Estrenado en Buenos Aires el 01/07/96
- Para Elizabeth | Sonata a la carta |
- La Princesa Caprichosa | Pequeña serenata para grandes instrumentos |
- La Vida es Hermosa | Disuacidio |
- La Hija de Escipión | Fragmento de Ópera |
- La Redención del Vampiro | Hematopeya |
- Educación Sexual Moderna | Cántico Enclaustrado |
- Quién Mató a Tom McCoffee | Música en Serie |
- La Comisión | Himnovaciones |
Ante una sala
repleta, el quinteto volvió a recoger anoche la gratitud de su
público, con otra lograda propuesta que tuvo una fuerte y
precisa presencia musical y el acostumbrado humor de alto vuelo.
...El núcleo del espectáculo lo marcó la situación de dos
políticos corruptos -Mundstock y Rabinovich-, de un supuesto
partido liberal-nacionalista que, tras ganar las elecciones,
intentan convencer a un músico de poca monta -encarado por
Núñez Cortés- para que amolde el Himno Nacional a las
preferencias de su agrupación y del flamante presidente.
Nos salió un concepto virulento, con toques críticos que, sin
caer en una cosa de actualidad, tiene un contenido
moderno",definió López Puccio.
La Gaceta (Tucumán, Argentina), 1 de julio de 1996
Les Luthiers que
nacieron esencialmente musicales, regresan otra vez de mano de
Euterpe, sin desdeñar su histriónico espíritu burlón de los
últimos años.
En realidad ésta fue la ecuación predilecta de su trayectoria
más reciente. Ecuación en la que los amantes del teatro
buscaban más actuaciones y los músicos más parodias de
géneros, mientras Les Luthiers echaban a correr sus deliciosos
disparates, sin otra fórmula que el ingenio, la ironía, la
elegancia.
"Bromato de armonio" no empieza sin antes regalar su
broma habitual para esa tertulia despistada y verborrágica que
no escucha el gozoso carnavalito barroco que asoma por los
parlantes.
El primer hallazgo es la presencia de Matropiero (Marcos
Mundstock), quién con ayuda de "efectos especiales",
bucólicos y eróticos, de Daniel Rabinovich, escribe su
partitura "Para Elisabeth", que no es la
"Elisa" presunta de Beethoven, pero cuya Sonata a la
Carta es tan romántica como este cuasi Brahms que retoza en el
exquisito trio de latín (violín de López Puccio), violata
(viola de gamba de Jorge Maronna) y piano (auténtico de cola de
Nuñez Cortés).
Más sencillo en su estructura es el de la Princesa Conegunda
(López Puccio con su bonete cónico de hada), encantada más por
el instrumento grandioso de Cardozo, que por los que le ofrece su
enamorado (Nuñez Cortés): el bass-pipe a vara, la mandocleta,
la gaita de cámara, que concluye con la aclaración del laudista
principesco (Maronna); una verdadera demostración del arsenal
pesado de Les Luthiers.
En ese momento aparece otro de los felices inventos, especie de
leivmotiv que atraviesa este bromato: "La comisión" de
reforma del himno nacional en alguna democracia latinoamericana
(cualquier parecido con nosotros es pura coincidencia).
El dúo de políticos (Mundstock-Rabinovich), más Mangiacaprini,
el compositor elegido para la ocasión (Nuñez Cortés), gastan
los mejores sarcasmos de su artillería al retratar a toda una
fauna nada ejemplar de hombres públicos.
Les Luthiers también se divierten con su cuarteto
vocal-instrumental de ayuda al suicida verdadero (Disuacidio),
con el fragmento de ópera "La hija de Escipión"en el
que Rabinovich le canta frente al balcón a Juana María del
Sagrado Corazón y en el que Mundstock se manda un aria
belcantista, con ayuda de López Puccio y Nuñez Cortés en
sendos teclados "formales" y también con la hematopeya
"La redención del vampiro" en el que brilla la vis
cómica de Mundstock, burlándose de todos los
"chupasangre" que en el mundo (político) han sido y
son.
La originalidad de las ocurrencias, el magnífico trabajo en
equipo, la precisión milimétrica en la puesta, la ausencia de
divismo, fueron siempre el signo de humor inteligente de Les
Luthiers, que son ratificados en este "Bromato de
armonio", verdadero antídoto contra la estupidez de los
chistes y chacotas radiales y televisivos de cada día.
Sus lecciones para humoristas de toda laya se sostienen a menudo
en un filoso juego verbal, donde las palabras tan manoseadas y
desfiguradas por el mal uso, parecen nacer de nuevo, devueltas a
su cauce original y purificadas de solemnidades y de mentiras
reiteradas.
Entre los ocho números cabe rescatar, todavía, dos. El cántico
enclaustrado de "Educación Sexual Moderna"a cargo de
unos monjes que dan lecciones con canto gregoriano en la forma de
"organum", es decir, en auténticas dos voces en
quintas. El tema es casi inédito en Les Luthiers, no obstante
las sutiles referencias eróticas a lo largo de su trayectoria.
El otro es la reposición de "Quién mató a Tom
MacCoffee", un delicioso número de jazz en el que brillan
los dedos de Nuñez Cortés, acompañado en contrabajo por
Maronna y en bateria por Rabinovich. La sátira a ciertos
policiales norteamericanos es un verdadero canto a la música. El
magnífico trío (vocal-instrumental) es el que mató a Tom por
desafinado y para salvar el jazz de los malos intérpretes.
Porque hacen resplandecer con alegría las palabras,
purificándolos con la ironía y porque escriben músicas
espléndidas en todos lo géneros (clásicos o populares), que
ellos tocan admirablemente en sus propios y eufónicos
"instrumentos informales", Les Luthiers merecen gozarse
como auténtico lujo del espíritu y de la inteligencia, sin
poses doctorales ni pedanterías intelectuales.
René Vargas Vera, Diario La Nación, 3 de julio de 1996.
LES LUTHIERS
La vida secreta de las palabras
Bromato de Armonio
Les Luthiers: Carlos L. Puccio, Jorge Maronna, Carlos Núñez Cortés, Marcos Mundstock Daniel Rabinovich. Palacio de Exposiciones y Congresos. Madrid, 6 de noviembre.
RICARDO CANTALAPIEDRA
Dicen en Buenos Aires que Les Luthiers son "una sana
costumbre argentina". En España ya son una regocijante
costumbre trianual. Estarán un mes en el Palacio de Congresos,
pero ya no hay entradas. Se han vendido 48.000 localidades, con
precios de 6.000 a 3.500 pesetas. Luego seguirán por Andalucía,
Cataluña, País Vasco y Canarias. En el 2002 volverán a España
con su próximo espectáculo, ya estrenado en Buenos Aires, Todo
por que rías .
Ahora presenta Bromato de Armonio , otro analgésico de la casa cuajado de píldoras excitantes. Les Luthiers están cada vez más fascinados con las palabras. Ponen sus voces, su mímica y sus extraños instrumentos al servicio de la palabra para crear algo que se puede llamar prosa estereofónica. Hay un narrador delirante, Marcos Mundstok, que engarza diversas historias glosando la vida y milagros del borgesiano compositor Johann Sebastian Mastropiero. Incluso el propio Mastropiero se hace carne por primera vez en un escenario y compone el sublime desatino Para Elisabeth, sonata cimarrona que sirve, entre otras cosas, para recordar que Les Luthiers son magníficos instrumentistas, tanto si interpretan salsa como si atacan una sinfonía. En Bromato de Armonio hay cantatas medievales, serenatas, ópera, gregoriano, zarzuela, jazz y ritmos caribeños. Y mucho delirio, basado principalmente en la vida secreta de las palabras, la orgía de los fonemas, las metáforas asilvestradas. Aunque apetezca, no conviene enfangarse en la carcajada porque se puede perder una joya. La gente permanece con perenne sonrisa durante todo el espectáculo, pero a veces no se pueden contener y explotan.
Siguen utilizando sus sorprendentes instrumentos, pero de forma esporádica. En La princesa caprichosa, por ejemplo, se dejan ver y oír el glisófono neumático, la marimba de cocos, la bocineta, varios omnis (objetos musicales no identificados) y otros artilugios sonoros que parecen de mentira, pero son de verdad y cumplen el cometido para el que fueron creados. Les Luthiers, más que decir, sugieren, incitan a ordeñar cada palabra, cada gesto. El público siempre queda en libertad para derivar por donde Dios le dé a entender.
En definitiva, este Bromato es magnífico para la salud; es broma, chanza, alboroto, diversión , como esa desternillante historia, La Comisión , en la que un presidente de apellido Garcete pretende cambiar la letra del himno de la nación en provecho propio. El juego dialéctico entre el compositor contratado y los miembros de la comisión es antológico, una sátira despiadada de la corrupción y la zafiedad de algunos padres de diversas patrias.
Los seguidores de Les Luthiers piden insistentemente nuevas grabaciones discográficas. Por el momento, tienen los vídeos de sus espectáculos. Ya están a la venta los dos primeros, Grandes Hitos y Les Luthiers unen canto con humor.
Diario El País, 8 de noviembre de 1999
Un fármaco para hacer cosquillas en los rincones del alma
Juan Ignacio GARCÍA GARZÓN
Título: «Bromato de Armonio». Textos, música, arreglos y dirección: Les Luthiers (Daniel Rabinovich, Marcos Mundstock, Carlos López Puccio, Jorge Maronna y Carlos Núñez Cortés). Palacio de Congresos y Exposiciones. Madrid.
«Bromato de Armonio» es el nuevo específico que incorporan a la farmacopea internacional los Laboratorios Luthiers, de Buenos Aires, con la indicación expresa de que esta concebido «para provocar cosquillas en los rincones del alma».
Composición: Cada espectáculo contiene aproximadamente la mitad de música y otro tanto de humor, y viceversa; excipientes: pellizcos de conciencia crítica, unas dosis de virtuosismo instrumental totalmente ecléctico (jazz, boleros, ópera, armonías corales monásticas, himnos patrióticos...), un puñado de retruécanos y juegos que buscan el revés de las palabras, la siempre sorprendente presencia de instrumentos informales, bastante inteligencia y no menos coña (y alguna que otra referencia al chiste del lorito japonés).
Indicaciones: «Bromato de Armonio» esta indicado en los procesos en los que existan (o no) propensión a la melancolía, secreciones de tristeza, erupciones de intolerancia (en algunos estudios clínicos se subraya que humor y totalitarismo son antónimos) y estreñimiento mental; está especialmente aconsejado su uso en la profilaxis y tratamiento de las complicaciones obstructivas e infecciosas por mal humor, y en cirugía correctora de las arrugas del carácter.
Posología: Se permite ingerir este compuesto cuantas veces se pueda y quiera, aunque los pacientes deben tener en cuenta que las entradas para las funciones programadas en Madrid ya se han agotado.
Normas para la correcta administración: Convienen sentarse en la butaca antes del comienzo del espectáculo y presenciar el mismo en postura relajada, sin ropas que opriman demasiado el cuerpo, sobre todo la zona del diafragma y el espacio mandibular (también se recomienda conocer de antemano el chiste del lorito japonés).
Contraindicaciones: Algunos equipos de investigación han detectado casos de incompatibilidad con este específico entre tiranos, adláteres, mangantes y, por lo general, feroces guardianes del orden establecido (se supone que por vías no democráticas).
Advertencias: La eventual presencia de contracciones, risa incontenible y cierta sensación embriagadora de bienestar no indica alteración del preparado sino que es propia del principio activo contenido en éste. Interacciones: Diversos especialistas tienden a asociar su consumo con la predisposición a la euforia. Efectos secundarios: Agujetas en los músculos del abdomen, espasmos mandibulares y trepidación de las ternillas (lo que se conoce científicamente como síndrome desternillante).
Presentación: «Bromato de Armonio» se presenta en una función de dos horas ininterrumpidas (aplausos del público aparte), durante las que se ofrecen los siguientes cuadros: «Para Elisabeth», en el que el compositor Johann Sebastian Mastropiero recibe la misiva de una antigua amante y se decide a escribirle una sonata a la carta; «La princesa caprichosa», una pequeña serenata amorosa y desdeñosa para grandes instrumentos; «La vida es hermosa», definido por los laboratorios como «disuacidio», y que describe que el funcionamiento de un servicio telefónico para suicidas es para morirse (de risa, off course); «La hija de Escipión», fragmento de una ópera risorromántica de Mastropiero; «La redención del vampiro», los doctores definen como «hematopeya» una demostración de las virtudes antidraculinas de la música; «Educación sexual moderna», que contiene todo lo que los jóvenes deben saber sobre el dubi-dubi; «Quién mató a Tom McCoffee», regocijante pesquisa policial televisiva en clave de travesura jazzística, y «La comisión» (tómese en todos su sentidos), que narra la renovación del himno nacional de una indeterminada nación suramericana. Todo esto con la impecable factura, descacharrante ironía y espíritu iconoclasta marca de la casa; un fármaco en la línea tradicional de los Laboratorios Luthiers, que en esta ocasión inciden más en lo teatral que en anteriores comparecencias.
El público que acudió al estreno del producto aplaudió con calor las virtudes del mismo y logró que los ejecutantes les suministraran de propina y en forma de bolero una cucharada más de esta fórmula magistral (por cierto, ¿alguien me podría contar el chiste del lorito japonés?).
Diario ABC, 8 de noviembre de 1999
CRÍTICA /ESCENA -SALA ARGENTA
Les Luthiers: Todos sus
caminos conducen a Broma
Su espectáculo «Bromato de armonio»llenó
el Palacio de Festivales
El espectáculo está recorriendo algunos puntos escogidos de España y Santander tiene el privilegio de poder contemplarlo durante cinco días. Desde aquí marcha a Buenos Aires, donde en 1996 se estrenó. Después de anteriores visitas a Santander («Grandes hitos» y «Unen canto con humor»), «Bromato de armonio» es su penúltima apuesta por el buen humor, algo que ellos mismos recomiendan para permanecer jóvenes, alegrar el alma y sentirse mejor. Y lo consiguen, y no es broma. Como tampoco es broma el que una canción suya -el «Teorema de Thales»- vaya a inaugurar todo un Congreso Internacional de Matemáticas en Canarias; no sería de extrañar que a este paso, o a cualquier otro, se puede levantar alguna ermita dedicada a San Ictícola o algún conservatorio de música lleve el nombre de Mastropiero. Montado al estilo de anteriores representaciones, la obra son siete pequeñas dosis de temas variados y una gran dosis -y ¡qué grandosis!- repartida a lo largo de las anteriores que supone lo mejor de la función. Entre la variedad encontramos esquemas ya muy vistos («La princesa caprichosa», pequeña serenata para grandes instrumentos), junto a divertidas parodias de temas actuales. «La vida es hermosa» (Disuacidio), dedicada al tema de los teléfonos de la esperanza, nos habla elocuentemente de esos consultas de problemas vía telefónica y de lo que le ocurrió a un presunto suicida que osa comunicarse con Daniel Rabinovich, el luthier que responde al teléfono con su habitual maestría en el gesto y la chanza. «Educación sexual moderna» (cántico enclaustrado) es un numero que se adentra, metafóricamente claro, en el mundo de la prevención de enfermedades sexuales entre un grupo de monjes, presididos por Jorge Maronna, que se atreve a tocar el «campanófono», único instrumento nuevo en el espectáculo. Cada canción tiene su historia, incluso cada historia tiene su canción, y cabría señalar una hematopeya titulada «La redención del vampiro», donde Marcos Mundstock abandona su papel grave de locutor para desaforarse como conde transilvano, o los números en los que vuelve a aparecer Johann Sebastián Mastropiero, el pretendido compositor de tantos temas conocidos de Les Luthiers. Mastropiero, alter ego del grupo a la par que su otra voz, aparece en escena por primera vez en una sonata a la carta, interpretada al estilo romántico, también en la música. Pero el plato fuerte es «La comisión», una «himnovación», que nos cuenta como dos políticos al uso y al abuso reciben el encargo del presidente de la nación de cambiar la letra del himno nacional para hacerla más moderna y favorable a sus intereses; cualquier coincidencia con la realidad es puro parecido. Estos dos políticos de un país democrático del que solo se sabe que no es Noruega, logran convencer a un compositor, interpretación musical y expresiva excelente de Carlos Núñez, que saca adelante el encargo. Parodia de muchos defectos de la clase política, donde es difícil sentirse honrado, la presentación al publico se divide en varias escenas que nos van acercando a la apoteosis final: el presidente Garcete, un comedido Carlos López Puccio por otra parte cerebro gris del grupo, declara inaugurado el nuevo himno. La carcajada está garantizada, pero una carcajada inteligente y cómplice que hace disfrutar de los diálogos más conseguidos y la chispa más continuada. Un tema del espectáculo anterior - «¡Perdónala!», bolérolo dedicado a una nada amorosa Esther- completa casi dos horas de continua sonrisa, dos horas que se hacen cortas y que permiten admirar la evolución de un grupo que desde un dominio muchas veces prodigioso de instrumentos inusuales e informales -muchos de ellos presentes en «Bromato»- logra conjugar con excelencia textos, músicas y puestas en escena con un solo fin: la diversión del espectador. Ellos dicen de sí mismos que sus «espectáculos mejoran con el tiempo, como el vino» y esta cosecha 1996 les ha salido redonda. Hasta su próxima aparición por nuestras tierras con su «Todo por que rías», un montaje con centro de radio-tertulia estrenado en 1999, «Bromato de Armonio» es una buena oportunidad para disfrutar de un quinteto que saben unir humor con HUMOR. |
El Diario Montañés, 31 de Marzo de 2000