Desde
el ámbito psicológico, se incursionó en el concepto de la paternidad
contemporánea, y su rol psicoafectivo, a objeto de tener una
comprensión asertiva de los efectos del divorcio y/o separación, en
el hombre, y la carencia de padre en los hijos, que consuman
verdaderas parentectomías. Asimismo, se analizó las implicancias de
las maniobras perturbadoras derivadas de la inculcación maliciosa,
las falsas denuncias de abuso sexual, y las consecuencias
coercitivas del síndrome de alienación parental, que denigran al
progenitor no custodio, dañan a la familia y el entorno social e
impiden la continuidad de la relación paterno-filial en la trama
vincular de la familia post-separación conyugal.
Paternidad Psicológica
En
este tenor, el padre psicológico, es el que "ha investido al niño
como hijo, y que es investido por el niño, quien lo considera como
padre, y al que desea parecérsele. Lo que importa, es el padre de
carne y hueso, no interesa si es el progenitor o uno adoptivo o
sustituto". Varela, M.S. (2000). Desde este planteamiento, la
presencia del polo afectivo del hombre en el lazo paterno-filial,
"estimula y mantiene el desarrollo saludable del niño, dado que la
figura masculina en su constante intercambio con el niño en el
espacio y tiempo determinado, elige construir junto a su hijo lazos
afectivos duraderos en ambas direcciones (hijo-padre, padre-hijo) y
es escogido, reconocido por el menor, como la figura parental
significativa en base al apego emocional desarrollado". Zicavo, N.
(1999).
Efectos Psicológicos de la Ausencia Paterna
La
ausencia del padre, "dificulta la normalidad del desarrollo, pues
aunque la primera y fundamental relación de la vida es la relación
con la madre, Klein, M. (1985), la figura paterna es fundamental en
la constitución del aparato psíquico y su falta, provoca en el niño
una fuerte ansiedad de separación, pues pierde una de sus figuras de
apego centrales". Miguel, R. y Vargas, R. (2001). Asimismo, la
identificación como movimiento profundo que empuja al niño para ser
como el padre del mismo sexo, requiere, que ese progenitor no se
encuentre desvanecido, rechazado, condenado o prohibido por el otro,
si no, no hay modelo posible para el niño y su proyección de futuro
se bloquea". Ferrari, J. (1999). A su vez, produce en el hijo un
"complejo paterno negativo que consiste en una falta de estructuras
internas: ideas confusas, dificultades para fijarse metas, tomar
decisiones, reconocer lo que le conviene e identificar sus propias
necesidades". Gasparino, J. (2000).
DIVORCIO: Factores Coadyuvantes
En
este contexto, el quiebre conyugal se produce, cuando el paradigma
que comparte la pareja se fractura, situación que genera el
conflicto, pero, el núcleo dinámico del conflicto no es la conducta
de una persona, sino la interacción conflictiva que se produce entre
dos personas que tienen distintas visiones y las percepciones
respecto de los factores de crisis en la disolución de la pareja
conyugal, dicen relación con:
"Las evoluciones individuales crean asimetría entre los miembros
de la pareja.
Los cambios de posición individual con respecto a la familia de
origen.
Los cambios en el reparto de poder de la pareja". Catalá, C. y
Gallofré (1998).
"Las expectativas psicológicas más altas puestas en el
matrimonio, inciden en mayor probabilidad de insatisfacción y el
divorcio pasa a ser un elemento indispensable para rectificar
elecciones pobres.
Las tensiones derivadas de las cambiantes relaciones de género.
Los cambios socioculturales.
La superación del antiguo estigma del divorcio.
La competencia que existe entre hombre y mujer en el ámbito
laboral, dado que en términos de democratización de la intimidad, el
trabajo femenino opera como un importante igualador de poder, que
reduce la presencia de coacciones abiertas o implícitas en las
negociaciones de la pareja, que incide en la alta tasa de
separaciones". Reca, I. (1993:25).
A
su vez, el hecho que "el objeto perdido permanezca vivo, favorece
fantasías concientes e inconscientes de reencuentro, y predispone a
librar una batalla en el mundo externo, con personajes reales, con
el objetivo de perpetuar el vínculo. Como se trata de relaciones de
interdependencia recíproca, tanto en el espacio intrapsíquico como
en el de la realidad externa, se generan y activan fantasías de
represalia para destruir al sujeto abandonado o abandonante. El
desquite, por lo general, se hace a través de los hijos y en los
casos de divorcio interminable, las funciones de la parentalidad,
suelen quedar crónicamente engolfadas en el conflicto de la pareja y
dentro de la sostenida disputa entre los cónyuges, siempre queda
distorsionada la relación con los hijos". Losso, R. (1993).
Proceso Post-Separación en el Hombre
En este proceso, "no son tratadas con la misma equidad las consecuencias que para el padre implica el proceso post-divorcio. Le corresponde al padre, en la gran mayoría de los casos, el abandono del hogar una vez ocurrido el divorcio. Esto implica, de forma obligada, un reajuste en el desempeño del rol paterno que pasa, al menos, por dos condiciones: la no convivencia con el hijo y la relación con el niño mediada por la madre en una relación a menudo no empática". Zicavo, N. (1999).
Desde estas consideraciones, es posible pronosticar que el hombre post-separación conyugal, sufre en gran medida la parentectomía y los efectos psicológicos derivado de los síndromes asociados al padre destruido y a la ausencia involuntaria de los hijos, y las consecuencias relacionadas a las vivencias emocionales y conductuales post-separación conyugal.
Efectos Psicológicos en el Padre Post-Separación Conyugal
Síndrome del Padre Destruido
Se define "al síndrome de padre destruido como una constelación de síntomas (depresión, desesperación, sufrimiento, sentimientos de minusvalía, ansiedad, culpa, ira, evitación, agresividad o rechazo) y el proceso sindrómico se vivencia como tal o como dimensiones del mismo, a partir de la privación de la relación afectiva significativa con sus hijos como resultado de la separación conyugal y cuando la funcionalidad parental se fragmenta y comienza a desaparecer hasta el extremo de correr el riesgo de abolirse completamente". Zicavo, N. (1999).
Síndrome de Ausencia Involuntaria de los Hijos
"En los padres separados/divorciados, se produce este efecto psicológico, en que el padre se siente muy deprimido y/o ansioso al extrañar la falta de hogar y al no gozar de la cotidianeidad de su vida con los niños. Los síntomas incluyen: insomnio, falta de concentración en el trabajo, un discurso depresivo y frecuentemente pensamientos suicidas.". Martín, A. (2001).
Reacciones conductuales del padre post-separación conyugal
"En el plano conductual, las alteraciones conciernen a: la agresividad, o autoagresión; apatía que desencadena bajo rendimiento laboral; desmotivación; desestímulo; descrédito, pérdida de prestigio y minusvalía; desimplicación afectiva al verse impedido de participar y por ser presencia intermitente que a menudo lo desorienta y confunde (tanto como a su propio hijo) sobre el quehacer educativo.
No obstante al inicio de la situación desarrollan un intenso odio hacia el sistema legal del cual se sienten víctimas, estas manifestaciones no deberían ser tomadas como reacciones patológicas, sino como conductas típicas del hombre luego de separaciones conflictivas. La angustia frente a la separación de sus hijos puede desembocar en acciones temerarias que dañan aún más sus chances de contacto, por ejemplo, con acciones de violencia física que induzcan a la madre a pedir protección y esto sea utilizado en su contra en la Corte". Martin, A. (2001).
Efectos post-separación conyugal en la dinámica interaccional de la familia
Globalmente, las intensas emociones que suscita la etapa post-separación conyugal, la custodia monoparental y los efectos derivados del régimen de visitas, modifican la capacidad de los ex esposos para cumplir con la responsabilidad de cooperar por el bien de los hijos, lo que influye directamente en los hijos y en la dinámica interaccional de la familia post-separación conyugal.
En este contexto, influye el tipo de interacciones que las dos figuras parentales sostienen post-separación conyugal y que gravitan en el comportamiento del hijo. En este sentido, es posible identificar cinco tipologías interaccionales:
"Perfectos Camaradas: individuos que siguen siendo amigos, deciden en común llevar vidas separadas pero conservan el respeto mutuo, aunque el conflicto entre ambos se enciende y apaga de manera intermitente, logran amoldarse a los deseos del otro.
Colegas cooperativos: ambos progenitores no son amigos, pero mantienen la capacidad de cooperar como padres, tienen desacuerdos, pero son capaces de impedir que degeneren en peleas.
Asociados Enfadados: pareja resentida y amargada por el matrimonio y proceso de divorcio. Discuten horarios de visita y custodia, aún cuando cada uno de ellos sigue siendo un padre activo, suelen empujar a los hijos a un conflicto de lealtades.
Enemigos Feroces: ambos no son capaces de cooperar, ven al otro como el enemigo y mientras dura el combate legal, suelen poner a los hijos en el medio de sus peleas y los exhortan a tomar partido. En estas condiciones, el padre que no se quedó con la custodia de los hijos los ve cada vez con menor frecuencia a medida que pasan los años.
Pareja Disuelta: el contacto entre ambos cesa y a todos los efectos, esta es una familia de un solo padre. Esta situación, propicia el ánimo de venganza del padre no custodio, que se expresa en el retiro o disminución de la asistencia económica y como círculo vicioso, genera venganza en la madre custodia, que de hecho se traduce en la obstrucción del vínculo y en la privación de contacto paterno-filial". Ahrons, C. y Rodgers, R. citado por Hass, A. (1995:170-171).
Desde un aspecto estandarizado se considera que la mayoría de los hombres y las mujeres pasan por divorcios muy traumáticos, y de acuerdo con esta realidad, y con el propósito de proteger el bienestar de los hijos y cautelar sus intereses, se toman medidas precautorias, pero "el problema surge, cuando uno de los miembros de la pareja o a veces ambos, padecen algún tipo de trastorno de la personalidad" Pizzey, E. (2001) y/o derivado del hecho situacional cuando "los padres se quedan enquistados durante la transición, en una situación psicológica que no es ni de matrimonio, ni de separación ni de divorcio, un patrón que puede surgir incluso cuando sólo uno de los progenitores sufre perturbaciones significativas". Johnston, J. (1993). Estas características individuales y o de la pareja en conjunto, pueden magnificarse abierta o encubiertamente y desarrollar la obstrucción del vínculo y/o el impedimento del contacto en la relación paterno-filial.
Obstrucción del Vínculo Paterno-Filial Post-Separación Conyugal
"A partir de la década de los ochenta se tomó conciencia social en Estados Unidos sobre el tema del impedimento y la obstrucción del vínculo, o padre no conviviente-hijo y del subsiguiente alejamiento paterno, procedido por tendencias perturbadoras en divorcios altamente conflictivos y en situaciones litigiosas de custodia". Pedrosa, S. (2000). En este sentido, "todos los obstáculos para impedir el vínculo padre-hijo, derivan del conflicto interparental, factor de relevancia en los daños provocados por la separación y constituye una variable que hace espúreos muchos de los supuestos negativos provocados por el divorcio, entendido como la mera disolución del vínculo". Ramos C. (1995:50).
Origen del proceso obstructivo
No obstante, la obstrucción y/o impedimento del vínculo emerge desde la personalidad de cada miembro del sistema parental, proviene de una multifactorialidad de componentes que se enfatizan de acuerdo al análisis efectuado por algunos autores:
1. Johnston, J. (1993), consideró que este proceso es producto de "un impasse que tiene sus raíces en la vulnerabilidad extrema de uno de ambos progenitores respecto a temas relacionados con la herida narcisista, la pérdida, la rabia y el control, y que impiden un ajuste satisfactorio del divorcio y alimenta un ciclo inagotable y a veces en escalada de acción y reacción que promueve y mantiene el conflicto entre progenitores".
2. Tomas, J. Citado por Quadrado, S. (2000), situó este proceso como "un abuso, que es una perturbación mental en sí misma y que en muchos casos reposa sobre características psicológicas alteradas. Es posible que las vejaciones por parte de las mujeres hayan existido siempre, y que los facultativos no la hayan reconocido, pero, también cabe la posibilidad de que el cambio de papel de la mujer en la sociedad la haya hecho avanzar hacia conductas de más masculinidad".
3. Pissey, E. (2001), adosó al perfil obstructor un mecanismo de violencia. "En el sentido global tanto los hombres como las mujeres pueden ser violentos, pero la violencia femenina se expresa en forma más insidiosa que la violencia masculina y es preocupante que los Tribunales, no consideren admisible que las mujeres puedan ser violentas y cometer abusos sexuales, en consideración a que la maternidad es sacrosanta y se considera un insulto, desperfilar la función de la mujer madre en la familia".
Intencionalidad subyacente del proceso obstructivo
Las tendencias perturbadoras tienen un doble propósito: amputar la relación con el otro progenitor y medir la lealtad del niño. En este sentido, "Clawar y Rivlin pusieron de manifiesto la necesidad de utilizar una terminología sintetizada con mayor precisión y seleccionaron las palabras 'programación' y 'lavado de cerebro' como los mecanismos propulsores de este tipo de comportamiento y definidas como:
Programación, referido al contenido, los temas y las creencias transmitidas por el progenitor programador.
Lavado de cerebro, al proceso interactivo a lo largo de un plazo de tiempo que implica una repetición del programa o de las palabras código, para que el niño responda con aceptación en sus actitudes y comportamiento". Citados por Rand, Conway, D. (1997: II). (Anexo V.3:349).
Trayectoria del proceso obstructivo
En el contexto litigioso por visitas, custodia y disolución de la pareja, se acciona el impedimento y el proceso obstructivo del vínculo paterno-filial, el cual se expresa a través de las siguientes tácticas coercitivas: la inculcación maliciosa a través de las falsas denuncias de abuso sexual, que son vectores conducentes en la mayoría de los casos al síndrome de alienación parental y sus subsecuentes.
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