Lince ibérico
 
 
Multa de 26 millones por la muerte de un lince ibérico 
 
 
 
 
 
BIOLOGICA, nº18 marzo 1998
 
 
Se trata de una sanción sin precedentes en Andalucía, pero que se echaba de menos desde hace tiempo. Por primera vez, la matanza de un lince ibérico a manos de un cazador sin escrúpulos ha sido sancionada con una multa de 26 millones de pesetas. Pero la pena no ha recaído sobre el autor de los disparos, sino sobre la sociedad agraria de transformación Guadiamar, propietaria del coto sevillano en el que, hace cuatro años, y tras desarrollarse una cacería de conejos, se encontró un lince muerto con 35 perdigones alojados en su cuerpo. 
Este ejemplar; un macho con cinco meses de edad, era objeto de estudio de la Estación Biológica de Doñana (EBD), por lo que portaba un collar radiotransmisor que facilitó la localización de su cadáver el día 4 de agosto de 1994. Una vez conocido el suceso, la Agencia Provincial de Medio Ambiente de Sevilla y el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA) de Aznalcóllar inician las investigaciones, descubriendo que dos días antes se había celebrado una cacería en la finca donde se encontró el animal muerto. En los interrogatorios, algunos cazadores reconocen que avistaron un lince, aunque, según el SEPRONA, todos ellos encubren la identidad del autor de los disparos. 
Como consecuencia de ello, la Agencia Provincial de Medio Ambiente de Sevilla abre un expediente sancionador contra la sociedad titular del coto, que ahora será la que tenga que responder de la irresponsabilidad de uno de sus socios. Pese a que la infracción está catalogada como muy grave por la Ley 4/89 de Conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres, y pese a que los resultados de la necropsia parecen indicar que el disparo se efectuó a conciencia, se tuvo en cuenta que Guadiamar no tuvo intencionalidad en los hechos, por lo que no se aplicó la pena mayor que establece el Código Penal por la muerte de un animal en peligro de extinción: hasta dos años de cárcel. 
Otros dos linces muertos en Doñana
Ahora, la pregunta estriba en saber si esta condena servir  para poner fin a los ataques que sufren estos felinos por parte de los cazadores furtivos, que durante los últimos años han abatido a varios ejemplares jóvenes que abandonaban el Parque Nacional de Doñana en busca de nuevos territorios donde asentarse. De momento, el pasado 13 de febrero, técnicos de la EBD hallaron los cadáveres de otros dos linces en las zonas conocidas como El Raposo, en el Parque Nacional de Doñana, y el Pinar del Vinoso, en el colindante Parque Natural del Entorno de Doñana. Los cuerpos de estos dos ejemplares correspondían a un macho y una hembra nacidos al norte del parque nacional en marzo del año pasado, y pudieron ser localizados gracias a que la EBD los había marcado con collares radioemisores. 
Pese a ello, y debido a las fuertes precipitaciones acaecidas durante las semanas anteriores, el macho fue encontrado ya muy deteriorado y parcialmente devorado por insectos y roedores, por lo que aun no han podido determinarse con certeza las causas de su muerte, si bien es cierto que son pocos los linces que mueren a esta edad por causas naturales En cambio, en la necropsia efectuada a la hembra, ésta presentaba el pecho aplastado, el esternón y varias costillas rotas, y un golpe encima del ojo que le fracturaba el cráneo. Todo ello hace sospechar que fue matada de un golpe por un furtivo tras ser sujetada previamente por su perro. Esta hipótesis se ve refrendada por el hecho de que esta zona es un 'punto caliente' para este tipo de furtivismo, encaminado normalmente a cazar ciervos, gamos y jabalíes. Desgraciadamente, también es parte del área de campeo de la subpoblación más septentrional de linces del Parque Nacional de Doñana, y uno de los escasos corredores que utilizan los jóvenes y subadultos para dispersarse. 
Estas muertes son excepcionales, pero, desafortunadamente. no porque las víctimas sean linces ibéricos, sino porque se han producido antes de que comenzase su periodo dispersivo. Desde 1983, momento en que se inician los estudios radiotelemétricos de la especie, tan sólo cinco jóvenes no dispersantes radiomarcados habían muerto en estas circunstancias, todos ellos dentro de. parque nacional, y al menos dos debido al furtivismo. 
El cerco en torno al lince ibérico se está estrechando, pese a los esfuerzos que las Administraciones están realizando. Es el momento de reflexionar sobre si, se están gestionando bien estos esfuerzos. Porque, pese a que el ultimo censo, realizado en 1988, reflejó la existencia de unos 1.000 ejemplares, actualmente se estima que sólo quedan unos 500, repartidos en unas 40 subpoblaciones muy dispersas entre sí, lo que reduce su posibilidad de supervivencia. Los cepos, lazos y disparos continúan siendo las principales causas de muerte de este felino, el más amenazado del mundo, sobre el que también pesan otros riesgos, como los atropellos, la destrucción de su hábitat y la escasez de conejos. 
 
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