo que al profano le hubiese parecido
la misma cosa, porque el resultado final parecía ser el mismo. El
problema era que el sonido se acoplaba y descubrir la falla –un
micrófono mal ubicado—fue un verdadero reto para los
organizadores.
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![](../../img/mag/npc_poster_broken.jpg)
A
pesar de todo, el concierto no gusto a algunos, como quienes
destrozaron el afiche promocional (auspiciado por NPC), del
que sólo queda este jirón rojo sobre un poste, cerca del
local del concierto. |
Los organizadores
se enfrentaron también a problemas legales. La Municipalidad de
Piura tiene un reglamento que prohíbe emitir ruidos molestos para
el vecindario, que a la mañana siguiente ni se quejó ni tampoco
expresó mayor satisfacción por el concierto.
Si se hubiese
querido hacer algo “grande” era necesaria una autorización y
pagar un impuesto especial por producir espectáculos.
Sin embargo,
tuvieron la visita de la APDAYC, la editora y protectora peruana de
los derechos de autor, que llegó para exigir el impuesto a lo que
ahí se toacaba (a pesar que ninguna de las canciones está
registrada en esta institución, o sea son inéditas...)
les cayó al final, pero Fernando Infante se las ingenió
para seguir la fiesta en paz.
En términos
generales, la gente se divirtió, pogueó, bebió algo
(excepto el cronista que estaba preocupado por la hora de cierre de
edición) y creó una atmósfera que, al dejar el local, parecía
casi de ensueño, pues afuera la realidad seguía teniendo saborcito
de tecnocumbia, de anticuchos, de gentita luciendo los entalles y
desentalles de la moda. Es difícil decir quién estaba soñando en
realidad.
Vea
también
El
sitio de Rockas Esquizoides (se abrirá en ventana nueva)
Una
comunidad hecha refugio
El
concierto fue auspiciado en parte por Talentos.
©2001 NPC |