Estás
enterado, claro –dijo Susan.
–¿De
qué? ¿De dónde me hablas? ¿Porqué tengo la impresión de que se
trata de algo malo, y eso que no soy telépata ni vidente?
Lo
mío no interesa –dijo Susan–, pero después que me rompieron las
piernas tuve tiempo para pensar que...
–¿Las
piernas?
–Ah,
entonces no estás enterado. ¿Pero cómo puedes no estar
enterado si Fantomas te llamó por teléfono antes que a mí?
Lo
malo en este tipo de diálogo, solía decirse el narrador, es que se
prolongan muchas páginas porque se componen sobre todo de monosílabos,
gritos, preguntas espasmódicas, inicios de explicación cortados por
nuevas preguntas, y tendencia recíproca a insultarse por la falta de
rapidez mental. Todo eso sucedió tal cual, pero podía resumirse de
todas maneras en una frase de Susan: "Cuelga y sigue leyendo, estúpido".
Y anota mi teléfono para llamarme después".
Cosa
que así se hizo, y bastó abrir la revista ahí donde la frenada del
grosero maquinista había interrumpido la lectura para encontrarse con
una orden de Fantomas a Libra:

A
Libra no debían gustarle demasiado los hermosos e inteligentes libros
del narrador, pues a pesar del orden de llamadas indicado por Fantomas,
el primero en manifestarse fue el penúltimo:
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