¡Hundirse
en la noche! Así como a veces se sumerge la cabeza en el pecho para
reflexionar, sumergirse por completo en la noche. Alrededor duermen,
los hombres.
Un pequeño espectáculo, un autoengaño inocente, es el de dormir en
casas, en camas sólidas, bajo techo seguro, estirados o encogidos,
sobre colchones, entre sábanas, bajo mantas; en realidad se han
encontrado reunidos como antes una vez y como después en una comarca
desierta: Un campamento al raso, una inabarcable cantidad de personas,
un ejército, un pueblo bajo un cielo frío, sobre una tierra fría,
arrojados al suelo allí donde antes se estuvo de pie, con la frente
contra el brazo, y la cara contra el suelo, respirandoo pausadamente.
Y tú velas, eres uno de los vigías, hallas al prójimo agitando el
leño encendido que cogiste del montón de astillas, junto a ti. ¿Por
qué velas? Alguien tiene que velar, se ha dicho. Alguien tiene que
estar ahí.
Franz Kafka
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